![]() |
septiembre-octubre. año IV. No. 21. 1997 |
![]() |
POESÍA |
OMAR RODRÍGUEZ GARCÍA
PEQUEÑA EPOPEYA DE UN ÁNGEL
(fragmento)
I
Tal vez nací yo Ángel, de otro modo la vida no me doliera oscura -tenaz, severamente-, como una rosa amarga de imposibles espinas. Del polvo no he venido, ni del barro procedo con mis alas de sol. Es cierto que comparto mis sueños con la Carne y que me pierdo a veces por sendas de arrabal en pos de alguna estrella, pero canto al Amor con Trisagios de Gloria -divinamente humanos-, y me seduce el sexo profundo de la noche con su seno de Luna clavado en mis recodos. Del polvo no he venido ni del barro procedo con mis alas de sol. Marginado en mi nombre fehaciente de luces, Es cierto que deambulo de balde como un silfo mi condición de paria, pero plagio en mi fondo la angustia del silencio, las aceras del hambre, los pórticos del luto, y el grito de las flores que el viento martiriza detrás de las paredes; y por si fuera poco decir que he dicho tanto -decir que dije angustia- diré que apenas quise pensar que digo Pueblo. De otro modo qué fácil pudiera hacer de hombre, y aplaudir a despecho de toda dignidad locuras de tirano. Del polvo no he venido, ni del barro procedo con mis alas de sol, que a pesar de sus mustios revuelos de penumbra, son mis alas de ser, de sufrir, de soñar, y de acusar de paso con dedo inquisitivo los crímenes del viento.
Tal vez nací yo Ángel, pero acaso en la lucha de algún Apocalipsis debió quitarme un niño la espada de mis ímpetus. Por ello voy de prisa, inerme entre la sombra que persigue a mi sombra por el filo de un verso que me lleva a la muerte. Tal vez nací yo Ángel, quizás menos, Poeta.
II
Casi como un Ángel he nacido de bruces, por mi pecho han cruzado -con andar de serpiente- las arenas sin nombre de infinitos desiertos, ello siempre con sed de encontrar un oasis cuyo sitio parece no existir en mis ojos. Cada día del mundo que mis pasos arrastran solo doy con la Esfinge de mi propia presencia. ¡Qué soledad de ocaso circunda mis parajes con visos de impiedad! Pero atesoro en ristre mis alas para el vuelo de auroras por venir; y hay en mi frente un algo, inexplicable y fiero que recuerda en su niebla no sé qué virgen clara -efigie de lo puro- y que añora el abismo musical de los astros cuando el can de la angustia me roe los adentros. Casi así como un Ángel he nacido de bruces, por mi rostro han rodado como cintas de piedra las calles de este pueblo, donde anclado me tienen hasta el mar de la sangre las raíces de un niño. Era un niño juguete de los Días de Reyes que vagó por los parques pregonando jazmines. Hace veinte miserias se me fue de la piel; mas yo siempre al volverme lo descubro descalzo, de tarde tras el vuelo de incautas mariposas, corriendo por encima de los soles hirientes que destellan los vidrios. Casi como un ángel he nacido de bruces, y espero que a la postre de tanta desventura, no me tilde la vida de ser un Ángel único. Estamos ya pasado con tres versos de bruma de la mitad del Siglo. Denuncio ser un cuello que estrangula la Suerte con sus manos de invierno, sutiles como sombra.
