Apertura: MILAGRO O COMPROMISO por Virgilio Toledo
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Que Cuba se abra con todas sus magníficas posibilidades al mundo y
que el mundo se abra a Cuba.
¿Qué significa que Cuba se abra al mundo? Me gustaría invitarlos a reflexionar sobre el significado profundo que tienen estas palabras del Santo Padre. Para cualquier persona que no conozca la realidad de Cuba e incluso para los cubanos que vivimos aquí puede resultar muy extraño que un país como el nuestro que atraviesa por una crisis tan aguda material y moralmente, no este plenamente abierto al mundo. ¿A que tipo de apertura se refiere el Papa? ¿qué debemos hacer para cambiar esta realidad? ¿Conoce el mundo la verdadera situación de Cuba? o solamente ha podido apreciar lo que, de una parte, los responsables y simpatizantes del Sistema Socialista de corte Marxista-Leninista le han presentado, y, de otra parte, las personas que pretenden mostrar al mundo una Cuba como ejemplo del mal absoluto, estructurado en un sistema, negando las potencialidades reales que existen en nuestro país. La visita del Santo Padre sin lugar a dudas fue un gran paso de avance para esta dualidad de apertura de la que habla el Papa. El flujo de información, franca y real, que salió y entró de Cuba es una forma que tiene el País de abrirse al mundo y de que este se abra a Cuba. Es un derecho y una necesidad que tenemos los cubanos y la Comunidad Internacional de recibir la información sin que pase por filtros movidos por un interés de un bando o de otro. Difícilmente puede existir una apertura real y efectiva si no se conocen ambas realidades. Para que Cuba se inserte en la Comunidad Internacional es necesario e indispensable conocer las diferentes realidades que la componen y de esta forma discernir qué actitud tomar ante ellas; lo mismo le sucede a la Comunidad Internacional, necesita conocer las diferentes realidades que componen a nuestro País y optar por una postura ante ellas. Todos debemos de una forma u otra, respondiendo a nuestras posibilidades, ponerle coto a las manipulaciones de la información verdadera, ante las indiferencias ante los derechos y necesidades de los seres humanos; hay que aunar esfuerzos para que crezca la solidaridad entre los hombres limando las fronteras que puedan separarlos. Una condición básica para que Cuba se abra al mundo es la apertura dentro de ella misma: cuando la unidad esta basada en la pluralidad, sin lugar a dudas sus cimientos son mucho más seguros, ¿cómo nos vamos a abrir al mundo si no somos capaces de convivir en armonía y tolerancia con las diferentes realidades que enriquecen a nuestra Nación? La apertura a la Comunidad Internacional debe y tiene que pasar por la apertura dialogante y respetuosa del panorama nacional, pudiera decirse que para alcanzar esa meta mayor que es la inserción en la Comunidad Internacional, es una garantía indispensable el entrenarse en esa pluralidad de ingredientes que son el fundamento de nuestra identidad nacional. Los frutos de esa apertura dialogante y reconciliadora de nuestra realidad serán, entre otros, el crecimiento de nuestra credibilidad y soberanía nacional ante las naciones del mundo entero. Hay que empezar por entrenarse en lo pequeño para poder asumir gradualmente mayores responsabilidades. El abrirse el mundo a Cuba debe estar basado en el respeto de su ritmo de apertura. Este proceso debe ser gradual y movido por motivaciones realmente ciertas de ayudar a que Cuba se inserte en la Comunidad Internacional, manteniendo su credibilidad y soberanía. Al mismo tiempo la Comunidad Internacional debe acelerar y exigir que los obstáculos que frenan o puedan frenar el ritmo de su inserción se modifiquen. Algunas de las condiciones básicas pueden ser: 1- El respeto a los derechos fundamentales de las personas. 2- Un Estado de derecho. 3- Pluralismo partidista. 4- Promoción de espacios para que el entramado de la sociedad civil crezca y se fortalezca. 5- Apertura de medios y espacios para que la Iglesia realice plenamente su misión evangelizadora.
