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noviembre-diciembre. año VI. No. 34. 1999 |
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ECONOMÍA |
UN ÚNICO EMPLEADOR: MECANISMO DE CONTROL
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¿Usted
trabaja? La respuesta a esta pregunta es la base del asunto que nos ocupa
en este artículo. «No,
yo soy jubilado» o «no, yo soy ama de casa». Son algunas de las
respuestas que recibimos. Sin
embargo sabemos que los jubilados tienen muchas veces más trabajo que los
demás, y ni hablar de las amas de casa. Las
personas que nos responden que no trabajan porque no tienen un salario a
cambio de lo que hacen son las mismas que en el mundo entero se ocupan de
una obra de caridad o tienen
a su cargo una importante
tarea en una obra social y son las mismas
que en Cuba tienen que ir diariamente a la bodega o limpiar la
casa, lavar, cocinar planchar. Luego,
entonces, parece ser que ya trabajar no es «ocuparse en un ejercicio u
obra, afanarse, atarearse» sino que se ha convertido en «ocuparse en un
ejercicio u obra a cambio de un salario o ganancia». Pero
resulta que en Cuba esto es aun más grave, pues solemos tropezarnos con
otras respuestas que van más allá de considerar que sólo trabajan los
que reciben una retribución por ello, como por ejemplo:»no, yo no
trabajo, yo soy trabajador por cuenta propia o «no, yo no trabajo, yo
vivo de lo que se va presentando» o escuchamos expresiones como «ese no
trabaja, es un negociante» . Y volvemos a escuchar y a aceptar la
negativa de boca de personas que se pasan el día afanándose en algo que
les proporciona una retribución. Es decir, ya no se trata de personas que
no ganan nada con lo que hacen, sino de personas cuya única entrada de
dinero es precisamente su «trabajo». ¿Cuál
es entonces el problema ahora? ¿Será
que el trabajo ha perdido su verdadero significado? Porque nadie niega que
pasarse el día vendiendo dulces en un carrito de gastronomía es
trabajar. ¿Cómo entonces no lo es vender dulces en el portal de mi casa?
Tampoco nadie niega que las auxiliares de limpieza de las empresas
estatales, trabajan; o ¿las que trabajan en la tintorería lavando? ¿Por
qué negar que lo hacen las amas de casa? Calificaríamos de locos a
quienes se les ocurra dudar de que trabajan los de los modernos
departamentos de negocios en las empresas, pero aceptamos que los que
viven inventando negocios propios nos digan que no trabajan. Algo
más se le ha agregado al concepto de trabajo: trabajar es, entonces,
ocuparse en un ejercicio u obra a cambio de una remuneración en una
empresa estatal. ¿Cuál
es el origen de esta confusión? El
trabajo no es sólo medio de vida sino que también debe ser fuente de
realización personal. Cuando el trabajo sólo cumple una de estas
funciones el hombre debe escoger. Por
supuesto que es imprescindible ganarse la vida y cuando no tiene otro
medio de subsistencia el hombre debe renunciar a su realización mediante
el trabajo o buscarla denodadamente en lo que por obligación tiene que
hacer. El trabajo ha sido durante mucho tiempo ligado solamente a la vía
para ganarse lo necesario para subsistir y asociado inevitablemente a la
fatiga. De
ahí que lo que nos da placer o nos produce satisfacción hacer o lo que
contribuye a nuestra realización como personas, generalmente no lo
identificamos con el trabajo, y tampoco lo que no sea la fuente de
nuestros ingresos. Pero
el identificar el trabajo con lo que se hace en empresas estatales no
tiene justificación aunque sí
podemos encontrarle alguna explicación.
UN
ÚNICO EMPLEADOR En
Cuba durante años hemos tenido como única entidad empleadora el Estado.
