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noviembre-diciembre. año III. No. 16. 1996 |
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JUSTICIA Y PAZ |
LA JUSTICIA: VIRTUD Y RETO por Sergio Lázaro Cabarrouy |
Pobres de aquellos que dictan leyes injustas. Y con sus decretos organizan la opresión que despojan de sus derechos a los pobres de mi país e impiden que se haga justicia que dejan sin nada a la viuda y se roban la herencia del huérfano. Isaías 10, 1-2. A través de la historia el orden social en cada civilización ha dependido del concepto del hombre y de Dios que tenga la misma. Estos conceptos, su forma de aplicarse han evolucionado dye formas mas primitivas en las que el hombre era más discriminado y la sociedad menos desarrollada, a formas más terminadas en las que el hombre es más significado v la socie'dad más desarrollada. En este proceso la idea de la justicia ha ido acompañando al hombre y se ha ido desarrollando también, como aquel estatus social, aquella actitud de las ersonas que asegurara el bienestar y la realización plena de ese hombre.
La Justicia es una virtud. La Justicia es una virtud humana1 mediante la cual se trata de que las relaciones entre las personas se establezcan conforme a la verdad sobre el hombre. Es decir, es una «fuerza» natural en el hombre que trata de establecer un orden para las distintas partes de la sociedad de forma tal que en ésta, las personas puedan realizarse como tal (ser libres, amar, respetar a los otros, trabajar, contribuir al bien común, de-sarrollar su vocación, buscar la verdad, etc.) sin que sean oprimidas, manipuladas, explotadas, etc. La Justicia, como la Paz, se fundamenta en dicha Verdad sobre el hombre. Esto es: su dignidad de ser supremo de la naturaleza , hijo de Dios, creado a Su imagen (Gen 1, 24) y semejanza con libertad para pensar, actuar y con una vocación a la Vida Plena y Eterna que trasciende los umbrales de este mundo. Aplicar la Justicia es una manera de cumplirla voluntad de Dios en el mundo, es un regalo del pro Dios al hombre, quien es responsable de ponerlo en práctica. Por su própia dignidad él hombre es hermano del hombre, ninguno vale más que otro, por tanto, el centro, el protagonista y el fin de la búsqueda de la justicia es el hombre y su significación plena. El objeto de la justicia es el bien común 2, que no es la simple suma de los bienes individuales, es la existencia de condiciones materiales, políticas, sociales y culturales ue permitan al hombre el desarrollo pleno le su persona. Más que un estatus de la sociedad, es el esfuerzo responsable de toda ella en su propio mejoramiento. Hacer justicia es asegurar que al hombre se le respeten todos sus derechos y que al mismo tiempo se le exijan sus deberes para consigo mismo y para con la sociedad.
No hay Justicia sin igualdad. El criterio fundamental para discernir sobre la justicia en la sociedad es la igualdad. La igualdad no quiere decir que todos piensen igual sobre sí mismos y sobre la sociedad, o todos tengan las mismas inclinaciones políticas, o que todos practiquen la misma religión. Porque los hombres son diversos y libres para pensar, opinar y relacionarse con lo trascendente Pde manera distinta. Esa diversidad es una riqueza infinita. La igualdad tampoco consistiría en que todos reciban la misma educación norque ha de respetarse a las personas la libertad de escoger la forma de prepararse para la vida, la propia y la de sus hijos. Igualdad tampoco es que todos aporten por igual a la sociedad porque todos los hombres no tienen las mismas capacidades y no todos logran el mismo nivel de desarrollo de su persona. Por tanto la igualdad no significa en absoluto que todos reciban los mismos beneficios de la sociedad, porque aunque todos los hombres tengan derecho a ellos, no todos se sirven por igual de esos derechos. Así en una sociedad el hecho de que todos tengan derecho a la propiedad privada no significa que todos tengan la misma posición economica, porque no todos son capaces de lograr los mismos resultados en gestión. La igualdad consiste en que todas las personas sean consideradas iguales ante Dios, ante la sociedad (ante el Estado, las Leyes, la Sociedad Civil) y ante las demás personas, por tanto que tengan los mismos derechos y deberes como ciudadanos. Así todos deben ser respetados en sus inclinaciones políticas y su religión. La diversidad de la una riqueza, solo que debe ser regulada convenientemente regulada para que la misma no atente contra el bien común. La igualdad significa que todos tengan las mismas oportunidades de mejorar su posición económica sin limitaciones políticas, ideológicas o religiosas; de modo que el mejoramiento económico dependa sólo de la capacidad de las personas ara valerse de las condiciones que se le ofrecen.
