enero-febrero. año V. No. 23. 1998  


 

 

La visita del Papa: SENTIMIENTO Y PROPUESTA

por Sergio   Lázaro Cabarrouy

 

 

 

El Papa en el corazón de los cubanos

...Uno dos y tres,

qué Papa más chévere,

qué Papa más chévere,

nos vino a visitar.

(Adaptación de una canción popular que se cantó en La Habana al paso de Su Santidad )

 

 

El paso de Su Santidad por la Perla de las Antillas comenzó cuando se oyó en la calle el primer chiste donde aparecía su figura. Los chistes populares sobre un tema, son en Cuba una prueba de que el mismo ha llegado al corazón de la gente. Así, el alma alegre de los cubanos comenzó a dejar ver su curiosidad y su esperanza por la visita de aquella personalidad que no conocían bien, pero que sabían que era bueno, que era promotor del bien, y que hacía mucho tiempo que quería venir a visitarnos. En la medida en que se acercaba la fecha la Iglesia hacía más intensa la preparación de la visita y el pueblo a su vez mostraba cada vez más expectativas: ¿Qué irá a resolver? ¿Habrá cambios en Cuba después de su visita? ¿Se acabará el "período especial"? ¿Mejorará la situación para los trabajadores por cuenta propia? ¿Permitirán que los curas hablen por televisión? ¿Liberarán a los presos de conciencia?... y muchas como estas.

El punto culminante de la preparación de la visita fue el paso de la Imagen Bendita de la Virgen de la Caridad del Cobre por las ciudades, pueblos y barrios de toda Cuba. Fue un tiempo de gracia en el que muchos cubanos tuvieron la oportunidad de palpar la relación indisoluble entre la Nación y el cristianismo, entre la Iglesia y nuestra Historia de liberación, entre la Virgen y el Pueblo: "se ve clarito -decía un vecino mío que recién va al catecismo- que no es cuento eso de que la Virgencita está en el corazón de los cubanos, he visto dar vivas a la Virgen y al Papa a la gente que menos me imaginé...". Hay anécdotas curiosas en casi todos los lugares por donde pasó: en San Diego había más personas que el día del Patrono, en Las Minas se llenó hasta el parque, en La Caridad comenzó a llover cuando ya todos estaban en la calle para recibirla y muchos se quedaron bajo el agua hasta que llegó… Comenzaba así una manifestación de la libertad de los cubanos que sería luego mucho mayor en las misas y otros actos de Su Santidad.

Fueron muy significativas la publicación oficial del mensaje de Navidad de Su Santidad al pueblo de Cuba y la alocución televisiva del Cardenal de Cuba. En aquellos días se podían oír cosas como: ¡Qué bonito el mensaje del Papa! ¡Al fin sale el Nombre de Dios por el periódico! ¡Qué lindo habló el Cardenal! ¿Por qué él tenía un gorrito rojo? ¡Era un mensaje de Paz! ¡Así es como hay que hablarle a la gente! ¡Me quedé fría cuando vi a la Virgencita por televisión! Los que tenemos sed de ese mensaje y de ese lenguaje en los medios de comunicación social bebimos con gusto, y esperamos que el hecho se haga común.

Los pinareños tuvieron la oportunidad de ser bendecidos por el Vicario de Cristo desde el aire. Las azoteas de la ciudad por poco se caen. Ese día un grupo de jóvenes había diseminado volantes con la noticia en las calles principales. Desde una hora antes la gente se comunicaba de azotea en azotea con señas, espejos, y banderas. A las 3:30 PM del día 21 de enero todo Pinar miraba al cielo (muchos autos se detuvieron, muchas madres salieron al patio del hospital con sus niños cargados, muchos hicieron un alto en su trabajo…), cuando apareció el avión, los primeros que lo veían avisaban a los otros, los ciudadanos se habían organizado de forma autónoma y espontánea. Con una elegante maniobra el avión descendió como para que se vieran los destellos de las cámaras de los periodistas que viajaban con el Papa, la euforia y la alegría reinaron aquellos escasos minutos, un extraño lenguaje de luces, banderas, gritos y oración se había hablado por primera vez, Su Santidad, emocionado, envió un mensaje de padre feliz. ¡Ojalá este pueblo aprenda a mirar al cielo par tomar fuerzas para vivir!

