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septiembre-octubre. año IV. No. 21. 1997 |
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MEMORIA CULTURAL
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EL LICEUM FEMENINO PINAREÑO por Dra. Rina Malo |
Recordar es volver a vivir, y yo evoco la cultura pinareña en los años 1955 y 1956 y era pobre y lánguida; para suerte nuestra vino a vivir a Pinar del Río, una lyceista habanera, llamada Elena Alfonso de Méndez Anaya, pues su esposo había sido nombrado magistrado de nuestra audiencia. Y esta señora, amante de la cultura, con gran entusiasmo, tuvo un bello sueño: darle a nuestro pueblo un Lyceum Femenino similar al de La Habana; y con verdadero amor y alegría se dio a esta tarea. Lo primero que hizo fue reunir a un conjunto de damas y damitas, que como yo estaban ansiosas de hacer florecer la cultura en nuestra ciudad y tener una sociedad femenina, creada por una mujer, para la mujer y por la mujer. Y comenzó para nosotras una senda de luchas y sacrificios, éxitos y fracasos, pero al fin triunfamos y surgió a la vida el Lyceum Femenino Pinareño, que fue inscripto en el Gobierno Provincial de Pinar del Río, como una nueva sociedad cultural y como el mejor regalo de Reyes a la ciudad de Pinar del Río, el día 6 de enero de 1956. En ese mismo acto fue electa la Directiva: Presidenta: Elena Alfonso de Méndez Anaya; Secretaria: Dra. Alicia Lamar del Llano; Tesorera: Ofelia Díaz Cruz de Tabares. Cada una con su correspondiente Vice. Además se eligió un grupo de Vocales, las cuales tenían a su cargo la parte cultural y laboral de dicha Institución. Después surge el problema de buscar una casa adecuada para nuestro Lyceum, y la encontramos en Máximo Gómez casi esquina a Cabada; llenas de ilusiones empezamos a buscar muebles, adornos, aparatos necesarios, y al fin estaba lista la casa del Lyceum Femenino, ¡qué linda nos parecía! Pero faltaba la fecha de nuestra inauguración, y surgió el 23 de abril de 1956 "Dia del Idioma", día inolvidable para rendirle homenaje al gran Miguel Cervantes Saavedra "El Príncipe de las Letras Castellanas". ¡Noche inolvidable de gratos recuerdos! Con la presencia de la representación del Lyceum Femenino de La Habana, distinguidas personalidades del mundo de la cultura habanera y de aquí, socias y público en general, fue inaugurada nuestra sociedad, y dominándolo todo, la figura venerable de nuestro obispo Monseñor Evelio Díaz Cía, que nos daba su bendición. Y empezamos nuestra labor cultural, teniendo por lema el pensamiento martiano: "La grandeza de un pueblo depende de la educación de sus hijos". Para eso, teníamos que desarrollar en la mujer pinareña el amor, el más bello de los sentimientos: amor a Dios, amor a la cultura, amor a la juventud, amor al niño, amor al prójimo y amor al bien; y luchar para que en el alma de nuestras mujeres, nacieran las rosas fragantes del saber y tuvieran una exquisita preparación cultural y espiritual, ya que la mujer, sea en su papel de esposa, madre o profesora, constituye la base firme del progreso social. Ya todo preparado y dispuesto nuestro ánimo al trabajo lyceista, comenzó nuestra labor. Se daban mensualmente conferencias, conciertos, recitales de poesías, mesas redondas sobre diversos temas de interés, meriendas sociales, cena mensual, etc. Exposiciones de pintura, de moda, de flores artificiales, de cocina, etc. Se le daban clases, a socias y no socias, de costura, bordado, mecanografía, taquigrafía, idiomas, cocina, etc. En fin todo aquello que pudiera superar a la mujer pinareña, ya que ese era nuestro más caro ideal. Pero había un ángulo de nuestra labor donde pusimos nuestro corazón femenino, quizás recordando el pensamiento martiano "Los niños son la esperanza del mundo"; y es verdad, para ellos todo nos parecía poco: Todos los años al