El Estado es el único autorizado por la ley para emplear, es decir, para
ofrecer la oportunidad de ganarse la vida trabajando. Incluso
con la apertura a la inversión
extranjera, el Estado mantiene el control sobre el empleo a través de una
«bolsa» que presenta a los inversionistas y un mecanismo de pago que
mantiene a todos los trabajadores dependientes de él. Por
tanto, toda persona que ha querido estar dentro de los marcos establecidos
por la ley, ha tenido que trabajar en empresas estatales. Con la
autorización a trabajar por cuenta propia esta situación ha cambiado
algo, pero resulta que ni siquiera por las instituciones es considerado
como trabajo. (En los centros de enseñanza que existen especialmente para
trabajadores no tienen derecho a matricular los que trabajan por cuenta
propia). Existen
muchas razones para considerar que no es de ninguna manera ético que
exista un único ente que tenga en sus manos todo el poder para reconocer
o no el derecho de cada cual al trabajo. Una
de las razones por las cuales podemos asegurar que la existencia de un único
empleador no es aceptable desde el punto de vista ético es el hecho de
que se convierte en un mecanismo de control.
UN
MECANISMO DE CONTROL Es
de alguna manera lícito exigir que los trabajadores respondan a los
intereses del negocio, pues esta puede ser la garantía del éxito económico. Pero
esto no tiene nada que ver con la forma de pensar y de actuar de los
trabajadores. El
empleador no tiene ningún derecho a influir en las ideas o creencias de
sus empleados. Y
mucho menos deben ser criterio de elección de los mismos. Es decir, no
hay derecho a escoger a un trabajador por sus ideas políticas o sus
creencias religiosas. Si
una persona debe pensar de una manera o tener una creencia para trabajar o
lo que es lo mismo, si le está prohibido
pensar de alguna manera o profesar alguna religión, intentará
dar la imagen que necesita para trabajar, aunque difiera mucho de
la verdadera. Cuando
esto sucede en una sociedad donde existe más de un empleador, cada cual
tendrá oportunidad de buscar y elegir el trabajo o el empleado que desee
y siempre queda la esperanza de encontrar a alguien más justo y moral que
no tenga estos criterios de elección. Pero
cuando existe un único empleador las personas necesitan subordinarse a
sus intereses y cumplir sus requisitos, pues es la única forma de ganarse
la oportunidad de trabajar. Por tanto, aunque cada cual se reserve el
derecho de pensar por sí mismo y creer en silencio, la forma de actuar de
cada persona que necesite trabajar estará bajo el control del empleador. La
sociedad se enfermará si funciona de esta manera la política de empleo. Primeramente,
encontraremos personas despersonalizadas, que viven una vida dentro de su
casa y otra para la sociedad. Habrá,
por otro lado, trabajadores con bajo nivel de realización personal, aún
en el caso de que les guste su trabajo, lo que además atenta contra la
eficiencia productiva. Y
las personas serán dependientes, poco capaces de crear, de
responsabilizarse verdaderamente con lo que hacen. ¿Cómo
puede resolverse esta situación en la sociedad? Tomar
conciencia de que ser una persona humana es la vocación fundamental en
nuestras vidas y que como tales tenemos el
deber de cultivarnos es una buena base para este cambio, pues esto
implica la obligación de ser libres en nuestro quehacer y responsables de
lo que hacemos o decimos, lo que no concuerda con mantener una doble
imagen, una doble vida. En
mi opinión, es necesario que cada cual defienda su derecho a trabajar
independientemente de sus ideas políticas y sus creencias religiosas y
vaya ganando poco a poco el espacio que necesita para manifestarse como
es. El
empleador justo, por deber de conciencia, debe irrespetar
cualquier disposición que impida que la política de empleo esté
subordinada al respeto a los derechos fundamentales del hombre. Teniendo
en cuenta la legislación necesaria para ello, debe procurarse que existan
diversas fuentes de empleo, las cuales no tienen por qué convertirse en
fuente de explotación del trabajador y que, por el contrario abriría el
horizonte de posibilidades para el mismo, de no sentirse explotado ni
controlado. Ninguna de estas cuestiones por sí sola librará la sociedad de esta enfermedad; se necesita de todas y de más. Pero solamente si cada uno se compromete con el «pedacito» que le toca, se hará el todo. No es necesario esperar a que otros hagan lo que tienen que hacer, haga usted lo suyo. |
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