enero-febrero. año V. No. 29. 1999


PEDAGOGÍA

 

DE LA FORMACIÓN DE VALORES

AL DESARROLLO DE VIRTUDES

LA EDUCACIÓN MORAL EN CUBA A UN AÑO DE LA VISITA DEL PAPA

 

por Sergio Lázaro Cabarrouy

                  

La última de las libertades humanas

es la de decidir qué hacer,

en cualquier circunstancia.

Erich From, en El miedo a la Libertad.

 

Hace un año el Papa Juan Pablo II estuvo entre nosotros. El programa que dejó es una auténtica propuesta para todo el pueblo de Cuba, en cuya aplicación puede encontrarse el camino hacia el progreso, superando la crisis que vivimos.

En sus intervenciones el Santo Padre habló de la educación en nueve ocasiones1. Destacó la importancia de la educación ética y cívica para la formación de personas libres y responsables, dueñas de sus actos y de su historia, capaces de transformar la sociedad. Dejó claro lo imprescindible de la dimensión religiosa de la educación, como parte del ejercicio de la libertad. Y dijo que la familia no debe dejar en otras manos la cuota de responsabilidad que le corresponde en la educación de los niños y jóvenes, más aun, propuso que la familia, la escuela y la Iglesia formasen una comunidad educativa donde el hombre cubano pudiese crecer en humanidad. Esta propuesta parte del reconocimiento de una crisis moral que es causa de desintegración personal y social. La misma reta a todos los protagonistas del proceso educativo (padres, educandos, maestros, catequistas, responsables, funcionarios,...) a hacer cambios profundos en el estilo y la inspiración de dicho proceso, a fin de que contribuya más eficazmente a formar personas con mayores grados de humanidad, capaces de transformar la realidad en el sentido del bien.

Después de un año, la propuesta no ha encontrado suficiente eco. Por eso me alegré tanto cuando cayó en mis manos el documento "Orientaciones metodológicas para el desarrollo del programa dirigido a la formación de valores, la disciplina y la responsabilidad ciudadana, desde la escuela" 2 . El documento, elaborado por el Ministerio de Educación, corresponde a un programa que intenta dar una respuesta a la ya reconocida crisis moral que se vive en Cuba, de la que se ha dicho es una crisis de pérdida de valores. El mismo está dirigido precisamente a la formación de valores, y en éste aparece la definición de un grupo de valores escogidos, de cada uno se hace una pequeña descripción, y luego se exponen una serie de recomendaciones para su formación durante las horas de clase designadas para ello. Esto se hace para los niveles de la enseñanza, desde primaria hasta los preuniversitarios, incluyendo los Institutos Superiores Pedagógicos. El documento también expone el funcionamiento de la Cátedra de Formación de Valores, que en cada escuela se ha creado para realizar el programa.

Cuando lo leí me asaltaron varias interrogantes: ¿El hecho de dedicar horas de clase sólo para la formación de valores, hace realmente más eficaz dicho proceso? ¿Por qué crear cátedras exclusivas para ello? ¿Significa acaso que la educación moral es algo aparte del resto del proceso educativo, o que la manera en que esto se hacía hasta el momento no era correcta? ¿Se puede reducir la educación moral a la formación de valores?

La educación moral (o ética) 3 es un proceso que dura toda la vida, en el que la persona aprende a comportarse, a tomar decisiones, a hacer su propio proyecto de vida, a tomar las riendas de su vida, y a vivirla alcanzando cada vez mayores grados de humanidad. La educación moral no se puede reducir a momentos aislados, ni pueden usarse en ésta los mismos métodos con los que se enseñan las reglas ortográficas o el teorema de Pitágoras.

