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julio-agosto. año VII. No. 38. 2000

 

JUBILEO

     

 

CRÓNICA DE LA VICARÍA DE PINAR DEL RÍO

 

por P. Manuel H. de Céspedes

 

Un grupo de campesinos de la Vicaría de Pinar del Río se reunieron el sábado 13 de mayo en la capilla de Martínez (a unos 26 km de la ciudad de Pinar del Río) para celebrar su jubileo.

Esta capilla (construida en 1955) es el centro de reunión y celebración de la comunidad que vive y trabaja en esa zona perteneciente a la Parroquia de San Juan Bautista. Su animador es un Ministro de la Palabra que vive con su esposa e hijos en la casa contigua a ella y que trabaja como pequeño agricultor. La comunidad de Martínez, como se le llama, es una de las comunidades eclesiales campesinas característica de nuestra Diócesis.

A las 10 de la mañana sonó la campana de la capilla y todos nos congregamos en ella para rezar el Rosario según nos habían pedido los obispos, quienes a esa misma hora en El Cobre, hacían la consagración de todas las Diócesis de Cuba al inmaculado corazón de María, la virgen de la Caridad. Lecturas bíblicas, reflexión, cantos, decenas del Rosario, fueron el comienzo de este Jubileo, uniéndonos así a todos los católicos cubanos.

Después de un breve receso, tuvo lugar la parte reflexiva en equipos y plenarias en la que se consideraron estos asuntos. ¿Cuáles son los problemas más importantes y las seguridades que tiene el campesino hoy?

¿Cómo ve Dios esta situación del campesino? ¿Qué nos pide Dios? ¿Qué respuesta le damos? ¿A qué nos comprometemos? Entre los compromisos destacó la oración del campesino, el amor al trabajo y a la tierra y la unión para compartir información y conocimientos.

Todo esto se presentó al Señor en la Eucaristía, en la cual el P. Carlos Portela leyó la homilía que escribió para esta ocasión el Sr. Obispo (y que el lector puede leer en esta misma página) quien, por estar en El Cobre, no pudo participar en el Jubileo de los campesinos.

Compartimos una exquisita caldosa. Y también décimas, poemas y otras canciones. Así concluyó este Jubileo.

 

ORACIÓN DEL CAMPESINO

Señor, cuando trabajo la tierra con mis brazos o con ayuda de la técnica para que me dé frutos, cuando participo responsablemente en la construcción de un mundo nuevo, hazme comprender, Dios mío, que cumplo tu voluntad de dominar la tierra, de perfeccionar la creación, y de progresar en mi vida.

Hazme entender que, al mismo tiempo, ponga en práctica el gran mandamiento de Cristo, de servir a todos mis hermanos en la realización de un mundo más humano. Amén.

 


 

 

CRÓNICA DEL JUBILEO DE LOS CAMPESINOS EN CANDELARIA

 

por Ricardo Fors Carbonell

 

En la Parroquia de Ntra Señora de la Candelaria, el día 13 de Mayo del 2000, a las 9:00 a.m. se daban cita los campesinos de Bahía Honda, Consolación, Los Palacios, San Cristóbal y Candelaria para festejar su gran fiesta Jubilar.

La celebración litúrgica, la cual estuvo presidida por el P. Iván y los concelebrantes P. Carlos y P. Joaquín.

En su homilía el P. Joaquín resaltaba los valores del campesinado y sus vivencias, ya que el mismo procede de familia campesina, los trabajos de esta clase sufrida y cómo nuestra Iglesia se ocupa y preocupa del campesinado actual.

Al coincidir ese día con la celebración Jubilar de nuestros Obispos en el Cobre a las 10 a.m. se tocaron las campanas del templo, como muestra de unidad, nuestra Iglesia cubana y en sintonía con toda la Iglesia pinareña.

Después de la ceremonia tuvimos un guateque, con el acompañamiento de Sabor Cristiano, varios poetas se dieron cita, y pudimos deleitarnos con la siempre gustada décima campesina y las picarescas guajiras-son; seguidamente tuvimos una merienda y compartir para conocernos mejor y ya, como punto final, un tope de gallos finos, donde nos dividimos por bandos: el gallo de San Cristóbal, contra el gallo de Bayate, resultando ganador el primero, quien a su vez fue premiado con una botella de vino, para el disfrute de ese bando.

Todos quedamos muy complacidos con esa mañana sabatina, dando gracias al Señor por su generosidad.