Luego del recibimiento comenzó un gran episodio del diálogo que en Cuba ya había comenzado: entre los dignatarios de la Iglesia y del Gobierno, entre las distintas confesiones cristianas, entre los que creen y los que no, entre el Santo Padre y su pueblo, entre los que tienen distintas posiciones políticas, entre cualesquiera ciudadanos que abrieron sus oídos y su corazón a lo que sucedía. Se podían oír en la calle opiniones como estas: ¡Qué viejito está, pero "no se para"! ¡Y no usa espejuelos! ¡Cómo "se gana" a los jóvenes! ¡Cómo se "engancha" con la gente! ¡Es un "viejito gracioso" que dice la verdad! ¡Cómo ha dicho cosas que "no se pueden decir", y con qué respeto! ¡Qué bien hablaron los Obispos! ¡Lo que dijo el Obispo de Santiago fue mucho, la botó de jonrón! ¡Parece que se han entendido el Papa y Fidel! Muchos nos sorprendimos de tan grandes manifestaciones de la fe, otros se desayunaban con el hecho de que los gozos y esperanzas, alegrías y tristezas de los cubanos, fuesen también los de la Iglesia, otros se admiraban de la belleza de las celebraciones, otros eran sencillamente indiferentes, etc. Los cubanos vivimos en estos días muchas manifestaciones de tolerancia, política y religiosa, vimos un anticipo de lo que muchos queremos para el futuro de este país: más pluralismo; más posibilidades para el ejercicio de la libertad de conciencia, expresión y asociación, libre y pública expresión de la fe; la presencia del Estado como participante y no como único protagonista de la vida pública, etc. Estas son experiencias fundamentales para los cambios que ya ocurren y que seguirán ocurriendo en las personas y las estructuras sociales, en nuestro país. Asimismo, es muy alentador percatarse que la mayoría de los cubanos interpretan que en los acontecimientos ocurridos hay entendimiento y no confrontación, diálogo y no lucha por el poder, preocupación Pastoral de la Iglesia y no deseo de suplir al Estado, aun habiéndose escuchado opiniones diversas y a veces profundamente discrepantes.

Otro hecho que dejó profunda huella en los creyentes en Cristo fue el encuentro con las Iglesias hermanas separadas. Una compañera de trabajo mía, que es de una de esas Iglesias, afirmó públicamente que lo que el Papa ha dicho sobre la Paz y la Unidad ella lo había dicho muchas veces en el culto, y que le gustó mucho que haya hecho un Encuentro Ecuménico aunque los medios de difusión no lo transmitieran, que había dado una gran lección a los cristianos cubanos y a los que no lo son también. Igualmente, los encuentros con el mundo de la cultura en la Universidad de La Habana, y con el mundo del dolor, en el santuario de San Lázaro en esta misma ciudad fueron, para los presentes y los que pudieron sintonizar alguna emisora extranjera, momentos inolvidables. El Pontífice hablo, entre otras cosas, del diálogo en todos los estratos de la sociedad y de las profundas raíces cristianas de nuestra cultura; así como del dolor como fuente de solidaridad y salvación, aún los dolores que no son físicos, como por ejemplo los de los presos de conciencia que sufren la prisión física y la angustia de saber que su conciencia no los condena. Cuando el Papa bendecía a los enfermos, y tocaba a leprosos y enfermos de SIDA, desde el narrador hasta los que estábamos pegados al radio lloramos, hubo quien dijo: "ese hombre sí quiere de verdad a la gente". (1)

Juan Pablo II sabe hablar muy bien el lenguaje que entiende el pueblo, no sólo con las palabras, sino con los gestos, muchos han quedado impresionados por su poder de improvisación, por su convocatoria a los presentes en las misas a expresarse libremente, y por la manera en que interpretó los signos de la naturaleza: el sol, como el calor humano que le transmitían y él que quería a su vez comunicar a los cubanos; el viento, como la presencia del Espíritu Santo que renovaba el corazón mismo de la Nación; y la lluvia, como la tristeza de la despedida y el signo de lo que ya había cambiado para el bien de Cuba.

