Con
la participación de más de treinta educadores
en representación de diferentes parroquias, se celebró el
Jubileo de los Educadores de la Diócesis pinareña en la
Biblioteca Diocesana la tarde del sábado 18 de noviembre.
Se inició a las 3:30 P.M. con una oración Jubilar confeccionada
por los propios participantes, de la que les ofrezco un fragmento:
"Permítenos, Señor, con esta celebración Jubilar,
recibir de tus manos y de tu misericordia, una nueva oportunidad para
vivir nuestra vocación cristiana, para brindar en nuestra faena
diaria, la devoción, amor y caridad, hacia niños, adolescentes
y jóvenes, como nos lo enseña tu Palabra.
Que la fe que nos infundes sirva para dar testimonio y poder ser sal y
luz de la tierra.
Que las generaciones que pasan por nuestras aulas, vean en cada uno de
nosotros a los intermediarios de Tu presencia; en el gesto, la palabra
y la obra que por la Gracia y la sabiduría de tus dones regalas
a todos los hombres..."
Con esta solicitud al Espíritu Santo comenzó la celebración
jubilar en que los Educadores queremos materializar los deseos de vivir
la Vocación cristiana en el hermoso y duro bregar de nuestros servicios
junto a todos nuestros hermanos: en el aula, en la escuela, en la calle,
en el barrio codo con codo, unidos en el amor, la reconciliación
y el perdón hacia todos y materializar la inculturación
del Evangelio en nuestro ambiente: desde la familia, la comunidad, la
escuela y la Iglesia, todo puesto al servicio del bien común, de
nuestra nación y de nuestra Patria.
A continuación, el saludo con la calurosa acogida de las palabras
llenas de sabiduría iluminadora de nuestro Pastor, el Señor
Obispo José Siro González, de quien tuvimos su compañía
y participación como maestro de experiencia y de Espíritu.
También nos brindó su compañía el P. Manuel
H. de Céspedes hasta el momento en que otras obligaciones impostergables
se lo permitieron.
Posteriormente
todos participamos de forma activa y entusiasta en un Disco-forum animado
brillantemente por la Lic. Mariolys Moreira, que nos condujo a profundas
reflexiones sobre la realidad social del mundo de hoy, donde el relativismo
y el consumismo distorsionan el sano juicio y el discernimiento responsable.
Es imperativo de los educadores conducir a nuestros alumnos por el camino
de la Verdad y la Vida; por el camino de la verdad que hace libre al hombre
y le llena de luz y amor el corazón abierto; el amor que derriba
fantasmas, que ilumina las sombras y dispone al hombre hacia el bien común,
hacia la entrega sin exclusiones, hacia los proyectos sin temores, cuando
el fin y objetivo últimos son el bienestar y el desarrollo pleno
de la dignidad de la persona humana, su realización social, económica,
espiritual y cultural.
Nos
suscribimos a la incomensurable fuerza de lo pequeño, en la que
creemos y por la que trabajamos uniéndonos y acercándonos
humilde y modestamente con nuestro testimonio y nuestro aliento de esperanza
y amor a todos.
Iniciadas
las primeras sombras de la tarde-noche de este alegre sábado nos
dispusimos y preparamos todos para la Celebración de la Eucaristía,
culmen en que celebramos y participamos en la consagración del
Pan de Vida en el que se hace presencia entre nosotros, por la gracia
del Espíritu Santo, el cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor
Jesucristo.
La
Eucaristía se llevó a cabo en la Santa Iglesia Catedral
de Pinar del Río y fue oficiada por el Sr. Obispo José Siro
González.
En
la presentación de las ofrendas fueron traídos al altar
de forma simbólica las ideas y pensamientos pedagógicos
del Siervo de Dios el Padre Félix Varela por representar nuestra
inspiración cívica y patriótica, como modelo forjador
de conciencias y de patriotas, como filósofo y cristiano sin tacha;
otras ofrendas fueron medios e instrumentos de enseñanza (tizas,
lápices, libretas) que nos sirven de forma cotidiana para llevar
la luz de la enseñanza a nuestros alumnos.
Al
final de la Eucaristía, el Sr. Obispo hizo entrega al responsable
del grupo de Educadores del C.F.C.R. de un cuadro con la bendición
papal al grupo de educadores del C.F.C.R.
