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julio-agosto. año VII. No. 38. 2000

 

JUBILEO

  

 

LLEGAR AL ALMA DE LAS PERSONAS

ES LLEGAR A DIOS

 

por P. Joaquín Gaiga

     

 

Sacerdotes, seminaristas y también religiosas de nuestra Diócesis se dieron cita el pasado Jueves 13 de Abril para celebrar el jubileo sacerdotal con cierto adelanto respecto a otras Diócesis del mundo para permitir a los mismos dedicarse al trabajo pastoral y litúrgico en sus comunidades durante el Jueves Santo.

La jornada empezó con un retiro en grupos separados. Sacerdotes y Seminaristas en la casa de las Hijas de la Caridad, las monjas en la casa de Las Mínimas. Predicaba el retiro a los sacerdotes y seminaristas el P. Orá sobre el tema: "Oración y acción en la vida sacerdotal", compartiendo a sus hermanos aquella que también para él resultaba una nueva visión de la relación entre orar y el trabajar.

"El sacerdote –subrayaba el padre- encuentra a Dios no sólo en la oración que es vital en su vida sacerdotal, sino también lo encuentra en su trabajo personal y de acercamiento a las personas, a sus problemas, a sus historia y situaciones. Eso porque nadie como el sacerdote se pone en contacto con la persona en el ámbito profundo a nadie como el sacerdote las personas entregan lo más secreto y profundo de su alma. Llegar al alma de las personas es llegar a Dios. Puede tratarse de almas un poco sucias pero, si se limpia un poco, se descubre la luz y el rostro de Dios porque el corazón humano es intrínsecamente bueno. Pueden ser almas aparentemente sencillas y poco estudiadas, sin embargo sorprenden al revelarnos cierta sabiduría de Dios que las enriquece".

El tema de reflexión en el retiro de las religiosas titulado: "Convertirse en llama". Sirvió para una mejor comprensión de lo que significa ser, vivir la vida religiosa, la cual "no es un sistema inventado para el reclutamiento de profesionales de la Iglesia, sino que es un estilo de vida distinto de todos los demás. Las religiosas no huyen de sí mismas ni de los demás sino que son personas dispuestas a hacer la vida con ambas manos y a vivirla plenamente. Para vivir la vida religiosa consagrada hace falta un corazón de ermitaño, una alma de montañero, unos ojos de amante, unas manos de soñador y una mente de rabino. Exige una inserción total en la vida de Cristo y una concentración absoluta en el significado actual de la vida evangélica."

Ambos retiros terminaban a la hora del almuerzo que veía reunidos sacerdotes, seminaristas y religiosas en un paréntesis de serena fraternidad en la casa de las Hijas de la Caridad. Seguía en la tarde un trabajo de grupos respondiendo a las dos preguntas:

1) ¿En qué ha variado la situación de la vida de los presbíteros en relación con lo descrito en el ENEC?

2) En la situación actual, ¿Cuáles son los elementos del modelo de vida del presbítero que te parece más necesario acentuar?

Se pasaba luego a compartir el fruto de la reflexión de grupo. Seguían algunas comunicaciones de parte del Obispo y de los responsables de las varias comisiones diocesanas. Después de una pausa de descanso y la cena, llegaba la hora de la solemne celebración litúrgica conclusiva en la Catedral. Nunca personalmente la encontré tan diligentemente preparada y ejecutada. Excelente y muy animado el coro enriquecido por la presencia de un grupo muy competente y eficaz. Sobre todo el golpe inicial de tambor hacía sobresalir y despertar a cualquiera que se encontrase atrapado por el sueño, después de una jornada tan compremetedora que empezó en las primeras horas de la madrugada. Apreciable el comentario de los varios momentos de la solemne liturgia a cargo de los seminaristas de la Diócesis. Presidía la celebración el Obispo, concelebrando con todos los sacerdotes excepto el P. Lara que, por motivos de salud, no había podido venir de Guane. Introducían la liturgia de la Palabra con una sugestiva escenificación cinco muchachas vestidas de los colores de los cinco continentes. Sus gestos de pasarse, levantar y presentar a la asamblea con actitud de respeto y solemnidad el Libro Sagrado, eran comentados desde el púlpito por dos lectoras con expresiones poéticas que subrayaban la eterna vivencia de la Palabra de Dios, a pesar de la hostilidad o indiferencia de la cual a menudo es objeto. Proclamaba además su superioridad a cualquier palabra humana, el repetirse del estribillo: "Las palabras de los hombres son palabras sin Palabra".

