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enero-febrero. año VI. No. 35. 2000 |
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ECLESIALES |
"NO SE ACUERDEN MÁS DE OTROS TIEMPOS NI SUEÑEN YA MÁS EN LAS COSAS DEL PASADO" MENSAJE DE LA CONFERENCIA DE LOS OBISPOS CATÓLICOS DE CUBA EN OCASIÓN DEL JUBILEO DEL AÑO 2000
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"No se acuerden más de otros tiempos ni sueñen ya más en las cosas del pasado. Pues yo voy a realizar algo nuevo que ya apareció. ¿ No lo notan?" (Isaías 43, 18-19)
A NUESTROS QUERIDOS SACERDOTES, DIÁCONOS, RELIGIOSAS, RELIGIOSOS, LAICOS CATÓLICOS Y A TODO HOMBRE DE BUENA VOLUNTAD: 1. Al celebrarse los dos mil años del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, la Iglesia extendida por toda la tierra ha sido invitada a incrementar su preparación espiritual, con el fin de vivir el Paso del Segundo al Tercer milenio como Jubileo, es decir como Año Santo del Señor, al cual están unidas gracias particulares para toda la Iglesia y para toda la humanidad. 2. La práctica de convocar estas celebraciones jubilares fue instituida en la Iglesia desde el año 1300. Sin embargo, el origen de la invitación a vivir un año especial de Jubileo cada cierto tiempo se encuentra en la experiencia fundacional del pueblo de Dios, de la cual da testimonio la Sagrada Escritura. A la luz de la fe, este pueblo vive su historia no solamente como tiempo cronológico. La historia no es simplemente una sucesión de instantes y de acontecimientos. Además, el espacio donde vive ese pueblo como protagonista de esa historia no es sólo un lugar geográfico. El pueblo de Dios comprende que la tierra es el escenario de la acción de Dios y de la respuesta suscitada por esta acción en todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Por tanto, la historia es historia de salvación y en la tierra construimos un nuevo cielo. Aquí y ahora es el tiempo favorable, es el lugar de la Gracia. Por ese motivo, las celebraciones en ciertos tiempos y lugares de Jubileos y Años Santos, intensifican lo que los creyentes viven en lo concreto y lo cotidiano de su país y de su historia. 3. Con el año 2000 hemos entrado en el umbral del Tercer milenio de la era cristiana. El Santo Padre Juan Pablo II, cuya visita a Cuba, hace exactamente dos años, recordamos con gozo profundo y con ánimos para vivir sus enseñanzas, nos ha convocado a celebrar este acontecimiento como Año Santo y no solamente para recordar el pasado. Ante todo nos ha convocado en Iglesia para que vivamos intensamente en la fe esta experiencia de Paso. Por medio de esta invitación, el Santo Padre ha conectado el acontecer histórico que vive la Humanidad de hoy con todo lo que hemos vivido como pueblo de Dios a lo largo de la historia de salvación. 4. Ahora bien, todo tránsito comienza con algo que está muriendo y termina con algo que está naciendo. En el tránsito se tiene la impresión de vivir entre dos espacios y entre dos tiempos, entre un pasado que trata de sobrevivir y un futuro que comienza a afirmarse, pero que todavía no está aquí. Es como un movimiento de éxodo, en el cual se sale de un lugar, de una manera de situarse en la historia, para moverse hacia un nuevo lugar abrazando nuevas situaciones 5. En las etapas de transición se vive como "peregrino", sin evidencias o con certezas difíciles. El pueblo peregrino tiene que salir de Egipto para llegar a la tierra prometida, tiene que dejar una orilla y atravesar aguas desconocidas y un inmenso desierto para llegar a una nueva tierra. Tiene que pasar por un umbral, por una puerta que se abre hacia un mundo nuevo. Este es el significado de la apertura de la Puerta Santa que muchos cubanos pudieron apreciar el 24 de diciembre pasado a través de la T.V. nacional 6. Una nueva experiencia de éxodo se vivió en el regreso a la tierra prometida, después de las amarguras del exilio en Babilonia. El pueblo de Dios tuvo que salir de esa tierra extraña para volver a la suya con un corazón nuevo, con ojos que saben ver, con oídos que aprenden a oír, con manos dispuestas a trabajar. Esta experiencia fundante se repite muchas veces a lo largo de la historia del pueblo de Dios y de muchos pueblos. 7. En efecto, a lo largo de toda la historia de salvación, en nuevos lugares y nuevos tiempos, nos vemos obligados a traspasar la frontera, a vivir en nuevas culturas y a abrazar a nuevos pueblos. A caminar hacia adelante sin un mapa, sin un camino ya trazado de antemano, en búsqueda de uno nuevo posible. Este tránsito no es nunca fácil. Se vive en tensión entre algo que comienza a perder sentido y la afirmación de nuevas maneras de entender, de sentir las cosas, de valorarlas y de actuar en la historia. 8. La invitación a celebrar el Jubileo, hecha por el Santo Padre a la Iglesia extendida por el mundo entero, abre el horizonte salvífico de perdón y de reconciliación a todos los hombres de buena voluntad. 9. Para el pueblo de Dios que vive en Cuba, esta invitación cobra una fuerza especial. La celebración del Año Jubilar como Año Santo y como camino de santidad y de justicia, nos exige una mirada mas crítica a nuestro propio peregrinar y a sus tensiones típicas. Es lo que queremos analizar en la primera parte de este Mensaje.
LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS EN CUBA AQUÍ Y AHORA10. En Cuba vivimos este paso del segundo al tercer milenio como una intensa y compleja transición. Como peregrinos, entre dos situaciones y entre dos tiempos. Esta experiencia de estar entre dos aguas, algunos la viven, sea añorando un pasado idealizado, sea evadiéndose en proyectos ilusorios. El vivir entre la ilusión de un futuro imaginario, aterrador o inspirador y las raíces de un pasado que nos da sentido o que nos frena, hace que el presente se cargue de tensiones que en ocasiones pueden producir angustia o desesperanza. 11. Las tensiones no son necesariamente negativas. Es conocida la imagen del arquero que se prepara para lanzar una flecha. Para poder actuar, se concentra en este presente de tensión. De hecho, para poder disparar la flecha el arquero experimenta cómo está la cuerda. Si está demasiado tensa, se rompe. Si no tiene suficiente tensión, no se genera energía para que la flecha se ponga en movimiento. La tensión es positiva cuando funciona con equilibrio y balance. 12. Resulta difícil vivir los problemas del presente como experiencia transitoria. Nos cuesta trabajo desprendernos de un pasado caduco y abrazar un futuro aún desconocido. Cuesta percibir los signos de los tiempos, los auténticos signos del paso de Dios en nuestra historia, abrazarlos en medio de las inquietudes e interrogantes que comienzan a aparecer en lo íntimo de la persona y en la sociedad, en las estructuras sociales y políticas, así como en la Iglesia. 13. Pero compartimos la suerte y el destino de nuestro pueblo, con los mismos sentimientos de Jesús, el Buen Pastor, en quien ponemos nuestra confianza. "El Señor es mi Pastor nada me falta... aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque tú vas conmigo..." (cf Sal 23)
CREATIVIDAD E INICIATIVA EN LA SOCIEDAD 14. El pueblo cubano es un pueblo trabajador y emprendedor, con iniciativa propia y con deseos de progresar. Su creatividad y talento para trabajar y salir adelante con sus propios esfuerzos han quedado demostrados tanto en estos duros años de sobrevivencia dentro de Cuba, como en el quehacer de no pocos de los que dejaron la Patria para ir a establecerse en otros países. Sin embargo esta creatividad es vivida a menudo con tensiones. Permanecen entre nosotros diferentes tipos de obstáculos para las iniciativas que se generan en el seno de la sociedad cubana, éstos dificultan el encuentro de nuevos caminos hacia el futuro y deben desaparecer. 15. Desgraciadamente también permanecen: "Las medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país, injustas y éticamente inaceptables" (Juan Pablo II, discurso de despedida N. 4) las cuales deben cesar, como venimos diciendo desde hace muchos años.
EL DESEO DE ESCAPAR DE LA ANGUSTIOSA REALIDAD COTIDIANA 16. Es necesario impulsar una renovación más profunda de la sociedad que incluya mejores posibilidades económicas para todos, para que no se produzca en muchos un deseo, en ocasiones no expresado abiertamente, de escapar de esta situación, sea emigrando hacia cualquier lugar del mundo, sea para buscar un trabajo mejor remunerado, o refugiándose también en un exilio interno o en cualquier modo de vida que garantice un mínimo de progreso. Para acceder a estas vías de escape individualista se utiliza, en muchas ocasiones, cualquier medio. Ese tipo de huida no contribuye a la toma de conciencia de un estilo ético y solidario de ganarse la vida. Esto incide de un modo negativo en el presente y futuro de nuestras familias.
LA DESIGUALDAD ECONÓMICA 17. Por otra parte, los pasos que se han dado en el país a fin de recaudar las divisas necesarias para sobrevivir y sostener algunos servicios indispensables, han creado desigualdades dolorosas. Esto ha llevado a situaciones, sufridas en mayor medida por los más desposeídos, no coherentes con un proyecto adecuado de justicia social.
LA CORRUPCIÓN 18. Se observan con preocupación señales de corrupción en la sociedad, cuyo origen parece estar en relación con algunos aspectos anteriormente citados: los obstáculos a la creatividad, el escapismo, etc. Es necesario encontrar canales legales viables para la dinamización de la vida social. Una legalidad que favorezca la participación de todos los ciudadanos promovería el saneamiento de la sociedad.
