septiembre-octubre.año2.No.9.1995


HECHOS Y

OPINIONES

1895-1995

CUBA

RETOS A ENFRENTAR

por Roberto Mendiluza

 

Desde el inicio de la "Guerra Necesaria", y en ese devenir histórico, nuestro pueblo ha sufrido los embates de un destino casi siempre adverso. La historia es harto conocida, la escrita y la más reciente; ésta que después será manipulada o analizada con objetividad, pero que es razón suficiente para que, un siglo después, nos preguntemos: ¿cuáles son los desafíos que enfrenta el pueblo de Cuba en el año del centenario del comienzo de la Guerra del 95?

La pregunta, por lo abarcadora, resulta un reto de peliagudas dimensiones. No obstante, voy a intentar, por lo menos, proponer algunas aristas de este problema y dejar en manos, no sólo de los especialistas sino también del hombre común, una respuesta más totalizadora.

 

I. UNA SOLUCIÓN CUBANA

Cuba se encuentra hoy sumida en una crisis de incalculables proporciones. A la situación económica se unen el deterioro ético de la sociedad, la indisciplina en casi todos los aspectos de la vida, la carencia de valores que alguna vez fueron parte consustancial del ser nacional cubano y otros aspectos que harían interminable la lista.

Ante esta coyuntura surgen -la historia se repite- varias tendencias aportadoras de posibles soluciones: para algunos la salida está en reformas; a ellas se aferran, en ellas creen o ellas le son convenientes para sus empeños personales. Sin embargo, ¿son las reformas la solución o siguiendo a Martí, se impone ser de "los que van a las hojas, desde la raíz, y buscan el remedio de los males públicos en la extracción de sus causas, no en el mero cambio de sus nombres?".1

La cura, para otros, está en el vecino grande del norte y esto confirma la tesis martiana: "la idea de la anexión, por causas naturales y constantes, es un factor grave y continuo de la política cubana" 2. ¿Hay ingenuidad o intenciones? Creo que de lo uno y -sobre todo- de lo otro. Lo que sí seria ingenuo, en un futuro proyecto, es ignorar la cercanía e influencias del país norteño, así como su poderío económico. Ignorar esas realidades sería tan iluso, como realista tenerlas en cuenta siempre que se mantenga, como escudo de dignidad, el respeto a nuestra soberanía e identidad nacionales.

Para los que buscan esa solución debemos repetir lo que el Apóstol dijo a los anexionistas de su tiempo: "Pero ¿no tendríamos derecho como hijos de la misma madre, a pedir a estos hermanos, empeñados en llamar a un médico que no viene, que no se opongan a que venga otro médico del país que ha de conocerle mejor la enfermedad, antes de que, por falta de médico a tiempo, esta madre del alma se nos muera" 3.

Por otra parte, hay una fuerte tendencia (¿nuevos independentistas?) a buscar una solución cubana, pero lo preocupante es que algunos -pocos, por suerte-, incitan a la lucha armada sin tener presente que no estamos en el 95 del siglo pasado y que si aquella fue la guerra que Martí llamó necesaria, también él dijo en su momento: "es criminal quien promueve en un país la guerra que se le puede evitar"4. Parecen olvidar la historia reciente de Cuba y el mundo, o será que ésta es su peculiar manera de "vivir".

El embargo, declarado culpable de casi todas nuestras desdichas de los últimos años, agrupa a favor o en contra a amplios sectores del espectro cubano. Dentro y fuera de la isla están los que lo consideran útil e imprescindible en la actual coyuntura y se pronuncian por recrudecerlo y los que lo suponen inhumano e injusto porque a fin de cuentas, el pueblo es el único que sufre sus consecuencias.

Ambas partes lo manipulan convenientemente, de acuerdo a sus intereses, mientras sacan partido con intensas campañas que arrastran a no pocos seguidores.

El diálogo, protagonista principal de este fin de siglo, que ha jugado un papel importante en la solución de conflictos que el uso de las armas estuvo lejos de resolver, está presente también en el caso cubano.

