marzo-abril.año3.No.18.1997


TU ES PETRUS

LA ELECCIÓN DE LOS PAPAS.

 

En el número anterior de «Vitral» comenzamos esta Sección especial que intenta informar a los lectores sobre diferentes asuntos relacionados con el Papa y su ministerio pontificio con motivo de la preparación de la visita del Santo Padre Juan Pablo II a Cuba en Enero de 1998.

En esta ocasión informaremos sobre la forma en que son elegidos los Papas.

 

Desde hace muchos siglos los Sumos Pontífices de la Iglesia Católica son elegidos por el Colegio de los Cardenales de entre uno de sus miembros.

El colegio cardenalicio está formado actualmente por cardenales del mundo entero. Los cardenales son obispos a los que el Papa elige por sus méritos personales y por su sacrificado servicio a la Iglesia de entre más de dos mil obispos que existen en toda la Iglesia universal. Pueden ser también elegidos cardenales -de modo extraordinario- sacerdotes eminentes que deberán ser elevados al orden de los Obispos.

El colegio cardenalicio tiene varias funciones durante la vida del Pontífice reinante: aconsejar al Papa en asuntos graves concernientes a toda la Iglesia, presidir Congregaciones Pontificias que atienden algunos aspectos del gobierno central de la Iglesia (para los Obispos, para los sacerdotes, para los laicos, para la cultura, para la Justicia y la Paz, para la doctrina de la Fe, etc). Además los cardenales pueden cumplir misiones especiales en nombre del Papa en cualquier lugar del mundo, así como representarlo personalmente en eventos internacionales.

Pero la misión más responsable del Colegio de los Cardenales es la elección del Supremo Pastor de la Iglesia cuando, por la muerte o la incapacidad irrecuperable del Pontífice, la Santa Sede queda vacante.

Cuando ocurre la Sede Vacante el Decano del Sacro Colegio convoca con urgencia a todos los cardenales del mundo para que acudan a Roma para tres objetivos: Participar en los funerales del Papa muerto; participar de las llamadas Congregaciones generales y participar en el Cónclave donde será elegido el nuevo Pontífice.

Las Congregaciones Generales son reuniones diarias de todos los cardenales del mundo, presentes en Roma, para ocuparse de los asuntos ordinarios de la Santa Sede y del gobierno de la Iglesia y para intercambiar opiniones sobre las características que debe tener el Sucesor de San Pedro que deberá guiar a la Iglesia en las circunstancias del momento de la elección y en futuro previsible. No se deben mencionar nombres en estas Congregaciones sino sólo las necesidades de la Iglesia Universal y su futuro. Esto servirá de análisis de la realidad y de punto de referencia para la elección del Papa en el Cónclave.

El Cónclave es la Congregación solemne en que se reúnen todos los cardenales del mundo que tienen derecho a ser electores. Estos son un máximo de 120 cardenales que no hayan cumplido 80 años de edad y estén en plena facultad. Los demás no tiene derecho a asistir a la elección del Sumo Pontífice.

Esta reunión solemne se llama Cónclave, que significa «con-llave», porque una vez que los cardenales entran en esa reunión no pueden salir de ella, no pueden tener ningún contacto ni personal ni por grabaciones, ni otros medios, con el exterior para evitar las influencias y los cabildeos en el momento de las votaciones.

El día señalado todos los cardenales con derecho se dirigen a la imponente Capilla Sixtina que es el lugar donde hace muchos siglos se elige al nuevo Papa. Allí, bajo la majestuosa mirada de Jesucristo en el Juicio Universal de Miguel Ángel, cada cardenal ocupa un puesto preparado al efecto y, luego de la Misa al Espíritu Santo y los juramentos de ritual para el silencio obligatorio sobre el proceso electoral, comienzan las votaciones directas y secretas.

Cada cardenal escribe en su boleta el nombre de aquel cardenal que considere apto para servir a la Iglesia como Sumo Pontífice teniendo en cuenta las necesidades expuestas en las congregaciones generales. Luego deposita la boleta en un cáliz destinado al efecto.

Una comisión de escrutinio lee en alta voz los nominados. Si se alcanza la cantidad de votos requeridos que es dos tercios más un voto de los electores, entonces se queman las boletas en un horno instalado para la ocasión dentro de la capilla y cuya chimenea sobresale sobre su techo de modo que todos los que se congreguen en la Plaza de San Pedro puedan apreciar el humo o fumata.

