enero-febrero. año V. No. 29. 1999


JUSTICIA

Y PAZ

 

 

LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE

DERECHOS HUMANOS

DATOS Y REFLEXIONES

 

por Alfredo Felipe Fuentes

                  

La Carta de la Organización de las Naciones Unidas establece en su artículo 55 que «la Organización de las Naciones Unidas promoverá el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión y la efectividad de tales derechos y libertades». Para ello el artículo 56 dispone que «todos los Miembros se comprometen a tomar medidas conjuntas o separadamente, en cooperación con la Organización, para la realización de los propósitos consignados en el artículo 55». Para llevar a cabo estos propósitos, el Comité Económico y Social de las Naciones Unidas erigió una Comisión de Derechos Humanos, cuya primera tarea fue redactar un código de derechos humanos.

La Comisión celebró su primera sesión en enero de 1947, y en el mismo año decidió que el código tendría 3 partes: una declaración, una convención que contuviera obligaciones legales y unas medidas complementarias que regulasen un sistema internacional de control. Para el trabajo sobre la declaración se constituyó un comité de 8 miembros, con los más calificados y prestigiosos representantes de Australia, Chile, Francia, Líbano, Estados Unidos, Reino Unido, y la Unión Soviética. La presidencia del Comité la ostentaba Eleonor Roosevelt. Una vez elaborado el proyecto de declaración fue presentado a la Asamblea General.

Después de celebrar más de 80 reuniones y presentar 168 enmiendas, tras el rechazo de la propuesta soviética de retrasar un año la aprobación del texto, la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue aprobada y proclamada el 10 de diciembre de 1948 en París por la 3ra. Asamblea General de las Naciones Unidas.

Los horrores que había vivido el mundo en la recién concluida guerra, la afirmación ideológica mundial contra el fascismo, así como una determinada correlación internacional de fuerzas, fueron los factores claves para el logro de la Declaración. A pesar de que en el debate previo a la aprobación del documento se produjo una polarización entre el bloque soviético y los países occidentales. La postura occidental impulsaba los derechos civiles y políticos, mientras la postura defendida por el bloque soviético acentuaba los derechos económicos y sociales; ambas posturas están expresadas en la Declaración. Ella no sería la misma si uno solo de los bloques la hubiese diseñado. Así pues, el resultado fue una clara mixtura, que no resulta de una imprecisión ideológica, sino del espacio mínimo en el cual los países podían ponerse de acuerdo.

Si se toma en cuenta el contexto, se puede afirmar que la Declaración fue mucho más allá de la realidad política y social existente en la mayor parte de los países que la suscribieron. Es por ello que representa una gran victoria de la humanidad.

Su título original fue Declaración Universal de los Derechos del Hombre; posteriormente, la Resolución 548 (VI) de 5 de febrero de 1952 resuelve sustituir el término «Derechos del Hombre» por el de «Derechos Humanos» con lo cual se ajustó más el título con el espíritu de la Declaración, a la que técnicamente se le identifica como la Resolución 217-A-(III).

El clima político que se vivía en la fecha que fue elaborada la Declaración, hacía imposible pensar en un convenio que obligara jurídicamente a los Estados. Por ello se decidió otorgarle solamente el rango de resolución; esto implica que su contenido no crea obligaciones legales a los Estados.

La señora Roosevelt afirmó ante la Asamblea General que la Declaración, es «primera y fundamentalmente una declaración de los principios básicos que deben actuar como pauta común de todas las naciones. Debe llegar a ser la Carta Magna de toda la Humanidad».

La realidad hoy es que la Declaración se ha convertido en un compromiso ético para los Estados, y aunque no tiene fuerza de ley, su influencia moral es tan grande que los gobiernos que la violan, tratan siempre de encontrar un pretexto que los justifique ante la opinión pública. Por otra parte, la Declaración ha servido de base para la elaboración de convenios internacionales, que sí tienen fuerza jurídica obligante y que recogen y amplían el conjunto de derechos humanos que en ella aparecen, por ejemplo -entre otros muchos-: los 2 Pactos Internacionales de la ONU Sobre Derechos Humanos (Dic. 1966).