LA DIGNIDAD HUMANA: DERECHOS Y DEBERES 19. En su discurso de despedida en La Habana, el Papa Juan Pablo II mencionó varias de las dificultades que hoy afronta nuestro pueblo, causadas: "por la pobreza, material y moral, cuyas causas pueden ser, entre otras, las desigualdades injustas, las limitaciones de las libertades fundamentales, la desperso-nalización y el desaliento de los individuos" (Discurso de despedida,). En este sentido es conveniente que se facilite la participación activa de todos los ciudadanos en lo económico, en lo político, social, cultural y religioso. Esto ampliaría los espacios para ejercer tanto los derechos como los deberes cívicos. 20. Valoramos positivamente la presencia en los medios de comunicación de enfoques que revelan preocupación por algunos valores de la familia y otros valores humanos, sin excluir totalmente la referencia a lo religioso. Sin embargo, constatamos que la simultanea y frecuente insistencia en postulados ideológicos y algunas orientaciones en el campo educacional, cultural y en los mismos medios de comunicación, han hecho reaparecer un lenguaje que parecía haber quedado superado y que va reduciendo el inicial clima de tolerancia que se experimentó durante la visita del Santo Padre y en el tiempo inmediatamente posterior a la misma.
LA DESPERSONALIZACIÓN 21. Dios ha creado al hombre libre y responsable de su propia historia. Para que la nación crezca en humanidad es necesario que todos los ciudadanos aprendan el difícil arte de pensar correctamente y con cabeza propia, como nos enseñara el Siervo de Dios Padre Varela, convirtiéndose en seres capaces de emprender tareas decisivas al servicio de la comunidad, educados para la libertad y la responsabilidad. De esa manera, con un proyecto ético forjado en nuestro interior, asumiremos lo mejor de la herencia de la civilización y los perennes valores trascendentes. 22. Por tanto, debemos trabajar por superar la despersonalización que daña las relaciones humanas y la convivencia social. Deben promoverse los adecuados espacios donde cada persona pueda, con el necesario respeto y solidaridad, desempeñar el papel histórico que le corresponde y así "dinamizar el Estado de Derecho, garantía esencial de toda convivencia humana que quiera considerarse democrática." (Juan Pablo II, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana). 23. En estas reflexiones sobre algunas de las tensiones que vivimos en nuestra sociedad hemos deseado tener muy presente las enseñanzas del Vicario de Cristo en su inolvidable peregrinación por nuestra Patria. A dos años de aquel acontecimiento único en nuestra historia nacional los obispos de Cuba constatamos que esa huella de la visita del Papa permanece imborrable en el corazón de los cubanos, aunque no pocas de las aspiraciones y legítimos deseos del pueblo cubano a los que se refirió el Santo Padre en Cuba, manifestados también por nuestros compatriotas a lo largo de toda la Isla durante la visita, estén aún por alcanzar.
EL AÑO 2000 EN LA IGLESIA 24. Los fieles católicos en nuestras comunidades viven encarnados en el medio social. Las tensiones identificadas anteriormente son sentidas por todos nosotros de un modo directo. Inciden en la manera de creer, celebrar y vivir nuestra fe. Y este tránsito conlleva riesgos y tentaciones que tenemos que evitar. Por eso nuestra mirada se fija a continuación en el impacto que tienen estas tensiones en nuestra comunidad eclesial.
INCREMENTO EN EL NÚMERO DE PERSONAS QUE SE ACERCAN A LA IGLESIA Y NUESTRA RESPUESTA PASTORAL 25. La Iglesia que vive en Cuba, por motivos muy diversos, ha experimentado un crecimiento del número de hombres, mujeres, niños, adolescentes y jóvenes que se acercan cada vez más a nuestras comunidades con sed de Dios, en busca de aliento, motivaciones profundas, sentido para sus vidas y descanso en el agobio acogiendo la invitación de Jesucristo: "Vengan a mí todos los que estén cansados y agobiados, que yo los aliviaré" (Mt 11, 28). Todos buscan respuesta a sus inquietudes y motivos para seguir esperando. Nuestra capacidad de atención pastoral, nuestras estructuras de servicio y nuestros locales son desbordados por los que ponen su confianza en la Iglesia. No podemos defraudarlos.
DESEO DE RECONCILIACIÓN 26. La caridad de Cristo Buen Pastor es la más profunda motivación para acoger a todos los que se acercan a nosotros. El pueblo busca a Dios y en esa búsqueda detectamos hambre y deseo de reconciliarse con uno mismo, con los demás y con Dios. Este deseo viene sólo del Padre misericordioso que nos convoca en Iglesia. Estamos convencidos de que todos somos hermanos y hermanas, llamados por el mismo y único Padre a formar una única familia. El pecado, la envidia y el odio han marcado quizás la vida de muchos cubanos dentro y fuera de Cuba, pero creemos que donde ha abundado el pecado, Dios hace abundar el perdón y la gracia. De ahí nuestra preocupación por la auténtica conversión de corazón que nos lleve a un grado serio de convicción y de compromiso cristiano 27. Vivimos en la Iglesia, ese deseo de reconciliación en medio de los problemas y tensiones ya mencionados. Creemos que cada uno está invitado a abrazar responsablemente sus acciones, a reconocerse débil y pecador. Pero este reconocimiento no debe redundar en disminución de la autoestima personal, sino que nos conduce a reconocer nuestros dones y talentos para el servicio eclesial dentro de la comunidad y en la sociedad. Reconciliados y perdonados, seremos capaces también de perdonar y de entrar en auténtica comunión con nuestros hermanos y hermanas. La reconciliación con los demás es la condición que Jesucristo exigió para ser perdonados por Dios nuestro Padre, así nos lo dice en el Padre Nuestro: "Perdónanos como nosotros también perdonamos" (Cf Mt 6,12). 28. Los obispos de la Iglesia Católica en Cuba creemos que esta fuerza de reconciliación tiene un impacto directo en la constitución y en el desarrollo de la sociedad. Es necesario ampliar cada vez más los espacios donde podamos, como hermanos y hermanas, contribuir al bien común, al desarrollo de los derechos y deberes de todos y a la soberanía de la Patria.
