septiembre-octubre. año IV. No. 21. 1997


JUSTICIA Y PAZ

BODAS DE ORO

ASPIRACIÓN DE TODO COMPROMISO

Hacia el 50 Aniversario de la Declaración Universal
de los
Derechos Humanos en 1998

por Virgilio Toledo lópez

El matrimonio, como todos conocemos, es la unión libre y voluntaria de un hombre y una mujer en cuerpo y alma.
El alcanzar 50 años de esta unión, por supuesto, no es el fin ni la meta de este proyecto de amor, pero, sin lugar a dudas, es un gran logro. Precisamente por serlo merece una gran celebración.
Si aceptamos esto como cierto, ¿qué podríamos decir del Aniversario 50 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fruto común de la mayoría de las naciones?. Esta unión del concierto de las naciones es un grande y noble proyecto de amor que se convierte en un compromiso indisoluble, precisamente por darse las condiciones necesarias para ello, en primer lugar, la voluntariedad de las partes contrayentes, y en segundo, la libre y responsable aceptación de ese compromiso por cada una de ellas.
Al hacer conscientes los objetivos de tan noble obra (o sea, la defensa, el respeto y la promoción de los derechos y libertades del hombre), las naciones signatarias, y no sólo ellas sino también todas las instituciones, organizaciones no gubernamentales y personas de buena voluntad, encuentran en este aniversario de la Declaración Universal el más alto motivo y objeto para preparar, desde ya, la celebración de esta fiesta madre.
El que sea sólo motivo y parte de los sentimientos, quizás no nos comprometa tanto, porque una persona puede estar motivada o no a contribuir a que esta sea la gran celebración universal del próximo año, pero el que sea objetivo consciente y voluntario, nos lleva directo al compromiso y esto implica que haya una obligación moral.
Llamada a un mismo fin. La comunidad humana.
Por vocación humana y designio de Dios, el hombre, el hombre posee un carácter comunitario. La fraternidad que deben instaurar entre ellos debe estar basada en la verdad y el amor, siendo estos los caminos que conducen a la formación de una sola familia, don de los hombres, que unos a otros se tratarán como hermanos (cfr G.S. 24, 1),
A lo largo de la historia se ha podido apreciar que, a pesar del reconocimiento internacional que ha alcanzado la defensa y respeto de los Derechos Humanos por parte de algunos Estados, han sido y siguen siendo violados, aún cuando están plasmados en la Declaración Universal, en especial por los regímenes de facto y totalitarios de una forma o de otra, por ejemplo, siendo abolidos de la legislación de estos países o empleando otros medios arbitrarios, etc.
Los países signatarios de la Carta de las Naciones Unidas están obligados a promover el respeto y la observancia de los derechos humanos en su país y a cooperar con otros para el logro de tales propósitos, pues esta Carta tiene la fuerza del derecho internacional por ser un Tratado y por ende, es un documento jurídicamente obligatorio.
Al ser sus disposiciones de orden general, se hizo necesario definir con mayor precisión las libertades y los derechos humanos para que pudieran se ejercidos en la práctica.
Este procedimiento comenzó en 1945 al crearse en el seno de las naciones Unidas una Comisión de Derechos Humanos a la que se encomendó la tarea de redactar una carta internacional de Derechos Humanos en la que se definiera tales derechos y libertades. Esta carta perseguía un triple objetivo:
Primero: La Declaración Universal de Derechos Humanos.
Segundo: La elaboración de los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos más el protocolo facultativo y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Tercero: La creación de órganos encargados de vigilar el cumplimiento de estos pactos.
El primer objetivo de este proyecto se cumplió el diez de diciembre de 1948.
La Declaración Universal de Derechos Humanos como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben trabajar estatuye de forma general derechos que pertenecen a dos categorías: los civiles y políticos o de primera generación, que se basan en la oposición al estado., entre los que se encuentran el a la vida, a la libertad y a la seguridad de toda persona, la prohibición de la tortura y de la esclavitud, el derecho a participar en el gobierno, la propiedad, el matrimonio, los derechos fundamentales de opinión, expresión, pensamiento, conciencia y religión y la libertad de asociación y de reunión.
Los derechos sociales, económicos y culturales o de segunda generación; que se basan en la exigencia al estado sobre los derechos relacionados con el trabajo y un nivel adecuado de vida, la educación y la libre participación en la vida cultural.
Existe una tendencia, producida por la evolución de la sociedad humana, que propone a la comunidad internacional los derechos a la tercera categoría.

