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julio-agosto. año VII. No. 38. 2000 |
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ECONOMÍA |
GLOBALIZACIÓN, TRASNACIONALES Y SOCIEDAD CIVIL
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La Protesta: ¿Razón o Intuición? Muchas personas creen que las masas se rebelan cuando las condiciones materiales de su existencia se hacen insoportables o cuando tienen muy poco o nada que perder en una confrontación con el poder. Esa ha sido, sino la causa, la condición necesaria para las revueltas sociales según la teoría clásica de las izquierdas. Hay ejemplos históricos que justifican esa creencia, pero hay otros ejemplos. ¿Qué llevó a la calle a los manifestantes de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en la reunión de Seattle? La heterogénea masa contestataria que se manifestó en Seattle vivía en un país que llevaba más de 8 años, a pesar de las apocalípticas profecías de crisis de los profesionales de la crítica, sin experimentar una depresión económica, es decir, sin haber tenido un crecimiento negativo del producto interno bruto (PIB) durante dos trimestres consecutivos. Un verdadero récord. En el mismo período, la tasa de desempleo se había reducido desde 8 hasta 4 por ciento; el 48 por ciento de los hogares poseían acciones bursátiles; el ingreso personal había aumentado en 68 por ciento y por lo tanto se había incrementado el consumo en 1500 millones de dólares. Los ciudadanos gastaban más en restaurantes, joyas y perfumes, etc. Se construyeron, además, 1 millón 500 mil viviendas y el optimismo, la seguridad y la autoestima parecían las características subjetivas de un auge sin precedentes. Pero la gente salió a la calle y estuvo dispuesta a ser apaleada y a resistir los gases lacrimógenos. Destruyeron anuncios y vidrieras, sobre todo de empresas transnacionales. Protestaban contra la globalización y sus efectos perjudiciales, contra el libre comercio y los daños ecológicos, contra la posible pérdida de empleos. ¿Protesta intuitiva o racional?
Transnacionales y Globalización ¿Qué es una transnacional? Prefiero, a las definiciones de la economía política o de la teoría de la organización, el concepto que pueda inducir en la mente del lector una descripción sinóptica pero sugerente, de este tipo de empresas. Walt-Mart es un gigante del comercio al detalle que da empleo a 850 mil personas. Emplea una fuerza de trabajo que es 7 veces la de la Provincia de Pinar del Río. Tiene 2485 almacenes de venta de los cuales 985 están fuera de los Estados Unidos y en ellos laboran 220 mil extranjeros. El valor de mercado de esta empresa, es decir, su posible precio de venta, es de 285 mil millones de dólares, algo así como 11 veces el producto interno bruto de Cuba. ¿Qué le parece? Obviamente, no se asemeja a ninguna de las empresas que usted tiene a su alrededor. McDonalds, en el argot de la lidia de gallos, es la priedrecinta de los opositores a los impactos nocivos de la globalización: todos la insultan o la agreden. Sin embargo en McDonalds ganan el sustento 1 millón 500 mil ciudadanos del mundo, de ellos 750 mil fuera de Estados Unidos. Es una empresa universalmente popular que atiende a 40 millones de clientes todos los días en 118 países, ah, y el servicio es excelente pero..., si, hay un pero que se explicará más adelante. Coca-Cola es una vieja conocida para cualquiera en cualquier parte. Aún los que no han tenido el gusto de conocerla personalmente, la conocen indirectamente. El mercado la valora en 161 mil millones de dólares. Solo emplea a 29 mil personas en el mundo, pero vende todos los días, en los cinco continentes, 1000 millones de dosis de sus bebidas. Microsoft, acusada de prácticas monopólicas ilegales en Estados Unidos, quizás sea la más popular de las empresas del mundo: ha hecho fácil la computación para la gente de la calle y de la casa (fácil no es lo mismo que accesible). Su valor de mercado, que muchos consideran inflado por circunstancias especulativas, es de 552 mil millones de dólares. Emplea a 33 mil personas, 22 mil en el extranjero. Su cuota de mercado en el dominio de los sistemas operativos es fabulosa: 90 por ciento de las computadoras personales existentes en el mundo tienen sistemas operativos de Microsoft. Termino la lista con un conocido gigante del negocio automovilístico. Pudiera incluir a Citigroup, ExxonMobil y AOL TIME Warner, entre otras muchas, pero es suficiente con las relacionadas para hacerse una idea de lo que significa empresa transnacional. General Motor domina el 16 por ciento del mercado automovilístico internacional: es el líder desde hace mucho tiempo. Ofrece empleo a 388 mil personas en todo el mundo y el mercado la valora en una cantidad 10 veces menor que el adjudicado a Microsoft. También, según el mercado, vale menos que McDonalds, Coca-Cola y Wal Mart-Stores. La ley del valor parece privilegiar las acciones de los negocios de la esfera de los servicios y de los que apuntan al futuro.