EL PLAN PASTORAL NACIONAL 29 La Iglesia que vive en Cuba ha desarrollado sistemáticamente una pastoral de conjunto orgánica para impulsar la nueva evangelización desde comunidades proféticas, participativas e inculturadas. Hemos dado a conocer a Jesucristo, evangelio del Padre, buscando promover la dignidad humana, trabajando por la reconciliación y contribuyendo a la edificación de la civilización de la justicia y del amor (Objetivo general del Plan nacional). Pero estos esfuerzos de evangelización, sin una interiorización suficiente en la vida espiritual, corren el riesgo de convertirse en proselitismo fanático, en acción de misioneros que serían más activistas que portadores de buena noticia. 30. Por muchos años hemos aprendido a participar en los procesos de planeación pastoral. Hemos identificado nuestras prioridades y, durante muchos años, hemos trabajado en las mismas, reforzando la actitud y la acción misionera de todas las parroquias y nuevas comunidades. Hemos constatado el surgimiento de un buen número de pequeñas comunidades dinámicas y vivas, fomentando métodos pasto-rales de comunión y participación. Hemos desarrollado varios programas de formación que responden a las distintas etapas del crecimiento en la fe, desde la infancia hasta la tercera edad. Pero una tentación que debemos evitar es la del triunfalismo de falsos contentamientos, como si fuéramos nosotros y no el Espíritu Santo quien conduce la evangelización. 31. El trabajo pastoral sistemático de las distintas diócesis ha promovido el crecimiento orgánico en la fe. También notamos la necesidad de incrementar el compromiso personal con la Iglesia y con la Patria. Como al Siervo de Dios, Padre Félix Varela Morales, en la transición histórica que le tocó vivir, a los jóvenes y adultos laicos de la Cuba del Tercer milenio les tocará desarrollar un intenso amor por Cristo y por su Iglesia y una gran pasión por su patria y por el bien común de todos los cubanos. La Iglesia no es un lugar cerrado, separado del esfuerzo y del crecimiento de todos los cubanos. El nuevo plan de evangelización que desarrollaremos a partir del 200I seguirá teniendo en cuenta las implicaciones sociales de la conversión evangélica.
PROMOCIÓN HUMANA Y ACCIÓN PASTORAL 32. La Iglesia que vive en Cuba, en su planeación pastoral de los últimos cinco años optó por el hombre, por la promoción humana, sin separar la conversión evangélica y el compromiso social, comprometidos a promover integralmente al hombre para que cada uno se hiciera más consciente de su dignidad humana como persona y como hijo de Dios. De este modo cada uno asumiría responsablemente su propia vocación y las exigencias que conllevan la construcción de la comunidad eclesial y de una sociedad más justa y más fraterna. 33. Esta contribución se hace con sufrimientos, a veces con dificultades y aún con riesgo. La acción servicial de la Iglesia que se realiza sobre todo a través de Cáritas, así como la Pastoral Penitenciaria, que se ocupa de la atención a los presos y a sus familiares, no han encontrado todavía la aceptación y comprensión adecuadas en algunos responsables en distintos niveles sociales ni la viabilización correcta en las estructuras. A veces las consecuencias de estas dificultades las sufren los más desfavorecidos de la sociedad como los ancianos que viven solos, quienes viven con bajos ingresos y los enfermos crónicos, por citar sólo algunos ejemplos. 34. Suenan en nuestros oídos y en nuestro corazón de pastores, con especial apremio e insistencia, aquellas exigentes palabras del Santo Padre en la Plaza de la Revolución durante la última Eucaristía celebrada en nuestra Patria:
"La Iglesia al llevar a cabo su misión, propone al mundo una justicia nueva, la justicia del Reino de Dios. En diversas ocasiones me he referido a los temas sociales. Es preciso continuar hablando de ello mientras en el mundo haya una injusticia, por pequeña que sea, pues de lo contrario la Iglesia no sería fiel a la misión confiada por Jesucristo. Está en juego el hombre, la persona concreta. Aunque los tiempos y las circunstancias cambien, siempre hay quienes necesitan de la voz de la Iglesia para que sean reconocidas sus angustias, sus dolores y miserias. Los que se encuentren en estas circunstancias pueden estar seguros de que no quedarán defraudados, pues la Iglesia está con ellos y el Papa abraza con el corazón y con su palabra de aliento a todo aquel que sufre la injusticia."
