julio-agosto. año II. No. 8. 1995


HECHOS

Y OPINIONES

 

EL MIEDO AL COCO

por Roberto Mendiluza Pérez.

 

El viejo del saco, el brujo, el coco... forman parte del mundo infantil. Otros nombres, otros tiempos, otras culturas, validan esta afirmación.

La manipulación, casi siempre con buenas intenciones, de estos imaginarios seres pone al niño ante dos alternativas -sólo dos, insisto en el número- la cucharadita de medicina amarga, por ejemplo, o el macabro ente salido de quién sabe dónde. Implicaciones psicológicas, pedagógicas, culturales o sociológicas aparte, lo cierto es que en el inocente universo de los pequeños se produce la resignada aceptación de la medicina -no importa cuán amarga sea- y el consiguiente rechazo al indeseable engendro. Bueno o malo, blanco o negro, claro u oscuro; variables recurrentes, excluyentes y únicas de una misma ecuación que trascienden la imaginación infantil y se instalan, tan reales como intangibles, en el modo de asumir la realidad de muchas personas.

Sí, aunque resulte increíble, el coco está aquí, vive con nosotros los adultos y su presencia es también manipulada, pero... ¿con buenas intenciones?

El pasado-coco, donde todo fue malo-malo, como los personajes sin matices de una de esas telenovelas mediocres que a veces sufrimos, es presentado como alternativa trágica a la "medicina" de marras. Está claro que no fue bueno-bueno, pero creo que lo sensato es asumirlo todo (bueno, malo, malo-bueno...) y, no menos sensato, recordar que la historia no se detuvo cuando ese pasado dio piso a este presente.

Pero no es esa su única interpretación, dotes histriónicas le sobran. Así, para infundir miedo a los de "acá", asume con relativo éxito el papel de algún personaje de "allá" que, seleccionado convenientemente -repito, convenientemente- es esgrimido en una suerte de "¡ahí viene el coocooo!", que hace temblar de miedo a los ingenuos. No importa quién sea el personaje. Puede ser alto o menos alto: más o menos egocéntrico; pobre o rico; desconocido o supuesta cabeza visible en su medio... El coco se "mete" en él, engorda o adelgaza; adopta cualquier personalidad -o la adapta-; crea su propio "curriculum vitae" torna para sus ojos el color adecuado y en cuanto a su pelo, a fuer de moderno rey Midas, basta un leve toque para que se transforme... ¿en oro? ¡No!, en la más canosa cabellera que ojos humanos vieron.

Cabe entonces hacerse algunas preguntitas: ¿conocemos nosotros, los cubanos de "acá", a los cubanos de "allá" como para clasificarlos de acuerdo con criterios propios? La visión que tenemos de ellos, ¿no encaja también en la ecuación de lo bueno o lo malo? ¿Por qué plantearnos como alternativa, blanca o negra, clara u oscura, personajes protagónicos de "allá"?, ¿y los matices?, ¿ y los que vivimos "acá"?.

Otra muestra del poder de desdoblamiento de este coco nuestro de todos los días, traspolado para suerte de los niños al entorno de los "grandes", se la debemos a la geografía primero y a la política después. La primera nos sitúa cerca -fatalmente cerca- de "ellos": la segunda nos convirtió un día en "fruta madura". Así las cosas, cuando las circunstancias lo exigen, se nos para delante convertido en un rubio grande, que tiene ojos azules y aspira convertir nuestro caimán en estrella. Este personaje, aunque mucho más complejo, es quizás más fácil de construir, pues la historia, la de ayer y la más reciente, tienen sobrados ejemplos a que acudir para que el coco sea malo -realmente malo-. Por otra parte, para los que casi a diario se ven en la disyuntiva de escoger entre él y la mencionada cucharadita, vendrían bien estas interrogativas: ¿es real este coco-geográfico-político-histórico en la actual coyuntura o existe sólo en la mente de los no-niños pero sí-ingenuos de hoy?, ¿son ésas las dos únicas opciones?, ¿no es capaz este pueblo de generar alternativas diferentes a las planteadas en la recurrente antinomia.

Otros ejemplos hay, pero éstos bastan para explicarme por qué, al reflexionar sobre el tema, recuerdo los titulares con que los periódicos de mi niñez anunciaban las peleas del otrora boxeo profesional.

 

Crisis económica actual vs. coco.

Deterioro ético vs. coco.

Vacío de valores vs. coco.

Situación política vs. coco.

Carencias materiales vs coco.

Soluciones vs. coco.

Y una última pregunta: ¿HASTA CUÁNDO EL COCO, SEÑORES?