Un
cerrado aplauso llenó el templo de entusiasmo y agradecimiento
por tan hermoso gesto de la más alta jerarquía de nuestra
Iglesia Católica a nuestro humilde grupo.
Una
alegría se fue sumando a otra con las interpretaciones del grupo
musical ÁGAPE y la compañía de la artista invitada,
la clarinetista Nora Martínez de Ozaba, que con sus bellas y contagiosas
melodías hicieron vibrar de emoción y alegría a los
presentes, que aplaudían llenos de júbilo el cierre de tan
humilde, sentida y profunda celebración.
Gracias
a los Educadores, felicidades por su Jubileo. El Señor nos conceda
las Gracias y Dones que Él sólo sabe ofrecer.
UN
GRAVE Y DELICADO DESAFÍO:
modelar
hombres
PARA
EL TERCER MILENIO
por
Mons. José Siro González Bacalao
Queridos educadores.
Queridos hermanos y hermanas.
1- "Nosotros
y nuestras palabras estamos en Manos de Dios con toda nuestra inteligencia
y habilidad".
Así expresa el libro de la Sabiduría el misterio de ese
espíritu inteligente, santo, único, múltiple, vivaz,
ágil, claro y puro que penetra nuestro ser y nos hace gustar,
eso significa Sabiduría, que viene del verbo latino "sapere",
es decir, saborear esa emanación pura de la gloria del Todopoderoso.
Nos reunimos
hoy, queridos hermanos, para celebrar la Santa Jornada Jubilar de aquellos
hombres y mujeres sobre los que pesa el importante y delicado arte de
la educación, que consiste en que "el hombre llegue a ser
cada vez más hombre, que pueda ser más, y no solo que
pueda tener más, y que, en consecuencia, a través de todo
lo que tiene, todo lo que posee, sepa ser más plenamente hombre",
como decía el Papa Juan Pablo II en su Discurso a la Unesco en
Junio de 1980.
La educación es tema y problema muy preocupante tanto para el
Estado que busca cada vez métodos nuevos y atrevidos, al comprender
y sufrir la pérdida incontrolable de valores, como para la Iglesia,
que en su condición de Madre y Maestra experimenta con profunda
pena esa depauperación de valores éticos, cívicos
y religiosos que son los que de verdad perfilan al hombre, a la persona
humana.
2- Tema de importancia primordial en nuestra Nación; porque "las
escuelas son fruto, no tanto de las buenas estructuras y ordenaciones,
cuanto principalmente de los buenos maestros, que, egregiamente instruidos,
cada uno en la disciplina que debe enseñar y adornados de las
cualidades intelectuales y morales que su importantísimo oficio
reclama, ardan en puro y divino amor de los jóvenes a ellos confiados,
precisamente porque aman a Jesucristo y a su Iglesia", así
afirmaba Pío XI en la encíclica 'Divine Illius'
Buenos maestros, pues, con perfecta formación humana, intelectual
y moral; porque el magisterio es una función altísima
que pide tanta discreción al entendimiento, como bondad al corazón;
tanta capacidad de intuición como delicadeza de espíritu;
tanta adaptabilidad y acomodación como fondo humano, capaz de
soportarlo todo por amor al prójimo. Para educar hay que ser
en verdad un Evangelio vivo, como dijera Don José de la Luz y
Caballero.
Buenos maestros, con una competencia profesional por lo menos superior
al nivel medio, y mejor aún, eminente en todos los grados de
la enseñanza y en cada una de las especialidades, que quiere
decir ser digno de una misión que no es solamente para servicio
del pueblo y del Estado, sino también de Dios, de la Iglesia
y de las almas.
Buenos maestros, con una clara conciencia profesional católica,
con un alma ardiente de celo apostólico, con una idea exacta
de la doctrina, que debe penetrar toda su enseñanza, aunque no
se pueda manifestar públicamente, que sepa servir a los más
altos intereses espirituales y culturales en un campo de privilegio
y de responsabilidad especial. Buenos maestros, en fin, cuidadosos de
educar antes que de enseñar; capaces sobre todo, de formar y
plasmar almas, principalmente al contacto con la suya propia, porque
como dijo ya un gran pedagogo, aunque iluminado solamente por la luz
del paganismo: "elige aquel maestro que más has de admirar
cuando lo veas, que cuando lo oigas" (V Carta de Séneca
a Lucilio).