Las Leyes. La justicia en la sociedad se imparte mediante las leyes, estas contienen las regulaciones necesarias que deben ser cumplidas por toda la sociedad (los ciudadanos, los rupos e instituciones intermedias, el estado, etc.) para que en la misma haya justicia. La constitución es la ley suprema de toda república. El conjunto de todas las leyes conforman el orden jurídico de la sociedad. Las leyes están hechas para mantener cierto orden en la sociedad y es deber del ciudadano cumplirlas, pero si las leyes no son justas, éstas deben cambiarse. La ley debe servir a los hombres para que reine la justicia, no para que los hombres sirvan a las leyes. La leyes no pueden limitar la libertad del hombre, entendida como la posibilidad y la capacidad de éste para hacer lo que deseen siempre que ello no afecte a otra persona o al bien común. La libertad absoluta- mente lograda no es posible en ningún momento específico la historia, se trata más bien de un proceso mediante el cual el hombre se libera de sus instintos, de aquellas dependencias materiales corporales, espirituales, culturales que le impiden realizarse. Actuar en detrimento de la dignidad humana no es ejercer la libertad, es constribuir a la esclavización del hombre. Por eso las leyes deben tratar de ordenar el actuar del hombre de modo que el mismo se encamine siempre al bien, eso significaría realmente darle libertad. Digo «darle libertad» y no «hacerlo libre» porque la libertad, como la justicia, está condicionada pero no determinada por el ambiente, es una virtud más que un derecho, una actitud más que una posibilidad. El hombre deber luchar por ser libre, y en efecto serlo, pasando por encima del hecho de que el orden jurídico se lo permita o no. Si las leyes son injustas el sistema jurídico deja de ser liberador y promotor del hombre y se convierte en opresor. Deja entonces de representar los intereses de toda la sociedad se convierte en el mecanismo reproductor del «status quo» que responde a los intereses del grupo social (para Marx esta era una de las funciones históricas que había tenido el Estado en manos de las clases explotadoras por eso, abogaba por cambiar su estructura radicalmente, la historia demostró que el cambio no debía consistir en que representara sólo los intereses de los que en un momento fueron los explotados) que detenta el poder. Las leyes deben hacerse para que los derechos del hombre sean respetados y sus deberes exigidos sin que la libertad de las personas se vea disminuido. El criterio de lo fundamental para evaluar la justicia de una ley es el determinar si dicha ley viola o no alqún derecho de la persona, o si le permite eludir algún deber cívico. Los sistemas jurídicos deben ir evolucionando con la sociedad y haciéndose cada vez más justos en la medida en que los ciudadanos (y en especial las organizaciones de la sociedad civil; si todos sin excepción son destinatarios y protagonistas del orden juridico, son las organizaciones de la Sociedad Civil las que con más eficiencia reclaman un orden más justo) lo vayan requiriendo y del Estado. Por ejemplo, si la reciente aprobación de la entrada de capital extranjero activa en el país los mecanismos de la economía capitalistas, urge el reclamo, y sería justo que se hiciese, de que en esos mecanismos pudiesen participar los nacionales en iqualdad de condiciones. Cuando los sistemas jurídicos evolucionan por la propia capacidad que tienen las autoridades júdi-ciales y toda la sociedad de hacerlo, entonces las transformaciones sociales más profundas no requerirán de la violencia, aunque sí requieran más tiempo.
