noviembre-diciembre. año VI. No. 34. 1999


ENTREVISTA 

 

 

 

EL MÚSICO

MÁS IMPORTANTE

conversación con los Sres. Amado Martínez-Malo y Servando Blanco Martínez

 

por José Raúl Fraguela

  

  

Sr. Amado Martínez-MaloEl pasado 20 de octubre, con motivo del día de la cultura cubana, participé en una velada homenaje a Pedro Junco, donde los invitados: Amadito Martínez-Malo y Servando Blanco, con una importante labor de rescate de la figura y la obra de nuestro compositor por antonomasia, no defraudaron a quienes decidimos, aprovechando la oportunidad que nos daba la Comisión Católica para la Cultura, no dejar pasar por alto la fecha. Amadito nos habló largamente de su amistad con el autor de Nosotros, sobre el cual ha escrito un libro que nos ofrece un Pedro Junco humano, desmitificado; y entre ambos, nos narraron sus peripecias para salvar del olvido muchas de las canciones, aún inéditas, de Pedrito, algunas de las cuales escuchamos en la voz de Servando, en excelentes arreglos hechos por él mismo.

Esa noche surgió la idea de llevar a los lectores de Vitral una entrevista con estos amigos, que tocase aspectos relacionados con sus interesantes propuestas (libro y música), las vicisitudes para su realización, etc.

Hoy, amigo lector, la ofrezco a su consideración.

 

J.R.F: Amadito, muchas veces, quizás has hablado de la estrecha amistad que te unió a Pedro Junco. ¿Recuerdas las circunstancias en que lo conociste?¿Cómo llegaron a ser amigos?

A.M.M: Mira, yo vivía en Máximo Gómez, entre Calle Nueva y Cabada, y la primera casa que hay después de la de las Hijas de la Caridad era un Kindergarten, al cual asistí junto con los hermanos de Pedrito. Él no, porque era mayor que nosotros; pero todos los días pasaban en la máquina de su casa, dejaban a los más chicos y seguían con él para la escuela. Después de las clases regresaba, porque la maestra de nosotros, Estrella Pintado, y su hermana Zoila que la ayudaba en el aula, le enseñaban música, piano.

Además, ellos vivían allí en Maceo, tú sabes, donde está la sede de la UNEAC, éramos vecinos y como todos los muchachos, jugábamos juntos en el barrio, a la pelota y otras cosas. De ahí proviene nuestra amistad.

J.R.F: ¿Cómo lo recuerdas?

A.M.M: Era un hombre de 6 pies y unas 180 libras, blanco, con la cara así... rosada como tú,  tenía el bigote y el pelo castaño oscuro,  usaba gomina porque lo tenía muy lacio... Le gustaba mucho vestirse de carmelita, con pantalones sin pliegues y camisa de mangas largas, y unos zapatos que nosotros llamábamos americanos, como esos sports que usan ustedes ahora.

Además, era todo un caballero, alegre, enamorado, le gustaba el deporte, pero creo que su vida era sobre todo la música... y las mujeres. Recuerda su edad.

J.R.F: Una de las cosas que me trae hoy a verte es el libro Un viaje a la Memoria, donde rescatas no sólo parte de la obra, sino la personalidad de P.J. para todas las generaciones que no lo conocimos.

¿Podemos afirmar que tu empeño se debe sólo a la amistad que los unió?

A.M.M: Sí, categóricamente. Yo tenía 18 años cuando me dio la libreta con sus canciones. Al otro año murió y desde entonces quise darlas a la publicidad.

J.R.F: Pero el libro no es sólo eso...

A.M.M: Hay también vivencias mías, que escribí y luego mis hijos me ayudaron a organizar, a darles la estructura de libro.

J.R.F: ¿Y por qué entonces tardaste tanto en materializarlo?

A.M.M: Tú me conoces desde hace tiempo, sabes que no soy escritor, por tanto necesitaba ayuda, y encontré mucha indiferencia, muchos oídos sordos durante un período bastante largo.

Por otra parte, mientras estuve trabajando no tenía mucho tiempo para algo que, si se va a hacer en serio, requiere dedicación.

Una cosa que influyó fue la pérdida de la libreta, la presté a alguien “de confianza” y hasta hoy no he vuelto a verla. Eso me desanimó bastante.

