noviembre-diciembre. año VI. No. 34. 1999


EDITORIAL 
 

 

 

NAVIDAD:

ABRIR LAS PUERTAS A LA

REDENCIÓN

 

 

La fiesta de Navidad es la fiesta de la apertura. Dios se hace hombre abriendo las puertas a la redención del género humano. Abre la puerta del perdón para que todos aprendamos a perdonar. Abre las puertas de la misericordia para que todos seamos magnánimos con los que se han equivocado. Abre las puertas de la reconciliación para que todos aprendamos a ser hermanos.

 

Navidad es la fiesta de las puertas abiertas

Contemplemos el Nacimiento de Jesucristo. La Virgen María, la primera que abrió las puertas de su corazón y su seno para ser la madre del Hijo de Dios. San José, esposo fiel de María, que abrió su vida a lo desconocido para cuidar del niño y de la madre, para educarlo y amarlo hasta el final. Los pastores que abren las puertas de su fe para reconocer en el pobre niño del establo al Señor de la Historia. Los reyes que abren las puertas de las culturas y las naciones a la estrella de Belén. Esto fue la primera Navidad.

Contemplemos la historia de estos 2000 años. El corazón de los hombres se ha abierto a la universalidad, la vida del mundo se ha abierto a mayores grados de libertad y responsabilidad, aunque queda mucho por abrir. Las puertas de las culturas se abren a la riqueza de la diversidad. Las puertas de la economía se abren a la globalización con sus pro y sus contra. Las puertas de la política se abren cada vez más a la democracia, a pesar de todo lo que todavía la limita. En fin, que la conciencia de la humanidad se ha abierto a una sensibilidad humana mucho mayor que antes del nacimiento de Cristo. Esto ha sido fruto de la primera Navidad.

 

Navidad : abrir las puertas que aún permanecen cerradas

Quedan muchas puertas por abrir. Navidad es tiempo de apertura. Navidad es la puerta por donde entró la Bondad, la Verdad y el Amor de Dios para derramarse en todo corazón y cultura que se abra a la redención. Navidad es momento de abrir las puertas de nuestras conciencias a lo que todavía no puede asumir en la verdad. Es abrir las puertas de nuestros corazones para sanar todo lo que está herido, lo que está seco de sentimientos, lo que pudiera haber de cerrazón. Navidad es abrir las puertas de nuestra voluntad para ofrecer ahora la bondad, la verdad y el amor  necesarios para que lo que está cerrado se abra y lo que está dormido despierte, para que lo inmovilizado se mueva y lo que retrocede, avance. Eso debe ser Navidad.

Cuba y cada cubano debemos preguntarnos qué falta por renovar, qué necesita de vida nueva, qué pide apertura y necesita liberación. Cristo nació para abrir y liberar, para renovar y reconstruir, para salvar y rescatar todo lo bueno que hay en el corazón de los hombres, de las culturas y de las naciones: Eso se llama redención. Eso se llama también abrir las puertas al Redentor.

El Santo Padre Juan Pablo II abrirá en esta Nochebuena la Puerta Santa de la primera Iglesia de la cristiandad: la Basílica de San Pedro en Roma. Esa puerta que se abre cada 25 años, quiere simbolizar todas estas aperturas, espirituales, culturales, materiales, sociales, políticas y religiosas. Es la Puerta del Año Santo Jubilar con el que celebraremos los 2000 años del Nacimiento de Cristo.

Cada obispo en su diócesis inaugurará estas celebraciones, que durarán desde esta Navidad hasta la Navidad y el Día de Reyes del 2001, cuando recibamos el comienzo del Tercer Milenio del Cristianismo.

La Iglesia, al abrir estas puertas simbólicas, desea abrir su corazón de madre, desea abrir las puertas de la gracia, el perdón y la misericordia, desea abrir las puertas a la reconciliación: esa es la esencia del Jubileo del 2000.

Ella es la primera que necesita ese perdón, esa renovación y ese cambio.

Toda la Iglesia católica invita, también, a las demás religiones y a todos los hombres de buena voluntad: simples ciudadanos, constructores de la sociedad, responsables de los Estados, a abrir las puertas de su conciencia, de su corazón y de su voluntad al cambio de mentalidad, al cambio de sentimientos, al cambio de vida, al cambio social, político, económico y cultural para que el mundo sea mejor. Todos necesitamos de renovación, de reconciliación, de apertura.

Deseamos a todos una Navidad llena de signos de apertura a la bondad, la verdad y el amor, personal, familiar y social, porque sin esas puertas abiertas, le cerraremos la puerta a la esperanza. Y una persona y una nación sin esperanza no pueden celebrar la Navidad como se debe. Que en medio de las dificultades no dejemos caer la esperanza. Eso es lo último que se pierde.

Que el Año Jubilar con el que celebramos los 2000 años del Nacimiento de Jesucristo sea el tiempo de apertura y gracia, de justicia y de paz, de perdón y reconciliación que Cuba necesita para que todos podamos llegar a «ser protagonistas de nuestra propia historia personal y social, como nos sugería el Papa.

En el pobre establo de Belén, en la humilde familia de Nazaret, comenzó este camino. Eso nos hace creer en la fuerza de lo pequeño, en la fecundidad del grano de mostaza, en la iluminación de una pequeña luz en el interior del espíritu humano, en la virtud del grano de sal y en la potencialidad del fermento en medio de la masa.

Navidad es la fiesta de las puertas y también la fiesta de los humildes, de los que esperan sin tener nada, es la fiesta de lo nuevo que viene y del perdón.

Que Dios nos conceda a todos los cubanos, ciudadanos y responsables de la nación, familias e iglesias, una feliz Navidad 1999 y un año 2000 próspero de humanismo y de verdad, de justicia y de paz.

Pinar del Río, 8 de Diciembre de 1999.