enero-febrero. año V. No. 23. 1998 


 

 

En Rincón EL MÁS IMPORTANTE PEREGRINO

por Sor Lucy Pardías

 

En la tarde del 24 de enero el Santuario del Rincón vestía sus más hermosas galas, un movimiento inusual invadía tanto el templo como los alrededores: ningún peregrino habitual, muchos reporteros y periodistas, cámaras de televisión y video, agentes de la seguridad pidiendo las credenciales para poder pasar, etc., y afuera, ya en la carretera y calles del Rincón, mucha gente con ánimo de saludar al más importante peregrino que jamás halla recibido San Lázaro: El Peregrino de la Verdad y la Esperanza, Juan Pablo II, que en los enfermos del Leprosorio y del Sanatorio del SIDA cercano, quería abrazar a todos los cubanos que sufren.

Ya a las 6 de la tarde en el Templo estaban los 100 pacientes de Hanser, los 10 del SIDA que participarían en el encuentro, así como personal de los dos hospitales, unas 20 Hijas de la Caridad, el Ministro de Salud Pública, Obispos y Cardenales, un numeroso coro de niños y, en una de las puertas del frente, la banda de los pacientes del Hospital Psiquiátrico de La Habana (antiguo Mazorra).

A eso de las 7 p.m. llegó el Santo Padre con séquito papal, la banda comenzó a tocar «Tú reinarás» y el Papa entró en el Templo a orar en la pequeña capilla de la Virgen de la Caridad, luego pasó saludando a los pacientes que le quedaban cerca, saludó al Ministro; mientras, los niños cantaban hermosamente «el Papa está aquí, tan cierto como el aire que respiro...»

Una vez en el sitial que tenía preparado, recibió el saludo-bienvenida del Sr Cardenal Jaime Ortega presentándole la realidad del dolor en Cuba.

En su homilía el Papa habló del dolor como misterio y como fuente de paz y salvación cuando se asume con una visión redentora, unida a Cristo.

Extendió el dolor más allá de la enfermedad y el dolor físico al hablar de los presos y los discriminados. Exhortó a «ofrecerlo de modo generoso para que Cuba vea a Dios cara a cara».

Habló también del dolor como una llamada (vocación) al amor y a la solidaridad «...por eso cuando sufre una persona en su alma o cuando sufre el alma de una nación, ese dolor debe convocar a la solidaridad, a la justicia, a la construcción de la civilización de la verdad y del amor».

Pidió «espacios necesarios para realizar su misión» para la Pastoral Sanitaria y Penitenciaria. Y terminó encomendando el mundo cubano del dolor a Nuestra Señora de los Dolores y de la Esperanza. Luego nos bendijo a todos.

Casi inmediatamente, pasó a saludar a los pacientes, a quienes aún no había llegado.

Fue para mi hermoso y significativo que el Santo Padre saludara a todos los pacientes; pienso que para ellos, generalmente discriminados, lo fue también.

Entró al coro a saludar a los niños entre los que estaba una niña ciega que le dedicó una canción que hizo llorar incluso a más de un prelado de la Iglesia.

Al dedicarla, la niña dijo: «Para Ud. Santidad en nombre de todos los niños cubanos, en especial de aquellos que como yo no pueden verlo, lo veremos en la gloria».

Otra niña a quien le falta un ojito producto del cáncer que le afecta le ofreció una cestica de flores; ambas recibieron el abrazo emocionado del Papa.

A la salida saludó a los pacientes del Psiquiátrico.

Dejó tras de sí una estela de serenidad y alegría, de esperanza y emoción.

¡Gracias Santo Padre por ser de Dios y trasmitir a Dios! ¡Gracias Señor por esta alentadora visita!