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enero-febrero. año VI. No. 35. 2000 |
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HECHOS Y OPINIONES |
LE DIRÉ A MI H I J A...
por Rosario González |
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Años ha leí un artículo cuyo título repito en éste. Las verdades allí contenidas (de ayer, de hoy y de Siempre) quedaron grabadas en mi corazón y en mi memoria. El recordarlas sea como un ¡muchas gracias! a su autora, cuyo nombre olvidé, por la sabiduría y el placer que me regaló su lectura
Hay seres –dice Ortega y Gasset– que gracias a un alma ardorosa, al hablarnos de cosas, sucesos, personas del pasado, del presente o del porvenir, parecen dotar a todo cuanto nombran de un brillo divino que los hace nuevos para nosotros, cargados de sutiles irradiaciones que nos despiertan ansias, deseos de vivirlas. Escribo este trabajo rogando al Señor en él haya un pequeñísimo destello de ese don, para que llegue al corazón de quien lo lea. En uno de esos momentos en que podemos acogernos a un sillón preferido, en un lugar tranquilo en la sala, terraza o patio (¡ay!, los patios cubanos cada día más relegados al pasado) y mentalmente repasar nuestra vida, me estremecí recordando la noticia del alto índice de embarazos en adolescentes que hay en nuestro país. Y al estremecimiento siguió el susto: tengo una hermosa hija de catorce años. Creo que nunca antes ha estado la juventud más vulnerable a los encantos y consecuencias de las relaciones sexuales. Sobre todo en ese momento en que se creen "grandes". Hasta entonces todo era decirles: –¡No! Eso es para cuando crezcas. Y ahora, que ya lo han hecho, ¿qué les rodea? ¿qué les criticamos? Los estudios en becas, lejos de la familia, –que nunca la mirada del maestro (con toda la fuerza, el prestigio y el peso que lleva) sustituye a la madre o al padre–; la escuela al campo, en que no importa la madrugada cargada de neblina, ni el frío, ni los chícharos, huevos y otras escaseces alimentarias: ¡están libres de mamá, papá... o la abuela! ¿El campismo popular? A partir de las 10 de la noche casi todos los jóvenes son los protagonistas de la película del sábado, sin el "lenguaje de adultos" y la "violencia". De la TV ¿qué decir? Ya no son sólo los filmes los que presentan escenas íntimas (con o sin amor, eso ya no importa) entre un hombre y una mujer. Ahora hasta la más hermosa balada, canción o trepidante salsa, cumbia, rap, etc. llevan consigo artísticas y a veces delirantes (en contenido y forma) escenas de amor; ¡y qué decir de la salsa erótica! Las campañas contra las ETS no ponen freno al slogan ¡use condón! Una chiquilla que conozco, de seis años, que a fuerza de ver el mismo Elpidio Valdés, Guaso y Carburo, etc. se sabe los diálogos de memoria, cuando aparece el anuncio dice cándidamente ¡use condón! ¡Que no sabrá mi hija! Quisiera hablarle, pero ¿a qué acudo? ¿Qué argumento esgrimo? La juventud tiene que estar en actitud discrepante contra el medio en que surge, porque constantemente está topándose con un vergonzoso contraste entre lo que dicen o enseñan y lo que se exalta y aprueba como modo de vida. Mamá critica a la chica por los muchos novios que ha tenido ¡y lleva tres matrimonios! Hace poco oí un chiste corto, pero tremendo en contenido: –Oye, ¿saludaste a aquel hombre? Yo no lo conozco. –¡Ah!... ¿Ese?, era mi papá el año pasado. ¿Y la moda? Acepto con alegría una moda acorde con nuestro clima... Shorts, camisetas, etc., no creo que sean inapropiados. Pero es que ya, en cuestión de encantos femeninos (ay, Blasco Ibáñez) lo que no se enseña se señala con botones, lazos... ¿Y los trajes de baño? El bikini es para jóvenes recatadas. El "hilo dental" llegó del área de las top-models y se observa en todas las playas. La paradisíaca hoja de parra cubre más. Y sigo paralizada en el ¿qué le digo? Pero no puedo claudicar. Para hacer estas líneas no he acudido a estadísticas o folletos donde desde un punto de vista científico se analicen los desastrosos efectos físicos y psíquicos que entraña una joven embarazada. Supongo que hay bastante información a los niveles para ello designados. Supongo los órganos de reproducción femeninos no estén lo suficientemente formados, que esto acarrea un parto peligroso, que el bebé –víctima silenciosa de abortos– también sufra trastornos –¡ay, Señor!– algunos irreversibles. En fin, toda una gama de tristes realidades que conducen a la pérdida de la salud, y quizás a la muerte. Nada de lo que pudiera consultar se lo diré a mi hija. Será una conversación surgida del cariño, de la confianza mutua y de un hogar estable. Le diré sencillamente que una relación amorosa ilícita transgrede el límite que existe entre el Bien y el Mal, esas fuerzas antagónicas que rigen el mundo. Le diré que de las fuerzas apasionantes del amor puede surgir luz o desolación: nosotros escogemos... ¡ella es libre para escogerlo! La juventud es vulnerable, pero ardorosa. Admira la valentía, la virtud de los héroes de la Patria o de la Historia Universal. Admira al artista, a los atletas destacados, a los inventores. Ahora se sumerge en Internet, realidad virtual, CD, computadoras... pero la ejemplaridad de una pareja con muchos años de unión matrimonial siempre les merece elogios. Desea lucir la joven la más bonita, o sentir el orgullo de ser acompañada por un guapo mozo o por un destacado estudiante. A esto se