enero-febrero. año V. No. 23. 1998  


 

 

ACTO DE RECONCILIACIÓN Y FE

Viaje a Cuba con los peregrinos de Tampa

por P. Ramón Hernández

 

Desde que en Noviembre de 1996 escuché que el Gobierno de Cuba había invitado al Papa Juan Pablo II para visitar la isla, entendí que esta oportunidad era única en la vida y como acto de Fe había que estar allí, al comprobar que la fecha se extendió hasta 1998 año en que cumplía 25 años de Sacerdocio todo fue más claro y en abril de 1997 dimos el primer paso el P. Alberto Bueno y un Servidor; (...) por el camino fueron apareciendo nombres y desapareciendo otros, quedando conformado al final el grupo por 47 fieles de origen cubano; 2 Colombianos, una Puertorriqueña y 20 Norteamericanos a los cuales se sumaron algunos periodistas.

Las dificultades fueron muchas y de todo tipo desde simples y algo cómicas hasta serias y de peso; Gracias a Dios siempre aparecía el medio y se fueron sorteando; a ello contribuyó la Feliz Gestión del Sr. Armando Ramírez, de Tampa Envíos, y de todos aquellos que contribuyeron a que este sueño se hiciera realidad. Cuando al fin despegamos del Aeropuerto de Miami el Martes 20 de Enero rodeados de Seguridad el único sentimiento que acompañaba al cansancio del esfuerzo era el de una profunda Acción de Gracias, el Señor nos permitía ser Testigos de su paso por nuestra Patria.

A las 5.00 p.m. aterrizamos en Cuba, rodeados de palmas y verdor de mar; el Himno Nacional brotó espontáneo del alma de todos y esto nos recordó la envergadura del momento histórico que vivíamos.

Después de los trámites de Aeropuerto (...) nos llevaron directo a la Plaza José Martí, frente a la enorme imagen del Sagrado Corazón que cubría el frente de la Biblioteca Nacional, el alma cayó de rodillas ante este hecho inusitado y la Unción de esta Devoción tan popular en nuestros pueblos nos dio buen tono espiritual para comenzar esos maravillosos 15 días que nos esperaban.

Me alojé en el pequeño Apartamento que sería el lugar de encuentro y organización durante esa semana y como es lógico apenas dormí; pensar que amanecería en el país donde nací y viví 35 años y al cual no había vuelto en 18 años era demasiado para que el pensamiento fuera vencido por el sueño.

El primer encuentro fue en la Plaza de La Catedral en plena Habana Vieja; comprobamos los esfuerzos de Restauración que se hacen en ese sector de la Ciudad, algo que no se percibe en otros lugares.

Seminario San Carlos, en este nombre cabe 300 años de Historia; lugar donde se forjó lo mejor de nuestros líderes espirituales que dieron cuerpo a la Nacionalidad Cubana; volví a sentir lo que experimenté durante mi formación allí desde 1966 a 1973. Servirle de guía al grupo fue un gusto y un deber descubriéndoles algunas cosas solo reservadas a quien ha vivido en un lugar por muchos años; creo todos quedamos complacidos y después de la Misa celebrada pro Mons. Eduardo Boza Masvidal, tocó a nuestro grupo celebrar la Santa Misa, primera en Cuba en 18 años y en el mismo lugar donde celebré mi Primera Misa en La Habana. El mejor regalo que Dios pudo darnos fue la sorpresa de ver asomar por las puertas durante la Predicación a S.E.R. Luis Cardenal Aponte y Martínez, Arzobispo de San Juan de Puerto Rico, y un nutrido grupo de Sacerdotes y Laicos que estaban de visita también; los 11 años que trabajé en Puerto Rico junto al Cardenal Aponte pasaron por mi mente en unos segundos y capté el mensaje que Dios nos enviaba, cosecha recogida a su tiempo y en el mejor lugar.

Como si no fueran muchas las emociones salimos caminando por todo el hermoso Malecón Habanero bordeando entre la Ciudad y el Mar hasta la zona del Vedado donde hicimos un pequeño alto en el Apto, para ver por TV, la llegada del Papa; sentir al Sumo Pontífice ya presente nos hizo ponernos de pie y entre lágrimas y aplausos de nuevo entonamos el Himno Nacional.(...)

El jueves 22 de nuevo la Plaza Catedralicia fue lugar de encuentro y de allí al Museo de la Ciudad donde el Historiador de la Ciudad Sr. Eusebio Leal nos esperaba para brindarnos él mismo una visita dirigida a Museos, Plazas y lugares de interés histórico y religioso en la Habana Vieja; fueron 3 horas de inmersión en la historia. Reparación y presencia de aquellos Vetustos y Evocativos lugares; almorzamos en el Café de Oriente frente a la Lonja del Comercio donde terminamos cantando canciones cubanas tradicionales.

A las 4 p.m. parte del grupo participó en la presentación de Las Cartas a Elpidio del P. Félix Varela en el Palacio del Segundo Cabo, hoy Instituto del Libro; allí tuvimos la grata sorpresa de viejas caras amigas que compartieron el acto.

El viernes 23 nos reunimos de nuevo en la Casa Félix Varela, antiguo Convento de las Catalinas en Paseo entre 23 y 25; allí conocimos de la fructífera labor de esa Casa de Encuentro y Reflexión Nacional; fue allí que se efectuó la ENEC en 1986 y el ECO en 1996, dos hitos muy importantes en la historia de la Iglesia en Cuba en los últimos 30 años.