Después que me jubilé decidí sin  embargo dedicarme de lleno a ello, investigué, indagué entre los amigos y parientes que pudieran recordar o conservar algo que me permitiera completar lo que por tanto tiempo tuve en mente hacer.

J.R.F: Felizmente tenemos aquí la obra terminada. (Si me lo dicen cuando intentabas hacer de mi un corredor de medio fondo -¿te acuerdas?- quizás lo habría dudado). ¿Qué te resultó más difícil?

A.M.M: Lo más duro fue cuando perdí la libreta. Me desanimé, pensé que ya no había nada que hacer. Sin embargo, cuando decidí enfrentar el asunto de lleno, la cosa no fue coser y cantar, ¡a ti qué te cuento! Quien nunca se ha metido en esto cree que es fácil. Cuesta mucho andar detrás de las personas, buscar datos, pedir opiniones, documentos; porque como viste, al final no son sólo mis vivencias.

J.R.F: ¿Tienes otros planes en este sentido o terminaron las inquietudes literarias de Amadito?

A.M.M: Mira, empecé una historia del Instituto  de Segunda Enseñanza de Pinar del Río desde 1883 hasta 1960. Tengo muchos datos, todos los profesores, los directores, los presidentes de federación. También estudiantes que luego fueron personalidades en diferentes ámbitos de la vida nacional. También todos los lugares donde estuvo enclavado, desde Calle Nueva y Martí hasta su emplazamiento final.

Tengo además datos sobre la historia remota de Pinar del Río que podrían servir para escribir sobre esta. Pero la verdad es que el asunto se las trae, la vista ya no me acompaña y no sé si podría sacar adelante algo así sin ayuda.

J.R.F:¿Cuánto hace que terminaste el libro?

A.M.M: Dos años.

J.R.F: ¿Por qué entonces no ha sido publicado?

A.M.M: Imagínate, ahí sí que solo nada puedo. Se sabe del libro, gente que pudo o puede viabilizar su publicación lo conocen, o por lo menos conocen que lo escribí. Hasta ha habido alguna que otra promesa, pero al parecer no hay verdadero interés.

J.R.F: El libro vale la pena. Estoy seguro de que llegará a los lectores. ¿Consideras que puede aún ser enriquecido, o para ti es obra terminada?

A.M.M: Está terminado, incluso tiene tres cosas que al principio no había previsto y que le dan valor adicional, algo que otros escritos sobre Pedrito no tienen, que son criterios de especialistas sobre su poesía y sus canciones, opiniones de Nery Carrillo, Doris Céspedes y de Servando.

J.R.F: Hablando de sus canciones –y esta es también para ti, Servando-, Pedro Junco ponía letra y música a sus composiciones. ¿Lo consideran Uds. más músico que poeta o viceversa? Quiero decir, qué brilla más en sus creaciones, el texto o la melodía.

A.M.M: Él era sobre todo músico.

S.B: En una obra así es difícil separar el texto de la música. Se complementan. Su música fue maravillosa. ¡Téngase en cuenta la época!. Fíjate que es un compositor con personalidad propia a pesar de haber vivido sólo 23 años que es la edad en la que muchos comienzan, quién sabe si no adonde habría llegado. No se notan en él influencias de otros músicos de la época.

En los temas de Pedrito, la melodía, la música, responde plenamente al texto, a sus intenciones, al estado emocional del autor. Pon atención si no a Estoy triste, y si la comparas con Mi santuario parecen compuestas por personas diferentes. Cada una da una atmósfera, responde a un estado de ánimo.

J.R.F: ¿Crees que sus melodías funcionan sin los textos, que la gente se sentaría a escuchar instrumentales de P.J.?

S.B: ¡Hombre, claro! Por supuesto, con arreglos adecuados.

También tenemos textos sin música que estoy seguro de añadírsele serían excelentes canciones, y puedo ponerte el ejemplo, lo tengo. Llanto, luna y mar, con música de Luis César Núñez González, un compositor de Alquízar, pero de ascendencia pinareña, que grabé recientemente en R.P. con el trío Oasis. Creo que es mi mejor arreglo y que funciona muy bien. Lo quiero para un documental sobre las últimas canciones de P.J. que pretendo hacer.

J.R.F: ¿Un documental?