La Justicia y la ideología. A lo largo de la historia muchos de estos procesos de transformación han sido realizado mediante revoluciones violentas, las cuales, en su mayoría, han enarbolado la búsqueda de la Justicia como parte principal de un sistema de pensamiento, basado en una concepción del hombre, la religión y la sociedad, llamado comúnmente ideología. Sobre dicho sistema de ideas ha tratado de fundarse el nuevo orden. Lo que muchas veces ha sucedido en estos casos es que la ideología se ha puesto por encima de la persona, siendo el cumplimiento de sus preceptos algo más importante que los derechos civiles, el desarrollo de la economía, o la propia vida humana, sobre todo en aquellos procesos históricos en los que dicha ideología se ha hecho ley. Baste recordar cuánta guillotina se aplicó en la Revolución Francesa, cuántos fusilados en la Mexicana, cuántas violaciones a los derechos civiles en la Española y en las que han tenido inspiración o desarrollo marxistas. No todas las ideologías han conducido a sistemas jurídicos equivalentes en la historia, si ponemos como ejemplos el que fue creado en 1774, luego de la Revolución de las Trece Colonias, y el que siguió a la Revolución Socialista de Octubre de 1917 encontramos diferencias no sólo en el contexto histórico sino también y muy fundamentalmente, en la manera en que cada ideología contribuía o no a la promoción de los derechos del ciudadano. La concepción atea del hombre, el respeto a la propiedad, la concepción de la economía de libre participación de todos los ciudadanos y agrupaciones (no dominada absolutamente por el Estado, o algún grupo social), la tolerancia del pluralismo político, y las estructuras de participación social democráticas fueron aspectos muy deteriorados en la segunda (como en todos los procesos de inspiración marxista) que sí estuvieron en la primera y fueron clave para el éxit o posterior del proceso social. Al mismo tiempo la competencia salvaje y la tremenda explotación obrera del capitalismo original trajeron a las primeras serias consecuencias. El proceso que vive Cuba ha puesto a la persona en primer plano en muchos aspectos de la vida cultural y social, surgió de una revolución violenta nacionalista y democrática que quería, en primer lugar, restituir el orden constitucional (mediante la aplicación correcta de la Constitución de 1940) yendo hacia una democracia mejor que la que hubo antes de la dictadura batistiana. El proceso se convirtió en poco tiempo en marxista-leninista heredando la ideología y la práctica (a veces no suficientemente «aplatanadas» de las experiencias de Europa de Este y la URSS, con el consecuente deterioro de aquellos aspectos relacionados con la promoción del hombre que fueron enunerados arriba. Lo cierto es que siempre que determinado criterio ideológico, económico o político se ha puesto por encima de los derechos y deberes del ciudadano las consecuencias han sido trágicas para los proceso sociales. Se trata pues (y lo digo especialmente para Cuba) de servirse de los sistemas de ideas y de las prácticas sociales foráneas en la medida en que éstas puedan ser útiles a nuestro proceso social, luego de una necesaria inculturación en nuestra realidad, poniendo al hombre, sus necesidades concretas (materiales y espirituales), y su promoción integral como centro del empeño. Se trata de adaptar lo positivo de esas ideas y prácticas a nuestro hombre y nuestra cultura, no a la inversa.
Las formas de impartir Justicia. Para lograr el bien común es necesario procurar la justicia fundamentalmente en tres tipos de relaciones en la sociedad: la relación de las personas entre sí, las relaciones del todo social con la persona, y la relación de la persona con el todo social. De estas tres relaciones se derivan tres formas principales de hacer justicia: la conmutativa, la distributiva y la general. La justicia conmutativa, que evita que una persona abuse impunemente o manipule a su favor a la otra, procurando que se respete la dignidad humana. Se encarga de los pleitos, las relaciones de la familia, la propiedad, etc. El objetivo principal de la Justicia conmutativa es garantizar la igualdad en las relaciones entre las personas y los grupos para que ningún sector social tenga privilegios sobre otro por razones económicas, políticas, de raza o religión. Es justo que una persona tenga acceso a un mayor nivel de vida por razón de recibir un mejor salario o de poseer mayores recursos económicos propios, pero no es justo que tenga mejor nivel de vida por el simple hecho de ser un funcionario del gobierno, o miembro de determinado partido o grupo religioso. Otro punto importante aquí es la propiedad. La propiedad privada es un derecho inalienable del hombre3 , entendida ésta tanto como los bienes personales como por el capital que es fuente de riquezas. Si la forma en que interactúan el capital que posee una o varias personas, y el