La Declaración Universal es el instrumento constitucional y rector de todo el sistema mundial de los derechos humanos y constituye un hito en el proceso de desarrollo de esos derechos. Concretiza los conceptos que antes de su aparición estaban dispersos, y los unifica en el ideal a alcanzar por todos los miembros de la familia humana.

A diferencia de sus predecesoras -la Declaración de Independencia de Estados Unidos, 1776 y la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, Francia 1789- que fueron proclamadas cada una a nombre de sus respectivos países, la Declaración Universal, como su título indica, fue adoptada y proclamada por la ONU en representación de toda la humanidad. Con esto, se internacionalizó definitivamente el tema de los derechos humanos, y se incorporó al Derecho Internacional.

Basándose en la Declaración, las minorías raciales, étnicas y regionales, las mujeres, así como las personas que vivían bajo regímenes coloniales, esgrimieron los derechos que ella les concedía a todos, para presionar por su reconocimiento y participar como miembros de la sociedad en plan de igualdad. Esto ha desembocado en cambios sociales y políticos radicales.

 

El contenido de la Declaración

Consta de un Preámbulo y 30 Artículos.

El Preámbulo se compone de 7 Considerandos dedicados a exponer las razones en que se basa la Declaración, reflejando de manera bella y conmovedora los argumentos que la apoyan. Parte de la idea que los derechos humanos tienen su raíz en la dignidad y el valor de la persona; que por eso corresponden a todos los miembros de la familia humana derechos iguales e inalienables; y que tales derechos han de ser protegidos por un régimen de Derecho, para que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión.

El artículo ha sido clasificado de diversas formas:

-De acuerdo con el francés René Casín, redactor principal de la Declaración y Premio Nobel de la Paz 1968, ella se basa en 4 pilares fundamentales, que agrupan la mayoría de los artículos:

a) Los Derechos Personales. Se trata de los Derechos Básicos (arts. 3 al 12). b) Los derechos que pertenecen al individuo en relación al grupo social en el cual participa, (arts. 13 al 17).

c) Las Libertades Civiles y los Derechos Políticos, (arts. 18 al 21).

d) Los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, (arts. 22 al 27).

-Otra clasificación recoge 2 tipos de derechos humanos: a) Los Derechos Individuales, (arts. 3 al 21). b) Los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, (arts. 22 al 27).

-Y la clasificación más conocida, que abarca también 2 tipos de derechos humanos; a) Los Derechos Civiles y Políticos, (arts. 3 al 21), conocidos también como derechos de primera generación.

b) Los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, (arts. 22 al 27), también llamados derechos de segunda generación.

Podemos agregar a estas clasificaciones lo siguiente:

-El Artículo 28, que no aparece en ellas, ha pasado a encabezar la lista de una nueva categoría de derechos humanos: Los Derechos Colectivos (o de Solidaridad), conocidos también como de tercera generación. En dicho artículo se establece el derecho a un orden social internacional apto para el disfrute efectivo de los derechos humanos.

-Los Artículos 1 y 2 son introductorios, de carácter general y norman la aplicación e interpretación de la Declaración.

-Los Artículos 29 y 30 son también de carácter general y expresan como conclusión valiosas pautas para el éxito en la aplicación de uno de los documentos más conocidos e influyentes de todos los tiempos.

A pesar de la amplia gama de derechos contenidos en la Declaración, otros derechos importantes quedaron fuera. Esta situación ha venido resolviéndose a través de los sucesivos convenios, pactos o tratados, posteriormente elaborados por la ONU a tenor de la propia Declaración.

El proceso de ampliación, especificación y precisión del catálogo de derechos humanos, establecidos en la Declaración, continúa.