35. Nosotros, obispos cubanos, también abrazamos con el corazón y con nuestras oraciones a cuantos sufren injusticias en su cuerpo y en su espíritu. Deseamos que sea un abrazo solidario e inspirador, de modo que podamos cooperar todos en la solución de nuestros problemas actuales. 36. Como pastores de esta Iglesia queremos discernir en estos signos de los tiempos, las auténticas señales del paso de Dios en nuestra historia. La Iglesia en Cu-ba es una comunidad llamada a preparar la llegada del Reino de Dios. Anuncia a Jesucristo y su Evangelio y denuncia todo lo que se opone a El, manifestando en su quehacer entre los cubanos cómo desde aquí y ahora se hacen presentes los auténticos signos del Reino de Dios.
UNA COMUNIDAD CON EL SUEÑO DEL REINO DEL PADREEl Sueño de Dios, su Reino de justicia y de paz, se revela progresivamente a lo largo de la historia.
37. Las transiciones no provocan necesariamente la pérdida de la capacidad de soñar. De hecho, toda transición como ésta del Jubileo que vivimos en el paso del segundo al tercer milenio, purifica las expectativas de nuestros proyectos personales y sociales. Toda transición podría ser vivida con la misma intensidad con que la vivieron otros hombres y otras mujeres de fe en otros lugares y otros tiempos.
SIEMPRE MIRANDO HACIA UN FUTURO DE JUSTICIA Y DE PAZ 38. A lo largo de toda la historia, ha habido hombres y mujeres de fe que peregrinaron con su pueblo y que en medio de la historia y del mundo entraron en diálogo con Dios, que se revela como el artesano, como un alfarero cuyas manos están implicadas en el barro con el cual construye su obra, realizando su designio de amor (Jer 18, 1-7) y promoviendo un Reino de justicia y de paz para todos, "un nuevo cielo y una nueva tierra" (Is. 65,17). 39. Estos creyentes impulsados por la esperanza no se quedan en el pasado, pero tampoco se evaden de la historia soñando vanamente en una ilusión. En frontera, siempre dispuestos a dejar lo conocido y adentrarse en lo nuevo, están atentos para escuchar, en el clamor de los que sufren, el llamado a denunciar el pecado, los contrastes con el designio de Dios y lo incompleto de los sueños de los hombres. El Reino de justicia y de paz en el centro de la comunidad de los discípulos de Jesús 40. Los obispos cubanos somos los pastores de esta comunidad animada por el designio de reconciliación que es el Reino de justicia y de paz inaugurado por Jesús. Reconocemos humildemente que los proyectos de la Iglesia no pueden identificarse con el Reino de Dios. Pero creemos también que aquí y ahora, en Cuba, muchos miembros de la Iglesia están fortalecidos por ese Sueño del Reino y son capaces, con la compasión del Buen Pastor, de ver las urgencias de hoy y de compadecerse de los que sufren.
UNA COMUNIDAD DE DISCÍPULOS QUE CAMINA HACIA EL REINO 41. Los discípulos ven, oyen, sienten, tocan el poder del Reino del Padre. El Reino está ya aquí dentro de nosotros, dentro de nuestra historia y de nuestro mundo. Las palabras de Jesús y sus acciones liberadoras se convierten en el signo eficaz. El Reino del Padre ya está aquí, un nuevo cielo, una nueva tierra para los que tienen oídos para oír, ojos parar ver, manos para tocar y pies para salir a anunciar la buena noticia 42. Jesús debía seguir su camino hacia adelante y sus discípulos lo siguen en su subida a Jerusalén. En cada nueva situación fueron testigos de que Jesús es el hombre libre que revela los signos del Reino de Dios. Por su manera de ser y por su acción, manifiesta que está enraizado en el Proyecto del Padre. Así, sus parábolas y sus acciones irrumpen siempre como Buena Nueva del Reino de Dios en medio de los problemas de su mundo. 43. Los discípulos que en su caminar pierden este sueño, como en el caso de los dos discípulos de Emaús, vuelven a encontrar en la comunidad que comparte sus experiencias a la luz de la palabra, en la oración y en la eucaristía, el sueño del Reino. La comunidad es el punto de llegada y el punto de partida de todo compromiso para construir el Reino de Dios con aquellos más alejados (Lc 24; 3-15)
COMUNIDADES QUE SIRVEN A LOS HERMANOS MÁS NECESITADOS 44. De la misma manera que Jesús, los discípulos vivirán las controversias y la persecución. Pero con sus acciones y ministerios, enraizados en el de Jesús, continuarán anunciado que el Reino de Dios está aquí. Esta ha sido la experiencia de tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia de la Iglesia han vivido del Sueño de Dios. Hombres y mujeres que han visto a su hermano hambriento y le dieron de comer. Sediento y le dieron de beber. Forastero y lo recibieron en sus casas. Desnudo y lo vistieron. Enfermo o en la cárcel y lo fueron a ver ( Cf Mt 25,37-40). Hombres y mujeres que no confunden sus proyectos personales y los proyectos sociales de su tiempo, con el Sueño siempre nuevo de Dios. Hombres y mujeres que ayudan a los otros en la comunidad y en la sociedad donde ejercen sus funciones, a abrirse a la provocadora llamada del Padre que quiere para nosotros un nuevo cielo y una nueva tierra. Hombres y mujeres nuevos, artífices de esa nueva creación.
