noviembre-diciembre. año VI. No. 34. 1999


 

  

EL AÑO 2000:

GRAN AÑO

JUBILAR

 

  

«Con la mirada puesta en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios, la Iglesia se prepara para cruzar el umbral del tercer milenio». Así comienza el Papa Juan Pablo II la bula de convocación del gran jubileo del año 2000, año en el que la Iglesia ha sido invitada para que profundice en el  Misterio de Dios dentro de la historia, revise su caminar durante el último siglo, discierna entre las luces y las sombras del último milenio, se duela por sus extravíos respecto del Plan de Dios y agradezca, alabe y bendiga a ese mismo Dios por su apoyo providente y constante para secundar su voluntad.

El Jubileo-2000 es una oportunidad privilegiada para promover desde nosotros la reconciliación con Dios y los hermanos, la renovación de tanta estructura pecaminosa, la confianza e ilusión por el futuro, la concreción de todos nuestros buenos deseos en un auténtico y eficaz compromiso cristiano.

   

 

CELEBRACIONES JUBILARES

  ROMA PINAR DEL RÍO
DICIEMBRE    
24 Basílica de San Pedro. Apertura de la Puerta Santa. Misa de Noche Buena. Apertura del Jubileo en cada parroquia. Misa de Gallo, Catedral.
26   Apertura diocesana del Jubileo.
31 Basílica de San Pedro. Vigilia de Oración por el paso al año 2000. Templos parroquiales. Vigilia de oración por el paso al año 2000.
ENERO    
1 Basílica de San Pedro. Jornada Mundial de la Paz. Catedral. Jornada Mundial de la paz.
2 Basílica de San Pedro. Jubileo de los niños.  
6   Premiación y clausura del III Salón de Arte Religioso.
8   Jubileo de los niños en cada vicaría.
18- 25 Basílica de San Pedro extramuros. Semana de oración por la unidad de los cristianos. Templos parroquiales. Semana de oración por la unidad de los cristianos.

 

¿Qué debemos esperar del Jubileo-2000?

He aquí lo que debemos esperar: un año de perdón de los pecados y de las penas por los pecados, un año de reconciliación entre cuantos vivan enfrentados, un año de múltiples conversiones, un año de penitencia sacramental y extrasacramental, un año en el que sentir y demostrar nuestra alegría porque Cristo nos ha salvado, un año en el que «prospere la unidad entre los cristianos. Deseo -dice el Papa- que este jubileo sea la ocasión adecuada para una fructífera colaboración en la puesta en común de tantas cosas que nos unen y que son ciertamente más que las que nos separan» (TMA 16).

 

Pero también debemos esperar algo más porque:

a) El Jubileo-2000 es el primero que celebramos en el tránsito de un milenio a otro.  Bajo este aspecto, los dos mil años del nacimiento de Cristo (prescindiendo de la exactitud del cálculo cronológico) representan un jubileo notoriamente destacado y distinto. Y esto no sólo para los cristianos, sino también para toda la humanidad, dado el papel primordial que el cristianismo ha jugado en estos dos milenios. El hecho de que el cómputo de los años se haga en casi todas las partes a partir de la venida de Cristo al mundo, ¿no es, acaso, un signo de la incomparable aportación que para la historia universal ha significado este nacimiento que ahora conmemoramos?

b) El Jubileo-2000 coincide con la etapa de mayor desarrollo humano jamás visto. La ciencia y la técnica han logrado cimas jamás soñadas, los desplazamientos humanos son cada día más rápidos y frecuentes, las fronteras desaparecen poco a poco, la información se realiza de forma instantánea, masiva y para todo el planeta, los organismos internacionales y entre ellos las Iglesias juegan cada día un papel más destacado. En un mundo así parece lógico que una celebración como ésta tenga un eco y una proyección mayor que nunca. Sin embargo, la cara oculta de la sociedad de hoy puede influir en una celebración más profunda e intensa del jubileo porque...

c) Junto a tanto desarrollo corre parejo el cada vez más caudaloso río de las desigualdades y miserias humanas. Nunca hubo en el mundo tan altas fortunas y, a la vez, tanto desafortunado viviendo en la más pura miseria. Nunca tanta organización local, nacional e internacional y a la vez tanto marginado.

Nunca tanta libertad de conciencia, junto con feroces fenómenos de fundamentalismo religioso. Nunca se habló tanto de paz en medio de tanta tensión y tanta guerra; ni del mundo como «aldea global» al lado de tanto brote de nacionalismos excluyentes, tanto racismo y tanta xenofobia. Nunca nos vimos tan protegidos por medidas de prevención y seguridad ni tan inermes ante lo que nos deparará ese futuro que se otea a través de las capas de ozono o las manipulaciones genéticas.

d) Este es, en fin, el Jubileo de una Iglesia que con ese acontecimiento único del siglo que fue su Concilio Vaticano II abrió de par en par su corazón al Espíritu, a la vez que sus puertas y ventanas al mundo; que  trata de caminar junto con el resto de las confesiones cristianas, que huye de todo fundamentalismo y practica el diálogo interreligioso, que busca la paz y la solución de los grandes problemas humanos en el concierto de todos los organismos de buena voluntad.

Por todo ello este Jubileo-2000 está llamado, sin duda, a ser, más que ninguno de cuantos le precedieron, un verdadero «año de gracia».