«Ustedes son los protagonistas de su historia». Estas palabras del Santo Padre y todos sus discursos y mensajes en nuestro País conforman un magisterio personalizante que ubica al hombre en el centro de todo, invitándole a ser el protagonista de su historia. Estímulo y recompensa grande para el Centro de Formación Cívica Religiosa son las enseñanzas del Papa, porque la esencia de este servicio concreto que brinda la Iglesia de Pinar del Río es la de contribuir a que la persona sea sujeto, centro y fin de la sociedad: a que la persona sea plenamente humana y fraterna, en fin que la persona sea protagonista y lleve las riendas de su historia. Los fundamentos y creación del Centro de Formación Cívica Religiosa responden a la realidad del cubano de hoy. Los Obispos de Cuba describieron su situación en la carta pastoral de 1991 como un hombre que está despersonalizado, desarraigado y desalentado; el Papa, en plena comunión con el Episcopado cubano, conocedor de que esta situación se ha agudizado aún más en los últimos años, hizo un análisis profundo de las causas y consecuencias de estos males, haciendo propuestas para remediarlos. Por eso la visita del Santo Padre ha sido muy positiva, sin lugar a dudas, para la Iglesia y el Pueblo cubano: - Para la Iglesia, entre otras cosas, porque ha aumentado su grado de credibilidad y convocatoria: cada vez son mas las personas del Pueblo que son sensibles y responden al llamado y enseñanza de la visión del hombre y el mundo que tiene la Iglesia. - Para el Pueblo, porque el mensaje cargado de positividad que el Papa nos ha inyectado por decirlo en términos sanativos es vital para los cubanos. Hoy en día muchos ya han llegado a sus límites, quebrándose ante un clima hostil, o han hecho dejación de su libertad o no han asumido el compromiso que le corresponde en su ambiente, en el lugar donde se desarrolla su vida, por no creer en el valor que tiene su pequeño aporte. Es por eso que afirmo que los cubanos hemos vivido una experiencia necesaria, porque se ha hecho realidad algo que muchas personas no creían que se produjera: un cambio en el ser humano de Cuba, en muchas personas que estaban poseídas por el pesimismo y hacían planteamientos como: aquí no pasa nada, todo está inmóvil, la única alternativa que tenemos es irnos del País o encerrarme en mi mundillo personal o hay que callarse aunque internamente disienta porque yo solo no puedo hacer nada. Después de esta trascendental visita es hora de exorcizarnos de estas opiniones, nada nos lo impide, es más, estamos en la obligación de preguntarnos ¿qué hacer? Las palabras del Santo Padre (ustedes son los protagonistas de su historia) nos conducen a los católicos y personas de buena voluntad directo al compromiso con el destino presente y futuro de nuestra Iglesia y de nuestra Patria. El Santo Padre en su mensaje a los jóvenes cubanos en Camagüey les dijo: Les quiero hablar también de compromiso. El compromiso es la respuesta valiente de quienes no quieren malgastar su vida sino que desean ser protagonistas de la historia personal y social. Los invito a asumir un compromiso concreto, aunque sea humilde y sencillo, pero que emprendido con perseverancia se convierta en una gran prueba de amor y en el camino seguro para la propia santificación. Asuman un compromiso responsable en el seno de sus familias, en la vida de sus comunidades, en el entramado de la sociedad civil y, también a su debido tiempo, en las estructuras de decisión de la Nación. No hay verdadero compromiso con la Patria sin el cumplimiento de los propios deberes y obligaciones en la familia, en la universidad, en la fábrica o en el campo, en el mundo de la cultura y el deporte, en los diversos ambientes donde la Nación se hace realidad y la sociedad civil entreteje la progresiva creatividad de la persona humana. No puede haber compromiso con la fe sin una presencia activa y audaz en todos los ambientes de la sociedad en los que Cristo y la Iglesia se encarnan. Los cristianos deben pasar de la sola presencia a la animación de los ambientes, con la fuerza renovadora del Espíritu Santo. No solo a los jóvenes le interesan estas palabras; la pregunta de ¿qué hacer? debe resonar en todos los oídos, algo se movió en la interioridad del cubano que lo ha hecho salir de su postura estática e indiferente ante su historia personal o social. Muchas personas están esperando que la apertura sea fruto de un milagro, yo pienso que toda apertura depende sobre todo del compromiso serio de cada cubano. La Iglesia Católica cubana, en fidelidad a su misión y en honor a la credibilidad que nuestro pueblo tiene en ella debe preguntarse muy seriamente a todo nivel ¿ qué hacer para no defraudar a su pueblo? La fidelidad y cercanía que ha mantenido debe aumentar gradualmente a través de la profundización de sus obras y servicios, sin perder de vista al hombre concreto de hoy y sus necesidades más urgentes. Urge estudiar y aplicar las enseñanzas del Papa hoy para ser mejor Iglesia y Nación mañana. |
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