Celebramos una emotiva Misa evocando la figura y el ejemplo del P. Félix Varela que estaba presente en cuanto acontecía. Mientras cumplíamos con este programa, seguíamos las Misas de Santa Clara y Camagüey, así como los actos en que el papa participaba; ese viernes por la tarde fuimos testigos de una escalinata de la Universidad llena de jóvenes que cantaban y bailaban acompañando lo más cerca que podían la presencia del Pontífice en el Aula Magna donde reposan sus restos.

El sábado 24 fue utilizado para compromisos personales de Familia y Vida parroquial (...). Ese día en Santiago dedicado a la Patria y La Virgen de la Caridad fue muy emocionante cuando vimos al propio Papa coronar a María de la Caridad como Reina de Cuba. Supimos el impresionante encuentro con el mundo del dolor en el Rincón, el Papa conoce como nadie el dolor en todas sus tesituras.

Por fin amaneció el Domingo 25 en La Habana; a las 5.30 a.m. bajamos en Procesión por la Calle Paseo hasta la Plaza que a esa hora ya hervía de público; desde el primer momento sentimos el espíritu de Oración; el colorido y la especial temperatura que disfrutamos esa mañana convirtió la explanada en la más bella Catedral que pudiéramos imaginar; a ello contribuyó la especial Liturgia animada por el profesionalismo de la orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Interparroquial y Solistas que hicieron ese día memorable y dio un gran prestigio a los ojos del mundo a nuestra Iglesia y pueblo que estuvieron a la altura del momento histórico; fuimos observados a través del planeta, especialmente por cubanos que en todas las esquinas del mundo vibramos al unísono con los que tuvimos el hermoso regalo de estar allí en ese momento que no se repite más.

Desde que nos revestimos en la Biblioteca Nacional hasta que regresamos a ese lugar al final de La Misa, fueron más de 5 horas de experiencias de todo tipo, encuentro con viejos y fieles amigos Sacerdotes, Obispos, Cardenales y Laicos. Creyentes y no creyentes formamos una compacta masa que estuvo cerca del millón de almas si contamos las calles aledañas a la Plaza José Martí, que fue testigo del acto de Reconciliación y Fe más grande de la historia de Cuba.

Podrían ser muchas las anécdotas y detalles pero lo importante es que todos de alguna forma recibimos el mensaje Papal con Fe, respeto o al menos admiración; Dios estuvo grande y estamos alegres.

La Catedral remozada recibió al papa con sus agentes de Pastoral en esta bendita tierra; todo muy aleccionador y emotivo; sembradores premiados por su Fe y constancia. Por fin la lloviznosa despedida en el Aeropuerto que con feliz frase el papa comparaba con un fértil Adviento de la Iglesia y la Sociedad; así sea.

El lunes 26, raudo traslado a Pinar en menos de dos horas; palmas, valles y montañas daban la bienvenida; allí sentí de nuevo lo mismo que a la llegada el día 20, volvía como si hubiera sido ayer.

Feliz coincidencia al saludar de carro a carro al Obispo Diocesanos y viejo amigo Mons. Siro, fue un augurio; ya en Pinar el obligado saludo en el Obispado, cada rincón hablaba y recordaba...

Por fin San Luis mi pueblo; mucho por digerir; preferí entrar despacio y sin dejarme notar; la cómplice noche me ayudó al primer encuentro, siento que nunca me fui. Tres días de saludos, abrazos, reconocimientos y desconocimiento; la Parroquia de San Joaquín, bautizos, Misa, cementerio, reuniones de todo tipo y color; creyentes y no creyentes en constante ir y venir; siempre el gesto de agradecimiento, gracias por venir, por no olvidarnos, cuanta falta hace el encuentro para que podamos mirar el futuro sin temor.

La obligada visita a la casa materna que no reconocía; nueva casa en nuestro barrio me ayudaron a no extrañar, cuanto recuerdo borrado de una vez. El río, el oculto pozo donde mis padres se conocieron hace 60 años, antiguos vecinos, primos, rostros que como un espejo me recordaban que el tiempo había pasado implacable. En fugaz escapada, vuelta a Pinar y encuentro con buenos amigos cada uno en su lugar, Misa en la Catedral junto al P. Mario, amigo bueno y presente, tantas nuevas caras junto al recuerdo de tantos rostros idos, pensé que no tendría fuerzas para culminar esos 15 ahora únicos días. La amistad es un regalo de Dios; gracias buenos y fieles amigos.

Regreso a La Habana, más amigos, familia, Misa y estancia en San Agustín junto al amigo y maestro, P. Carlos Manuel; después de Dios debo a Mons. Siro, al P. Claudio y a Mons. De Céspedes lo poco que he podido dar en estos 25 años.

El lunes 2: encuentro con el Cardenal de los cubanos, siempre amable y muy alegre por lo acontecido, almuerzo con Sacerdotes conocidos y desconocidos, fraternidad plena.

Como si fuera expresión de lo que siento, el último día: tempestad, lluvia, truenos, despedida, el sentimiento desgarrador de comprender que ya seré por el resto de mi vida alguien en viaje perpetuo; Gracias Señor por brindarnos la Patria Verdadera.