marzo-abril.año3.No.18.1997


NARRATIVA

SI TE ACUERDAS DE MÍ.

por Felipe Arroyo

Terminaron de almorzar y se sentaron a la entrada del aula de Instrucción Política, Leandro y Luis Ángel en sillas, los demás en el piso. El Cacha comenzó a tararear Jumpin´Jack Flash: Bestial, Bórex, quién te viera. Luis Ángel marca el ritmo con la cuchara y el tenedor, Leandro chasquea los dedos a dúo con Ponte. El Bórex sonríe complacido y sugiere Brown Sugar mientras imita tocar una guitarra. El Cacha canta, por momentos olvida la letra e inventa el inglés, los demás ríen, aplauden, se entusiasman. Leandro propone Star me up y el Bórex con los ojos cerrados disfruta el movimiento de los dedos, ágiles sobre las cuerdas. La música los envuelve, se levantan columnas de humo y Bórex Richard da un salto sobre el escenario, el blue jeans desteñido, la melena sudorosa sobre los hombros, distorsionando el sonido, rockeando duro, mientras Cacha Jagger suaviza la voz, I can get no satisfaction y el público se arrebata. Chiflidos, puños en alto, gritos. La canción avanza, Ponte Wood atraviesa el entablado y se coloca a un lado de Leandro Wyman que le sonríe, al tiempo que Luis Ángel Watts golpea con violencia drum, redoblante, platillos y todos corean ¡I can get no! Las guitarras rugen, la batería parece estallar, el público desorbitado canta con ellos ¡I can get no!, en el momento que el jefe de compañía se detiene frente al grupo: ¿Y ese ruido, compañeros, se olvidan que están en una unidad militar?, rompiendo el hechizo. Luego se dirige a Luis Ángel: Preséntese en la oficina del sargento Ordóñez.

Cuando se aleja, todas las miradas convergen en Luis Ángel. El Cacha tose intencionalmente y Leandro exclama en tono irónico: ¡Vaya, el sargento Ordóñez! Luis Ángel se pone de pie, ¡qué pasa, caballeros!, descubriendo lo que pensaban en ese instante sus amigos. Era para preocuparse. No por gusto llamaría un oficial de la Contrainteligencia a un soldado de la guarnición, y mientras se dirige a la oficina, busca sin encontrar el motivo que mereciera una conversación con Ordóñez. ¿Y los otros? No creo que vayan a tomar en serio que yo ¿Y si se trata de una propuesta para trabajar como informante? Que ni lo sueñe.

Intrigado, se detiene ante la puerta de la oficina protegida por una verja de gruesos barrotes que ahora está abierta. Se santigua, ya veremos, piensa, y pide permiso para entrar.

La decoración de la habitación es simple. Cortinas grises cubren las paredes. Cuadros de Camilo y Che al fondo, encima de la cabeza del sargento que interrumpe la lectura de un documento: Siéntese, enseguida termino.

La luz de neón no iluminaba lo suficiente y le daba a la estancia un aire lúgubre, quizás por el color de las cortinas y la ausencia de ventanas. ¡Vaya ambiente!, pensó Luis Ángel.

El sargento se reclinó en su butaca, pasó el brazo por detrás del espaldar y dio inicio a la conversación preguntándole por la familia y sus asuntos en la unidad. Luis Ángel se dio cuenta de que era una formalidad, preparación del terreno para entrar en materia. ¿Qué se traerá entre manos? Luego habla de cierta información que ha recibido y las mañas del enemigo, que emplea formas muy sutiles, difíciles de combatir porque caen en el terreno de la especulación, labor de zapa cuyos resultados son a largo plazo, ya que el objetivo consiste en socavar los pilares de la ideología. Luis Ángel está en China. No sabe donde lo quiere llevar el sargento con esa lección de Política y siente deseos de decirle: Acaba de soltar la bola, socio, que no entiendo ni papa. El sargento continúa: Por eso debemos prepararnos en todos los campos para rechazar cualquier intento de agresión o desestabilización. Ellos aprovechan y utilizan todos los recursos disponibles para que el trabajo sea ejecutado por agentes conscientes o inconscientes. Es por eso que lo he llamado pues según el informe recibido debemos aclarar algunas cuestiones: manejo de propaganda subversiva dentro de la tropa, desviación ideológica. Un asunto delicado, peligroso, peor que el sabotaje, diría yo.

_No sé de qué me habla, sargento. Por mi madre que no lo entiendo.

_Vamos, Armenteros, no se haga el bobo, sabe muy bien a qué me refiero.

El pensamiento de Luis Ángel, a la velocidad de la luz, trata de ubicar en su memoria conversaciones, chistes, opiniones, disertaciones sobre los temas tratados últimamente en el Club Rolling o en otro lugar. Ya está, ya lo encontré. Lo que dije sobre las novelas de Semionov, que no las cambiaba por la más mala de Dashiel Hammet.

