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julio-agosto. año VII. No. 38. 2000 |
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GALERÍA |
UN TEMPLO DEL ARTE Y LA CULTURA MUSEOS VATICANOS
El lunes 7 de febrero, a las once y media de la mañana, Juan Pablo II inauguró el nuevo ingreso a los Museos vaticanos. Bendijo el nuevo edificio, deteniéndose en la sala de recepción, donde se habían congregado numerosos cardenales, entre ellos Angelo Sodano, secretario de Estado; Edmund Casimir Szoka, presidente de la Comisión pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano; y Rosalio José Castillo Lara, s.d.b., presidente emérito, que vino expresamente desde Venezuela, pues fue él quien comenzó la obra. Participaron también en el acto varios arzobispos, obispos, prelados, autoridades, estudiosos, artistas y obreros de las diversas empresas que han llevado a cabo los trabajos. Asimismo, se hallaban presentes el dr. Francesco Buranelli, director general regente de los Museos vaticanos, con los dirigentes y el personal; el marqués Giulio Sacchetti, delegado especial de la Comisión pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano; el ministro italiano de Obras públicas, Willer Bordon; el alcalde de Roma, Francesco Rutelli. Al inicio del acto, el cardenal Szoka pronunció unas palabras, en las que ilustró los trabajos llevados a cabo y dio las gracias a cuantos han realizado esta obra. A continuación el Santo Padre pronunció las palabras que publicamos. Luego saludó a una nutrida representación de dirigentes y obreros. Después subió al segundo piso, y se detuvo a admirar las vidrieras que cubren la nueva construcción y la lápida conmemorativa colocada en la cima de la escalinata. Saludó también a los dependientes de los Museos, a los cuales manifestó su gratitud por el trabajo cotidiano realizado con dedicación y entusiasmo. A través de los jardines vaticanos, acompañado de los obispos mons. James Michael Harvey y mons. Stanislaw Dziwisz, respectivamente prefecto y prefecto adjunto de la Casa pontificia, regresó al palacio apostólico.
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Señores Cardenales; venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; ilustres señores y señoras:
1.La inauguración del nuevo ingreso de los Museos vaticanos es para mi motivo de particular alegría. El hecho de que se realice durante la primera fase del gran jubileo le da un significado de singular valor simbólico. Después de abrir las Puertas santas de las basílicas romanas, acceso a la gracia del Redentor, hoy inauguro el ingreso que introduce en ese templo del arte y de la cultura que son los Museos. Es grande la satisfacción por la realización de una obra bastante ardua. Doy las gracias al señor cardenal Edmund Casimir Szoka por los sentimientos que ha manifestado también en vuestro nombre y por la interesante presentación que nos ha hecho de los trabajos llevados a cabo y los resultados conseguidos: a él y a la Dirección de servicios técnicos les expreso mi más profundo agradecimiento, y lo extiendo a los consultores y a los maestros de obras; asimismo, saludo con gratitud al cardenal Castillo Lara, hoy presente entre nosotros, a quien corresponde el mérito de haber comenzado esta obra. También animo sinceramente, en la persona del director general regente, doctor Francesco Buranelli, a los dirigentes y a todo el personal de los Museos vaticanos. En efecto, a ellos les compete ahora gestionar del mejor modo esta imponente construcción, para que alcance los objetivos para los cuales fue concebida y realizada.
LAS PUERTAS DE LA SANTA SEDE ABIERTAS AL MUNDO 2. Cuando, a fines del siglo XVIII, los papas Clemente XIV y Pío VI fundaron los Museos vaticanos en el sentido moderno del término, los visitantes eran una minoría selecta. Hoy son miles de personas cada día, de todas las condiciones sociales y culturales, y proceden de todas las partes del mundo. En verdad se puede decir que los Museos constituyen, en el plano cultural, una de las más significativas puertas de la Santa Sede abiertas al mundo. De aquí el valor no sólo funcional, sino también simbólico, de un ingreso más espacioso, es decir, más acogedor, para expresar la renovada voluntad de la Iglesia de dialogar con la humanidad a través del arte y la cultura, poniendo a disposición de todos el patrimonio que la historia le ha confiado.
EL SERVICIO DEL PAPA CON LA ACCIÓN Y LA ORACIÓN 3. Saludo cordialmente a Giuliano Vangi, autor de la escultura colocada en este nuevo ingreso, y le doy las gracias porque su obra no sólo es celebrativa; es también una invitación a la reflexión sobre el ministerio petrino, al que la Providencia me ha llamado. Ya desde el primer día de mi pontificado, he sentido muy vivamente la misión de ayudar al hombre a "cruzar el umbral": a salir de la opresión del materialismo hacia la libertad de la fe, la libertad de ser él mismo siguiendo a Cristo Redentor, supremo defensor de su dignidad y de sus derechos. Este servicio al hombre se realiza en dos momentos, que están representados en los dos lados del bloque de mármol: el momento de la acción y el momento, no menos importante, de la oración. En efecto, ante los sufrimientos humanos, la Iglesia encuentra en Dios la fuerza para impulsar al hombre hacia un futuro de esperanza y libertad. Me congratulo, asimismo, con el escultor Cecco Bonanotte, autor del portal del nuevo ingreso. El tema de la creación, que ha evocado simbólicamente, se armoniza bien con el del arte, y parece invitar al visitante a reconocer con admiración en el universo, en los seres vivos, y sobre todo en la persona humana, el misterio del Espíritu creador.