JUBILEO DE LOS CAMPESINOS

 

por Mons. José Siro González Bacallao

 

 

Queridos campesinos:

Queridos hermanos y hermanas:

Por una feliz y gozosa coincidencia, celebramos el mismo día el Jubileo los campesinos de esta Diócesis y los obispos de Cuba. Y por una forzosa razón de colegialidad y unidad, vuestro Obispo tiene que estar con los otros pastores en el oriente: en la Casa de la Madre y Uds., queridos campesinos, aquí, en el occidente; en esta linda capilla ubicada en medio de campos de tabaco; pero todos unidos en el amor y bajo la protección de la Madre del Cielo, de manera especial en este día en que los obispos consagramos al Corazón Inmaculado de la Madre de la Caridad, nuestras diócesis, con todos los que la conforman: sacerdotes, religiosas, laicos y pueblo fiel, niños y ancianos, jóvenes y familias, presos, enfermos y necesitados de mil maneras.

Uds., queridos campesinos, constituyen una porción muy querida del Divino Salvador y de la Madre y Maestra la Iglesia, que en esta región del País suman muchos miles de hombres y mujeres que, por amor a la tierra, dejan los atractivos de la ciudad para poder estar más unidos al surco y más cerca del rocío que mulle vuestros campos.

- Qué linda profesión la del campesino. Es el único hombre que arranca a la madre tierra sus frutos en contacto estrecho con el surco. Es el único que deja caer sus gotas de sudor, preñadas de esperanza sobre aquel surco que abre con gran esfuerzo, para después cerrar con gran ilusión. Es el único hombre que sólo puede poner la seguridad de la cosecha en la misteriosa voluntad del Padre de los Cielos, insobornable garante del necesario incremento.

- Puedes decir con orgullo, como ningún otro hombre, que tu suerte, que la seguridad de tu familia, están en manos de Dios.

- Y debes referir orgulloso tu vocación a la Sagrada Escritura, que desde las primeras páginas del Génesis nos presentará al Creador, desobedecido por el hombre, que atará desde entonces la suerte de la creatura a la tierra, que tendrá que sacar de ella el alimento con fatiga..

- El Éxodo, el Levítico, el Deuteronomio, los Salmos, los Proverbios, los Profetas, los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento hablarán todos de la semilla, de la siembra, del sembrador.

- Quieres un ejemplo, escucha a Isaías hablarle al pueblo: "Paren la oreja y escuchen lo que les digo, pongan atención y oigan mis palabras. ¿Acaso el hombre emplea todo su tiempo en arar, partir los terrones y pasarle el rastrillo a su tierra? ¿No es cierto que después de haberla aplanado siembra la vianda, esparce el comino y luego tira el trigo y la cebada en los surcos? Su Dios es el que le enseñó a hacerlo así y el que le instruyó. Y Uds., sin problemas, sembrarán entonces" (fin da la cita).

- ¿Quieres saber cuánto le gustaba al Señor Jesús la naturaleza que le rodeaba y de modo especial la tierra, la siembra y la cosecha? Pues escucha y reflexiona en la siguiente parábola pronunciada y explicada por el Maestro: "Salió el sembrador a sembrar; unos granos caen cerca del camino; vienen las aves y se los comen. Otros granos caen entre piedras y como hay poca tierra, brotan pronto, pero el sol los quema y por falta de raíces se secan. Otros granos caen entre espinas, crecen las espinas y los ahogan. Otros, finalmente, caen en buena tierra y producen unos el ciento, otros el sesenta y otros el treinta por uno" (Mat. 13 – 4) Y con gran delicadeza les explicaba a los discípulos el sentido de la parábola, de cómo la semilla es la palabra de Dios, como los distintos campos en que cae esa semilla son las distintas personas que la reciben.

- Si la semilla da frutos en unos y en otros no, esto no se debe a que unos sean inteligentes y otros no, unos dispuestos a la piedad y otros no. La semilla crece ahí donde hay esperanza, y no crece en la tierra donde no la hay. La esperanza cristiana no es la confianza ingenua en la buena suerte. No es la falta de previsión y de empeño, con la persuasión de que todo se arreglará con el favor de Dios. Esperar es dirigir sus fuerzas y su vida hacia una meta grande; el que espera lo arriesga todo y trabaja incansablemente para conseguir algo que todavía no se ve. La esperanza es una virtud vital que Jesús ensalza al igual que la fe y el amor. Nuestra fe y nuestro amor crecen en la medida en que seamos hombres de esperanza. Las tres clases de personas que no son tierra buena para la Palabra de Dios, son las que no tienen o no mantienen la esperanza.

- Tengamos, queridos hermanos, muy presentes las palabras del Apóstol Santiago: "Hermanos, sean pacientes hasta la venida del Señor. Miren cómo el campesino espera con paciencia los preciosos productos de la tierra mientras caen las lluvias tempranas y las tardías. Uds. sean también pacientes y valientes porque la venida del Señor está cerca" (Stgo. 5-7).

- Y ves como el Apóstol Santiago insiste en esa paciencia que se fundamenta en la esperanza, que le da razón a nuestra siembra, es decir, a nuestros afanes, y a la confianza que depositamos en Aquel que da el incremento, es decir, que misteriosamente hace nacer y crecer.