S.B: Si, pero esa es otra historia. Quisiera hacerlo con profesionales, algo que haga honor a Pedrito. Me gustaría involucrar a los mejores que haya por acá, y hablo de los técnicos, guionistas, de todos.

J.R.F: Pero ¿has visto a alguien ya, tienes alguna idea preconcebida?

S.B: Tengo algunas ideas pero prefiero no hablar de ello hasta no tener algo más concreto, algo adelantado ¿entiendes?.

J.R.F: Por supuesto. Pero volviendo al tema de la música. Me gustaría conocer la génesis de este binomio Amado-Servando.

A.M.M: Chico, A Servando lo conocí como a ti, en la universidad, pero no sabía que cantaba. Una vez iba pasando junto a un local allí mismo, y escuché una voz acompañada por la guitarra. Pregunté y me dijeron: Es Servando. En cuanto le vi de nuevo le comenté de las canciones, de mi interés por rescatarlas y que me parecía que él era la persona apropiada. Se los enseñé y uno o dos meses más tarde, cuando pudo disponer de tiempo para ello empezamos a trabajar.

J.R.F: Tú cuentas en el libro cómo “reconstruyeron” poco a poco cada pieza. Un trabajo de artífices. ¿Alguna anécdota al respecto?

S.B: ¡Imagínate! Oye como canta Amadito

J.R.F: ¡Ah, vamos, el hombre no lo hace tan mal!

S.B: Bueno, en esto ha sido un maestro... Él empezaba a cantar con una línea melódica. Yo la iba siguiendo y de pronto, más allá de la mitad de la pieza ya llevaba otra. ¿Cuál sigo? Fue un trabajo delicado, riguroso.

A.M.M: Que nunca hubiéramos podido hacer sin la identificación que consiguió Servando con Pedrito. Él se ha apropiado el espíritu de las canciones, como si el propio Pedrito las cantara.

J.R.F: Y grabaciones comerciales, ¿las hay?

S.B: Si, en el CD que grabé en Panamá y Colombia, por ej., hay tres temas de Pedrito poco conocidos. He grabado casi todas las canciones en R.G., también algunas en R.P.

J.R.F: ¿Crees que se difunden lo suficiente?

S.B: Como te decía, las canciones se han llevado a R.P., R. Habana Cuba, pero siempre por gestiones personales y en programas muy específicos dedicados al autor.

También en televisión. Por cierto, la primera vez que me presenté me puse tan nervioso que confundí todo, llegué a decir que a Pedro Junco lo habían enterrado en el Cementerio de Colón, y lo peor fue que se rectificó, pero al salir al aire (era un Te quedarás ) parece que no se editó bien y salió el fragmento del disparate.

A.M.M: Nos costó disgustos con algunas personas.

J.R.F: Falta entonces la difusión del diario. Su distribución por la programación musical de los medios ¿no?

S.B: Si, mira, ahora hicimos un Buenos Días, el sábado, con motivo de la grabación de la que yo considero la última canción de P.J. Llanto, luna y mar y del próximo aniversario de su natalicio en febrero, que es redondo, el 80, pero la cosa no pasa de ahí.

Incluso en los concursos P.J., durante muchos años sólo se ponía Nosotros. En el 95 se programaron una serie de canciones por diferentes intérpretes, sin embargo, sólo canté yo, el resto no se presentó, no sé las razones.

J.R.F: Por lo que veo la tarea ha sido ingente. ¿O mejor decir es?

S.B: Ya hay varios que quieren ser los padres de la criatura, pero mucho costó que naciera.

A.M.M: Siempre quise dar a conocer estas canciones, y lo logré gracias a Servando. Lo que falta por hacer está ya en manos de los difusores, de los que dirigen la programación musical en los medios.

S.B: Pedro Junco es el músico más importante de Pinar del Río. Nosotros debe ser una de las canciones cubanas más conocidas a nivel internacional por la cantidad de versiones que tiene y el número de intérpretes que la tienen incorporada a su repertorio. En Colombia, por ej., todo el mundo la conoce.

A.M.M: Ulises Bretaña la escuchó a una artista Argentina por allá, por Alemania, donde menos lo esperaba, y estoy seguro que lo mismo sucede en cualquier país de Latinoamérica, en España...

S.B: Yo seguiré cantando sus canciones donde quiera, y ojalá muchos otros las incorporen a sus repertorios.