¿Paradoja? The Fluency Group, una empresa que vende exámenes para comprobar cuan bien hablan el inglés los no angloparlantes, también es una transnacional, pero sólo tiene seis empleados a jornada completa. La mega-empresa es el vector por excelencia de la globalización, pero también lo son otras, medianas y pequeñas, con vocación mundial, que descubren oportunamente segmentos y nichos del mercado descuidados o ignorados por las grandes, y que patrocinadas por sus gobiernos y aliadas con organizaciones de los países de destino, logran insertarse en el dinámico, incierto y prometedor tejido de la economía globalizada.
Vicios y Virtudes Las empresas transnacionales, con actividades en decenas de países y presencia en diversos mercados, apoyadas en los avances de las telecomunicaciones y el transporte, en el incremento del comercio y el creciente flujo de capitales, han tendido una red de vínculos mundiales que hace pequeño al mundo y convierte su fuerza comercial en poder y por tanto, para muchos, en amenaza. Ellas son los agentes y soportes de la explotación de menores, de agresión al medio ambiente, de inmiscución en los asuntos soberanos de los estados y de la creciente polarización de la riqueza y la pobreza. Con ellas viaja el rasero homogeneizador de culturas y el torrente de información pseudoculta en que, según algunos, se diluirán las identidades nacionales. Pero ellas también contribuyen a que los países menos desarrollados accedan a las nuevas tecnologías e ideas, a fuentes de financiamiento antes impensadas y a plazas mercantiles para colocar sus exportaciones y adquirir abastecimientos. Su actividad internacional aumenta la competencia y por tanto obliga a recurrir a la eficiencia; difunde la ciencia y los modos de hacer bien las cosas; crea puestos de trabajo, disciplina y enseña. Las empresas transnacionales, en tanto sujetos y vehículos de los procesos globalizadores son, así parece, portadoras de la amplia gama de contradicciones del mundo que recrean y en el que se rehacen, atrapadas y movidas por el pasado y el porvenir, entre las fuerzas de lo nuevo que puja por hacerse de un espacio, y de lo viejo, soldado a la tradición y a la costumbre.
El Otro Contendiente: La Sociedad Civil La sociedad civil, hasta hace muy poco y a escala planetaria, era un concepto o un argumento socio político usado en ensayos y discursos. A cada rato protagonizaba alguna reclamación o acusaciones internacionales importantes: rompió lanzas por Viet Nam e hizo lo que pudo contra las agresiones a los equilibrios ecológicos. Pero, a partir de Seattle, parece concertada, intervinculada mundialmente y poseedora de un contenido consensuado: la lucha contra los efectos perjudiciales de la globalización. Y si antes se le trataba como a una gran masa revuelta a la que se le llamaba a conversar como último recurso, ahora se le comienza a abrir un espacio permanente en la mesa de negociaciones: " más vale precaver que..." El presidente Clinton ha dicho: "tenemos que permitir que las organizaciones e individuos presenten de manera oficial sus puntos de vista... tenemos que abrir al público las audiencias... que vea lo que hacemos"1. Pero no solo hay dichos: El Sr. David Aaron, subsecretario de comercio para el comercio internacional de E.U. ha propuesto un grupo de trabajo en la OMC para examinar los vínculos entre el comercio y el mundo del trabajo en relación con la globalización. ¿Por qué? Porque como ha dicho el Sr. Alan Larson, subsecretario de estado para asuntos económicos, comerciales y agrícolas de E.U., "será difícil conseguir que la mundialización beneficie a los trabajadores, tanto aquí como en los países en desarrollo, pero debemos y podemos conseguirlo"2. Será difícil si prevalecen el egoísmo, la indiferencia y los subterfugios de la democracia formal, si no se tienen en cuenta, como quería Franklin Roosevelt, que para que la democracia sea real, junto a las libertades de culto y