COLABORACIÓN ENRIQUECEDORA ENTRE LA IGLESIA Y LOS ARTISTAS 4.La colaboración entre la Iglesia y los artistas siempre ha producido "un mutuo enriquecimiento espiritual" del que "ha sido beneficiada la comprensión del hombre, de su imagen auténtica, de su verdad" (Carta a los artistas,13) Con esta convicción, inauguro el nuevo ingreso de los Museos vaticanos, al mismo tiempo que os doy las gracias una vez más a todos y os bendigo de corazón, lo mismo que a cuantos han trabajado para realizar esta obra verdaderamente monumental.
EL NUEVO INGRESO HARÁ MÁS FÁCIL EL ACCESO A LOS VISITANTES La gran afluencia de visitantes (hay épocas en que se alcanza la cifra de veinte mil diarios), hace que se formen en la calle enormes colas, que llegan hasta casi la plaza de San Pedro. Para solucionar esa situación, evitar molestias a los visitantes, hacerles la espera más breve, y más rápidos los trámites para el ingreso, se vio la necesidad de hacer una entrada independiente de la salida; construir un atrio de ingreso capaz de absorber la gran masa de visitantes; y dotar de sistemas modernos de control, billeterías informatizadas, puntos de encuentro, áreas de información, difusión de publicaciones, puntos de restauración, etc. Por ello se ha construido una nueva entrada, abriendo una puerta en la muralla vaticana del siglo XVI, en correspondencia con la lápida que recuerda la restauración de la muralla llevada a cabo en el año 1833, duante el pontificado del Papa Gregorio XVI. Se eligió un lugar cercano al ingreso actual para facilitar la necesaria conexión funcional entre el nuevo ingreso y la salida de los Museos. La nueva estructura es una obra muy compleja, tanto por la naturaleza del lugar como por las características ambientales. Ha requerido una proyectación muy atenta, obligando, además, a la ejecución de importantes intervenciones para sostén y salvaguardia de los monumentales edificios que se asoman a esta vertiente de la colina vaticana. Podrá albergar aproximadamente a dos mil personas. Ha sido realizada en el terraplén del bastión del Belvedere, porción de terreno delimitado por los muros vaticanos y las estructuras del museo Pío Clementino, y ocupa también todo el terreno situado debajo del patio de las Corazas. Tiene una superficie de 10.500 m2, equivalente a un volumen de 46.000 m3. Fueron necesarios tres años de intensa actividad, trabajando por término medio cien obreros cada día. Han contribuido a la realización de la obra más de cien empresas. La programó el cardenal Rosalio José Castillo lara, s.d.b., cuando era presidente de la Comisión pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, que vio la importancia de la realización, siguió los estudios preliminares y los procedimientos de aprobación, incluida la presentación a la Prefectura para los Asuntos económicos de la Santa Sede, cuando era presidente el Cardenal Edmund Casimir Szoka. Los dos primeros pisos (4.000 m2 aproximadamente) constituyen el nuevo atrio de ingreso, preparado también para actividades comerciales, didácticas, informativas y de servicio, antes del inicio del recorrido propiamente dicho, con las barreras de control de billetes; los pisos tercero y cuarto (2.350 m2 aproximadamente) están destinados a exposiciones temporáneas, actividades culturales y espacios de utilidad funcional no incluidos en los recorridos del Museo, pero utilizables como áreas de servicio al público. La conexión con los cuatro canceles se ha realizado con un sistema de subida sub-horizontal, que supera el desnivel mediante una escalera móvil y una rampa peatonal helicoidal. Una gran vidriera de cerca de 1.350 m2 cubre la rampa helicoidal, situada en el patio de las Corazas. Particular mención merecen las dos grandes vidrieras situadas una en el gran salón de ingreso, en el lado opuesto a la puerta de ingreso, y otra en el salón plurifuncional del tercer piso. Merecen destacarse una estatua de mármol, obra del escultor Giuliano Vangi, colocada a la izquierda del nuevo ingreso, que tiene por título "Cruzar el umbral" (1999), y que interpreta el mensaje de Juan Pablo II durante su pontificado, centrado en el anuncio de Cristo y en la dignidad de la persona humana, y la puerta de bronce, revestida con láminas, obra del escultor Bonanotte, coronada por el escudo de Su Santidad.
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