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enero-febrero. año VI. No. 35. 2000 |
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JUBILEO 2000 |
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J E S Ú S: VERDADERO JUBILEO DE ISRAEL
(Tomado del material policopiado enviado por el Comité Nacional del Jubileo) |
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Impulsado por el Espíritu, Jesús vuelve un día a Galilea y más concretamente a Nazaret: el lugar donde se había criado. Como cada sábado, nos cuenta Lucas 4,14, acude a la sinagoga. Se ofrece como lector de la Palabra, le dan un rollo del profeta Isaías, lo desenrolla cuidadosamente y con un tono de voz único e irrepetible lee: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres: me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor" (ls 61, 1s). Enrolla de nuevo el pergamino, se lo entrega al empleado, y se sienta. Los ojos de todos los presentes están clavados en él. Han escuchado unas palabras que les han sonado a nuevas, por leídas en un tono diferente, y presienten un comentario original. No se equivocan, Jesús, sereno y seguro, hablando como quien tiene autoridad, se limita a decir: "Hoy, en presencia de ustedes, se ha cumplido esta Escritura". Que fue como decirles: -Yo soy ese hombre lleno del Espíritu del Señor. -Yo soy el ungido y enviado para dar la buena noticia a los pobres. -Yo soy el que vengo a liberar, a perdonar y a redimir. -¡Yo soy el verdadero año de gracia del Señor! Mi paso entre ustedes es el verdadero y auténtico "Jubileo". La reacción de aquel auditorio ya la conocemos por el mismo san Lucas. Lo de menos es que estuviese compuesto por paisanos o forasteros, aunque es cierto que a ninguno nos gusta tener a Dios demasiado cerca –hijo de un vecino, por ejemplo-; sin embargo, lo determinante de su reacción son las contrapuestas expectativas de cada uno. Evidente: aquellos de quienes le escucharon que se consideraban pobres, marginados, desposeídos, pecadores... ¡Quedaron maravillados de sus palabras! Quienes por el contrario se sentían seguros, instalados, no sólo buenos, sino mejores que los demás... ¡esos pensaron de inmediato en la colina de al lado para despeñarle! Era su reacción atávica; la misma que había sentido siempre ante los grandes profetas, fuesen o no de su pueblo. Una reacción fácilmente explicable: El anuncio de cualquier Jubileo atenta y desmonta muchas seguridades. Y lo que anunciaba Jesús era un verdadero jubileo. Él mismo lo era... Tratemos de que, al menos, se nos quede bien grabada esta idea: El paso de Jesús junto a nosotros ha de ser siempre un verdadero jubileo. Su paso por los caminos de Palestina no fue sino eso: un tiempo de gracia. Los cojos andaban, los ciegos veían, los muertos resucitaban y a los pobres... se les predicaba la "buena noticia" En adelante, todo jubileo hará siempre referencia a la misión mesiánica de Cristo.
APERTURA DEL JUBILEO EN LA DIÓCESIS DE PINAR DEL RÍO por José Raúl Fraguela
La cristiandad entra en su tercer milenio por el corredor del Año Santo. Hombres de todas las latitudes nos ponemos ante Dios para agradecer lo que somos, para rogarle nos ayude a llegar a ser lo que queremos: personas capaces de amar incondicionalmente a todos nuestros hermanos sin distinción, única manera de mostrar el amor al Padre. Sólo así descansará el mundo de la injusticia y el odio, de la miseria espiritual. Sólo así estaremos en condiciones de perdonar, que es la esencia de esta solemnidad. Con esa disposición nos aprestamos también los cristianos de Cuba a celebrar la apertura del Jubileo. En Pinar del Río se venía preparando desde días antes la gran peregrinación diocesana en que representantes de todas las parroquias nos reuniríamos en la Iglesia La Caridad para juntos hacer a pie el último tramo de la marcha hasta la Catedral, donde el Obispo y todos los sacerdotes celebrarían la Eucaristía de apertura de la jornada jubilar. Ultimados los detalles, una noticia vino a enturbiar momentáneamente la alegría: las autoridades del país no permitían salvar a pie, como estaba previsto, el trayecto de uno a otro templo, "el Jubileo habría de celebrarse puertas adentro, la fe –algunos nunca entienden porquen no quieren entender– es cosa para el templo". Quizás un día consigan, quienes ahora piensan y actúan así, ver con claridad que el amor a Cristo, ese que nos llevó allí, irradia desde el corazón de cada católico cubano, que el jubileo nos acompaña, pese a todo, cada minuto de la cotidianidad, en todos los ambientes, que cuando la Iglesia sale a la calle no busca demostrar su fuerza sino anunciar la vida. Esta fiesta no empezaría como habíamos pensado. Hay contrariedad en los rostros. En las mentes, el recuerdo de otra muy reciente prohibición: también a los jóvenes intentaron frustrarles el jubileo impidiéndoles su peregrinación –tras meses de preparativos- con la que se proponían acudir al Cobre para ofrecer a la Virgen sus sueños y esperanzas, lo transcurrido y por transcurrir de sus cortas vidas. Un hecho lamentable que ahora se repite. Cada quien iría pues directamente a la Catedral a las cuatro y treinta de la tarde. –Mañana a las cuatro aquí... Misa de