Al momento de la homilía el Obispo resumía los puntos principales del mensaje del Papa a los sacerdotes con ocasión del Jueves Santo y Jubileo sacerdotal. Mensaje –recordaba el Obispo- que el Papa, durante su reciente viaje a la Tierra Santa, quiso firmar en el lugar mismo donde Jesús celebró la última cena instituyendo, en el marco de intimidad y recogimiento de aquella inolvidable noche, la Eucaristía y el sacerdocio. "Haced esto en mi memoria".

El Obispo concluía con un afectuoso y esperanzado pensamiento dirigido a los seminaristas. Llegaba así otro momento emocionante cual resulta siempre, el de la renovación de parte de los sacerdotes de sus promesas, al cual seguía la entrega a los mismos de un rosario y una tarjeta recuerdo del jubileo 2000 de los sacerdotes y seminaristas en Pinar del Río. Todo era don del Obispo pero eran feligreses laicos presentes quienes lo entregaban a cada sacerdote con gesto de gratitud y de cariño. Se procedía entonces a la tradicional bendición de los óleos sagrados: el óleo de los catecúmenos, el santo crisma y el óleo de los enfermos que se usarán durante el año en la administración de varios sacramentos.

Otro momento resaltante fue al finalizar la misa, cuando el sacerdote más joven de la Diócesis y uno de los más ancianos brindaban su testimonio.

Tomaba la palabra primero el joven padre Vicente, poco después que todos los participantes habían podido gustar la excelente ejecución de parte de un joven cantante y el complejo musical, de una canción que él mismo había compuesto. Recordaba que llevaba sólo cuatro años de sacerdocio y añadía: "He ido aprendiendo que mi sacerdocio produce más, en la medida que encuentra el sostén de la oración y amistad de ustedes. Sobre todo en ocasión de mi recién accidente, descubrí la gran ayuda que es la oración y la solidaridad. Como ustedes, estoy descubriendo que soy pecador y necesitado de la Gracia de Dios, pero es en la debilidad que uno experimenta el poder que viene de lo Alto..."

Ayudándose con su bastoncito, se acercaba al púlpito, en fin, el P. Mariano: más que octogenaria figura de venerable sacerdote jesuita cura hace 14 años de la culta Guanajay. Todos se estremecían al sentirlo recordar como fue ordenado sacerdote en 1943 y vino a cuba como sacerdote en 1945, sin embargo lleva 58 años de servicio en Cuba porque, por tres años, desde 1940 hasta 1943 había trabajado en la isla de "maestrillo" en escuelas de los jesuitas.

También como sacerdote antes de la Revolución estuvo ocupado preponderantemente en la tarea de la enseñanza. Fue después del triunfo de la Revolución que se entregó totalmente al servicio pastoral en varias parroquias de diversas provincias: Cienfuegos, La Habana, Camagüey y finalmente: Pinar del Río. Conmovían a todos sus palabras conclusivas que salían de los labios y del corazón de un verdadero hombre de Dios. "Quiero dar gracias a Dios porque me dio esta vocación...Me siento plenamente realizado habiendo seguido este ideal por toda mi vida. A los seminaristas les animo a seguir su camino sin desalentarse ante las dificultades.

Dirijo un llamado a los jóvenes que sienten cierta inquietud vocacional para que se animen y no tengan miedo entregarse al Señor y a sus grandes causas".

En nombre de todos los feligreses presentes y de cuantos se beneficiaron y se siguen beneficiando del servicio del sacerdote, un laico de la parroquia de la Caridad tejía todo un exquisito elogio de la figura y tarea del sacerdote en el hoy problemático de la humanidad. "A menudo vive una vida de entrega en lugares difíciles e intrincados, en situaciones ahora de agobio por el mucho quehacer, ahora de soledad y escaso aprecio de su misión experimentando a veces el Getsemaní. Lejos a veces de su Patria y de su familia, sin familia propia para ser padre de muchos, hombre que no se pertenece para pertenecer totalmente a dios y a los demás".

Antes de la bendición final el Señor Obispo señalaba como ejemplo para sacerdotes y seminaristas a algunos insignes sacerdotes cubanos del pasado, lo del P. Varela. Agradecía y se felicitaba con los sacerdotes presentes, seminaristas, religiosas y feligreses que colmaban la Catedral. La mayoría procedían de la propia ciudad, pero no faltaba una significativa presencia también, de gente integrantes de algunas parroquias como S. Juan y Martínez, Consolación del Sur, San Luis, Las Martinas, Candelaria, San Cristóbal, etc.