marzo-abril.año3.No.18.1997 |
![]() |
EDITORIAL
|
VIVIR EN LA LIBERTAD
|
Vivir en la verdad no es sólo no mentir. Es echar fuera de nuestra
vida la mentira. No sólo la mentira llamada «piadosa», se trata de esa gran mentira que
es vivir engañándonos a nosotros mismos y sometidos a una vida de mentira.
No se trata de moralizar, ni de filosofar, se trata de vivir en la verdad o vivir en la mentira. Se trata de vivir permanentemente en búsqueda de la verdad o vivir permanentemente en medio de una mentira, o aún peor, vivir gracias a la mentira. La verdad no es una abstracción filosófica desarraigada de nuestra existencia cotidiana, es el camino que se va abriendo a fuerza de las pequeñas verdades que van tejiendo la Verdad en que deseamos vivir. Siempre más allá, siempre más arriba, hasta trascender nuestra propia verdad y acceder a vislumbrar la verdad que está en el otro hombre y la Verdad que es el Otro: El Absoluto, a quien llamamos Dios. La mentira no es sólo la que se dice. Es también la que se hace, es, sobre todo, la que se vive. Si una persona vive en la verdad y dice una mentira falla, pero sabe que falla y le duele fallar. Pero una persona que vive en la mentira, no sólo no le duele la mentira sino que encuentra en la falsedad una manera de vivir mejor, una coartada para seguir "viviendo en la mentira". La verdad duele y vale sacrificio. La mentira es fácil y alivia el dolor del momento. Pero quien se sacrifica por la verdad siente una gran liberación por dentro y se sacude de un gran peso por fuera. Pero el que vive en la mentira luego del alivio momentáneo, carga con el peso de la doble cara hasta que reconoce con doble dolor y vergüenza que mintió, o peor, que está viviendo en la mentira. Muchos cubanos viven hoy en la mentira. Cuba necesita vivir más en la verdad. Vivir en la verdad es, primero que todo, ser fiel a tus propias convicciones, a tus proyectos. Es sufrir por decir y hacer lo que consideramos verdadero aún cuando la inmensa mayoría vaya contracorriente. Decir una verdad en un ambiente donde se vive en la mentira es doloroso, pero intentar vivir en la verdad en un ambiente donde se vive mucho en la mentira es heroico. Probemos: mañana cuando salgamos de nuestra casa, o mejor, antes de salir de ella, hagamos el propósito de intentar ser transparentes, es decir: pensar con nuestra cabeza, decir lo que pensamos, y hacer lo que decimos y pensamos, si consideramos que lo que pensamos, decimos y hacemos es bueno y verdadero. Si pronto comenzamos a chocar con la mentira, no con las mentiras sino con esa mentira que se ha hecho modo de vida, forma de relacionarse, modo de gestionar, modo de mal-informar y modo de dirigir la cosa pública, entonces estamos viviendo en un ambiente de doble moral, de falsedad, de falta de transparencia. Se trata de decir que vamos a hacer lo que hacemos por una decisión de conciencia. Se trata de dejar a un lado los certificados médicos, las justificaciones inventadas, los Sí que son No por dentro. Se trata de dejar de pensar que NO diciendo que Sí. Se trata de pensar que sí, decir que sí y hacerlo así. O por otro lado, como nos enseñaba tan acertadamente el Profesor Calviño en su programa de televisión, se trata de aprender a decir NO cuando en nuestra conciencia y nuestra decisión personal sea NO. Se trata de que nuestro sí sea sí y nuestro no sea no. Tan sencillo y tan viejo como el Evangelio donde Cristo lo recomienda. Si mientras usted lee esta reflexión ha comenzado a pensar que hacer esto mañana en su trabajo, en su familia, en su escuela, o en la calle le resulta difícil, muy difícil, casi imposible, porque lo perjudicaría, porque perdería el trabajo, porque lo castigarían con un salario menor o le pondrían «una mancha en su expediente», entonces usted podrá comenzar a considerar que vive en una sociedad en que para vivir hay que mentir. Y eso es una pobreza que debemos sanar. «La verdad nos hará libres»- dijo Jesucristo y su vida tuvo como misión decir y vivir la Verdad. Eso lo llevó a los tribunales de Poncio Pilato y de Herodes. Ante Pilato, habló Jesús y dijo: «Yo para eso he venido al mundo para dar testimonio de la Verdad. Todo el que es de la verdad sigue mi voz». (Juan18,37). Ante Herodes Jesús calló. Calló, pero no mintió. Habló callando; el silencio