celebrar nuestro natalicio, el día 23 de abril, regalábamos con verdadero amor una canastilla al primer niño pobre que naciera en Maternidad. Todos los días de Reyes, reparto de juguetes en nuestra sociedad para los niños ricos y pobres. En los Carnavales, un divertido baile infantil, que los llenaba de alegría y gozo, con reparto de dulces, caretas, cornetas, etc. Concursos literarios infantiles sobre temas de historia, cuentos, dibujos adecuados, etc. Yo quise crear "La Hora del Cuento" todos los domingos a las 10 de la mañana, con puertas abiertas para los niños de todas clases sociales. Después de mi cuento, ellos hacían los suyos cultivando así la imaginación y la expresión oral. Al final se les obsequiaba con una exquisita merienda, que les producía a todos honda alegría... Dos o tres años después de la fundación del Lyceum, su presidenta Elena Alfonso de Méndez Anaya, sufrió un profundo dolor: su único hijo, en plena juventud, murió en un accidente; y herida profundamente en su corazón de madre no pudo seguir luchando y ejerciendo el cargo de presidenta de nuestra Institución. Entonces se hicieron elecciones para elegir nueva presidenta y con gran sorpresa mía fui electa para desempeñar dicho cargo, realizando mi labor con la valiosa simpatía y cooperación de la sociedad pinareña; y seguimos la misma pauta que iniciamos en nuestra fundación. Pero yo tuve un sueño, que hacía tiempo abrigaba mi corazón, amante de la juventud: crear la "Sección juvenil" por adolescentes, que en el mañana seguirían nuestra obra y sentirían nacer en sus pechos juveniles el amor a Dios, a la cultura, al arte y todo lo bueno y bello que tiene la vida, que era nuestra finalidad. Y yo soñaba con esto, que se hizo realidad, y la juventud encontró el pleno goce espiritual, siguiendo los postulados del gran escritor José Ingenieros dedicado a los jóvenes: "El joven que piensa, estudia y trabaja es optimista. No conoce el odio ni lo atormenta la envidia. Conoce las flores de su jardín y admira las del ajeno. Se siente dichoso entre la dicha de los demás. Ríe, canta, juega, ama, sabiendo que el hado es siempre propicio a quien confía en sus propias virtudes generadoras". Así queríamos nosotros convertir a nuestra juventud a través de la "Sección Juvenil", que sería una prolongación de nuestro Lyceum. Y seguímos luchando con tesón y entusiasmo, cuando en el año 1961 fueron intervenidas estas sociedades culturales por el Gobierno Revolucionario, muriendo físicamente nuestra Sociedad, pero quedando en nuestras almas afligidas sus prédicas, sus máximas que habíamos trasmitido año por año al corazón de nuestras hermanas, y las bellas palabras del gran escritor de la mujer Constancio Vigil, que habíamos hecho como nuestro credo y que siempre guardaríamos en nuestros corazones: "No vale un libro por su papel ni por su cubierta, sino por su contenido, tampoco el ser humano vale por su cuerpo o por su aspecto o por las cosas que están a su alrededor, vale por sus ideas y por sus sentimientos. ¡Oh Mujeres! ¡Que el saber, el amor y la fe llenen tu vida, sean tu camino y brillen en tus ojos y te guíen y te rediman! Ama, educa, comprende, perdona y ayuda y compadece". Y habrás cumplido a plenitud tu misión de mujer y de lyceísta y llena tu gratitud diremos pues a los años con sincero cariño: Gracias Elena Alfonso, por tu altruismo y generosidad en convertir en realidad el sueño de la mujer pinareña. Gracias Elena Alfonso, por darnos oportunidad de ir por la vida divulgando la fe, la belleza, la sapiencia, la bondad y el amor. Y cuando siga pasando el tiempo y evoquemos el Lyceum Femenino Pinareño, muy junto a él estará siempre tu nombre en señal de nuestra gratitud, ya que fuiste faro y guía de nuestros sueños, para crear un mundo lleno de amor y de cultura.
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