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marzo-abril.año3.No.18.1997 |
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ECONOMIA |
¿SE ACABÓ EL DINERO? por María C. Gálvez Chíu |
En el segundo semestre de 1994, aparecieron las primeras medidas para el saneamiento financiero. Comenzamos a oír hablar de la necesidad de restituir la salud de las finanzas internas, y "hay que sanear las finanzas" se hizo voz que salía al paso a cada protesta por el alza de precios de los cigarros, la bebida o el transporte. Reflexionemos un poco sobre esto. ¿Cómo sentimos la enfermedad de las finanzas? ¿Desde cuándo sufrimos esta afección? Todos percibimos como escasea el dinero que generalmente teníamos en el bolsillo; las empresas son incapaces de costear sus operaciones; el banco ya no da créditos; el Estado tiene más gastos que ingresos y no puede ocuparse, como antes, de las empresas irrentables o del sector no productivo; los precios no se estabilizan. Esta situación no afecta sólo a la economía cubana, sino a la economía de cada cubano. Según Eloy Llaguno, director de política financiera y de precios del Ministerio de Finanzas y Precios (en información dada al periódico Trabajadores), en el segundo semestre de 1994, el país tenía una liquidez monetaria de doce mil millones de pesos, situación que se había presentado en décadas anteriores, y que "...no preocupaba porque ese dinero se depositaba en el Banco para un consumo futuro y el déficit presupuestario se financiaba con créditos provenientes del campo socialista". Verdaderamente la caída del campo socialista y también el recrudecimiento del embargo norteamericano hicieron profundizar la crisis económica y, en medio de esta, el padecimiento de las finanzas, cuya responsabilidad ha sido atribuida por muchos a esta crisis llamada "Período especial". Pero ¿y de la enfermedad de antes, cuando "no preocupaba", cuáles eran las causas? Lo más probable es que, de no haberse derrumbado el socialismo en Europa del este, no estuviéramos tratando de curar las finanzas, pero eso no significaría que no estuviesen enfermas, sólo significaría que no nos preocupa su enfermedad. En realidad, la situación internacional despertó la preocupación por el saneamiento de las finanzas, pero no provocó su enfermedad, ni tampoco la circunstancia de una crisis. Algunos consideran que la verdadera causa es que no fuimos capaces de crear una base económica sólida durante los años en que tuvimos el apoyo de los países socialistas. No pienso, sin embargo, que nos faltara capacidad, porque esto sólo podría asegurarse si hubiésemos tenido realmente la oportunidad de hacerlo entre todos. Sólo unos pocos decidieron el rumbo de la economía en estos años y participaron como sujetos activos en ella. No fue capaz la estrategia, no fue capaz el sistema de dirección y planificación de la economía, no fue capaz la organización económica de la sociedad. Y de lo que no fuimos capaces los cubanos fue de buscar la oportunidad y de procurarnos el espacio que nos correspondía para ser sujetos y no objetos en la economía cubana. La excesiva centralización, la limitación a la iniciativa privada, la falta de diversidad de la producción y la falta de estímulos para producir, que unido a la selección, por parte de los emprendedores del sistema político, de la concientización forzada de las personas como la vía para lograr ese ideal de lo "digno" y "lo necesario", y que parece contrastar con el propósito de la educación en una percepción exclusivamente materialista de la realidad, no sólo filosófica, sino además social y económica, son algunas de las condiciones que llevaron a esta crisis, luego agudizada por los cambios en la situación internacional. Lo que ha surgido no es la enfermedad de las finanzas, sino la preocupación por ella. ¿Qué pasó a finales de 1994? Ya el dinero no se depositaba en el Banco para un consumo futuro, ni podía financiarse el déficit con créditos provenientes del desaparecido campo socialista. Había que hacer algo.
Lo hicimos distinto al resto del mundo
Lamentablemente, las primeras medidas se dirigieron a la esfera de la circulación: se elevaron los precios a los artículos no esenciales como los cigarros y las bebidas alcohólicas. "Lo hicimos distinto al resto del mundo, donde ante situaciones similares se incrementaron los precios a los artículos de primera necesidad", comenta el director de Finanzas y Precios. En verdad, no se aumentó el precio a los artículos de primera necesidad... que oferta el Estado (habría que agregarle). Pero, ¿hasta dónde se brindan en el mercado estatal artículos de primera necesidad? Para nadie es un secreto que desde hace muchos años, en Cuba, rige la economía el mercado informal. El Estado se empeñó en ocuparse él solo de abastecer a las familias y se ha visto imposibilitado de hacerlo suficientemente, por lo que todos hemos tenido necesidad de acceder a productos de primera necesidad por la vía informal. Por eso no basta con que, en el mercado estatal, no se aumente el precio a artículos de primera necesidad. Habría que preguntarse: -¿Cuáles son los artículos de primera necesidad para el pueblo cubano? -¿Cuáles son las vías por las que los puede adquirir? -¿Cuál es el precio? ¿El nivel de ingresos promedio permite el acceso a ellos? Tampoco basta con saber que lo hicimos distinto al resto del mundo, porque esto no significa necesariamente que el método utilizado haya sido justo. La justicia de un método para sanar las finanzas debe tener su base en considerar que las finanzas deben estar sanas para el bien de las personas. Luego, no se actúa con justicia si para sanar las finanzas se perjudica a las personas. Es verdad, que lograr algo siempre lleva algún sacrificio; pero ese sacrificio debe repartirse equitativamente: a quien más puede, debe corresponderle una cuota mayor de sacrificio. Tendríamos que reflexionar por qué lo que para unos cubanos sólo significó un aumento de sus gastos, a otros los llevó casi a la miseria.