trabajo de los obreros relacionados con él, es justa, los dueños del capital no son explotadores por el simple hecho de tenerlo. Es respon-sabilidad el sistema jurídico garantizar el respeto a la propiedad privada, y la igualdad de oportunidades de acceso a ella para todos los ciudadanos. Es responsable también del justo equilibrio entre el capital y el trabajo, para que por el afán de lucro el dueño no sea un explotador, y al mismo tiempo, que la falta de esfuerzo del trabajador no haga a la empresa ineficiente. El no respetar la propiedad privada, el considerarla como algo oneroso es causa no sólo de estancamiento de toda la economía sino también de pobreza y de desesperanza en los ciudadanos, sobre todo en aquellos que son capaces de usarla con éxito. También alimenta el robo, la estafa, la malversación que, si bien son miserias humanas propias de todos los órdenes sociales, son promovidas en aquellos en los que la tenencia de la propiedad no es respetada o se ha desprestigiado por causa de enormes brechas entre ricos y pobres. La justicia distributiva, que regula la relación de la sociedad con las personas, de forma tal que el Estado o la Sociedad Civil no exploten u opriman a las personas. Es la que se ocupa de repartir, con criterios de igualdad, la riqueza de la sociedad. Se encarga de los derechos civiles, el trabajo, la asistencia social, etc. El objetivo principal de la justicia distributiva es lograr que el Estado actúe como protector subsidíario y promotor del desarrollo de las personas y los grupos de la sociedad civil, desde lo humano espiritual hasta lo económico; protector y promotor, de ninguna manera único dueño del acontecer social. El Estado debe ser un servidor de todos y no el representante de una clase social o tendencia política, como va hemos dicho. Debe velar porque las diferencias en el bienestar de las personas estén dadas sólo por la forma diferente en que éstas se valen de la igualdad de oportunidades. Por ejemplo, debe regular el mercado, que es un medio eficaz para que todos los ciudadanos participen en la distribución 4, para que la competencia despiadada no ahogue a los más débiles, pero sin mutilar los resortes propios del mismo. La riqueza de las naciones es la capacidad creadora de sus ciudadanos, más que los recursos naturales o el desarrollo económico heredado del pasado 5. Esa capacidad debe ser promovida para el bien común y su educación es responsabilidad de todos, sobre todo de un sistema de educación plural en ideología, religión y ciencia, suficientemente subsidiario por el Estado. Esa capacidad debe ser cuidada y alimentada por un sistema jurídico a través del cual el mercado de la propiedad intelectual se haga agil y justo, y el sistema de créditos potencie la inversión aun por parte de los sectores más pobres. Las organizaciones de la sociedad civil son por naturaleza creadoras y enriquecedoras de las relaciones sociales, de las iniciativas para el crecimiento económico, de las propuestas para solucionar el problema ecológico, etc. (algo curioso es que el porciento de préstamos que el Banco Mundial hace a las Orqanizaciones no Gubernamentales ha sumido de un 4% en sus inicios a más del 40% en la actualidad, la causa es el aumento creciente de la credibilidad de las ONGs como gestoras del desarrollo sostenible). El trabajo de estas organizaciones hace cada vez más complejo y democrático el entramado social, obligando al Estado a enriquecer cada vez más el marco jurídico social. La justicia general, orienta al hombre hacia el bien común, regulando las relaciones de éste con el todo social. Se encarga de los deberes y obligaciones civiles, la participación política, etc. Su objetivo Principal es garantizar el protagonismo del ciudadano en su contribución al desarrollo de la sociedad. El Estado y la sociedad civil deben apoyar y subsidiar al ciudadano en sus empresas políticas, económicas, culturales y sociales. La empresa es una virtud del hombre, o sea una "fuerza positiva" que lo lleva hacia el desarrollo integral. La empresa económica, por ejemplo , lo lleva a descubrir oportunidades y arriesgarse en el mercado en busca del lucro personal y el desarrollo económico del resto de la sociedad (es responsabilidad del marco jurídico general que ambas cosas no puedan darse una sin la otra); mientras a lo lleva a analizar la realidad, descubrir posibilidades de cambio, eludir peligros de corrupción y a comprometerse en un poyecto, partidísta o no, para influir en el orden social. El sistema jurídico debe velar porque las empresas personales y colectivas sean realmente para el bien común. La justicia general debe incluir la posibilidad de la protesta pacífica (manifestaciones, huelgas, campanas en medios de difusión, etc.) contra las injusticias en la sociedad, provengan éstas tanto del Estado como de la Sociedad Civil. La protesta pacífica es un derecho de todo ciudadano o grupo civil.