Una de las cosas que nos distinguen de los animales es el hecho de que tenemos conciencia. La conciencia humana puede decirse que tiene dos "partes" que no se pueden separar. La conciencia psicológica, es la que nos hace "tener uso de razón", es la que ejecuta nuestros actos. Es la parte de la conciencia que le hace percatarse de que está leyendo este artículo en este momento, la que lo conduce al ponchero cuando se le poncha la bicicleta, o a esforzarse para cumplir el plan de trabajo. La otra parte de la conciencia, es la conciencia moral. Esta es el juez que todos tenemos dentro. Es "la que remuerde" cuando uno hace algo incorrecto. Es la que juzga los actos, la que "usa la balanza" para tomar las decisiones, la que "consulta con la almohada", o la que reconoce el pecado. La educación moral debe, entonces, contribuir a formar debidamente la conciencia moral. Enseñar a pensar y decidir con cabeza propia, siempre en el sentido del bien mayor o del mal menor4.

Para contribuir a formar valores, lo primero que hay que tener claro es qué se entiende por valor. En una definición sencilla valor es "lo que vale". Es aquella cualidad que las personas reconocen que es buena y vale la pena cultivar para ser más plenamente humanos, por ejemplo: "vale mucho" ser agradecido, o sincero, la gente que no se deja atropellar por nadie es de "gran valor", el que sabe bien cómo hacer su trabajo, es un obrero o un profesional "valioso". O sea, el valor es una cualidad humana que se reconoce universalmente como válida, pero que además, tiene una eficacia demostrada cuando se practica. Hay culturas de la humanidad que han reconocido determinadas "cualidades" como valores y después ha resultado que la práctica demuestra que no lo son, por ejemplo, la cultura nazi consideraba la xenofobia como un valor, el desastre que esto constituyó para el pueblo alemán demostró definitivamente la falsedad de aquella consideración.

El valor moral es entonces una cualidad de la persona, producto de la síntesis entre un factor objetivo, externo a la persona, y uno subjetivo, producto del razonamiento, los sentimientos y la voluntad de dicha persona. Es necesario que la persona primero conozca "en teoría" (de forma externa a sí) dicha cualidad, y que luego la haga suya interiormente. Por ejemplo, para que la persona adquiera el valor de la honestidad, es necesario que se le diga lo que vale ser honesto, que sólo a través del conocimiento y la práctica de la verdad se puede progresar en la vida; y que al mismo tiempo la persona comprenda para sí el significado de la honestidad, sienta la necesidad de buscar y decir la verdad, y además tenga la voluntad de ser consecuente con sus sentimientos y su razonamiento, asumiendo libremente los riesgos de ser honesto a toda costa.

Por eso no se puede formar valores si la persona no descubre la aplicación de éstos en su propia vida. Si a los educandos se les pretende enseñar la honestidad poniéndole solamente ejemplos del sistema electoral, o de personajes históricos, o de citas de discursos, éste tendrá ante esa información la misma reacción que frente a la exposición de las características de la cayería del norte de Camagüey. Si se les habla del valor de la solidaridad, y sólo se ponen ejemplos sobre la política exterior, o sobre las campañas bélicas en otros países, el educando reaccionará igual. Todos esos ejemplos pueden ser válidos, pero sólo si están acompañados de una referencia a la realidad cotidiana que vive la persona. Dicho educando vive una realidad en la que cada vez más personas piensan que lo que hay que hacer es "escapar y sálvese quien pueda" porque "la cosa está muy mala". Es en esa realidad, lo cotidiano de su barrio y su familia, en la que el estudiante debe descubrir que realmente crece como persona y que también "resuelve su propio problema" al ayudar a otro. Lo que se enseña debe poderse constatar como verdad por los educandos. Formar valores no es convencer, sino ayudar a descubrir. La educación moral no puede reducirse a momentos o clases de una cátedra, es necesario también que la educación ética sea parte de todo el proceso educativo.

El educador puede servir efectivamente en la comunicación del valor, e incluso exigir determinados comportamientos acorde con su enseñanza, pero no manda en la conciencia del educando5, por tanto no tiene manera de influir en el elemento subjetivo de la formación del valor. Tratar de hacerlo sería manipulación, que en lugar de educar, promueve la doble moral.