Antes de despedirse, el Obispo de Roma se encontró con una representación de la Iglesia que peregrina en Cuba, en la Catedral de La Habana, fue el símbolo del esperado encuentro de una gran comunidad que ha sabido esperar en el silencio y que crece en medio de dificultades; sacerdotes y religiosos y religiosas se agolpaban a ambos lados del pasillo central del templo para recibir la bendición del Papa Viajero, luego que éste la impartiera a los peregrinos que esperaban en la plaza. Fui testigo presencial de este episodio. En la catedral se encontraron católicos de todas partes de Cuba, cada cual traía su historia de compromiso y sacrificios por su Iglesia, cada cual traía sus angustias y esperanzas, sus dudas y certezas a este encuentro con aquel que confirma la fe de sus hijos. La mayoría pudo dar un fuerte abrazo a quienes no veía hacía tiempo, o a quien quería dar una palabra de aliento, o con quien quería compartir los proyectos futuros. Todos queríamos estar cerca del Papa, besarle la mano, tocarlo, o recibir su bendición, como signo de la comunión por la que habíamos optado en nuestra vida. El Santo Padre recordó a los padres de su Iglesia en Cuba que debían dar testimonio de Cristo y acompañar el compromiso de sus hijos. Y a los laicos, que su lugar era el mundo vasto de la política, los medios de comunicación social, la cultura y los distintos ambientes sociales. Reclamó una vez más espacios para los medios publicitarios de la Iglesia, y que se permitiera el aporte de los Institutos Religiosos a la educación de los cubanos. Dijo también que el futuro de Cuba estaba en la conversión de los corazones, una conversión como la de San Pablo, que fue la más grande de las revoluciones. Fue un acto de confirmación de la unidad que ha caracterizado a esta Iglesia, fue un "empujón" y un ¡no teman!, para que la Iglesia cubana sea aun más fiel a Cristo a través del servicio a su pueblo.

 

 

El Reto del Papa

 

El reto que Juan Pablo II lanzó parte de la conversión radical de la persona y de las estructuras sociales, y a mi juicio significa entre otras cosas:

 

Para los ciudadanos: Aprender a ejercer su libertad personal y a desarrollar su propio proyecto de vida, de modo que sea cada vez menos dependiente de lo que viene del Estado o de fuera. Abrirse a lo trascendente y a la conversión radical de la forma de pensar y actuar, que permita la propia superación y el ejercicio de grados cada vez mayores de libertad. Releer la propia historia personal y la de la Patria para sacar de ahí aliento y lecciones para el presente y el futuro. Superar la apatía y el desaliento, y asumir responsablemente la reconstrucción de la sociedad. Tomar como método el diálogo y el perdón en las relaciones interpersonales, de modo que se pueda vivir en un sano pluralismo. Participar de forma activa en los distintas organizaciones, tanto del Estado como en las que van surgiendo en la sociedad civil, así como crear otras nuevas, de modo que cada cual aportar al bien común con sus propios carismas y estilo. Buscar incansablemente la Verdad y abandonar toda forma de vida en la mentira.(2)

Para las familias: Cuidar y defender la vida, siendo recintos donde la persona se desarrolle corporal y moralmente y aprenda las herramientas para su propia realización y para la vida en sociedad. Abandonar las prácticas antinatalistas especialmente el aborto. Ser realmente protagonistas de la educación de los hijos, sin dejar que otras instituciones suplan sus funciones. Al mismo tiempo deben mantenerse relaciones de cooperación entre las familias, el Estado, la Iglesia y el resto de la sociedad civil de modo que la participación social de los ciudadanos, o la situación socio-política, no traiga en ningún caso aparejada la separación o inestabilidad de la familia.(3)

Para las organizaciones y grupos intermedios: Participar de forma dialogante en el debate público, de manera que constituyan auténticos espacios de participación del ciudadano que contribuyan a su realización personal, y al mismo tiempo a la transformación de la sociedad a favor del bien común.(4)

