noviembre-diciembre. año III. No. 16. 1996


HECHOS Y OPINIONES

LA NUEVA CLASE

por Oscar Llames Gómez

La nueva clase de pequeños comerciantes, que ha creado el trabajo por cuenta propia en el país, amenaza con atentar contra el propio mercado que les dio vida. Ese incipiente, pero necesario mercado, que tanto dolor pasó en su gestación, llegado a la realidad cubana como aborto (más que en feliz resurrección) tiene en su propio seno el germen del caos, la desintegración y la avaricia.

La desproporción entre quienes brindan un servicio u ofertan algún producto y aquellos comerciantes que mercadean cualquier cosa sea buena, necesaria o ridícula, es abismal. Caminar por la ciudad es encontrar paso tras paso las mismas rosquitas, idénticos y pésimos buñuelos y los acostumbrados coquitos, pudines y refrescos que todo el mundo vende. La poca creatividad de nuestra nueva clase aleja demasiado de la actividad comercial a lo que hoy se hace en nuestras calles, parques y aceras.

Nuestra nueva clase, para colmo, se pone de acuerdo para ajustar los precios de sus unitarios productos, en perjuicio de su propia venta y frenando así toda la posibilidad real de recuperación económica. Sólo aquel país que fomenta su mercado interno, lo diversifica y fortalece, puede aspirar a un desarrollo real.

La competencia de los dueños de «establecimienticos» no se ejecuta en sus puestos de ventas o servicios, ni en horarios laborables, sino en las nuevas tiendas de productos industriales donde desbordan su incipiente poder económico unos a otros en un provinciano afán por escalar escaños en la sociedad pinareña.

El efecto de esta carrera de poder se revierte en pérdidas mensuales no valoradas económicamente por nuestra nueva clase. Estas pérdidas se restan a la cantidad de productos que se dejan de vender en una unidad de tiempo por mantener ofertas similares y precios altos e igualitarios dentro del mercado. Estas pérdidas son mayores y no se calculan porque no se ven. Solo algunos vendedores, quizás por edad, también por intuición comercial, han intentado ganar el liderazgo en un producto nuevo y de calidad, pero el resto desatendiendo una de las leyes del Marketing toma ese producto y también lo oferta en la misma cuadra, a sólo unos pasos, en detrimento del mercado y su ingreso.

El riesgo mayor, y al que todos temen, es al uso de la mentira y de materias dañinas en la prestación de servicios o la venta de comestibles (muy conocido el rumor de las croquetas de placenta humana, las pizzas cuyo queso eran condones derretidos y la leche en polvo con cemento blanco). La apertura de estas nuevas producciones caseras, en una sociedad donde escasean las materias primas, obliga al fabricante a usar cualquier cosa cuando se trata de mantener el negocio. Poco a poco las tiendas por divisa (CUBALSE) han comenzado a vender harina de pan, azúcar, huevos y otras materias primas, pero el mercado oficial no ofrece todos los productos necesarios para los cientos de trabajadores por cuenta propia que verdaderamente luchan su negocio como sea.

El alejamiento de las técnicas mercantiles en nuestro país desde los tiempos de las nacionalizaciones y luego su encerramiento con la centralización estatal convirtió a los cubanos en comerciantes analfabetos, desconocemos casi todo lo elemental del mercado y todo lo novedoso y técnico que esta ciencia aportó en los últimos años.

Abrir un mercado ahora, no solo implica dejar hacer, sino ayudar con ejemplos concretos a quienes desde las puertas de sus casas nos llaman para vendernos lo insospechado.

El estado por su parte no aporta nada. Lo que pudo ser una escuela de marketing, ventas y promociones en nuestra sociedad (me refiero a las nuevas tiendas, negocios y servicios en dólares) sigue manteniendo las mismas protecciones estatales, el mismo centralismo económico y por ende igualaron sus precios, ofertan los mismos productos y les importa poca vender tres camisas por minuto que ninguna en varios días, de todas las formas son rentables con sólo apor-tar un dólar mensual a las arcas del país.

Bajo estas presiones, cuál es el camino que se les abre a los nuevos "ricos" una puerta de quiebras al pormayor si no reencauzan su negocio y un triste final con productos en descomposición en sus vitrinas ante el encarecimiento de la vida con la valorización de la moneda nacional. Por supuesto que no todos los integrantes de la nueva clase corren la misma suerte, pero estas condiciones atentan también contra los comerciantes que obran bien (MONGUITO El Rey del Capuchino, por ejemplo), porque las leyes del mercado son naturales e inviolables.

Esta nueva clase tiene mucho que aprender para alcanzar sus propósitos que no están muy lejanos de las ideas y planes del Estado para con ellos. La competencia ya no es contra iguales, sino contra las nueva inversiones de capitales fuertes, sean del Estado, de empresas mixtas u otro tipo de negocio futuro y que se expanden ya en todas las ramas de la economía. La nueva clase es nuestra garantía de mercado inter-no en favor de nuestro desarrollo futuro y de abrirnos caminos en el lodazal financiero y comercial en que nos metimos todos en las últimas décadas. En esos portales que hoy venden u ofertan servicios, en las paladares, en los mecánicos, fumigadores, fogoneros, electricistas, taxistas y jineteras está el futuro de las clases medias y bajas del país, porque los grandes negocios ya fueron repartidos.

1- Al Ries y Jack Trout, verdaderos estrategas del Marketing moderno, aseguran que la extensión de línea, idea comercial referente a repetir el mismo producto con la misma marca porque a alguien le dio resultado, es el principio del fin en la guerra comercial. Ver el libro Las 22 leyes inmutables del Marketing, de estos autores editado por McGraw-Hill, Madrid, 1993.