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enero-febrero. año VII. No. 41. 2001

ÍNDICE

LECTURAS

  

 

HEBERTO PADILLA

I N_ M E M O R I A M

por Fray Fidel de Jesús

 

     

 

"¡Oh, Dios!,
dinos, dónde, por qué.
No sólo hay un miércoles de ceniza
(en nuestra vida.
Hacia ese camposanto
todo el mundo camina
(con el mismo miedo,
los mismos ojos, los mismos pies..."

Convocado por el aprecio a quien no conocí personalmente, por la familiaridad que no disfruté, el aprecio que le tengo a toda su obra, y el dolor de los seres queridos, me atrevo a evocar hoy a un pinareño orgulloso hasta el día de su muerte de gozar de los mejores habanos, cuyas cepas sólo podían haber sido sembradas en su lejana tierra de Vueltabajo, y que por muchos es admirado como uno de los poetas más destacados de los años 50-60 y hasta el presente, dentro de la literatura cubana contemporánea, a pesar de vivir fuera de Cuba durante los últimos veinte años.


Nacido en Puerta de Golpe, Pinar del Río, el 20 de enero de 1932, fallece, cumplidos los 68 años, el poeta cubano Heberto Padilla, quien desde joven se sintiera atraído por los afanes literarios y periodísticos, que le hacen fundar y dirigir, siendo apenas un adolescente, dos revistas literarias estudiantiles: Paladín Colegial (1945) y Repórter (1946). Hace sus primeros versos y en 1948 aparece su primera obra: Las rosas audaces. Cursó, sin concluirlos, estudios de Derecho en la Universidad de la Habana, y desarrolló una interesante experiencia como profesor de lengua española en Nueva York, Estados Unidos de Norteamérica, entre 1957 y 1959, luego de una estancia en ese país desde 1949 hasta 1952, y luego, entre 1956 y 1959.

A su regreso a Cuba, y luego de su experiencia pedagógica que le permite un especial dominio de la lengua de Cervantes, incursiona profesional-mente en el mundo de la lírica, al que siempre le dedicó su tiempo y su pasión, publicando la que se considera su primera y mejor obra, El justo tiempo humano (1965), que le permite obtener una mención, que muchos consideraron merecedora del premio principal, en el Concurso Casa de las Américas; mención que compartirá con la que luego será su esposa, Belkis Cuza Malé, joven poetisa guantanamera, de altos vuelos poéticos.

Por estos años trabaja como redactor y corresponsal de la agencia informativa Prensa Latina en Londres, como redactor en español de la revista soviética Novedades de Moscú y en esa misma función del periódico Revolución.

También laborará como director-gerente de la empresa Cubana de Importaciones y Exportaciones Artísticas (CUBARTIMPEX) entre los años 1964-65, y como representante en Europa del Ministerio de Comercio Exterior. Labores que alternará con su principal profesión de escritor, poeta, periodista e investigador, que le permitieron trabajar en instituciones, museos y bibliotecas de los países que visitaba, ahondando mucho más en su vasta cultura personal.

Trabajó además como investigador del Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas, viajando por motivos del trabajo que desempeñara a países como: México, Venezuela, algunos países de Centroamérica, África y Asia. Igualmente laboró en el campo editorial dentro del Instituto Cubano del Libro.
En Cuba y el extranjero, colaboró con múltiples publicaciones, periódicos y revistas, como: Lunes de Revolución (tabloide cultural de ese periódico), Granma, El Mundo, Cuba, La Gaceta de Cuba, Unión, Casa de las Américas, Pájaro Cascabel y El Corno Emplumado (ambas de México), Cormorán y Delfín (ambas de Argentina), Ínsula e Índice ( las dos de España), Europe, Les Lettres Nouvelles, L´Arc y Les Temps Modernes (de Francia), Literatura Extranjera y Novedades de Moscú (Unión Soviética) y muchas más en los años posteriores de su exilio en los Estados Unidos.

Con un gran dominio de varios idiomas, realizó múltiples traducciones de poetas y autores de varios países como: Inglaterra, Francia, Rumanía, Suecia, etc. Pudo, igualmente, ver traducidos sus poemas a varios idiomas como: inglés, francés, italiano, alemán, polaco, ruso, sueco, danés, chino, etc.
En 1968, fue premiado por un jurado internacional en el Concurso Literario de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) por su poemario Fuera del Juego, que le convertirá en un controvertido poeta, especie de "enfant terrible", en el contexto de la nueva política cultural establecida por la dirección de la Revolución, y luego de varios conatos de enfrentamiento entre intelectuales y funcionarios del gobierno, que manifestaban una manera de coartar la creación artística si esta no se regía por los cánones impuestos por ellos, se editó su libro premiado, haciéndose constar en su prólogo, que por su carácter contrarrevolucionario no era reconocido oficialmente como tal, ubicándosele desde ese momento en una línea de disidencia cultural y política, según la norma ideologizante de la cultura que comenzaba a imperar luego del Congreso de Intelectuales, que anatemizaba toda crítica o independencia de la creación con la política cultural establecida.

A raíz de este incidente, se vio marginado de las actividades dentro del mundo de la cultura y las letras, siendo casi condenado a un ostracismo social, que incluyó su apresamiento y cuestionamiento político, que generaría todo el proceso conocido como el "Caso Padilla", que motivó una fuerte repulsa de los medios culturales de casi toda la intelectualidad de izquierda del mundo, que se expresó en una carta colectiva signada por las más destacadas personalidades del momento, que protestó contra la manipulación de los intelectuales con fines políticos, permitiendo que fuera liberado pero que sufriera una mayor marginación hasta su salida de Cuba, por intercesión del Senador Edward Kennedy y del Papa Juan Pablo II, en 1980.

Los últimos veinte años de su vida, los vivió fuera de su Cuba amada y de su familia. En el exilio, ha desarrollado una extensa obra poética y periodística, en la que continúa manifestando su tendencia a la reflexión metafísica de la existencia humana, destacándose también como conferencista y profesor en importantes publicaciones y universidades norteamericanas, hasta el instante de morir, en que se encontraba trabajando como profesor de la Universidad de Alabama, luego de trabajar largos años en la de Princenton.

Entre sus obras más destacadas, resalta su libro de poemas. En mi jardín pastan los héroes, convirtiéndose junto a Cabrera Infante, Eugenio Florit, Lidia Cabrera, Severo Sarduy, Reynaldo Arenas y muchos otros, en la avanzada intelectual cubana en el exterior.

En los medios oficiales cubanos durante mucho tiempo no se le reconoce ni menciona ni publica, incluso así está reconocido en el Diccionario de la Literatura Cubana (donde felizmente se le incluye, entre tantos olvidados y no considerados dignos de tener en él un lugar), en el que aparece, en el párrafo final de su ficha personal: "Después de abandonar el país, ha mantenido una actitud hostil hacia la Revolución", a pesar de lo cual, parece que finalmente se le hace un poco de justicia en la última antología de poetas cubanos titulada Las palabras son islas.

Por tal razón, elevamos nuestro deseo de que descanse en la Paz del Señor, quien viviera el justo tiempo humano que Dios le concedió para ver que en su jardín aún pastan los héroes. Así sea.

 


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