Para la Iglesia: Anunciar el mensaje de Cristo con mayor intensidad y mejores obras a todo el pueblo cubano. Asumir con mayor profundidad su misión en la sociedad. Ganar en mayores grados de compromiso y autonomía de los laicos. Ampliar y profundizar la animación en todos los ambientes sociales. Propiciar aun más el diálogo ecuménico y con los no creyentes. Abrir más espacios de participación donde se ejercite la sana convivencia social, la democracia y el pluralismo. Brindar educación moral, cívica y religiosa que ayude al desarrollo de las personas, especialmente los jóvenes; esta educación debe ayudar a la persona a formular y concretar un proyecto de vida en el que se incluya el sacrificio y la entrega a los demás. Acompañar aun más a las personas de buena voluntad para que encuentren y realicen su proyecto de vida. Servir de puente entre las distintas tendencias políticas de la Nación.(5)

Para el Estado: Superar el paternalismo que a veces quita protagonismo a los ciudadanos, la familia y a otros estratos de la sociedad, dificultándoles su libre desarrollo. Permitir la apertura de más espacios para el libre desarrollo de la sociedad civil. Permitir mayores grados de libertad religiosa de modo que la Iglesia pueda realizar con mayor alcance y profundidad su misión en la sociedad, reconociendo que esto es parte de su labor. En ese sentido es de desear: que sea posible el aporte de los Institutos religiosos a la Educación y el acceso de la Iglesia, junto con otros componentes de la sociedad civil, a los medios masivos de difusión. Permitir la apertura de otros espacios para el debate público. Encauzar las transformaciones económicas hacia una mayor participación de los ciudadanos. Permitir el aporte de distintas corrientes filosóficas, religiosas y pedagógicas en la educación de modo que la familia pueda elegir la educación de los hijos. Permitir mayores grados de pluralismo político e ideológico. Favorecer el diálogo a todos los niveles de la sociedad, y participar en el mismo desde posiciones más dialogantes. Permitir que sea mayor la comunicación de los que vivimos en Cuba con el mundo. (6)

Para la Comunidad Internacional: Eliminar todos los bloqueos a la libre relación de Cuba con el mundo, en lo económico, lo político y lo social, especialmente el de los Estados Unidos. Ayudar de diversos modos a que la Nación cubana salga de su crisis y pueda desarrollarse de manera integral y soberana. (7)

¿Están los cubanos dispuestos y preparados para este reto? ¿Lo está el Estado ¿Lo está la Iglesia? ¿Lo está la comunidad internacional? Confío en que la virtud de este pueblo y su increíble capacidad de recuperación permitan una respuesta positiva.

Lo que ha pasado en Cuba no ha sido otra cosa que el paso de Dios en medio de su pueblo, como hizo en otros tiempos a través de Moisés y los Profetas, y hace hoy a través del testimonio de sacrificio y martirio civil que muchos cubanos ofrecen por su patria. El Papa confirmó en la fe a cuantos quisieron abrirle su corazón, e inició una nueva etapa en el ya largo camino de liberación de este pueblo. ¡Ojalá sepamos seguir adelante!

 

 

Referencias:

1) Cfr. Discurso de Su Santidad al mundo del dolor, p3.

2) Cfr. Homilía de Su Santidad en Santa Clara, p.3,4,5,6. El término "vida en la mentira" ha sido desarrollado por: Havel, Vaclac. "El poder de los sin poder", 1983. Discurso de Su Santidad al mundo de la cultura, p4. Discurso de Su Santidad en La Plaza de la Revolución, p6.

3) Cfr. Homilía de Su Santidad en Santa Clara, p.3,4,5,6

4) Cfr. Discurso de Su Santidad al mundo de la cultura, p6.

5)Cfr. Discurso de Su Santidad en la Ceremonia de Llegada, p. 4. Homilía de Su Santidad en Camagüey, p3. Homilía de Su Santidad en Santiago de Cuba, p 3,4. Discurso de Su Santidad en el encuentro ecuménico, p 2. Homilía de Su Santidad en La Plaza de la Revolución, p6. Discurso de Su Santidad en La Catedral de La Habana, p 3, 4. Discurso de Su Santidad a los miembros de la COCC.

6) Cfr. Discurso de Su Santidad al mundo de la cultura, p6. Homilía de Su Santidad en La Plaza de la Revolución, p 6,7. Discurso de Su Santidad en La Catedral de La Habana, p 3,4.

7) Cfr. Discurso de Su Santidad en la Ceremonia de Llegada, p 5. Discurso de Su Santidad en la Ceremonia de Despedida p 4.