 

Resultados de la Votación de la Declaración

(en París el 10 de Diciembre de 1948)

La ONU tenía, por entonces, 58 Miembros que votaron así :

A Favor 48, En contra 0

Abstenciones 8, ellos fueron: Unión Soviética, Bielorrusia, Ucrania, Checoslovaquia, Polonia, Yugoslavia, Arabia Saudita, y Sudáfrica.

Hubo 2 ausencias.

 

El argumento que expuso la Unión Soviética y el resto de los países socialistas para explicar sus abstenciones estuvo relacionado con su negativa a incorporar en la Declaración el Derecho de Propiedad (art. 17). Por otro lado, la doctrina soviética de la época defendía el carácter dominante del Estado en el Derecho Internacional, negando la posibilidad de conferir capacidad jurídica a los individuos para ser sujetos de Derecho Internacional.

En los casos de Arabia Saudita y Sudáfrica (aunque no tenemos confirmación bibliográfica) suponemos que las abstenciones se debieron a conflictos entre el derecho a la Igualdad establecido en la Declaración y las prácticas discriminatorias existentes en dichos países por aquella fecha. Como es sabido Igualdad y Discriminación son antípodas.

Pero las 8 abstenciones no fue lo único lamentable en relación con la Declaración. Lo más triste ha sido que en la lista de violadores de derechos humanos, posterior a su proclamación, aparezcan no sólo los que se abstuvieron sino también muchos de los que la firmaron. Como ya había ocurrido con la carta Magna de 1215 y otras muchas ocasiones históricas, el Ideal era muy alto para la época (o la realidad muy baja).

No obstante, y como todo lo trascendente, la Declaración es cada día más insignia de la civilización y mantiene su vigencia abriendo caminos hacia una vida más digna.

Artemisa, 29 de octubre de 1998.

 

 BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA

1. Derecho Positivo de los Derechos Humanos, pag. 274

Gregorio Peces-Barba Martínez. Editorial Debate, Madrid 1987.

2. Estudios Básicos de Derechos Humanos (Tomo 1) pag. 187 y 224. Carlos Chipoco. Editado por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH). San José, Costa Rica 1994.

3. Historia del Derecho Internacional (desde 1917 hasta 1958) pag. 297. Miguel Antonio D´Estefano Pisani. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 1988.

4. Los Derechos Humanos, pag. 56. Antonio Truyol Serra. Editorial Tecnos, S.A. 1994 Madrid

 

 NOTA

Bueno es citar la resolución 548 (VI), de 5 de febrero de 1952, la cual resuelve que todos los documentos de trabajos de Naciones Unidas y las publicaciones que ella haga en lengua española, al considerar lo que se refiere a la Declaración y a los pactos deberá decir «derechos humanos» y no derechos del hombre, porque el contenido y la finalidad de la Declaración y del proyecto de pacto tienen un amplio significado que no cabe dentro del título en lengua española de «derecho del hombre». Por la resolución 423 (V), de 4 diciembre de 1950, se adopta el día 10 de diciembre de cada año como Día de los Derechos Humanos.

              

 

 

¿CÓMO HACER NUESTRO PROPIO

PROYECTO?

 

por Virgilio Toledo

 

"Hace casi un año que el Papa estuvo entre nosotros y no pasa nada, sólo es memoria" fueron las palabras de un amigo cuando nos encontramos hace unos días.

En no pocas ocasiones y en diferentes contextos he escuchado lo mismo o algo parecido, motivándome a reflexionar sobre las causas profundas que pueden haber inducido a mi amigo y a no pocas personas a expresarse de esta manera.

Afirmar que nada ha cambiado de forma tan espontánea y superflua, ¿responderá a un grado muy alto de desesperanza y frustración?, ¿a una desorientación y pérdida de sensibilidad máximas?, ó ¿será porque los cambios ocurridos fundamentalmente han sido en el interior de la persona y se hace difícil el percibirlos?.