AQUÍ Y AHORA, LA IGLESIA QUE VIVE EN CUBA 45. Aquí y ahora, en Cuba, en las alegrías y penas de nuestros hermanos, de todos los cubanos donde quiera que estén, nosotros obispos, sacerdotes y religiosos, religiosas y laicos, fieles de Cristo, estamos llamados a ser un signo de la presencia del Reino de Dios. Impulsados por la fuerza del Espíritu de Jesús, estamos consagrados personal y comunitariamente y somos enviados a nuestro pueblo cubano, para contribuir a llevar el Reino a su plenitud. Nosotros debemos ser aquí y ahora los ojos de Jesús, los oídos y las manos de Jesús. Nuestros pies deben ser los pies de Jesús. Nuestros corazones unidos en el único Corazón de Jesús, impulsan nuestros pies para evangelizar y nuestras manos para construir: para socorrer al necesitado, para visitar al enfermo y al preso, para dar esperanza al que vive en la desesperanza, para acompañar al que se siente solo. Juntos estamos llamados a proclamar que Cristo da sentido a nuestra historia especialmente en este año Jubilar. Que con la mirada fija en El, aunque a veces sintamos que nos hundimos en aguas turbulentas como Pedro ( cf Mt14, 30), sepamos que el Señor está aquí conduciendo la historia hacia su realización plena y obedientes a su Palabra echemos las redes y lo reconozcamos en el ministerio pastoral y en la fracción del pan (cf Jn 21,1-14)
TODOS PROTAGONISTAS DE NUESTRA HISTORIA 46. Recordamos una vez más que cada uno de nosotros, todos los cubanos, tenemos una grave responsabilidad ante la realidad concreta que nos toca vivir. En este sentido deseamos volver a reflexionar sobre aquella idea central del mensaje del Papa Juan Pablo II en su visita a Cuba: "Ustedes son y deben ser los protagonistas de su propia historia personal y nacional" (Discurso al llegar a nuestra Patria). Esta exhortación se reiterará a lo largo de su peregrinación por la Isla y tendrá su explicación más apremiante en la Homilía dedicada a los jóvenes en Camagüey. Hacemos nuestra y exhortamos a todos los cubanos a asumir con madurez esta palabra del Vicario de Cristo: "La felicidad se alcanza desde el sacrificio. No busquen fuera lo que pueden encontrar dentro. No esperen de los otros lo que Ustedes son capaces y están llamados a ser y hacer. No dejen para mañana el construir una sociedad nueva, donde los sueños más nobles no se frustren y donde ustedes puedan ser los protagonistas de su historia". (Homilía en Camagüey)
PROTAGONISTAS DEL REINO EN ESTE LUGAR QUE ES CUBA Y EN ESTOS TIEMPOS 47. Por eso, como Obispos y pastores de este pueblo, nos animamos a extender esta invitación a todos los cubanos de buena voluntad para que no pongan en la salida del país sus expectativas. Pues si bien la emigración es un derecho que todos debemos respetar, no es menos cierto que dejando atrás al país, poco podemos hacer para solucionar sus problemas. Creemos que dentro de nuestra Isla es posible encontrar soluciones: el diálogo y la reconciliación, la conversión y el cambio, la renovación de las personas, de las estructuras y de los proyectos futuros. Cuba necesita encontrar un camino gradual y pacífico para "construir una sociedad nueva ", como lo ha expresado el Santo Padre. Y esto no debemos dejarlo para mañana, hay que hacerlo cada día. 48. Quiera Dios que la Puerta de Gracia que atravesamos simbólicamente en todas nuestras catedrales en la pasada fiesta de Navidad, en comunión con el gesto de la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en Roma con la que se inició la celebración del Jubileo del año 2000, haya sido un signo y una primicia de esa otra apertura que todos los cubanos necesitamos. Signo porque no basta con una ceremonia, ni con gestos aislados, sino que cada uno de nosotros debemos disponernos a vivir esa apertura en nosotros mismos y en las responsabilidades con las que servimos a nuestro pueblo. Primicia, porque reconocemos que la primicia de todas las gracias y la puerta de todos los caminos está en esa Fuente de agua viva que es Cristo, Don supremo del Padre, que "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad". (1 Tim 2, 4) 49. Que en el umbral de esta fiesta de perdón y reconciliación, de esta fiesta en que se abren las fuentes de la gracia de una manera más espléndida y universal, Cuba también pueda abrir sus propias puertas, en primer lugar, a todos los cubanos de aquí y de fuera y pueda también abrirse al mundo como el Sumo Pontífice lo ha pedido. A esto nos debe haber ayudado la celebración de la Navidad en la que el recuerdo del nacimiento de Dios entre los hombres, que evocado por la imagen del niño Jesús, de su madre la Virgen, de San José, en el ambiente de aquel humilde establo, conmueva las fibras más sensibles del corazón despertando lo más noble de lo humano, en las actitudes y sentimientos de acogida, de ternura, de cercanía, de confianza, acompañadas de un gozo renovado e incomparable que se despierta en el corazón de todos, niños, jóvenes, adultos, ancianos, hombres y mujeres y que dispone a la fraternidad, a la apertura, al reconocernos todos como hermanos miembros de una familia.