La ciencia que estudia los valores se llama Axiología, y su padre es Scheler, y ha sido enriquecida por las distintas escuelas de moral. Según esta ciencia, para que una cualidad pueda ser catalogada como valor debe ser bipolar, escalable y material.

La característica bipolar significa que debe tener un contrario definido (antivalor), por ejemplo, valentía y cobardía, honestidad y doblez, amistad y enemistad, laboriosidad y vagancia, etc. Un valor no puede ser definido por una posición política o filosófica, pues éstas no tienen contrario definido, por ejemplo el existencialismo, el liberalismo, o el antifascismo no pueden ser considerados como valores. La característica escalable (rango) significa que los valores sólo pueden ser jerarquizados, no pueden ser priorizados unos, y soslayados otros. Ningún valor es en sí más importante que otro, es la persona, la que en su conciencia, y por propia iniciativa, da a unos más jerarquía que a otros. El primer paso en la formación de la conciencia moral no se completa, entonces, con la formación de los valores, es necesario que éstos sean jerarquizados libremente por la persona en una escala de valores. Por otro lado, la característica material, se refiere a la existencia objetiva de la cualidad, y a la posibilidad real de ponerla en práctica.

 

Scheler propuso una clasificación para los valores en una tabla de cuatro categorías.

1. Valores de lo agradable-desagradable: goce y sufrimiento, placer y dolor, etc. Son los que se refieren a los sentimientos primarios de las personas.

2. Valores vitales: Incluye los sentimientos vitales de salud y enfermedad, juventud y vejez, vida y muerte. Incluye también las reacciones sentimentales de alegría y aflicción.

3. Valores espirituales: Incluye los valores estéticos (lo bello y lo feo), los valores éticos (lo bueno y lo malo) y los valores teóricos (de la verdad y la falsedad).

4. Valores de lo sagrado-profano: Son los relacionados con lo trascendente, fe e incredulidad, adoración y maldición, etc.

 

La escala de valores de una persona con conciencia moral bien formada, tiene valores que clasifican en las cuatro categorías, ordenados según la propia voluntad. Por eso me preocupa que en las Orientaciones Metodológicas1 sólo aparezcan valores éticos, y no haya estéticos, sentimentales, o de lo sagrado-profano. Habría entonces que incluirlos, para que la formación ética en las escuelas, sea más completa.

Cuando los valores dejan de ser conocimiento y sentimiento, y se llevan a la práctica, entonces se convierten en virtudes. Siguiendo uno de los ejemplos anteriores: la virtud de la honestidad podría llevar a la persona a desarrollar varias actitudes, por ejemplo, la de la escucha del otro para ganar en objetividad, la de la renuncia a las ventajas que obtendría si engaña a su jefe o a sus clientes, la de la espera del momento preciso para decir la verdad, etc., por cierto, esta última actitud corresponde a la virtud de la prudencia, con lo que se ve que las virtudes están relacionadas entre sí, porque la persona no es como una tienda por departamentos.

Las virtudes se cultivan gradualmente, nadie cambia ni mejora de un tirón. Es más, muchas veces sucede que las personas cometen actos aislados en los que niegan las actitudes que han decidido desarrollar, las actitudes no son los actos aislados, pero los mismos las concretan. Por ejemplo, la amistad entre dos personas, si florece, sucede en la medida en que las personas alcanzan poco a poco mayores grados de intimidad y entrega mutua. Es posible que ese proceso tenga baches, y que haya discusiones en las que parezca que todo se va abajo, pero si estas situaciones se superan, y constituyen la excepción en lugar de la regla, la amistad será un hecho.

Las buenas actitudes y la conciencia moral bien formada no necesariamente conducen a mayores grados de desarrollo humano, es necesario que dichas actitudes respondan a un proyecto de vida, el cual dé sentido a la existencia, de modo que la persona sepa qué quiere en su vida y hacia dónde dirige sus pasos. Así podrá progresar sobreponiéndose a los problemas cotidianos de la vida, mirar mas allá de éstos, y desarrollar proyectos que impliquen toda su existencia.