une la innata curiosidad humana. Le diré a mi hija que el amor entre un hombre y una mujer no es solamente una función biológica, un goce material, sino que conlleva eternos y mutuos ideales de entrega, de sacrificio, de compartir lo bueno y lo malo, de bondad, de ternura, de comprensión en la pareja. ¿Será todo esto pura charlatanería? ¡No! ¿Cómo puede creerse que lo que es norma elemental de conducta amorosa pueda transformarse en algo obsoleto, ridículo (al golpe del tam-tam de esta época moderna) en algo del pasado, como el miriñaque, el "fotingo de tres patás" o el carro de bomberos tirado por caballos? Renunciar al mal es algo que nos ennoblece, algo que nos reafirma en nuestro propio prestigio. El ser humano se siente inclinado a satisfacer sus apetitos –leí una vez–, pero si se rinde a ellos, desciende a la condición de esclavo. Solamente es libre quien rige su conducta por la razón y no por el instinto animal. Los valores humanos son fruto de esta lucha. ¡Y ella, debe luchar! Le diré a mi hija que en el amor hay incomparable belleza, bondad, sentido de la vida. Mucho se les habla –a ellas y a ellos- de las nefastas consecuencias de las relaciones sexuales ilícitas: enfermedades, embarazos indeseados –sea o no producto del amor-, abortos, estudios truncos, trastornos psicológicos personales y familiares, todo ello rodeado de la mentira, el engaño, la frustración... pero no insistimos, se nos olvida algo muy simple: a la luz del bien tal práctica es el mal. Así me parece que a ella le sería muy fácil de entender. También le diría a mi hija que el paso del hombre salvaje al ser de conciencia humana es el paso más importante de la Historia de la Humanidad. Allí los instintos egoístas, posesivos y agresivos le cedieron su puesto al hombre conocedor de su espíritu, que supo del amor al hijo, la protección familiar, la lealtad al clan. Le aclararé a mi hija que en la estructura social el matrimonio y la familia son bases insustituibles. Si ella lucha contra una relación ilícita que le proponga su pareja, no sólo está luchando por ella misma, sino contra el deterioro y disolución de ese orden social básico: la familia. Comentaré con mi hija que el amor es don precioso que no debe usarse a la ligera, que no debe ser manchado con citas furtivas, llenas de mentiras, zozobra, que no debemos degradarlo y ponerlo a un nivel irracional al dejarnos vencer por un deseo momentáneo. Le enseñaré a mi hija que aceptar el amor libre como correcto porque "está de moda", sería también aceptar el robo, la violencia y el jineterismo porque "están de moda"... Le diré a mi hija: a una chica joven, adolescente, la rodea un mundo maravilloso lleno de proyectos, de sueños, de sorpresas. Estudios, una carrera deseada hecha realidad, paseos, compartir con amigos, con maestros, con la familia, disfrutar de la lectura, de la música, del mar... ¿Podrá TODO eso formar parte de su vida con la espera y la llegada de un bebé? ¡Nada será igual! Un hijo es un precioso regalo, pero un regalo que cuesta entrega total de tiempo, amor, ¡y amor compartido entre el padre y la madre! Las flores en capullo no pueden dar frutos. Tienen que abrirse esplendorosas para fecundar. ¡Y eso es ella! Un cuerpo aún no formado sabiamente para tener un bebé en las mejores condiciones biológicas para ambos... ¡Todo tiene su tiempo! Tiempo de salir el sol en el alba, teñirlo todo de rosa, llegar al cenit, dar vida y, en la tarde, en el ocaso, hundirse en el horizonte dejando atrás un día... Le diré: Espera... no adelantes, por un momento de placer, el inicio de un tiempo en que el hijo es el protagonista de todo, que te llenará de alegría, pero también de preocupaciones... ¡y de dolor! Porque sabemos que aquella y este van de la mano en este mundo.
Meciendo mi carne, meciendo a mi hijo, voy moliendo el mundo con mis pulsos vivos.
El mundo, de brazos de mujer, molido, se me va volviendo vaho blanquecino.
Estos versos le leeré a mi hija. Son de una mujer, Gabriela Mistral, que sin ser madre cantó como mujer alguna ha cantado al hijo:
Yo mezo, yo mezo y veo perdido, cuerpo que me dieron leno de sentidos Todo se desvanece... Sólo pesa el hijo...
La estela de suicidios, trastornos emocionales, familias destruidas a causa de esos amores ilícitos, de abortos, de embarazos prematuros, aparecen en las estadísticas. Lo que no aparece es el dolor, el llanto, las noches de desvelo interminable, la desesperación, el fraude emocional eterno en la joven que lo sufre. Le hablaré a mi hija de ese don maravilloso que es el amor, que no puede compararse con relaciones a la ligera u ocultas. ¡Que debe mostrarse con orgullo, que la llenará de alegría, que la hará lucir esplendorosa, leve el paso y brillante la mirada! Algo más quizás le diré. Tiempo y razón tengo para ello. La verdad dará fluidez a mis palabras, mi amor estará en ellas, pero lo que si sé le diré es: el amor es algo maravilloso que llega a nuestra vida y que lleva en sí algo único, ¡ese lugar que tiene en el corazón el ser amado, con quien queremos compartir alegrías y penas... hasta que la muerte nos separe...!!!
*Este trabajo obtuvo el primer lugar en el concurso "Adolescencia vs Embarazo" convocado por la Facultad de Ciencias Médicas "Ernesto Che Guevara" de Pinar del Río el pasado año. Para esta publicación su autora agregó al original los dos primeros párrafos. |
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