A mi juicio todas estas realidades influyen en el estado del cubano de hoy para que se exprese o comporte de esta manera y lo haga sumirse en un inmovilismo en el que desempeña el rol de espectador de su entorno, acomodándose a que los otros sean los que conduzcan las riendas de su destino.

Su Santidad en la Homilía pronunciada en la Santa Misa en Camagüey el 23 de enero de 1998 dijo: "La felicidad se alcanza desde el sacrificio. No busquen fuera lo que pueden encontrar dentro. No esperen de los otros lo que ustedes son capaces y están llamados a ser y a hacer. No dejen para mañana el construir una sociedad nueva, donde los sueños más nobles no se frustren y donde Ustedes sean los protagonistas de su historia"... (No. 4)

Cuando le recordé este llamado del Papa mi amigo reaccionó diciendo: "sí, eso se dice muy fácil pero ¿cómo se puede hacer todo eso?" ,les confieso que me preocupó mucho su reacción porque tenía lógica. No es que compartiera su pesimismo ni que creyera que él tuviera toda la razón, sino que la pregunta de ¿cómo se puede hacer todo eso? o lo que es lo mismo ¿cómo se puede ser protagonista de nuestra historia?, llevaba implícito un contenido que demostraba un grado muy alto de dependencia y falta de autonomía, y realmente resulta muy difícil optar o saber qué hacer si se está viviendo esa realidad antropológica tan adversa.

Nada más lejos de lo que quería expresar el Papa en este mensaje, cuya sabiduría y esencia radica precisamente en que personaliza y dignifica al hombre porque lo invita a asumir su compromiso individual y social de forma libre y responsable.

La reacción de mi amigo nos da la medida del nivel de despersonalización que existe en muchos cubanos de hoy y la falta de una opción fundamental que dé sentido y oriente un proyecto ético de vida que sea coherente con esa opción.

 

 ¿CÓMO SE PUEDE HACER?

La fórmula para resolver esta situación en que está sumido el hombre cubano nos la sirvió el Santo Padre en bandeja de plata cuando dice en el Mensaje a los jóvenes en Camagüey... «El compromiso es la respuesta valiente de quienes no quieren malgastar su vida sino que desean ser protagonistas de la historia personal y social. Los invito a asumir un compromiso concreto, aunque sea humilde y sencillo, pero que emprendido con perseverancia se convierta en una gran prueba de amor y en el camino seguro para la propia santificación.»

«Asuman un compromiso responsable en el seno de sus familias, de sus comunidades, en el entramado de la sociedad civil y también, a su debido tiempo, en las estructuras de decisión de la Nación».

«No hay verdadero compromiso con la Patria sin el cumplimiento de los propios deberes y obligaciones en la familia, en la universidad, en la fábrica o en el campo, en el mundo de la cultura y el deporte, en los diversos ambientes donde la Nación se hace realidad y la sociedad civil entreteje la progresiva creatividad de la persona humana...».(No. 4)

Cuando se asume un compromiso de forma responsable en una obra justa, difícilmente encontramos espacio para decir o preguntar cómo se puede hacer esto o aquello; si es fácil realizarlo o no, porque nos desborda la cantidad de tareas que tenemos que realizar. En la medida que el compromiso del hombre sea mayor más crece, más se promueve como persona.

La apreciación de que este mal antropológico no es fácil de curar, o mejor dicho, supone más esfuerzo y tiempo el remediarlo es en efecto muy cierta, pero, ¿nos quedamos así perdiendo el tiempo y cayendo en un vacío existencial donde no se encuentra rumbo ni sentido? ó lejos de desalentarnos por esto debemos contribuir con mayor urgencia y con nuestro aporte para alcanzar ese reto que contribuye al mejoramiento humano.