Los responsables de la justicia. El Estado es el máximo responsable de impartir justicia en la sociedad, pero no es el unico, la justicia es responsabilidad de todos los ciudadanos. La estructura estatal que hasta ahora es la más democrática en cuanto a la impartición de justicia es aquella en la que el poder se divide en: el ejecutivo, que es el que gobierna la sociedades, el legislativo que hace las leyes, y judicial que se encarga de velar porque se cumplan dichas leyes ese gobierno debe hacerse, como ya se ha dicho, representando los intereses de la mayoría y respetando la minoría. Democracia significa «gobierno de todos» y para que esto se verifique el resto de la sociedad debe ser protagonista y con libertad para ello. El otro gran responsable es la sociedad civil. Porque las organizaciones que la integran son grandes protagonistas del desa-rrollo social y complementan la acción estatal en ese sentido.Ellas son un «amortiguador» de la autoridad del Estado, porque cuestionan sus estrategias y sus leyes y no permiten que las injusticias que éste pueda cometer caigan sobre los ciudadanos con todo el peso de su poder. Es muy difícil que se realicen constantes violaciones a los derechos de los trabajadores donde hayan sindicatos fuertes independientes del Estado y de las empresas. Es muy difícil que se aprueben leyes antiecológicas en un parlamento si existen suficientes organizaciones civiles que ejerzan una presión social apreciable a favor del cuidado de la naturaleza. Por ejemplo, es muy difícil que esté vigente una ley sobre la propiedad de la vivienda que en muchos aspectos es injusta, allí donde hayan sindicatos y organizaciones de juristas fuertes y con acceso a los medios masivos de difusión, que puedan criticarla y proponer alternativas. Los jueces, fiscales, abonados y todos las personas que trabajan en el sistema jurídico son especiales responsables de la justicia en la sociedad. Ellos deben ser «sacerdotes de la justicia», en el sentido de hacerla presente en todas las circunstancias, poniendo al hombre como primacía, incluso, por encima del mero cumplimiento de las leyes. Ellos son lo primeros que deben evaluar la justicia de las leyes a partir de su aplicación práctica al mismo tiempo que hacen que la misma sea respetada por todos, siendo de esta forma también una contraparte crítica del sistema jurídico. Otros, muy especialmente responsables en la justicia social, son los responsables y trabajadores del sistema penitenciario. Ellos son los que deben promover la rehabilitación como ciudadano de la persona que ha cometido un delito; de ellos, y de los que hacen las reglas de dicho sistema depende que las cárceles cumplan su objetivo principal de rehabilitación civil mediante la reconciliación del preso consigo mismo y con la sociedad (debe permitirse también la reconciliación con Dios mediante la práctica religiosa), y no sean las cárceles lugares donde el hombre muere como persona al ser maltratado moral y físicamente. También son responsables las fuerzas del orden público que deben hacer cumplir las leyes sin violar los derechos de las personas, usando la violencia sólo cuando la justicia esté de su lado y no quede otra alternativa, nunca como método común. La justicia social se verifica en cada ciudadano; cuando es justo en sus relaciones interpersonales y con el todo social; cuando es protagonista y participa responsablemente en la familia, el trabajo, el estudio, la política, etc., en la búsqueda del bien común; y cuando no se queda de brazos cruzados ante las injusticias que ve a su alrededor.