3.-Muchos altibajos ha sufrido en nuestro Continente y en nuestra bella
Isla no menos, la tarea educacional a través de los tiempos,
pero muchos e ingentes esfuerzos se han realizado para llevarla adelante.
Quién puede olvidar el intento en gran parte logrado de aquellos
insignes educadores, secundados siempre por el espíritu universal
y católico, que en el siglo XVIII y XIX fueron pioneros y fundadores
de una sabia y profunda cubanía. Quién puede olvidar la
labor de aquellas inolvidables instituciones que como el Colegio "El
Salvador", el Seminario San Carlos, la Universidad de los Padres
Dominicos y otros tantos se empeñaron en hacer del cubano un
hombre culto y libre.
Quién puede olvidar aquellas humildes escuelitas en las que una
sencilla pero sabia maestra enseñaba los rudimentos de la escolaridad;
aquellas escuelas públicas, a veces mal atendidas, pero muy pedagógicas
en su enseñanza, en las que el Maestro era el ángel y
el paradigma del alumnado, aquellos Institutos de Segunda Enseñanza,
públicos y privados, aquellas famosas y nutrientes Universidades;
hasta llegar a la realidad de nuestra enseñanza hoy, cuánto
esfuerzo se ha desarrollado, cuántos modelos de egregios educadores,
gloria y luz de nuestras generaciones. Aquel ingente esfuerzo educativo
de la Iglesia que a pesar de las múltiples dificultades que a
él se oponían, sembró de modestas escuelas parroquiales
todos los campos de Cuba, de modernos Colegios las ciudades y de alguna
Universidad, no podemos menos de llamar grandioso y profundamente duradero.
Ya en aquellos tiempos era fuerte la preocupación de una verdadera
comunidad educativa en que padres y tutores, catequistas y maestros
aunaron esfuerzos para formar un buen ciudadano y un buen cristiano.
4.-El Evangelio proclamado nos habla de las condiciones que Jesús
exige a sus seguidores, a los que han decidido amarle. Esas condiciones
son lealtad a sus mandatos que se reducen a uno nuevo: "ámense
unos a otros como yo los he amado". Confianza en que no nos dejará
solos. Nos enviará un Defensor que permanecerá siempre
con nosotros.
Amadísimos educadores la tarea de ustedes siempre ha sido ardua
y difícil, hoy se hace más preocupante; pero no por eso
ha perdido importancia, al contrario, están ustedes ante un grave
y delicado desafío: modelar hombres para el Tercer Milenio, en
una encrucijada histórica que requiere nuevos bríos y
nuevos métodos para un futuro en el que nos hagamos todos protagonistas
de nuestra propia historia.
No podemos olvidar el Evangelio social que el Papa Juan Pablo II nos
dejó a su paso por Cuba. Nos decía en su mensaje de Camagüey:
"el mejor legado que se puede hacer a las generaciones futuras
es la transmisión de los valores superiores del espíritu.
No se trata sólo de salvar algunos de ellos, sino de favorecer
una educación ética y cívica que ayude a asumir
nuevos valores, reconstruir el propio carácter y el alma social,
sobre la base de una educación para la libertad, la justicia
social y la responsabilidad. En este camino, la Iglesia, que es "experta
en humanidad" se ofrece para acompañar a los jóvenes,
ayudándolos a elegir con libertad y madurez el rumbo de su propia
vida y ofreciéndoles los auxilios necesarios para abrir el corazón
y el alma a la trascendencia. La apertura al misterio sobrenatural les
hará descubrir la bondad infinita, la belleza incomparable, la
verdad suprema; en definitiva, la imagen que Dios ha querido grabar
en cada hombre"
Queridos hermanos, a la vista tienen un programa bien trazado, desafiante
y cargado de una responsabilidad que lo hace más interesante
para el educador católico.
La Iglesia confía en ustedes y cuenta con ustedes. A la luz de
la vida de los insignes educadores de nuestra historia y de otros insignes
testigos del Evangelio, y guiados por la cuidadosa atención de
sus pastores, ayúdense los unos a los otros a fortalecer su fe
y a ser los maestros del año 2000, los constructores del gran
edificio de nuestra felicidad.
ASÍ SEA.
Jubileo de los
Educadores, 18 noviembre 2000
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