«La indiferencia ante el sufrimiento humano, la pasividad ante las causas que provocan las penas de este mundo, los remedios coyunturales que no conducen a sanar en profundidad las heridas de las personas y de los pueblos, son faltas graves de omisión, ante las cuales todo hombre de buena voluntad debe convertirse y escuchar el grito de los que sufren», expresó el Vicario de Cristo en mensaje pronunciado en su encuentro con el mundo del dolor en La Habana .

Si, mi amigo, la visita del Santo Padre es memoria porque pertenece al pasado, en eso tienes toda la razón de este mundo, en lo que discrepo contigo es en que sólo es memoria, es también historia porque marcó un hito y conmocionó la vida de nuestro pueblo, fue una inyección, un impulso para nuestra espiritualidad, una siembra que ha ayudado y estimulará a no pocos a salir de la desesperanza y la frustración, a superar la desorientación y la pérdida de sensibilidad, pero sobre todo, y ante todo, la visita del Vicario de Cristo es proyecto, proyecto superior, que reconcilia al hombre consigo mismo, con los otros y con Dios.

Ya nos lo decía el Papa «... el bien de una Nación debe ser fomentado y procurado por los propios ciudadanos a través de medios pacíficos y graduales. De este modo cada persona, gozando de libertad de expresión, capacidad de iniciativa y de propuesta en el seno de la sociedad civil y de adecuada libertad de asociación, podrá colaborar eficazmente en la búsqueda del bien común...» .(Homilía en Santiago de Cuba. No. 4)

De ti y de mi, del otro y de todos, depende que podamos aplicar ese proyecto de amor. No mires al lado ni atrás buscando a otro que asuma tu responsabilidad, en todo caso, mira dentro de ti para que reconozcas y pongas al servicio de tus hermanos los dones que Dios te ha regalado, no los encierres en tu egoísmo. Nos corresponde a nosotros y no al vecino del norte o del sur, del este o del oeste, ser los principales protagonistas de nuestra historia .

La meta es difícil de alcanzar, coincido con el Papa en que «la felicidad se alcanza desde el sacrificio» y como dice el cantante Dany Rivera «aquel que llegó a la cima sin sacrificio y trabajo, cuidado con las alturas, un paso en falso y se viene abajo».

¡Ánimo, Cuba te necesita y espera por tu aporte que sigue siendo imprescindible!.

Pinar del Río 23 de Noviembre de 1998.   

 

              

SU SANTIDAD Dagoberto Valdés

EL PAPA JUAN PABLO II

ha nombrado al

SR. DAGOBERTO VALDÉS

como miembro pleno del

PONTIFICIO CONSEJO

JUSTICIA Y PAZ

 

El nombramiento se hizo público

el pasado 19 de diciembre de 1998.


 

PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ

 

ORIGEN

El Concilio Vaticano II formuló abiertamente el auspicio de que fuera creado «un organismo universal de la Iglesia que tenga como función estimular a la comunidad católica para promover el desarrollo de los países pobres y la justicia social internacional» (Gaudium et Spes n. 90). Y para responder adecuadamente a este deseo Pablo VI instituyó, con un Motu Proprio publicado el 6 de enero de 1967 (Catholicam Christi Ecclesiam), La Pontificia Comisión «Justitia et Pax».

«Justicia y Paz es su nombre y su programa» escribía el Papa dos meses más tarde en la Populorum Progressio, la Encíclica que, presentándose en cierta manera «como un documento de aplicación de las enseñanzas del Concilio» (Sollicitudo Rei Socialis n. 6), constituye, con la Gaudium et Spes, el punto de partida y de referencia del nuevo Organismo.

Después de un período experimental de diez años de duración, el mismo Pablo VI, con un nuevo Motu Proprio (Justitiam et Pacem), del 10 de diciembre de 1976, dió a la Comisión su mandato definitivo.