expresión, deben garantizarse las de" no tener miedo" y de no "pasar necesidades". Los grupos organizados de la sociedad civil ya no se ocupan solamente de, por ejemplo, crímenes y desaparecidos políticos en Argentina, Chile o Guatemala, o de ensayos de armas en la Isla de Vieques o del asesinato de religiosos en Centroamérica. La agenda de la sociedad civil contiene ahora asuntos importantes de ecología y economía globales. Shell intentó abandonar una plataforma petrolera en el Mar del Norte sin considerar el daño ambiental que ello implicaba. Organizaciones juveniles y estudiantiles, junto a la prensa, protestaron con gran energía, tanta, que estremeció la estructura de la vieja empresa: boicot e incendio de gasolineras fueron algunos de los métodos empleados. Shell, además del suceso del Mar del Norte, apoyaba al gobierno de Nigeria que en esos días había ahorcado a varios activistas sociales. Nike enfrenta actualmente un boicot masivo porque se le acusa de producir utilizando menores y mujeres mal pagadas. Coca Cola, el pasado año, recibió un duro golpe en su imagen comercial. Se le acusó de que usaba sodas contaminadas en Bélgica. Hizo oídos sordos. La sociedad civil, valiéndose de las posibilidades de la información moderna, organizó una protesta mundial que hizo menguar las ventas y saltar de la silla presidencial a Douglas Ivester. Se aprecia que la sociedad civil puede usar, en su lucha contra los perjuicios de la globalización, las mismas armas que han hecho posible los procesos globalizadores. Internet y el correo electrónico globalizan la solidaridad con rapidez, y los mensajes publicitarios de las transnacionales, vía satélite o por la ancha banda de las fibras ópticas, tergiversados, caricaturizados y recompuestos, son vueltos contra los intereses de las firmas que los patrocinan. Se trata de una lucha de intereses globales hecha en el éter, con imágenes e ideas. El camello de Camel ha sido propagandizado como Cancer kid; McDonalds tuvo que enfrentar el juicio del denominado McLibelo, debido a las actividades de la empresa que perjudican el medioambiente. El símbolo de Nike ha sido convertido en el de la mano de obra explotada. Pero, ¿logra algo la sociedad civil con esta lucha?. Coca Cola, después de lo de Bélgica, fue obligada a reorganizarse y a asumir una mayor responsabilidad social. Su portavoz, Paul Pendergrass, dijo: " el verano de 1999 fue para nosotros una llamada de alerta... nos estamos desplazando de la globalización a la multilo-calización"3. Esto quiere decir que se descentralizan y otorgan autonomía a las filiales no solo en materias gerenciales sino para agudizar su capacidad de escucha y propiciar la interlocución constructiva con la sociedad civil. Pepsi Cola salió de Birmania por la repulsa originada en la sociedad civil debido al apoyo de la firma a la dictadura. Otras empresas la siguieron. Las transnacionales, las instituciones internacionales y los gobiernos, han comenzado a evaluar a la sociedad civil de una manera distinta a la tradicional: ahora conocen que es una fuerza real que crece. Y la consideran mejor: la respetan. En las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio se ha creado una Comisión de Sociedad Civil. Amnistía Internacional, Greenpeace y World Willife, conjuntamente con A.F.L. – C.I.O., organizaciones éstas de derechos humanos, ecológicas y del mundo del trabajo, fueron invitadas a Davos a presentar sus puntos de vista. Obviamente, esto es algo nuevo y prometedor. Un antiguo contendiente, ahora con configuración y fuerzas universales ha aparecido en los nuevos escenarios de la historia: la sociedad civil en proceso de globalización. De ella depende mucho que la globalización tenga como fin al hombre como persona, y no como instrumento o mercancía.
BIBLIOGRAFÍA 1. Perspectivas Económicas. Pag. 6 Febrero. 2000 2. Ibídem. Pag. 23 Point of View: Economy. Pag. 22. Marzo. 2000
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