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septiembre-octubre.año2.No.9.1995 |
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RELIGIÓN |
¿EXISTIÓ SAN LÁZARO? por Mariano Ruiz Rodríguez.
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Esta pregunta me hizo hace algún tiempo un amigo mío, pastor
bautista.
Así preguntan muchos feligreses de la misma comunidad parroquial que no están muy conformes, o no saben qué pensar, sobre el culto creciente que se dedica al santo mendigo. Y esa pregunta se la hacen los devotos lazaristas peregrinos que llenan su santuario y allí ven a san Lázaro con Mitra de obispo, pero no encuentran la imagen que buscan, el san Lázaro de los perros. -¿Existió o no existió? -¿A quién se refiere esa imagen? -¿A quién invocamos en esa oración? Por mi oficio parroquial he tenido que atender a la multitud que se reúne el 17 de diciembre en el templo y deseando yo evitar la ambigüedad y la confusión les he transmitido el mensaje del día de la manera siguiente: No consta históricamente la existencia de un santo mendigo llamado Lázaro. La narración de Lc. 16, pertenece al género de ficción. Se llama parábola. No es historia. Pero tampoco se saca de ahí que no existiera nunca ese personaje. Seria una afirmación gratuita y sin pruebas. Lo que si es cierto, es que Jesús formaba parábolas tomando los elementos de la vida real que Él había vivido y experimentado. A lo largo de toda su vida en Palestina, en Egipto y países vecinos, en pueblos y ciudades, Jesús vio y se acercó a infinitos Lázaros, pobres, mendigos, enfermos llagados, hambrientos, marginados, despreciados, pisoteados... Por eso dijo un día defendiendo a María, la de Betania, "pobres los tienen ustedes todos los días..." Y Jesús los atendía prioritariamente y se identificó con ellos cuando dijo:
Y a ese Lázaro humillado, que sufría con paciencia su suerte, Jesús lo canonizó sin más "murió Lázaro y los ángeles lo llevaron al Paraíso con Abraham". De modo que en el cielo hay infinitos Lázaros que escuchan las oraciones interminables de la humanidad sufriente. Lázaros canonizados por Cristo que interceden delante de Dios por todos los que aún peregrinamos por la tierra. Hay más. Cuando Jesús pintaba magistralmente con pinceladas concisas y ardientes el dolor físico y moral del mendigo: sus llagas, el hambre, la soledad, los perros compasivos... Jesús estaba transmitiéndonos experiencias personales. Jesús pasó hambre y sed, cansancio y agonía; fue marginado, excluído, humillado, calumniado, despreciado, escupido, pisoteado y aplastado sin piedad como vil gusano, hasta privarle de la vida. Y Jesús lo sufrió como manso cordero, aceptando la voluntad de Dios Padre. "Por eso Dios lo exaltó y le dio un nombre sobre todo nombre... y le hizo Mesías y Señor". De modo que el primer Lázaro que brilla en el cielo, es el mismo Cristo Jesús, que se pintó a sí mismo en el capítulo 16, del evangelio de san Lucas. Ya no me importa saber si existió o no otro personaje con ese nombre en la historia. Por eso Jesús oye en el cielo favorablemente la oración intercesora de todos los Lázaros glorificados, se compadece de nosotros, porque Él experimentó primero nuestras debilidades y dolores; sabe lo que es sufrir y comprende el valor de las promesas de sus devotos agradecidos. Por eso son innumerables los fieles que vienen cada día a cumplir votos y promesas en acción de gracias a San Lázaro por favores recibidos y crece cada año el número de sus fieles peregrinos. Todo el evangelio de san Lucas está marcado con el amor a los pobres, pero especialmente Lc. 16,14-31, seguirá siendo en su dramatismo, una de las páginas más bellas y densas de la predicación evangélica.
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