Al momento de la reorganización de la Curia Romana, efectuada por la Constitución Apostólica Pastor Bonus del 28 de junio de 1988, el Papa Juan Pablo II transformó la Pontificia Comisión en Pontificio Consejo Justicia y Paz ratificándole a grandes líneas sus funciones.

 

FINALIDAD Y MANDATO

La finalidad y el mandato del Pontificio Consejo están por tanto definidos, en modo sintético y preciso, en la Pastor Bonus, cuyo texto se propone enseguida íntegramente:

«El consejo tiene como finalidad promover la justicia y la paz en el mundo según el Evangelio y la doctrina social de la Iglesia (art. 142).

1. Profundiza la doctrina social de la Iglesia, trabajando para que se difunda ampliamente y se aplique entre los hombres y comunidades, especialmente en lo que se refiere a que las relaciones entre obreros y empresarios se impregnen más del espíritu del Evangelio.

2. Recoge informaciones y resultados de encuestas sobre la justicia y la paz, el desarrollo de los pueblos y las violaciones de los derechos humanos, los evalúa y, según los casos, comunica a las asambleas de obispos las conclusiones obtenidas; fomenta las relaciones con las asociaciones católicas internacionales y con otras instituciones existentes, incluso fuera de la Iglesia católica, que trabajen sinceramente por alcanzar los bienes de la justicia y de la paz en el mundo.

3. Trabaja con afán para que se forme entre los pueblos una sensibilidad respecto al deber de promover la paz, especialmente con ocasión de la Jornada para lograr la Paz en el mundo (art. 143).

Mantiene particulares relaciones con la Secretaría de Estado, especialmente cada vez que haya que tratar públicamente cuestiones referentes a la justicia y a la paz mediante documentos o declaraciones (art. 144)».

 

 ESTRUCTURA

 El Pontificio Consejo Justicia y Paz tiene un Presidente, asistido por un Vice Presidente, un Secretario y un Subsecretario, todos nombrados por el Santo Padre para un período de cinco años. Un equipo de laicos, religiosos y sacerdotes, de diferentes nacionalidades, colabora en la realización de los programas del Consejo.

El Pontificio Consejo está integrado por unas 40 personas, entre Miembros y Consultores, nombrados a título personal por el Santo Padre, también ellos por un período de cinco años. Provenientes de todos los Continentes, los Miembros se reúnen regularmente en Roma en Asamblea Plenaria para contribuir, según sus diversas sensibilidades y sus trabajos pastorales o profesionales, a trazar las grandes líneas de la actividad del Consejo. Se trata de un «tiempo fuerte» para la vida de este último, durante el cual la Asamblea se dedica a discernir los «signos de los tiempos».

Los Consultores, algunos de los cuales expertos en doctrina social de la Iglesia, pueden ser convocados para formar parte de grupos de estudio sobre argumentos específicos.

 

 CAMPOS DE ACCIÓN

Tarea prioritaria del Pontificio Consejo es el estudio en vista de la acción. Tal estudio es impulsado a partir del magisterio social de la Iglesia, pontificio y episcopal, y contribuye a su desarrollo. Se orienta, de manera particular, en tres sectores:

JUSTICIA. Entran en este ámbito las cuestiones correspondientes a la justicia social, con los problemas específicos del mundo del trabajo; la justicia internacional, con los problemas relativos al desarrollo y su dimensión social. También anima a la reflexión, bajo el perfil ético, de la evolución de los sistemas económicos y financieros, y examina la problemática unida a la cuestión ambiental y al uso responsable en la administración de los bienes de la tierra.

PAZ. Encargado de reflexionar sobre los problemas relativos a la guerra, el desarme, a los armamentos y al comercio de las armas, a la seguridad internacional y a la violencia bajo sus diversos y cambiantes aspectos (terrorismo, nacionalismo exacerbado, etc.), el Pontificio Consejo fija también su atención en los sistemas políticos y en el compromiso de los católicos en el campo político. Se ancarga también de promover la Jornada Mundial de la Paz.