La «cura» de las finanzas en la esfera de la circulación. Veamos los resultados: «De junio a diciembre de 1994, básicamente con la aplicación de estas medidas, se extrajeron de la circulación, alrededor de dos mil millones de pesos, el 17% de la liquidez acumulada». En 1995 se recogieron unos $700 000 000.00. Sin embargo, durante 1996, los ingresos al Presupuesto del Estado por concepto de las ventas de cigarros, tabaco, bebidas, combustible y energía eléctrica, se estimaban en $310 000 000.00 menos que en 1995 y $250 000 000.00 menos que lo planificado. Se habla de que el efectivo en circulación tiende a estabilizarse desde mediados de 1995 y el exceso se ha ido concentrando en manos de un grupo reducido de la población, particularmente entre el sector campesino y privado, de donde es más difícil extraerlo. Lo cierto es que las medidas de saneamiento financiero que se comenzaron a tomar hace tres años, no han logrado curar las finanzas, sólo han podido aliviarlas. El hecho de que hayan disminuido los precios de algunos productos, sólo significa que se ha recogido parte del exceso de circulante que había, pero no que el mecanismo financiero de la sociedad se ha activado, de manera que pueda lograrse el equilibrio. En un sistema financiero sano, el dinero circula de ahorradores a negocios. Hay personas que tienen posibilidad de ahorrar porque reciben ingresos que les permiten hacerlo y hay personas que tienen el interés y la oportunidad de invertir en negocios que abrirán más puertas a más personas para que tengan acceso a ingresos; el nivel de crecimiento de la productividad es mayor que el nivel de crecimiento del salario medio, de manera que la oferta vaya creciendo a un ritmo más acelerado que la demanda; la política de impuestos se basa en los ingresos reales de los contribuyentes y en la situación del país, lo cual estimula el interés por invertir. Para que la «cura» de las finanzas en Cuba sea completa y sostenible hace falta ir a la raíz de su enfermedad. Hay más dinero en manos de las personas porque la oferta estatal es cada vez menor. La oferta es poca porque poca es la producción. Los bajos índices de producción han provocado, por una parte, la poca oferta, que, en otros tiempos, se paliaba con las ventajas que tenía la relación con el campo socialista y, por otra parte, el encarecimiento de los productos de primera necesidad, que son ofertados cada vez menos por el Estado, pero que se pueden adquirir en el mercado subterráneo o en el mercado agropecuario o en el mercado de divisas. Esto significa una disminución de los salarios reales, porque, aunque es cierto que los salarios nominales no han variado, sí sabemos que resultan insuficientes para cubrir las principales necesidades y para ahorrar. ¿Qué hacer? Benigno Regueira, director del B.N.C., explica, en el mismo artículo del diario Trabajadores al que hemos hecho referencia, que la circulación de dos monedas y la imposibilidad de determinar con precisión las necesidades reales de efectivo en el sector privado «...complica la tarea de saber en la coyuntura actual cuánto debe ser el nivel normal de circulante monetario». Es decir, todavía no se ha podido determinar cuál es el nivel de liquidez necesaria para que funcione la economía cubana. Por tanto debe ser muy difícil encontrar los medios legítimos para lograr este nivel de liquidez.
De todas formas, hay unos criterios que, a mi juicio, deben tenerse presente a la hora de tomar una medida para «sanear" las finanzas internas:
1-Es necesario determinar el rango en el que debe estar el nivel de liquidez para que funcione la economía cubana y trazar una estrategia coherente y viable para lograrlo. 2-En esta estrategia debe tenerse en cuenta a las personas, a todas y a cada una, primero que a la economía. Si es necesario el sacrificio, hay que repartirlo con equidad. 3-Hay que dar espacio a la iniciativa privada, creando los mecanismos que posibiliten concretarla. 4-La política de impuestos debe ser establecida con justicia: es el único modo de que sirvan de estímulo a la producción. 5-No es en la esfera de la circulación donde vamos a encontrar una «medicina» para las finanzas: es en la esfera de la producción. Por eso resulta importante el estímulo a la producción, que no debe ser entendido como el estímulo material a los que trabajan vinculados a ella. 6-No puede dejarse de considerar las operaciones de la población en el «mercado negro», cuando se habla de «dinero en manos de la población». Tampoco puede considerarse sólo para hablar de ingresos: la mayor parte de los egresos de la población se producen en este mercado. 7-Debe considerarse que la base para el ahorro son los salarios justos, que implica que resulten suficientes, no sólo para los artículos de primera necesidad.
Sería bueno que esta reflexión diera paso a otras, alrededor de este tema.
El saneamiento de las finanzas, al igual que todo en economía, tiene que ver con cada uno de nosotros. No dejemos las cosas a los economistas. Cada ciudadano tiene responsabilidad en el proceso económico de su país, porque (aunque algunos quieran hacer creer que no) todo le afecta de una u otra manera. Es un deber cívico participar plenamente, desde diferentes posiciones, en la estrategia económica cubana. Exijamos el respeto al derecho de tener nuestro espacio: evaluemos, opinemos seriamente, propongamos alternativas.
Nota: Los datos fueron sacados del artículo «¿Se acabó el dinero?" publicado por el diario «Trabajadores», en su edición del lunes 9 de diciembre de 1996.
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