PROTAGONISTAS DENTRO DE LA IGLESIA Y EN LA SOCIEDAD 50. Toda persona tiene, por derecho propio, una cuota de libertad y responsabilidad que compartir en la búsqueda del bien de su pueblo. Ejercer ese derecho y cumplir con ese deber cívico es una obligación grave para cada cubano y un compromiso para la Iglesia que forma parte de este pueblo y que debe servirlo con fidelidad y sacrificio generoso. 51. En su solícita cercanía y preocupación por nuestra Patria y nuestra Iglesia, el Papa quiso explicarnos, en el mensaje que nos enviara al cumplirse el primer aniversario de su visita, lo que significa esta grave responsabilidad para la Iglesia. Al respecto afirma el Santo Padre: "Asumir esta responsabilidad debe significar hoy para la Iglesia en Cuba poder profesar la fe en ámbitos públicos reconocidos; ejercer la caridad de forma personal y social; educar las conciencias para la libertad y el servicio de todos los hombres y estimular las iniciativas que puedan configurar una nueva sociedad. En ella los derechos fundamentales de la persona humana y la justicia social encuentren por igual, sin menoscabo de unos en detrimento de otros, el necesario reconocimiento y una efectiva promoción institucional " (Juan Pablo II, 22 de Enero 1999). He aquí un exigente y esperan-zador programa de vida que nosotros, pastores del pueblo de Dios que peregrina en esta Isla, queremos hacer nuestro y ponerlo en práctica. 52. Exhortamos a nuestras comunidades cristianas, a los sacerdotes, diáconos y religiosos, a los grupos y movimientos de compromiso eclesial, a los laicos más entregados en la acción social, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que comparten nuestra fe a reflexionar, durante este Año del Jubileo, sobre estos cuatro aspectos que les proponemos como sucesores de los apóstoles y en comunión con el Sucesor de Pedro. Ello nos ayudará a preparar el futuro y a no dejar de aportar lo mejor de nosotros mismos y, sobre todo, la trascendente riqueza del Evangelio en la especial coyuntura en la que nos encontramos: a). Profesar la fe en ámbitos públicos reconocidos 53. Esto significa que sea posible vivir, sin doblez ni disimulos, la fe que profesamos y asumir los comportamientos familiares, sociales, económicos, políticos y culturales que se desprenden de la coherencia de vida con la fe que profesamos. Sólo así, los signos públicos de la fe, como las procesiones, las misas al aire libre, las misiones de casa en casa, los encuentros eclesiales en casas de misión y el acceso a los medios de comunicación social, son señales que indicarán a creyentes y no creyentes, que la profesión de la fe en los ámbitos públicos, tal como la explicamos aquí, ha llegado a tener derecho de ciudadanía. b). Ejercer la caridad de forma personal y social 54. Esto significa que la fe debe ir acompañada del servicio. La fe sin obras está muerta, nos ha dicho el apóstol Santiago (Stgo 2,17). Por ello el ejercicio de la virtud teologal de la caridad, aquella sobre la que seremos juzgados ante la presencia de Dios, conlleva el servicio que se ofrece de persona a persona y no puede reducirse a una forma de caridad individual, siempre necesaria y legítima, sino que debe complementarse con el servicio organizado de carácter social y comunitario. La libertad religiosa se ve disminuida cuando no se permite a la Iglesia ejercer la caridad en obras sociales que vayan más allá de la asistencia personal y aislada. En este sentido debemos recordar que las obras asistenciales, tan necesarias hoy en nuestra Patria, no nos dispensan de procurar la justicia social, forma preeminente de la caridad, que busca dar plenitud a la asistencia puntual con la necesaria renovación de las estructuras. c). Educar las conciencias para la libertad y el servicio 55. Esto implica respetar en cada persona lo que le es propio por naturaleza y lo que la Gracia de Dios ha venido a redimir. Despertar las conciencias para que cada persona pueda asumir su responsabilidad ante sí mismo, ante su familia y ante la sociedad, es un desafío de la hora presente en el que la Iglesia, Madre y Maestra, experta en humanidad, puede contribuir con su aporte específico. La educación de las conciencias en la libertad y para la libertad, que es la verdadera educación, es un derecho de toda persona y de cada familia, un derecho de la Iglesia y, además, un deber inseparable de su misión evange-lizadora. Como nos recordó el Santo Padre en Camagüey: "La Iglesia tiene el deber de dar una formación moral, cívica y religiosa, que ayude a los jóvenes cubanos a crecer en los valores humanos y cristianos, sin miedo y con la perseverancia de una obra educativa que necesita el tiempo, los medios y las instituciones que son propios de esa