ASPIRACIÓN DE TODO COMPROMISO

Hacia el 50 aniversario de la Declaración Universal
De los Derechos Humanos en 1998.

o derechos de la solidaridad, como se les llama, entre ellos se encuentran: el derecho al desarrollo, derecho al medio ambiente sano y ecológicamente equilibrado, derecho a la propiedad sobre el patrimonio común a la humanidad.
La declaración Universal no tiene un carácter obligatorio, por lo que no existe una sanción jurídica que obliga a los estados miembros a cumplir con lo estipulado. La pérdida de la confianza y credibilidad es la más grande sanción que puede recibir un estado al no cumplir con este compromiso moral. Como todos sabemos, la declaración se ha convertido, en el ámbito internacional y en muchos países, en el nacional, en la base de las normas para la protección y justeza. Por todo esto los firmantes de la Carta adquieren una obligación moral que los compromete a esforzarse por su promoción y defensa.
El logro fundamental de la Declaración radica en que es un instrumento vivo y efectivo que contribuye a defender los derechos comunes de la humanidad.
“Este empeño ha sido aceptado por casi todos los estados de nuestro tiempo y esto debería constituir una garantía para que los derechos del hombre lleguen a ser, en todo el mundo, principio fundamental del esfuerzo por el bien del hombre”. (Juan Pablo II R.H. 17).

UNA GRAN OPORTUNDAD
PARA LOS PAÍSES QUE NO SON
SIGNATARIOS
DE LOS PACTOS Y CONVENCIONES DE LA
ONU OFRECE EL 50 ANIVERSARIO DE LA
DECLARACIÓN UNIVERSAL
DE LOS DERECHOS HUMANOS.