La Justicia es un reto. Más que un orden ideal a lograr, la justicia es una búsqueda de la significación del hombre, al mismo tiempo que éste va descubriendo cada vez más de la Verdad sobre sí mismo. No bastarán nunca los esfuerzos de las personas y de los pueblos en el empeño por la justicia. En Cuba, el proceso revolucionario socialista ha hecho justicia en la educación, la economía, la salud, etc., pero en estos momentos queda mucha justicia por hacer en todos los órdenes de la vida. En la economía, por ejemplo, respecto a respetar el derecho a la propiedad privada y a la libre participación de los ciudadanos en la vida económica, desde el "timbiriche", hasta las más grandes decisiones; debe hacerse posible, entre otras cosas, la fundación de empresas por particulares cubanos. En la agricultura por ejemplo, en cuanto a la posibilidad de tenencia de la tierra y el ganado y la comercialización de los productos; sobre la posibilidad de una cooperativización real (no controlada por el Estado) y la transformación radical del actual orden agrícola, que ha probado ya su ineficiencia, por uno donde el pequeño agricultor y la cooperativa, correctamente subsidiados por el Estado sean los principales protagonistas, no los grandes latifundios. En la política es imprescindible el pluralismo político y la libre asociación como condición para la participación de todos los ciudadanos en los procesos de cambio social que ya se viven. Es necesario el surgimiento de asociaciones civiles con prácticas diversas y objetivos orientados al bien común que conformen la sociedad civil que se necesita para rehacer la economía y la política de modo que Cuba emerja de la crisis que vive mediante un sistema socio-económico nuevo, eficaz y justo, que sea la síntesis vital entre el socialismo real que se ha vivido y la democracia representativa (de la que ya Cuba tiene sobradas experiencias) adaptadas a nuestras condiciones (valiéndose también de lo positivo de su práctica en el resto del mundo). Tambien es necesario hacer justicia sobre el marco jurídico, el cual muchas veces no tiene al hombre como primacia y se presupone justo de antemano, sin que sobre el mismo tengan suficiente influencia los ciudadanos y la sociedad civil. En lo social es necesario que el Estado conserve y haga más eficaz su acción subsidiaria sobre las capas más pobres de la sociedad e incluya en su empeño de promoción el aporte de la Sociedad Civil; que se siga desarrollando el sistema de salud incluyendo la posibilidad del aporte privado; y que la educación sea renovada en lo moral, con la posibilidad del surgimiento de escuelas privadas como aporte de la sociedad civil. Es necesario el pluralismo ideológico, religioso y pedagógico para que los ciudadanos puedan escoger el tipo de educación a recibir. No hay empeño totalmente justo en este sentido si en él no está la misericordia 6, que significa entregar el corazón, el darse completamente por el bien del otro, por su promoción integral por su reconciliación consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con Dios. Hacer justicia va más allá que el hecho de cumplir las leyes, por justas que éstas sean, es contribuir a la realización plena de la persona y a su liberación del pecado que es, precisamente, la ruptura con el propio hombre y con Dios. «La columna, pues, que sostiene firme el desarrollo de la familia y de la sociedad es el amor. Una sociedad más justa, más humana, más próspera no se construye solamente trasladando montañas o repartiendo equitativamente los bienes materiales, porque entonces aquellas personas que reciben una misma cuota de alimentos serían más fraternos y la experiencia nos confirma, lamentablemente, que a veces no es así. Los problemas del hambre, la guerra, el desempleo, son grandes en el mundo, pero la falta de amor fraterno, y más aún, el egoísmo y el odio son más graves» 7. «La lucha por la justicia no es una lucha ante la cual uno puede quedarse neutro(...). Pero donde termina la justicia empieza la caridad (que es el amor puesto en práctica), o mejor aún, la caridad precede e integra la justicia porque la justicia queda incompleta sin 1 amor. A nadie le gusta ser tratado sólo con justicia v, ante una justicia sin el amor. A nadie le gusta ser tratado sólo con justicia y, ante una justicia sin amor, que puede ser la del ojo por ojo y diente por diente (Mt 5, 38), es posible que el hombre experimente aún una mayor opresión. La justicia corta en seco, el amor crea- la justicia ve con los ojos, el amor ve con el corazón; la justicia puede estar vacía de amor, pero el amor no puede estar vacío de justicia, porque un fruto del amor es la paz y la justicia y la paz se besan (Sal 85, 11)» 8. Referencias. 1- Cfr. Diccionario Sociológico. Ediciones Paulinas págs. 506-591. 2- Rodríguez, P. Antonio. Un proyecto de humanismo renovado para Cuba. Memoria de la I Jornada Social Católica, Ediciones Pastorales, Obispado de Pinar del Río. 1991. 3- Juan Pablo lI, Centesimus Annus. Capítulo «El año 1989». 4- ldem 3. 5- Es este uno de los postulados principales de la escuela liberal de la Economía Política Moderna. Es el tema central de la obra «La riqueza de las naciones» de Adam Smith. El tema ha sido actualizado al contexto latinoamericano y enriquecido con la Doctrina Social Católica por Michael Novak en su obra «Este hemisferio de Libertad». Siglo XX. México 1990. 6- Juan Pablo lI, Dives in Misericordia (1-10). En la encíclica el tema de la misericordia, como virtud cristiana, es ampliamente tratado y aplicado a la realidad socio cultural del mundo actual. 7- COCC. «El amor todo lo espera», 1991, no. 10. La carta es una actualizada y comprometida enseñanza ética sobre el proceso social cubano. 8- Idem 7, Cfr. no. 13. |