noviembre-diciembre. año VI. No. 34. 1999


JUSTICIA

Y PAZ 

 

 

 

BUENA NOTICIA

PARA LOS QUE ANUNCIAN

LA VERDAD EN CUBA

por Virgilio Toledo

  

  

En el programa de vida de una persona de buena voluntad no puede faltar el anuncio de la verdad; es un deber cívico y para poder concretar la aplicación de ese programa existen dos vías, dos caminos que deberíamos recorrer y que son imposibles de bordear, si somos consecuentes con nuestra conciencia. Recuerdo aquella frase del Padre Varela: “No queremos ser cristianos contradictorios sino cristianos consecuentes”. Esas dos vías pueden ser:

En primer lugar: buscar la verdad.

 En segundo lugar: dar testimonio de esa verdad encontrada, o sea, vivir en la verdad.

Hoy nos toca a nosotros preguntarnos, ¿qué tipo de proyecto de vida es el mío? Un proyecto que se limita a cumplir con la rutina diaria, o un proyecto comprometido con anunciar con la vida la verdad? Esa verdad que nos hace libres, aunque cuesta buscarla y vivirla, es el único modo de liberación y plenitud verdadera.

Jesucristo no fue crucificado principalmente por los milagros curativos que realizó, esa dimensión de su misión la podían hasta aceptar los judíos, lo que realmente lo condujo a la cruz fue:

La denuncia que hizo sobre la ley, sobre el sábado, sobre el templo, tres realidades aparentemente no religiosas que al no vivirlas en la verdad, esclavizaban a los judíos e impedían al hombre su promoción y liberación como persona, centro y fin de la misión de Jesús.

A Jesús lo crucifican por poner a la persona humana por encima de las instituciones, de los partidos, de los poderes, incluso de la propia religión judía. Pero resulta que ese crucificado y resucitado le dijo a Pilato antes de que lo condenaran  que Él había venido “para dar testimonio de la verdad y todo el que es de la verdad oye mi voz”. Esta fue su vocación y la causa de su sacrificio salvador.

Pilato, por su parte, tiró una cortina de humo sobre aquella buena noticia de Jesús e intentó desviar la atención hacia especulaciones filosóficas y otras discusiones preguntando... ¿Y qué es la verdad?

El poder, en este caso representado por Pilato, no mira al hombre sino que le pregunta ¿qué es la verdad? Jesús supo escoger el vivir en la verdad que le costó ir nada más y nada menos que a la muerte en la cruz, brindando el testimonio supremo de la verdad de la fe, que es el martirio. Esta fidelidad inquebrantable, hasta el final, le da una credibilidad rotunda a su mensaje de salvación.

A nosotros nos corresponde hoy ser fieles a la opción de vivir en la verdad con nuestras actitudes, y para ello debemos preguntarnos ¿qué realidades están esclavizando al hombre que le impiden su promoción y liberación para buscar la verdad y vivir en la verdad?

 

ORGANIZAR NUESTRA VIDA SEGÚN LA VERDAD

No basta con la búsqueda de la verdad, es necesario cuando se encuentre esta verdad, abrazarla, defenderla, compartirla, adherirse a ella y ordenar toda una vida según sus exigencias.

Amigos míos, esto no es más que aceptar la otra vía, la de la conversión y el sacrificio, la de la esperanza y el progreso que va haciendo realidad nuestro proyecto de vida.

El dar testimonio de la verdad, asumiendo todos los riesgos que implica vivir la verdad en carne propia, no es otra cosa que poner en la práctica cotidiana y darle una nueva plenitud al octavo mandamiento: No des falso testimonio contra tu prójimo (Ex. 20. 16).

Como podemos apreciar, esta vía o camino, es ineludible para cualquier persona de buena voluntad y si se logra vivir con sencillez y autenticidad es, sin duda alguna una buena noticia: Es la buena noticia de que podemos vivir en la verdad y de que vivir en la verdad es el único camino para estar en paz con nuestra conciencia, con Dios y con los demás.

Vivir en la verdad es la buena noticia de poder vivir reconciliados con nosotros mismos. Les digo, sinceramente, que he visto personas sufrir por vivir en la verdad y al mismo tiempo tener una paz interior, una solidez de espíritu, una fortaleza cristiana para enfrentar la vida, tener una capacidad para crear, para no dejarse aplastar, para soñar con un futuro mejor, que me han convencido de que vivir en la verdad es la mejor noticia que podemos dar de cara al año 2000 y siempre.

Cuando servimos al bien es una buena noticia, pero cuando se sirve al mal la verdad es una mala palabra, como dijo una amiga: “La mentira necesita de muchas personas que la sirvan y la verdad con unos pocos servidores se abre camino”, penetra como un rayo de luz por cualquier rendija y crece formando el frondoso árbol de la verdad que con su sombra guarece la confianza que debe existir entre los hombres.

Todos somos capaces de ser testigos de la verdad y para anunciar la verdad no se necesita ser un ser sobrenatural, solamente se necesita no buscar pretextos.

A fin de cuentas cuando nos comportamos como algunas de estas personas que siempre tienen un pretexto para no comprometerse con el desarrollo de la virtud de la veracidad que otorga justamente al prójimo lo que le es debido, quien pierde somos nosotros mismos y la humanidad entera.

 

LOS HOMBRES NO PODRÍAN VIVIR JUNTOS SI NO TUVIERAN CONFIANZA   RECÍPROCA

“Los hombres no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen en la verdad” dijo Santo Tomás de Aquino. Cabe a nosotros preguntarnos ¿cuántas veces hemos sido testigos de la verdad?, ¿qué hacer para manifestar la verdad en la familia, en el centro de trabajo o de estudio, dentro de la misma Iglesia, en el grupo de amigos, en fin, donde se desarrolla mi vida?

Este quehacer no sólo debe ejercerse en las grandes decisiones de nuestra vida, sino más bien en la cotidianidad, que a fin de cuentas es donde se construyen y definen las grandes cosas de nuestra vida.

Realmente, transformar el mundo en su globalidad es imposible para una persona, pero transformar el mundo a través del anuncio y testimonio de la verdad en mi entorno no sólo es posible sino que también es nuestra obligación. Por ejemplo, concretamente, podemos proponernos metas viables y graduales. Por ejemplo, un día podríamos proponernos: hoy no le voy a hacer juego a la mentira, ni a la simulación, ni me dejaré influir negativamente por el ambiente. Así de sencillo pudiera ser. Estas decisiones pequeñas nos irán dando el entrenamiento que necesitamos para ir tomando mayores compromisos para vivir en la verdad y poder transformar con nuestro aporte el mundo en que vivimos.  Si mañana, en las relaciones con los vecinos, con los compañeros de trabajo, en la familia y en la escuela o la Universidad, nos disponemos a buscar la verdad, y a decirla, a recorrer el camino que va desde el sí, quiero vivir según la verdad, hasta la acción concreta y cotidiana, fiel a esta opción, de defenderla, seremos testigos y constructores de un mundo nuevo y mejor, donde la verdad sea buscada, vivida y anunciada sin sospechas ni temores.

Caminar con los que anuncian la verdad es nuestro deber. Y como no sabemos hacerlo bien, pedimos a Dios que nos enseñe a ser fieles y constantes.