es, a veces, un modo de vivir en la verdad. Vivir en la verdad no es sólo no mentir, sino poder transparentar lo que somos y lo que pensamos. Una sociedad donde hay miedo a decir lo que pensamos es una sociedad que ayuda a vivir en la mentira. El miedo es el rasero del grado de transparencia que vive una persona o una nación. Si hay mucho miedo en usted, usted no está viviendo en la verdad. Si usted ha podido liberarse de los miedos y saltar por encima de ellos, porque no tenerlos es imposible, entonces ha comenzado a vivir en la verdad porque la verdad nos libera. Vivir en la verdad es poder discrepar sin ser atacado, es poder criticar sin ser discriminado, es poder aportar alternativas sin ser condenado. Es tener un espacio de convivencia y participación donde se acepte a las personas con su diversidad y se promueva el diálogo para llegar a la participación activa y libre. ¿Es así en los lugares donde desarrollamos nuestra vida cotidiana? Mientras más espacios de libertad y responsabilidad haya en las estructuras de un país, mayor será la verdad en que se vive en ese país. Vivir en la verdad es aceptar que la verdad sobre el hombre, sobre su dignidad y su vocación trascendente está por encima de todas las demás verdades sobre la sociedad, el trabajo, la economía, la política y el Estado. La persona humana es, al mismo tiempo la protagonista de la verdad y el fin de toda verdad. La única forma de vivir en la verdad y que esa verdad nos haga libres es intentar cada mañana decir NO a la mentira. A la mentira dentro de nosotros mismos que nos hace tener doble cara. A la mentira en nuestras familias, que las convierte en un infierno en lugar de un hogar. La mentira en nuestros centros de trabajo, donde tengo que decir No a los informes falsos, a los chismes entre compañeros, a las zancadillas para subir, a las apariencias de las actividades que esconden desastres productivos. Diciendo No a la mentira de imponer la voluntad partidista sobre la verdad de la ciencia y del humanismo. No a la mentira de llamar manipulación a la verdad y verdad a la manipulación. Otra forma de vivir en la verdad es decir No a la mentira en nuestras escuelas donde se debe aprobar la verdad como actitud y no como un examen, donde se debe formar al hombre para decir lo que piensa y pensar con su cabeza y no para repetir consignas y dejar de pensar para poder vivir en paz. El promocionismo, el fraude no sólo de los alumnos sino el de los profesores que es mayor y peor por deformante, la corrupción de pedir a los alumnos lo que sus padres pueden «resolver» a los profesores y directores y que no es papel y lápices, u otros materiales escolares -ojalá fuera eso- sino todo tipo de «cosas» de la que puede carecer cualquier cubano, son otras expresiones de esta forma de vivir en apariencia. Si un niño sale de su familia y de la escuela diciendo mentira, o lo que es peor, viviendo en la mentira, la familia y la escuela no son lo que deben ser y no están preparando a los cubanos para que la nación pueda vivir en la verdad que la hace libre y que todos debemos salvaguardar. La Patria se defiende más con la verdad que vivamos que con las armas que inventemos. Las pequeñas verdades vividas en lo cotidiano tienen más fuerza de convicción que cualquier fuerza exterior. El que avanza en los pequeños caminos de la verdad descubre rápidamente que no puede regresar más a una vida atada a la simulación, las máscaras y los ritos externos. Inventar menos en las armas de la mentira y crecer más en la verdad que nos hace libres: he aquí un posible programa de vida para que cada cubano pueda salvaguardar y promover nuestra verdadera soberanía, nuestra independencia y nuestra nacionalidad. Si usted se ha acomodado a vivir en la mentira reflexione sobre la calidad de una vida cuyo protagonismo se cambia por ventajas materiales o posiciones sociales. Si usted ha logrado comenzar a vivir en la verdad comenzará a comprobar la libertad que siente por dentro y el potente influjo que ejerce a su alrededor, porque vivir en la verdad contagia por ser la única forma plena de vivir.
¿Cómo reaccionamos ante esta reflexión? Pudiera ser un modo de saber si vivimos en la verdad o en la mentira. n
Pinar del Río, 25 de Febrero de 1997 144 aniversario de la muerte del P.Félix Varela
|