Si bien es sabido que la Declaración Universal ha adquirido un prestigio y reconocimiento que obliga moralmente a los estados a cumplir con sus principios, la historia ha demostrado que cuando no se crea una base para una continua revisión de los programas, de los sistemas, de los regímenes, desde el único punto de vista fundamental que es el bien del hombre en la comunidad, la vida humana está sometida a múltiples sufrimientos, instaurándose junto con ello varias formas de dominio totalitario, neocolonialismo, imperialismo, que amenazan también la convivencia entre las nacionales (Cfr, Juan Pablo II, R.H. 17d.)
Es por eso que como medio de garantía que permita en la práctica que el proyecto de las Naciones Unidas tenga un mayor grado de efectividad en la consecución de su fin, se toman una serie de medidas entre las que se encuentran en segundo y tercer objetivos de la Carta internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales aprobados por las Naciones Unidas el 16 de diciembre de 1966.
-Estos pactos, una vez formados por 35 gobiernos, se convierten en Tratados jurídicamente obligatorios.
-Cuando los Estados aceptan sus partes en los Pactos en 1966 y fueron firmados por 68 Estados, hubo que esperar hasta 1976 para que entraran en vigor tras haber obtenido las 35 ratificaciones requeridas.
-Los Pactos tienen un carácter obligatorio sólo para los Estados que son parte de ellos. En Septiembre de 1978 su número se elevaba a 50.
Al leer el artículo en la revista Vitral, “La Declaración Universal de los Derechos Humanos, una iniciativa cubana” del número 6, vi que su autor expresaba que sorpresa y compromiso fueron las dos reacciones que le produjeron encontrarse con ese documento que contenía tan preciada información histórica, sobre todo para los cubanos. En mi provocó muchas reacciones, pero las que me motivaron a escribir sobre el tema fueron la confusión y la extrañeza.
Extrañeza porque ¿cómo es posible que un país que tiene toda esa historia en la gestión y lucha de tan grande y hermoso proyecto, no sea signatario de los pactos y que establecen jurídicamente la defensa, protección, promoción; de los derechos humanos? Se sabe claramente que la sola letra puede matar, mientras solamente el espíritu da vida, pero no podemos negar que son necesarios instrumentos y mecanismos que empleen medios justos para velar por un mejor cumplimiento de los acuerdos preestablecidos.
Confusión, porque si en mi opinión se le había dado el mayor reconocimiento de la historia como nación a nuestro país, al ser embajador cubano de aquella época quien propusiera la votación del texto de la Declaración en 1948, se debía en gran medida al activo papel que nuestra delegación desempeñó y a la experiencia que en esa materia tenía. La cantidad de iniciativas justificaba esa aseveración: el hecho de haber sido la delegación cubana quien encomendara al Consejo Económico Social (ECOSOC) elaborar una Declaración Universal de Derechos Humanos, el haber propuesto la primera versión de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por un profesor universitario para que sirviera de base de trabajo, el hecho de que el espíritu de uno de los artículos de la Constitución Cubana de 1940 quedará inscrito en esta Declaración, precisamente el artículo que trataba sobre el reconocimiento esencial de que los derechos del hombre sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión, demostraban el prestigio de Cuba en materia de Derechos Humanos en aquella época.
Después de 50 años del inicio de este proyecto, en mi opinión se ha dado un proceso regresivo en esta materia en Cuba, porque no se entiende que una gran parte de nuestro pueblo tenga una visión negativa de la lucha por la defensa de los derechos humanos y mire con recelo a las personas que positivamente entregan su esfuerzo a este digno empeño.
Algunas de las causas de que este mal azote a nuestro pueblo hoy, son la ignorancia y el desconocimiento que provocan la apatía e indiferencia con que mira esta situación.
Otra de las causas que inciden en este mal es la excesiva ideologización sobre el tema, o la manipulación a la que, de una parte y de otra, está sometida esta temática y que nubla y entorpece la claridad de la discreción de algunas personas de buena voluntad porque ven en esto algo satanizado o prohibido porque está “enmarañado” y eso es política, y “la política es algo sucio”, además, cuando se habla de Derechos Humanos instantáneamente surge la desconfianza porque se asocia con que eso es contrarrevolucionario y va contra los principios del Estado. Nada más lejos de la verdad, porque, como nos enseña el Papa:
-El bien común al que la autoridad sirve en el Estado se realiza plenamente solo cuando todos los ciudadanos están seguros de sus derechos. Sin esto se llega a la destrucción de la sociedad, a la oposición de los ciudadanos a la autoridad, a la oposición de los ciudadanos a la autoridad, también a una situación de opresión, de intimidación, o de violencia de terrorismo…”(Juan Pablo II R:H: 17g).
Nos corresponde a todos los cubanos proponer iniciativas que contribuyan a enmendar esta visión negativa que puede tener una parte de nuestro pueblo.
Una de ellas puede ser la propuesta a nuestros estudiantes del estudio del texto de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, incluyéndolo en el programa de educación.
El Estado, las instituciones y en especial la Iglesia Católica, que tan larga tradición y misión tiene en la promoción, respeto y protección de la persona humana, deben enfilar sus esfuerzos al servicio de este proyecto tan noble, además, todas las personas que tienen conciencia de esta obra tan magna deben disponerse a preparar la celebración de las Bodas de Oro de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, esa fiesta madre y proyecto cumbre de la humanidad en este siglo.
Ayudemos a perfeccionarlo con nuestro pequeño aporte.

 

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Virgilio Toledo López.
(Pinar del Río 1966).
Ingeniero Electrónico. Animador del CFCR de Pinar del Río.