Una educación moral que pretenda ser eficaz, no debe quedarse sólo en la formación de los valores, debe acompañar el largo y difícil proceso que empieza en la escala de valores, sigue en la formación de una conciencia moral recta, verdadera y cierta6, continúa en el ejercicio del discernimiento, y concreta actitudes que determinan sus actos. La educación moral no estará completa si no dota a la persona de las herramientas para desarrollar su propio proyecto de vida, libremente elegido, de modo que ella misma escoja sus valores preferentes, sus criterios de juicio, su inclinación política y sus grandes aspiraciones.

En ese sentido, opino que la formación que se ofrece en la catequesis de niños y jóvenes debe dirigirse más hacia el ejercicio de la libertad y la responsabilidad, ayudándolos a hacer su propio proyecto de vida. Todavía hay muchos que entienden la formación moral y la catequesis como cosas separadas o como la mera enseñanza de un conjunto de normas. La maduración en la fe cristiana no sucederá sin la formación de una persona auténtica.

Los esfuerzos que se hacen en la escuela, para la formación de valores deben ser mejorados y ampliados de modo que se abarque la totalidad del proceso de maduración de la conciencia moral de los educandos, y no sólo una parte. La educación moral así entendida debe respetar y desarrollar el ejercicio de la libertad de conciencia de las personas, de lo contrario en lugar de personificar, esclaviza.

La familia y la Iglesia, junto con la escuela, deben estar al servicio de los niños y jóvenes y ser acompañantes complementarios en el proceso de su crecimiento humano. Aún queda mucho por hacer para que la propuesta del Papa sea una realidad, pero confío en que todos los que en Cuba tenemos responsabilidad en la educación de niños y jóvenes, podamos asumir de forma eficaz y humana, el reto que significa acompañar en su formación al hombre cubano para que sea más plenamente persona.

 

 Referencias y notas.

    1. CF. CFCR, Dichoso el Mensajero, 11,3 /12,6 /16,2/ 22/ 41 /12,6 /17,4 /37,5.

     2. C.F. Ministerio de Educación. "Orientaciones metodológicas para el desarrollo del programa dirigido a la formación de valores, la disciplina y la responsabilidad ciudadana, desde la escuela". 1998. Introducción.

     3. CFCR, Ciclo de Ética. Tema I. Y también CFCR, Educación para la Libertad, Tema I. La palabra ética viene del griego ethos que significa: lo positivo, es decir las fuerzas interiores que mueven a la persona al bien. Por el contrario el pathos, representa lo negativo en el hombre. La ética es entonces la ciencia del comportamiento humano, que le sirve al hombre para elaborar los criterios de juicio que sean referencia a la hora de tomar decisiones y actuar en la vida. Algunos autores consideran que, en cambio, la moral es la vivencia de un conjunto de principios por parte de una persona. Para otros, y con estos coincido, moral y ética designan una misma realidad, porque los principios éticos sólo cobran sentido cuando se llevan a la práctica. El acto moral, se decide en el corazón de cada hombre.

     4. El sentido moral de la vida es el de procurar siempre el mayor bien para los demás y para uno mismo. Hay situaciones en las que todas las alternativas posibles son de alguna manera perjudiciales para alguien. En esos casos el bien mayor estará en escoger la alternativa que menos perjudique.

     5. La educación es un proceso bidireccional en el que aprenden tanto maestros como alumnos, por eso el término educando es ambiguo.

     6. Recta, verdadera y cierta son las tres características que definen la conciencia moral bien formada. De forma muy simple, la conciencia es recta cuando la persona no se engaña a sí misma y su conducta está acorde con lo que tiene por bueno, la conciencia es verdadera cuando lo que se tiene como verdad subjetiva es también una verdad objetiva, y es cierta cuando es capaz de decidir deponiendo la duda ante las distintas alternativas. El tema de la formación de la conciencia moral es, como ve, amplio y complejo y será abordado de forma más profunda en esta sección.