En el Año Santo del 2000, con el que

celebramos el Segundo Milenio

del Nacimiento de Jesucristo,

en el umbral del nuevo siglo,

la Iglesia abre sus puertas y

convoca a toda persona 

de buena voluntad que 

quiera acercarse a Cristo 

a que abra de par en par 

las puertas de su corazón.