- Si hemos visto brevemente cómo la Sagrada Escritura tiene muy presente al agricultor, veamos también cómo la Iglesia en el campo de su Doctrina Social se reserva una atención específica a los problemas de los campesinos. Esa doctrina ayuda a descubrir los aspectos éticos fundamentales que las estrategias políticas y económicas no pueden eludir. Ante todo debe reconocerse la importancia y la dignidad del sector rural, respecto a los demás campos de la economía. Junto a las motivaciones de orden, por decirlo de alguna manera, funcional, la Iglesia no ha dejado de subrayar la dignidad del trabajo agrícola también bajo un perfil más interior, considerándolo como vocación y misión. "En el trabajo del campo, escribió el inolvidable Papa Juan XXIII en la encíclica Mater et Magistra, encuentra el hombre todo cuanto contribuye al perfeccionamiento decoroso de su propia dignidad". Por eso el agricultor debe concebir su trabajo como un mandato de Dios providente, que dirige la historia hacia la salvación eterna del hombre. Finalmente ha de tomar sobre sí la tarea de contribuir con su personal esfuerzo a la elevación de sí mismo y de los demás, como una aportación a la civilización humana" (fin de la cita).

- El Papa Juan Pablo II en la encíclica "Laborem Excercens" sobre el trabajo, aclara con énfasis: "El respeto a los trabajadores de la tierra requiere no sólo que se le ampare legalmente, sino también que se les pague adecuadamente, y también que se promueva un clima, una sensibilidad que les haga sentirse, con razón, protagonistas de los procesos productivos y de la vida social. En efecto, entre sus dificultades específicas se señalan el esfuerzo físico continuo y a veces extenuante y la escasa estima en que está considerado socialmente, hasta el punto de crear entre los hombres de la agricultura el sentimiento de ser socialmente unos marginados, hasta acelerar en ellos el fenómeno de la fuga masiva del campo a la ciudad y desgraciadamente hacia condiciones de vida todavía más deshumanizadoras" (fin de la cita).

- Uds., queridos campesinos, deben por otra parte, cuidar con gran esmero y delicadeza ese tesoro que es la familia. En la cultura campesina, el valor de la familia y la experiencia de la fe forman una unidad; y la gran resistencia de los afectos familiares se convierte en garantía de estabilidad en la más amplia solidaridad que brota de la fe y de la acogida de los valores humanos fundamentales. En los difíciles tiempos que hemos vivido y estamos viviendo en nuestra Patria, el sector campesino, sobre todo en nuestra zona occidental, ha tenido la oportunidad dichosa de poder salvaguardar el tesoro de la familia y de la fe religiosa; no sin grandes desafíos y luchas que ha debido sostener para defenderlas de la intransigencia y los continuos ataques de la ideología marxista.

- Recuerden siempre lo que nos dice el Concilio Vaticano II en la constitución pastoral Gaudium et Spes: "La Iglesia que guarda el depósito de la Palabra de Dios, de la que se deducen los principios en el orden moral y religioso, aunque no tenga una respuesta preparada para cada pregunta, intenta unir la luz de la revelación con el saber humano para iluminar el nuevo camino emprendido por la humanidad.

- Para los creyentes es cierto que la actividad humana individual o colectiva, o el ingente esfuerzo realizado por el hombre a lo largo de los siglos para lograr mejores condiciones de vida, considerado en sí mismo, responde a la voluntad de Dios.

- Pues el hombre, creado a imagen de Dios, recibió el mandato de que, sometiendo a su dominio la tierra y todo cuanto ella contiene, gobernase el mundo con justicia y santidad y de que, reconociendo a Dios como Creador de todas las cosas, dirija su persona y todas las cosas a Dios, para que sometidas todas las cosas al hombre, el nombre de Dios, sea admirable en todo el mundo» (fin de la cita).

- Queridos hermanos y hermanas, hoy celebramos con gozo especial el Jubileo de esos hombres y mujeres de nuestra Diócesis, que mientras procuran el sustento para sí y sus familias, disponen su trabajo de tal forma, que resulte beneficioso para la sociedad. Con toda razón, queridos campesinos, pueden Uds. pensar que con su trabajo desarrollan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen con su trabajo personal a que se cumplan los designios de Dios en la historia.

- Quiera Nuestra Señora de Fátima, cuya fiesta celebramos, bendecir siempre sus vidas, sus familias y su necesario y útil trabajo.

- Que el bendito San Rosendo, Patrono de la Diócesis, les acompañe y les infunda el coraje intrépido con que él cumplió los designios del Señor.

- Que el insigne labrador San Isidro, vuestro Patrono y modelo, les anime y les llene de esperanza en la siembra, para que puedan recoger con canto y alegría la cosecha.

- Su Obispo, aunque ausente físicamente, está hoy en medio de Uds., les bendice de todo corazón y les desea Paz y Ánimo.

Amen.