A ultranza defienden algunos su total oposición a este método, otros lo consideran válido aún cuando, como en ejemplo reciente, éste sea excluyente tanto en los temas a tratar como en los participantes. Pero un diálogo sin exclusiones -de hombres o temas- donde en un ambiente franco y de respeto "al otro" se haga un análisis objetivo de la Cuba actual, que no esté permeado por "el fantasma del pasado", que cada cual usa en beneficio propio y que propicie un real y verdadero intercambio entre cubanos puede ser una inteligente solución.

Reformistas, anexionistas, independentistas... Todos creen tener la solución, mientras "está cada vez más enferma y en espera de la medicina salvadora.

Tengamos fe en las reservas de la nación cubana y digamos con Martí: "más sabios que los hombres, cuya soberbia suele medirlo todo por su conveniencia o sus deseos, los pueblos se disponen a su hora, con la fuerza del instinto, a las grandes batallas"5.

 

II. RECUPERAClÓN DE LA SOCIEDAD CIVIL.

¿Existe hoy una sociedad civil en Cuba?

Creo que se daría una visión demasiado apocalíptica de la realidad si respondiéramos con un absoluto no.

Sin embargo, ¿están creadas las condiciones necesarias para la plena y consciente participación de todos los ciudadanos, y aquí sí soy absoluto, en las distintas partes que componen el todo social? ¿Se percibe en nuestra sociedad actual, la máxima de que el todo es mayor que sus partes?

El exceso de autoridad; la participación dirigida "desde arriba"; la intolerancia ante toda discrepancia y la aceptación de sólo aquello que "siga la línea oficial"; el considerar anticubano, antipatriota, etc., todo lo que se oponga o no responda a los intereses del poder; la exclusión por razones políticas o religiosas son razones suficientes para que respondamos ¡No!, a las últimas preguntas y nos propongamos, en esta Cuba de hoy y en la del futuro, recuperar gradualmente la sociedad civil.

Pero un pueblo sumido en el marasmo generalizado, que no sabe participar plena y conscientemente porque lo ha olvidado o no se le ha enseñado, necesita, en primera instancia, de una educación amplia y abarcadora que lo prepare para asumir el rol protagónico que le corresponde. Las organizaciones, asociaciones, movimientos, campañas, verdaderamente no gubernamentales surgirán en la medida en que el cubano vaya superando obstáculos como la doblez, la indiferencia, la apatía, el hastío, el miedo, la fragilidad en las relaciones interpersonales, la desconfianza en que se traduce el miedo al "Tavo" que puede haber tras la fachada, del "otro", la falta de creatividad, etc.

Creo que se dan pasos en este sentido y confío en el poder de recuperación de nuestro pueblo, ya demostrado en otros momentos de su historia, para concretar un porvenir "en que quepamos todos" 6.

 

III.- LOS CUBANOS DEL EXILIO Y LOS DE ADENTRO.

Apátridas, gusanera, escoria, antisociales vendidos al amo imperialista, y otros epítetos fueron usados para nombrar y renombrar a los exiliados cubanos basta un buen día en que -¿paradoja o eufemismo?- fueron convertidos en "comunidad cubana en el exterior". Comenzaron los acercamientos, movidos por la buena fe o por conveniencias políticas y económicas que tras un ropaje de humanidad, fueron -son- la explicación de la supuesta paradoja y... del eufemismo.

En todos estos años esos hermanos, cubanos por derecho propio, signados por la separación de lo suyo y de los suyos, llevando a cuestas en muchos casos el amargo recuerdo de los "mítines de repudio" o la tragedia de la travesía en balsa, han reorientado sus vidas, convirtiéndose en una fuerza social, cultural, intelectual, económica y política que puede contribuir según sus posibilidades y derechos a levantar a Cuba que es, aunque a algunos les duela reconocerlo, también de ellos. Pero es necesario que los cubanos de adentro; algunos de los cuales ofendieron, como objetos de la manipulación, de obra y de palabra a los que se iban; y los cubanos de afuera, que en su mayoría se aferran a lo nacional cubano, luchado contra una nacionalidad distinta que amenaza con absorberlos, pero que no siempre han asumido, con respecto a los primeros, posiciones realistas y comprensivas; se unan en un solo haz y encuentren, en el momento propicio, la fórmula correcta para llevar a Cuba por los caminos del bienestar y de la democracia.