Navidad. Un joven, por lo general callado y de aspecto taciturno, lanza la idea. La frase vuela de boca en boca. Los feligreses de La Caridad no se resignan. Para llegar a Dios hay que andar, y es con las dificultades de ese peregrinaje que el pueblo de Dios se purifica. Unas 40 personas se reúnen la tarde del domingo en el pórtico. Otro joven reitera el sentido de la peregrinación, del Jubileo. Antes de partir, el cielo pinareño –el Cielo–, acoge la plegaria aprendida de Jesús y, aunque menos numerosa, una comitiva entusiasta inundó de fervoroso silencio –nada más elocuente- el trayecto hasta la Catedral, cada quien atento a lo que el Señor quiere decirle, poniendo ante Él sufrimientos, alegrías, esperanzas... Delante: el Libro Sagrado. Desde los portales y aceras, la gente, con sentimientos diversos, recibe el testimonio. Al llegar, ya nada pudo evitar la fiesta. Había invitados de todas partes al banquete Eucarístico. Enseguida distinguí a los vecinos de San Juan, el pueblo de mi infancia y adolescencia, por acá unos amigos de San Cristóbal, más allá otros de Las Martinas, de este lado, la gente de San Luis... y aunque muchos no pudieron llegar –los hermanos de la zona de Cortés y algunos de Sandino debieron regresar desde mitad de camino- y otros fueron retenidos sin razón aparente durante largo rato en la carretera, o debieron dar un largo rodeo, el recinto exterior de la Iglesia estaba repleto cuando Mons. José Siro inició la celebración. Durante la Homilía, dedicada a la familia, institución por excelencia donde fomentar el amor, Mons. Recordó las palabras del Papa en Santa Clara el 22 de enero de 1998, y nos exhortó a rescatar y salvaguardar "el patrimonio de virtudes que distinguieron a las familias criollas" de antaño. Con ese espíritu participamos luego en la cena del Señor, con ese espíritu recibieron ya algunos hermanos la indulgencia que propicia el tiempo jubilar, con ese espíritu, a la escucha del palpitar de nuestro pueblo, afianzados en la realidad, reiniciamos todos la peregrinación a la casa del Padre, porque ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo, si él mismo se pierde o se arruina? (Le 9,25).
L O S P O B R E S ESTÁN LLAMANDO A LA PUERTA A las puertas del Gran Jubileo del año 2000 a las naciones del mundo y a todos los pueblos de buena voluntad. En nombre de los pobres.
«Los Pobres del mundo están llamando a la Puerta. Piden entrar y cenar con nosotros, A fin de unirse a los invitados del Banquete de este gran jubileo".
Nosotros, miembros de la familia vicenciana internacional, que seguimos a Jesucristo y a su discípulo Vicente de Paúl, tenemos en común una profunda inquietud por el sufrimiento de los pobres. Reconocemos los hechos y defendemos las convicciones siguientes: · Cada ser humano posee una dignidad fundamental y tiene derecho al respeto. · Formas de pobreza que existen desde hace mucho tiempo persisten todavía en nuestros días: La ignorancia, el hambre, la falta de vivienda, el desempleo, los bajos salarios, la enfermedad, la intoxicación, la falta de higiene, la opresión, los estragos de la guerra. · Nuevos pobres y nuevas pobrezas han surgido entre nosotros: el SIDA, la ruptura de las familias, la imposibilidad de tener acceso a la tecnología, la polución del ambiente, la cultura de muerte. · Algunas de estas pobrezas, entre las antiguas y las nuevas, se ven reforzadas por las estructuras de nuestra sociedad. · Cristo, nuestro Salvador, vive y sufre hoy con los pobres. · El amor efectivo a los pobres proclama la buena noticia de que el reino de Dios está cerca. Nosotros, miembros de la familia vicenciana internacional, invitamos a todos los pueblos a unirse para escuchar los gritos de los necesitados y para dar la respuesta adecuada. Juntos podemos llevar a cabo lo que, por separado, no podemos hacer. Abramos las puertas a esta posibilidad que se nos ofrece: · Construyendo una cultura de solidaridad, de comprensión y de diálogo, mientras que crece nuestro respeto por los derechos de cada persona. · Poniendo a disposición de cada persona, sin distinción de estatuto, raza o género, los medios de acceso a la educación. · Asegurando un salario básico a todos los trabajadores. · Aliviando el peso de la deuda de los que tienen más dificultades para pagar, tanto si se trata de naciones como de individuos. · Ofreciendo a los hambrientos el alimento, los medios y las competencias que necesitan para que puedan nutrirse y nutrir a sus familias. Entonces, todos, ricos y pobres del mundo, podremos unir nuestros corazones para celebrar el Gran Jubileo y darnos las manos para avanzar juntos hacia el tercer milenio. Somos responsables de algunas de las principales ramas de la Familia Vicenciana Internacional: · La Asociación Internacional de Caridad. · La Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl. · La Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. · La Federación de Hermanas de la Caridad de tradición vicenciana y setoniana. · La Sociedad de San Vicente de Paúl. · Los Religiosos de San Vicente de Paúl. · La Asociación Mariana Vicenciana. · La Asociación Mariana de la Medalla Milagrosa. |
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