"Abran a la Iglesia en Cuba la posibilidad de cumplir sin dificultades
el programa que Jesús nos ha confiado", expresó el
Cardenal Jaime Ortega en la Misa de clausura.
La Habana, 11
de Diciembre.- Ante unos cinco mil fieles reunidos en el Campus Eucarístico
frente al puerto habanero, el Cardenal Arzobispo de La Habana Jaime
Ortega, clausuró el domingo 10 de diciembre el Segundo Congreso
Eucarístico de La Habana con un llamado a las autoridades de
la nación para permitir de una vez, "sin trabas ni dificultades",
que la Iglesia realice su misión en este país.
"Si el Santo Padre al inicio de su Pontificado pidió que
los pueblos y responsables de las naciones abriesen sin temor las puertas
a Cristo; al comienzo del tercer milenio me atrevo a añadir en
relación con nuestro pueblo y con todos los que tienen responsabilidades
en él: No sientan temor, abran a la Iglesia en Cuba la posibilidad
de cumplir en este nuevo milenio, sin trabas ni dificultades, el programa
perenne que el Señor Jesús nos ha confiado: amar y servir
a nuestro pueblo para anunciarle así a Jesucristo, el mismo ayer,
hoy y siempre", expresó el Cardenal Ortega arrancando prolongados
aplausos de los presentes.
El Congreso Euca-rístico de La Habana se inició el pasado
7 de diciembre con el canto de las Vísperas a la Inmaculada Concepción
en la Catedral de La Habana, y estuvo precedido por un Simposio Eucarístico
(5-7 de diciembre) en el que participaron 150 invitados de las distintas
diócesis cubanas.
La Misa de clausura iniciada a las 5:00 p.m., contó con la presencia
de siete obispos cubanos, entre ellos el Arzobispo Primado de Santiago
de Cuba, Pedro Meurice, más de 80 sacerdotes que trabajan en
La Habana, decenas de seminaristas, diáconos y acólitos.
Una masiva procesión eucarística que se prolongó
por una hora y precedió la Misa de clausura, recorrió
varias calles de la zona vieja de la ciudad hasta el Campus Eucarístico.
Encabezada por la banda de música interpretando marchas solemnes,
miles de personas en oración y entonando cantos religiosos seguían
el paso lento de la carroza adornada con flores, conteniendo en un gran
expositor el Cuerpo Eucarístico de Cristo, ante cuya presencia
permaneció en constante adoración el Cardenal Ortega.
PUERTAS ABIERTAS Y PUERTAS CERRADAS
Con marcada devoción
la multitud concluyó la procesión tras recibir la bendición
eucarística del Arzobispo de La Habana, quien durante su homilía
en la Misa hizo un balance del Año Jubilar que termina. "Durante
este Año Santo, en cada uno de los Jubileos que hemos celebrado
-dijo- hemos experimentado que en muchos corazones las puertas abiertas
por el Papa no se han cerrado", y recordó que Juan Pablo
II había solicitado la restitución de la Fiesta de la
Navidad en Cuba porque la "civilización cristiana no es
un conjunto de viejas costumbres que pueden variar con el tiempo"
sino valores que dan "forma y consistencia a la cultura de un pueblo".
Durante tres décadas desapareció del calendario nacional
el feriado de Navidad, años en que el ateísmo llegó
a convertirse en "religión", según reconocen
fuentes oficiales. El Cardenal Ortega recordó entonces que si
el mensaje de Jesucristo es ignorado, de la espiritualidad del cubano
quedaría sólo "una especie de esqueleto sin alma",
como los huesos secos a los cuales se dirigió el profeta Ezequiel
enviado por Dios.
Reflexionando sobre la situación actual de la Iglesia en Cuba,
el Cardenal cubano recordó que es grande la necesidad de sacerdotes
y agentes de pastoral en la Isla, expresó que han crecido las
vocaciones en Cuba pero ha crecido también la Iglesia, añadiendo
que se necesita la colaboración de sacerdotes y religiosas de
otros países y que muchos están dispuestos a venir a trabajar
a Cuba "pero hoy -dijo- esta parece ser una puerta cerrada a Cristo
entre nosotros". Una lista con los nombres de decenas de sacerdotes,
religiosos y religiosas que desean trabajar en Cuba, está prácticamente
congelada en las oficinas oficiales esperando permisos de entrada al
país. En los dos últimos años solo contados casos
aislados han recibido la necesaria autorización.
"Durante estas celebraciones del Congreso Eucarístico -agregó
el Cardenal Arzobispo de La Hababa- hemos pedido a Jesucristo presente
en la Eucaristía que ésa y otras puertas se abran al Señor
en nuestra tierra". Así mismo animó a los fieles,
durante este tiempo de Adviento y Navidad, a rezar "para que en
la vida nacional se allanen para el pueblo cubano los caminos escabrosos,
que disminuyan las tensiones para que aumente la alegría, que
se igualen los desniveles económicos y sociales que producen
tanto malestar".
LA NECESIDAD DE RECONCILIACIÓN
Ante esta realidad
nacional, el Cardenal Ortega reflexionó sobre la necesidad de
reconciliación entre los cubanos: "Son tantas las rupturas
en las familias, los rencores entre grupos y entre vecinos, los tristes
recuerdos que separan a antiguos amigos por razones afectivas, políticas,
ideológicas, religiosas o de otra índole, que llegan a
tener un peso negativo en la conciencia social", lo que, dijo,
"afecta la convivencia entre los hijos de un mismo pueblo".
Para el Cardenal cubano, "estas heridas deben ser sanadas".
Al final de su homilía, el Arzobispo de La Habana afirmó
que este Congreso Eucarístico establece como propósito
para la Iglesia "servir y amar sin límites".
El Congreso Eucarístico, que incluyó el sábado
9 la primera comunión de 2 mil niños y una velada eucarística
nocturna de los jóvenes en la Catedral habanera, ha sido el gran
homenaje de la Iglesia en el año 2 mil del nacimiento de Jesucristo./
Orlando Márquez.