_Mire, sargento, creo que una opinión sobre literatura no es propaganda subversiva.

El sargento prende un cigarro, juguetea con la caja de fósforos: Usted, o es muy inteligente o muy ingenuo. Está bien, iré al grano. No son sus opiniones literarias lo que nos preocupa, sino las fotos que anda enseñando por la unidad. Un tema fascinante, ¿no?: carros norteamericanos del último modelo.

Luis Ángel se sorprendió al oírlo. En lo único que no había pensado. Elemental Watson, cómo pudo olvidarlo, allí había tela por donde cortar. Mencionar a Semionov, a Hammet, fue una estupidez. ¿Quién ha visto a reclutas discutiendo de literatura? Ellos, una excepción. Porque ni el Cacha ni el Bórex se meten en esas discusiones que les parecen una bobería. Él conversó con Pupy, empleada de la Biblioteca Provincial, vecina y amiga de su madre, para que los préstamos se extendieran a un mes, con la condición de no hacerla quedar mal. No querían perder el hábito.

Se produjo un silencio momentáneo, interrumpido a intervalos por el golpear de la caja de fósforos sobre el cristal del escritorio debajo del cual se veían fotografías, calendarios, memorándums. Luis Ángel le daba vueltas a la gorra mientras organizaba sus ideas. Por fin habló. Las fotos pertenecían a su colección. Vivía orgulloso de ella, un verdadero tesoro, única en Pinar del Río. La idea se le ocurrió hace más de tres años revisando un montón de revistas en casa de su tío. Las más valiosas se las había robado, muerto de miedo, de una de las Enciclopedias (la Salvat) que existía en la Biblioteca Provincial, (esto no se lo dijo al sargento), ejemplares únicos como:

El primer automóvil de cuatro ruedas inventado por el ingeniero K.F. Benz.

El que inventó Newton en 1860.

El primer auto con el que Henry Ford circuló por las calles de Detroit en 1896.

El Ferrari con el que Ascari ganó los campeonatos mundiales de 1952 y 1953.

El Mercedes Benz con el que Fangio se proclamara campeón en 1954 y 1955.

¿Conocía el sargento al ingeniero Benz, a Henry Ford, a Fangio? ¿Los conocía? Los hobbies son instructivos, sargento, se aprenden cosas que no se dan en la escuela. Fangio, por ejemplo. ¿Recordaba el sargento la visita del campeón a Cuba y el secuestro llevado a cabo por un comando revolucionario? Eso forma parte de la Historia. Y sin apartarse del tema le diría que el año pasado le había escrito a su prima, para que le mandara modelos cada vez que pudiera: Las fotos a que se refiere son las últimas que recibí, sargento.

_De los Estados Unidos.

_¿Y eso tiene algo que ver?

_Vamos, Armenteros, un muchacho tan inteligente diciendo eso. Sabe que tiene mucho que ver. Muchísimo. Llevo años en este trabajo. Bajo una fachada inocente se puede ocultar el más mortal de los venenos.

_¿Qué usted me quiere decir, sargento?

_Le quiero decir que veo muy confuso el asunto. Demasiado simple. Y me interesa saber qué es lo que busca.

Luis Ángel se sentía incómodo. El sargento le estaba dando a entender que era sospechoso de ser un agente subversivo, algo totalmente absurdo. No se pudo contener y se lo dijo: Para ustedes todo lo que venga de allá es peligroso, me parece que están exagerando un poco y ese que escribió el informe, debía informarse mejor, y valga la redundancia, antes de estar armando intrigas contra la gente.

_¡Un momento, Armenteros, mida sus palabras!

Ordóñez se levantó y comenzó a caminar de un extremo a otro de la habitación mientras arengaba. Había que recelar de todo, de los actos que a primera vista podían parecer inocuos, porque en los americanos no se puede confiar ni un tantico así, que de este asunto se haría una investigación seria y ojalá sea como usted dice, porque si no tendrá que responder ante la justicia. Y le voy a dar un consejo: dedíquese a tareas más productivas y revolucionarias. Eso es lo que persiguen nuestros enemigos. Que jóvenes como usted se aparten del proceso que llevamos. Con su colección me está demostrando que tengo la razón. Puede retirarse. Lo mandaré a buscar cuando lo necesite.

En el dormitorio, los miembros del Club se reunieron a su alrededor. Luis Ángel, sentado en el piso, la espalda contra la taquilla, les narraba el encuentro: Por culpa de las dichosas fotos ahora soy un posible agente de la CIA. Un guión para película de espionaje, o el programa de televisión, Sector 40. ¿No se dan cuenta del lío en que estoy metido? De ahora en adelante tengo que andar al hilo porque en la primera metida de pata me caerán encima y seguro que no la voy a pasar bien.