DERECHOS DEL HOMBRE. El Pontificio Consejo dedica una atención particular a tal aspecto, que ha asumido una importancia creciente en la misión de la Iglesia. La enseñanza de Juan Pablo II ha puesto especialmente de manifiesto la dignidad de la persona humana como fundamento para la promoción y la defensa de sus derechos inalienables. La actividad del Dicasterio se desarrolla a través de tres líneas principales: profundización doctrinal, el estudio de los temas debatidos en el cuadro de las organizaciones internacionales, la preocupación por las víctimas de las violaciones de los derechos del hombre.

 

UNA AMPLIA RED DE INTERLOCUTORES

El Pontificio Consejo Justicia y Paz tiene múltiples interlocutores y colabora con todos aquellos que, en la Iglesia, persiguen sus mismos fines.

Como Organismo de la Santa Sede, el Pontificio Consejo está en primer lugar al servicio del Santo Padre y colabora con los otros Dicasterios de la Curia Romana.

Como Organismo de la Iglesia universal, está también al servicio de las Iglesias particulares, teniendo como principales interlocutores las Conferencias Episcopales y sus organismos regionales, con los cuales mantiene contactos regulares y orgánicos; por medio de las Conferencias Episcopales o con acuerdo de ellas, establece y mantiene relaciones con los diversos organismos nacionales creados localmente para sensibilizar a los fieles en los problemas de la justicia y de la paz, así sean organismos prevalentemente de reflexión o también con características operativas (Comisiones Nacionales de Justicia y Paz, Comisiones de Pastoral social, Movimientos por la defensa de los derechos del hombre o para la promoción de la paz o del desarrollo, etc.).

El Pontificio Consejo también mantiene relaciones con todas las instituciones o movimientos internacionales en la Iglesia (Ordenes y Congregaciones religiosas, Organizaciones internacionales católicas) que, en comunión con los episcopados, también ayudan a los cristianos a dar testimonio de su fe en su actuar social.

Una atención especial es también concedida al mundo universitario y académico gracias a la colaboración con los docentes de doctrina social de la iglesia, en particular con aquellos de los Ateneos romanos, y a la estrecha relación que institucionalmente une el Pontificio Consejo Justicia y Paz con la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales.

La perspectiva ecuménica, en la cual se le pide al Pontificio Consejo que lleve adelante el mandato confiado, ha también enriquecido su actividad a través de los diversos contactos. En este ámbito, colabora de manera particular con el Consejo Ecuménico de las Iglesias.

Finalmente, no se puede dejar de mencionar las relaciones con asociaciones y entes del mundo laico, comprometidos también ellos en la promoción de la justicia, de la paz y del respeto de la dignidad humana. En el curso de los años, la red de relaciones obtenidas con las Organizaciones internacionales se ha ampliado notablemente. En la óptica de la relevancia atribuida por parte de la Santa Sede a las Naciones Unidas, el Pontificio Consejo, en colaboración con la Secretaría de Estado, tiene con frecuencia la oportunidad de entrar en contacto con la ONU y sus agencias especializadas y esto especialmente en ocasión de las grandes conferencias internacionales que tratan, la mayoría de las veces, materias relativas a sus competencias como, por ejemplo: desarrollo, población, ambiente, comercio internacional, derechos del hombre. Por otra parte, no menos importantes son las relaciones obtenidas con las Organizaciones regionales como el Consejo de Europa o la Unión Europea y con los Organismos internacionales no gubernamentales cuyo empeño, especialmente en las cuestiones que corresponden a la paz o a los derechos humanos, toca frecuentemente las preocupaciones del Pontificio Consejo.