siembra de virtud y espiritualidad para bien de la Iglesia y la Nación "(Homilía en Camagüey) 56. " La familia, la escuela y la Iglesia deben formar una comunidad educativa donde los hijos de Cuba puedan crecer en humanidad" (Homilía en Santa Clara ). Para respetar adecuadamente la libertad de conciencia y la libertad religiosa la educación no puede reducirse a un solo modelo pedagógico y a una sola filosofía inspiradora. d) Estimular las iniciativas que puedan configurar una nueva sociedad 57. Esto significa que la Iglesia, que por razón de su misión no puede afiliarse a ninguna opción política, debe sin embargo animar a todos los ciudadanos, independientemente de su credo u opción social, a dar su aporte cívico de modo que, en el concierto de las diversas opiniones y contribuciones éticamente aceptables, seamos "capaces de crear un ambiente de mayor libertad y pluralismo, con la certeza de que Dios los ama intensamente y permanece fiel a sus promesas" (Juan Pablo II, discurso de despedida). 58. Ayudar a crear ese clima de nuevos valores, de una espiritualidad profunda y de compromiso social, no está en contradicción ni con la misión de la Iglesia ni con el carácter laico del Estado sino que, más bien, está en coherencia con la "búsqueda del Reino de Dios y su justicia"(Mt. 6,33) con lo que se irá configurando una nueva sociedad.
CONCLUSION ESTA ES LA HORA ÚNICA, EL TIEMPO FAVORABLE, EL AÑO DE GRACIA 59. Dirigimos una palabra de aliento y estímulo a los laicos católicos que ya están comprometidos en estos campos, propios de su vocación apostólica. Ustedes son "el fermento en la masa", deben fecundar y hacer crecer toda iniciativa que vaya dirigida al bien común de nuestro pueblo. Ustedes son el grano de trigo que cae en tierra y muere, asuman con generosidad creciente el indispensable sacrificio que conlleva entregar la vida al servicio de los demás. Cristo es la puerta, ustedes los caminantes que peregrinan hacia la nueva Jerusalén. No tengan miedo, a todos los que tengan sed en ese camino, El les dará a beber un agua viva. 60. Abrazamos a todos los hijos e hijas de Cuba, en primer lugar los que viven en esta Isla y con el mismo corazón abrazamos a todos los cubanos que dispersos por el mundo aman su tierra, quieren mejorarla y desean participar de su futuro. Los cubanos esparcidos por distintos países del mundo están unidos con los que vivimos en Cuba por vínculos familiares, históricos, patrióticos, étnicos, culturales, afectivos y económicos que no podemos olvidar y que nos llevan a dirigirnos así a todos los cubanos como a un solo pueblo. A todos dirigimos nuestra palabra de cercanía y cordial afecto, con ella queremos hacerles llegar nuestra convicción de que esta hora que vivimos en nuestra Patria es una hora única. Pudiéramos decir que la Providencia inescrutable de Dios, nuestro Padre, ha querido unir esta hora cubana con el tiempo de Dios en el Año Jubilar. 61. El kairós, es decir, el tiempo de gracia y renovación que Dios nos brinda a través de su Iglesia en este Año Santo, llega puntualmente como un Don de su inefable Sabiduría. Creemos que esta señal de la Providente mirada del Padre y de la entrañable misericordia del Corazón de su Hijo nuestro Señor Jesucristo nos invitan a emprender el camino de la reconciliación por el que Cuba debe traspasar la puerta del nuevo milenio. 62. Cerremos las heridas del pasado. Abrámonos a esperar contra toda esperanza. Aprendamos a dar y a recibir el perdón que es la amnistía del corazón y la amnistía de la ley. No caminemos por la pendiente de la violencia. No desfallezcamos en nuestro caminar aunque aparezcan signos contradictorios. La moderación, el diálogo y la gradualidad, son la garantía de las soluciones pacíficas y de la gestación de una nueva civilización de la verdad, la justicia y el amor. 63. Acudamos, en esta peregrinación de perdón y de gracia que nos conduce a las puertas del Tercer Milenio, a aquella mujer que por su disponibilidad y su audacia dio su consentimiento al milagro por el cual el tiempo de los hombres se convirtió en la hora de Dios. 64. A Santa María, la Madre de Dios, la Puerta del Cielo, Madre de la Reconciliación, que en Cuba lleva el nombre de Virgen de la Caridad, la Virgen de la paz que apareció en nuestras aguas en medio de la tempestad, encomendamos el futuro de Cuba y este camino que nos conduce, a través del Jubileo, a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, a Dios rico en misericordia, Dios del amor de la justicia y la paz.
Con nuestra bendición y cordial afecto. Los Obispos Católicos de Cuba
La Habana, 21 de enero de 2000 2° Aniversario de la visita del Santo Padre Juan Pablo II a Cuba. |
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