La señal es la siguiente: si el humo es negro no hay elección todavía, hay que esperar a la próxima vuelta. Si el humo es blanco, ha sido elegido el nuevo Pontífice de la Iglesia Católica y todos los presentes y los medios de comunicación lanzan al mundo entero la noticia.

Mientras tanto, en el interior de la Capilla Sixtina uno de los cardenales pregunta al elegido: ¿Aceptas? Si la respuesta es positiva, le pregunta: ¿Qué nombre tomarás? Y el recién elegido Papa cambia su nombre propio por otro de la tradición cristiana que constituya de alguna manera una señal del estilo de su pontificado. Por eso los Papas se nombran con uno o dos nombre y el número de orden de los Papas que ya habían tomado ese mismo nombre, y no usan apellidos. Por ejemplo: Pablo VI, significa que es el sexto Papa en la historia de los dos mil años de cristianismo que toma el nombre de Pablo; Juan Pablo II, es el segundo papa que toma este nombre.

Una vez asumido el nombre el cardenal electo pasa a otra habitación donde cambia sus rojas vestiduras de cardenal por las vestiduras blancas que lo distinguirán como Papa. Regresa a la capilla y recibe el juramento de obediencia de cada uno de los cardenales que lo eligieron. A continuación se abre el Cónclave y se organiza una procesión que se dirige al balcón central de la Basílica de San Pedro, el mayor y primer templo de la cristiandad.

Entretanto se han congregado miles de fieles romanos y peregrinos de todo el mundo presentes para la elección en la Plaza de San Pedro. Las cámaras de televisión del mundo entero fijan sus lentes en la ventana de aquel balcón central y los ojos de los 80 millones de católicos esperan el anuncio oficial y la primera Bendición de su Pastor Supremo.

Se abre la ventana y toma los micrófonos el cardenal protodiácono que anuncia con las mismas palabras en latín con las que desde hace siglos se da a conocer el nombramiento papal: «Les anuncio una gran noticia: Habemus papam -Tenemos Papa-. Es el eminentísimo y reverendísimo Señor cardenal de la Santa Iglesia Romana Karol Wojtyla, que ha tomado por nombre Juan Pablo»

Mientras los aplausos, pañuelos y banderas llenan el recinto de la Plaza se acerca al balcón el nuevo Papa, quien saluda al pueblo, si desea puede decir unas palabras y termina dando su primera Bendición Apostólica que se llama «Urbi et Orbi»-a la urbe (Roma) y al Orbe (el mundo).

Estas fueron las palabras de Juan Pablo II al dar su primera Bendición Urbi et Orbi: ¡Alabado sea Jesucristo!... Queridísimos hermanos y hermanas, todavía estamos afligidos después de la muerte de nuestro amadísimo Papa Juan Pablo I. Y ahora los eminentísimos cardenales han llamado a un nuevo obispo de Roma. Le han llamado de un país lejano, lejano pero siempre tan cerca por medio de la comunicación en la fe y la tradición cristiana...

No sé si puedo explicarme bien en vuestra... nuestra lengua italiana. Si cometo un error, vosotros me corregiréis. Y así me presento ante vosotros para confesar nuestra fe común, nuestra esperanza, nuestra confianza en la Madre de Cristo y de la Iglesia, y también para empezar a nadar de nuevo por este camino de la historia de la Iglesia, con la ayuda de Dios y con la ayuda de los hombres.

Luego se retira y fija la fecha para la Misa solemne en la que participarán todos los cardenales, muchos obispos, sacerdotes y fieles, y a la que son invitados todos los Jefes de Estado del mundo y el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede.

A esta ceremonia que ocurre entre siete y diez días después de la elección se le llamaba coronación puesto que hasta 1963, en que Pablo VI renuncia a ello, los Papas eran coronados con una corona triple que sigue siendo hoy símbolo papal en el escudo y la bandera del Vaticano pero que ya no es usada por el Pontífice. Hoy a esta Misa solemne se le llama Ceremonia del Inicio del Ministerio Pontificio y también es transmitida por las principales cadenas de televisión al mundo entero.