III ¡Es mentira que sufro, que no soy, que ya paso, que me borro en las aguas como un lirio en el viento! Eso al menos publican los cómplices del Odio, Los que nada comprenden con respecto al destino porque son como autómatas que diríanse enfermos, Por el modo tan vano de enclaustrar el futuro en sus rojas agendas de consignas triviales. Pero son, como siempre, con su nombres modernos de absurda ideología los héroes predilectos de toda concesión. Los príncipes del vino, los sultanes del pan, cuya noria es la misma del fantasma de ayer. Cuando asiste el domingo de uniforme a sus atrios ellos fieles lo reciben con pancartas de júbilo que enarbolan conceptos vacíos de razón. Bastardos de tiniebla, sicarios de luceros, pretenden la rosa no encienda sus candiles de estrellas en la brisa; y delatan el sueño de sus pétalos blancos que esposados de engaño condenan al silencio. Yo me gasto en mi copa que ha perdido la espuma, pero aún guarda vestigios de blancura en sus bordes. Si la suerte contara con tan solo dos naipes, yo me habría jugado la pureza del todo. ¡No es muy cierto que sufro más allá de mi espejo, ni que es tanto lo triste que me enturbia los labios, porque a veces de tarde descobijo un poema recostado al madero de mi propia guitarra! Ellos nada comprenden de la voz de los ángeles pues apenas sus ojos se han fijado en las nubes. ¡Cuántas veces un niño se detuvo a sus puertas
porque en casa la lluvia se clavaba en el fuego y el león de la aldaba, con sus fauces de bronce, sin hurgar en su llanto devoró su inocencia! ¡No es verdad que me asfixio, que ya fui, que no vuelvo, que me extingo en mi traje como un sol en declive! De eso al menos me inculpan Sus letrados de a sueldo, Para darme a la vida como un caso de fábula.
EDUARDO VALDÉS VARGAS
CONCIERTO DE PALABRAS
No tardes, porque vuelvo ensimismado, pregonando estaciones sin matices, y puede que ya no sea mi hambre de palabras, y puede que no sea la cruz del Cristo su martirio, y que se haya roto el cuadro de mi abuelo en los rincones de tu ausencia. no tardes, mira que impreco contra el mundo, y digo que Napoleón era un anarquista, y que la monnalisa era estandarte de burdeles, y que la Atlántida naufragó en el valle de tu cuerpo. no tardes en llegar, mira que me asusto de no verte, y puede que la taza se llene de recuerdos, y puede que no alcance a ver tu rostro, aunque te busque bajo la forma de la muerte.
COSAS DE CADA DÍA
Como cada día, mi corona de espinas... unas pocas palabras que me acuesto al hombro, rompen ayunos en mi amargo panal. y como cada día, no soporto esta ola acuñando en mi pecho soledades, esta ola con olor a memorias... esta ola hiriendo mi taza de paciencias. como cada día, juego a mentirme horas y lugares, para que el tiempo manche su rostro entre mis tapias, o me digo que soy un malo calcinando máscaras y octubres. caminando aún en pos de mis espinas, guardo en los ojos el ayuno de otro día.
TE FUISTE, TAL VEZ... A mi abuela Celia Hernández, por mostrarme que la fe viene de Dios... Has regalado los moldes que habitabas, tu plato de minutos hirientes, y aún ocultas este cuadro de osarios. regalaste tus moldes entre santos y altares, y esta silla se niega a beber soledades, a recabar soledades. se niega desprender estos pliegues de tus años en celo. Celia, regalaste tus moldes, engañando desvelos y dando palmadas a la tarde te fuiste, mientras mi abuelo ahogando pesadillas de átomos espera carta. te fuiste regalando moldes, y tal vez nunca cruzaste la puerta.
ANÁLISIS
Por dónde voy que aún no siento mis pasos, quién soy que aún los espejos se resisten a devolver mis formas, qué arpa tocará mis notas y en que aluvión aludiré que cierta vez tuve nombre. en qué restos encontraré los restos de mis otoños nupciales y en qué capítulo y de cuál libro comenzará mi historia (si es que tengo alguna). por dónde voy que aún no siento mis pasos, voy... y aún no sé si mis pasos son de fuego o de espuma.
MEDITACIONES
Cómo cincelarte en mi paciencia. cómo guardarme en un bolsillo tantas horas de pensarte y flagelar voces de este espejo que te nombra. te me haces costumbre en las calles del pecho donde preguntas o respuestas no rompen ayunos de estarte mendigando el tiempo para perderme en tus ojos. te me haces lo mucho que no valgo y tu ausencia daña la palabra que asusta el miedo de no verte. Te me haces tantas cosas y le pido a dios que me arranque una lágrima... y me ayude a no amarte. |