 

PUBLICACIONES

El Pontificio Consejo Justicia y Paz publica documentos que manifiestan un juicio de carácter ético, basado en los principios de la doctrina social de la Iglesia, sobre algunas cuestiones particulares urgentes, tales como la deuda internacional, el problema habitacional, el racismo, el comercio de armas, la distribución de la tierra. En los libros, que también son publicados por el Pontificio Consejo, se recogen las actas de los Congresos que se organizan periódicamente, y también se publica, en modo orgánico y sistemático, el magisterio pontificio, sobre algunos argumentos sociales específicos. Y finalmente, se afrontan temas de actualidad como, por ejemplo: los derechos del hombre en la perspectiva de la Iglesia católica y del magisterio pontificio, o bien los aspectos y las exigencias éticas de la economía y de las actividades financieras. El Pontificio Consejo Justicia y Paz, también publica trimestralmente el boletín Justpax.

Tales publicaciones tienen la finalidad de dar a conocer y hacer accesible la enseñanza social de la Iglesia al mayor número posible de los así llamados «multiplicadores»: Conferencias Episcopales, Comisiones Episcopales de Pastoral social, Comisiones «Justicia y Paz», Asociaciones y Movimientos de laicos, sacerdotes, religiosos, seminaristas o catequistas.

 

Presidente: S.E. Mons. Francisco Javier NGUYEN VAN THUAN

Secretario: S.E. Mons. Diarmuid MARTIN

Sub-Secretario: Giampaolo CREPALDI

Miembros Plenos:

-S.E. Mons. Bernard AGRE / ABIDJAN (Costa de Marfil)

-Sra. Marie-Claire BECCALOSSI / NOUMEA (Nueva Caledonia)

-S.E. Cardenal Ricardo CARLES GORDÓ / BARCELONA (España)

-Sr. Peter CHEUNG KA HING / HONG KONG

-S.E. Cardenal Francisco COLASUONNO / ROMA (Italia)

-S.E. Mons. Paul J. CORDES / CIUDAD DEL VATICANO

-Sr. Carlos CUSTER / BUENOS AIRES (Argentina)

-Prof. Patrick de LAUBIER / GÉNOVA (Suiza)

-S.E. Mons. Heinrich FASCHING / VIENA (Austria)

-S.E. Cardenal Serafin FERNÁNDES DE ARAUJO / BELO HORIZONTE, (Brasil)

-S.E. Mons. Emanuele GERADA / ZEJTUN (Malta)

-Sr. Manuel GÓMEZ GRANADOS / MÉXICO, D.F., (México)

-S.E. Mons. Piotr JARECKI / VARSOVIA (Polonia)

-Prof. Renata LIVRAGHI / MILÁN (Italia)

-S.E. Mons. Alphonsus MATHIAS / BANGALORE (India)

-S.E. Mons. Theodore McCARRICK / NEWARK, NJ. (U.S.A.)

-S.E. Mons. Luciano MENDES de ALMEIDA / MARIANA, (Brasil)

-Sr. Stanley MUSCHETT IBARRA / PANAMÁ (Panamá)

-Prof. Ignazio MUSU / VENECIA (Italia)

-S.E. Mons. Girolamo PRIGIONE / BORMIDA, (Italia)

-S.E. Mons. Orlando QUEVEDO / COTABATO CITY (Filipinas)

-Rev. P. Germain RAJOELIS / ANTANANARIVO (Madagascar)

-S.E. Mons. Oscar RODRIGUEZ MARADIAGA / TEGUCIGALPA (Honduras)

-Rev. Fr. Anthony ROGERS / KUALA LUMPUR (Malasia)

-S.E. Mons. Paul RUZOKA / KIGOMA (Tanzania)

-Su Beatitud Michel SABBAH / JERUSALEM

-Sra. Mariana SETIADARMA / JAKARTA (Indonesia)

-Sr. Dagoberto VALDÉS / PINAR DEL RÍO (Cuba)

-Sr. Jérome VIGNON / PARÍS (Francia)

-Sra. Nancy Evelyn WISDO / WASHINGTON, D.C. (U.S.A.)