"¡La tierra se viene por nuestro camino, y los cubanos de allá y los de acá no tenemos más que hacer que juntar, con prudencia, nuestros corazones"7.

 

IV.-HACIA UNA REVALORIZAClÓN DE LA FIGURA DEL APOSTOL.

¿Cómo puede hablarse del centenario del inicio de la Guerra del 95 sin pensar en el alma de la misma? ¿Cómo separar esta guerra de quien la concibió, dedicó a ella en su preparación toda la grandeza de su genio creador y le entregó, hace también cien años, como última ofrenda, su preciosa vida?

¿Cómo no pensar en la necesidad de situar al más grande y universal de todos los cubanos en el lugar que le corresponde, alejando las sombras que lo han convertido en protagonista principal de una historia que él no escribió?

Hay que ir al rescate de quien fundó un partido -nadie funda dos, tres o cuatro partidos- no un partido único. Un partido que daba al Delegado autoridad, "sabiamente restringida a un plazo que impida abusar de ella"8 y que él no hubiera aceptado, "si significase en modo alguno esta función de Delegado la exclusión premeditada y aviesa de cualquiera otra fuerza patriótica de salud utilidad"9.

Es insoportable ir al rescate, sí, de quien sembró el amor no el odio; de quien dijo y demostró con su vida que "la patria no es de nadie: y si es de alguien, será, y esto sólo es espíritu, de quien la sirva con mayor desprendimiento e inteligencia"10 y "el patriotismo es censurable cuando se le invoca para impedir la amistad entre todos los hombres de buena fe del universo"11.

Hay que traer de nuevo al "alma cubana" al Martí profundamente cristiano, que vive en esta frase "un pueblo irreligioso morirá porque nada en él alimenta la virtud. Las injusticias humanas disgustan de ella; es necesario que la justicia celeste la garantice" 12; al Martí que hizo del término cualificador todos una divisa permanente en su vida y no un simple "slogan"; el maestro por antonomasia para el que "educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido,13 y no sólo la que convenga a determinados intereses; el hombre que predicó la guerra porque era inevitable y la única salida, pero que al mismo tiempo, no fue autor material o intelectual de ninguna intentona precipitada, aislada o de grupo que pudiera interferir en la obra grande y que proclamó, para la república que él quería, "hacer imposible en Cuba el establecimiento de un gobierno en que no quepan, con la ,salud de la verdadera libertad, todos sus elementos y clases"14

Encontremos nuevamente a ese Marti, y con él, a todos los fundadores de la nación cubana. Eliminemos todas las formas de discriminación que han sufrido -sufren- nuestros padres.

Enfrentemos estos retos -todos los retos- con el optimismo del Apóstol en su introducción al Ismaelillo: "Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud..."15.

 

CITAS

1 - Obras Completas. Tomo 2, página 287.

2- Obras Completas. Tomo 2, página 49.

3- Discurso pronunciado el 16 de junio de 1890 en N. York.

4-     Discursos. José Martí. Página 123.

5-      Editorial Ciencias Sociales. La Habana 1974.

6- Obras Completas. Tomo 1, página 315.

7- Obras Completas. Tomo 2, página 28.

8- Obras Completas. Tomo 4, página 262.

9- Obras Completas. Tomo 4, página 263.

10- Obras Completas. Tomo 1, página 438.

  1. Obras Completas. Tomo 1, página 438.

  2. Obras Completas. Tomo 1, página 179.

11- Obras Completas. Tomo 1, página 320.

12- Obras Completas. Tomo 19, página 392.

13- Obras Completas. Tomo 8, página 281.

14- Obras Completas. Tomo 1, página 207.

15- Obras Completas. Tomo 16, página 17.