El Santo Padre ENTRÓ EN EL CORAZÓN DE CUBA por Neyda Ferro
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Quiero hacer llegar este mensaje de felicitación, emotivo y
solidario a la Iglesia cubana, por su impecable empeño y desarrollo de la visita de Su
Santidad Juan Pablo II a Cuba; a todos los laicos que con su labor valiente y
comprometida, han trabajado con esfuerzo y demostrada eficacia, tantas veces desde la
dificultad, a todos los cubanos, que fieles a su cultura y tradición han acompañado a
esas magníficas voces, con música tan típicamente cubana en todas las celebraciones
eucarísticas, por su comportamiento cívico intachable, hospitalidad, vitalidad, conocida
alegría y participación. Agradezco especialmente a Su Santidad, fiel y firme «mensajero
de la verdad y la esperanza» por haber unido su corazón al nuestro, por sus mensajes tan
cargados de contenido, por haber sembrado en tierra especialmente fecunda, la semilla de
la libertad, basada en el amor a Cristo y a su Iglesia, a todos los hermanos, sin importar
razas ni credos, en ese amor universal y desarrollo integral del ser humano, que es en
definitiva lo que hace al hombre libre.
Tengo un sentimiento de gratitud para tantos amigos españoles, que han vivido con cercanía ancestral estos cincos días de tanta intensidad emocional y espiritual, entregados siempre a esa ayuda solidaria y comprensiva. El sol del caribe también quiso asistir a tan histórico encuentro, pero al final el cielo cubano lloró -comentó el Papa al despedirse- y ciertamente lo creo, porque el Santo Padre entró en el corazón de Cuba y Cuba entró en el corazón del Santo Padre.
Madrid, 27 de enero de 1998. |
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