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julio-agosto. año VII. No. 38. 2000

 

JUBILEO

  

 

ESTA ES LA HORA DE LOS

JÓVENES

 

por Tania Gómez Rodríguez

     

Hacía algún tiempo los jóvenes veníamos preparándonos en nuestras comunidades para celebrar tan importante acontecimiento, a través de unos temas elaborados en la Diócesis de Camagüey, que brindaban una reflexión acerca del Mensaje del Santo Padre con motivo de la XV Jornada Mundial de la Juventud y el Jubileo de los Jóvenes.

Como fecha se había seleccionado el tiempo de Pascua, para que la alegría que regala la certeza del Resucitado, reafirmara nuestra vivencia del Dios que se hace presente en la historia del hombre, haciéndose hombre desde hace 2000.

Entre preparativos nos llegó la fecha. Comenzábamos el viernes 28 a las 8:00 p.m. en La Catedral de nuestra Diócesis, donde nos encontramos una representación de cada parroquia para participar en un pequeño retiro, animado por la Hna. Blanca Aurora, de la Congregación de las Hermanas Carmelitas del sagrado Corazón de Jesús, la cuál logro que pasáramos una noche maravillosa alrededor del tema de la Eucaristía y las actitudes que muchas veces tomamos ante ella. Con momentos de reflexión, de compartir, de confesión, de adoración... transcurrió aquel encuentro en el que reafirmamos que "la Eucaristía es pan que se parte y se reparte para todos". Terminábamos la noche haciendo uso de la generosidad de las personas que nos brindaron sus casas para que nuestros hermanos de fuera de la ciudad tuvieran un lugar donde poder dormir, y a los cuales les agradecemos grandemente.

La mañana del sábado era un regalo de Dios. Nos sentíamos renovados por el Espíritu, con la alegría impregnada en la piel y ansiosos esperábamos la llegada de los camiones de los destinos lugares, que venían coloreando el paisaje de juventud. A pesar de los imprevistos de última hora, todas las parroquias pudieron llegar a tiempo para dar comienzo a la Eucaristía, la cual habría las puertas a la gran celebración jubilar de los que en su época el P. Varela llamó: "La dulce esperanza de la Patria". Pudimos contar también con la presencia de nuestros seminaristas diocesanos, quienes nos hicieron saber que ellos eran conscientes de que para ser buenos sacerdotes debían conocer y apoyar la labor de la Iglesia diocesana.

La Misa estuvo concelebrada por varios sacerdotes de nuestra diócesis, los cuales nos apoyaron en todo momento, tanto antes como durante el jubileo, pues sus sola presencia era para nosotros el experimentar que clero y laicado marchan juntos en la construcción del Reino. Nuestro Obispo José Siro, joven con los jóvenes, nos expresaba en la Homilía: "Ustedes, queridos jóvenes, comparten el honor y la alegría de ser creyentes, que es necesario para ser católicos, y de esta forma entender y atender la invitación a ser testigos valientes de Cristo resucitado en la familia, en el centro de estudio, en el lugar de trabajo y en la sociedad..." El Jubileo llama e invita apremiantemente a todos los jóvenes a encontrarse con el único Señor y Redentor del hombre, Jesús de Nazaret, crucificado y resucitado... "¡Esta es la hora de los jóvenes!". Palabras como éstas nos confirmaban nuestro papel en la Iglesia y la Patria cubana. No dejemos que pase nuestro papel en la Iglesia y la Patria cubana. No dejemos que pase nuestra hora como cualquier otra. Asumamos la invitación a ser testigos del resucitado.

También la Misa se caracterizó por la animación de algunos grupos durante la liturgia, como por ejemplo: el ofertorio, animado por los jóvenes de La Catedral, quienes destacaron el papel del Cuerpo y la Sangre de Cristo ante distintas actitudes de desaliento y debilidad del ser humano. La música fue responsabilidad del grupo de Bahía Honda "Peregrinos del Amor", quienes en derroche de cubaneo fueron un ejemplo vivo del espíritu de nuestra juventud.

Pero de forma general, todas las parroquias se vieron representadas en los jóvenes que habían sido previamente seleccionados para unirse al gesto de Mons. De besar el Evangelio luego de ser proclamado éste.

Terminada la celebración dábamos paso a un momento cultural, donde algunas comunidades presentaron diversas manifestaciones artísticas como el teatro, la poesía, la música; el baile, lo poníamos todos, pues nuestros pies se iban solos al ritmo de Peregrinos del Amor; pero éste no fue el único grupo musical que se presentó, pues cerrando esta gala, hizo su debut el Grupo Ágape, de la comunidad de la Sagrada Familia, quienes con un estilo diferente, nos llevaron a orar dos veces, como nos decía san Agustín, a través de sus canciones.

La alegría siempre estuvo presente, la alegría de los que tienen en Cristo-Jesús el sentido de sus vidas, la alegría que brota a pesar de las dificultades diarias, la alegría del encuentro de unos con otros y de todos con Jesús, la alegría de vivir la experiencia renovadora del Jubileo.

Así aconteció aquella mañana, destacándose siempre la actitud responsable del grupo de jóvenes de La Catedral, quienes como verdaderos anfitriones estuvieron dispuestos a servir en lo que hiciera falta.

El Jubileo de los jóvenes ha quedado marcado en nuestros corazones y se ha convertido en el punto dentro de la experiencia de fe de esta generación, que trasmite y apoya su vivencia a los que siguen nuestras huellas en la historia del cristianismo.