![]() |
marzo-abril. año I. No. 6. 1995 |
![]() |
ECONOMÍA |
||
EFICIENCIA ECONÓMICA SOCIAL ¿PUEDE COEXISTIR EN EL MUNDO REAL? por José A. Quintana
|
Aquí
se trata de calcularlo todo: y de hacer muy bien las cosas.
El tema de la eficiencia económica ha sido recurrente en la conversación y en el discurso nacionales. No es que haya desaparecido en ocasiones, sino que la intensidad y la frecuencia de su reclamo han sido muy variables. Se apela a la misma vez que se vive una crisis de ineficiencia, un momento de retroceso o de estancamiento, o se equivoca el rumbo. Se percibe como algo muy necesario, y nadie esta teóricamente contra ella, pero una cosa es conocer las bondades de la eficiencia, otra querer ser eficiente y una muy distinta poder serlo. En general, para ser eficiente se necesita: - Saber - Querer - Poder ¿Qué es ser eficiente en economía? Se pudiera responder de muchas formas, pero en la esencia de todas estaría este propósito: conseguir buenos o los mejores resultados con los menores gastos posibles. Efectivamente, actuar con eficiencia es imponerse metas y conseguirlas con el empleo mínimo de recursos humanos, materiales y financieros. Y, desde luego, no se trata de cualesquiera metas, sino de aquellas que se eligen para resolver las necesidades de la población y la sociedad en general. Esta última aseveración adquiere más sentido si pensamos que se puede fabricar una bomba bacteriológica perfecta con un mínimo de gastos, o construir de la misma forma un retiro de placer para drogadictos. La eficiencia económica, además, tiene tres niveles o escenarios de actuación y análisis: - La empresa
La empresa es eficiente o muere; y si alguna que no lo es parece viva, se trata de algo no por cercano menos parecido al brillo de las estrellas que ya no existen. Una mirada retrospectiva echada al aparato empresarial pinareño muestra que desde hace algunos lustros alrededor del 50% de las empresas operan sin rentabilidad, y muchas de ellas, como las agropecuarias, con notables niveles de pérdidas. Notable aquí quiere decir, por ejemplo, perder en un año mas de 50 000 000 de pesos. En este mismo sector las pérdidas millonarias han estado consustanciadas con costos por peso increíble, es decir, gastar entre 2 y 10 pesos para producir uno. En general, el aparato empresarial productivo de la provincia, por muchos años, no ha sido capaz de crear valores (plusproducto) para costear siquiera los gastos de salario incurridos. Esta es una causa profunda y determinante del subsidio que ha debido recibir el territorio del nivel central, así como del déficit presupuestario crónico y del nivel creciente del dinero en circulación, que como se conoce sobradamente, ha consolidado una insaciable demanda solvente, frustrada de continuo, con el consecuente desestimulo al trabajo y a la necesaria productividad del mismo. La situación descrita es el cuadro general de la provincia, una especie de resultante, de promedio en el cual las fuerzas negativas han preponderado sobre las islas de eficiencia existentes. Más claro: la ganadería aviar ha sido rentable y eficiente, pero ha resultado imposible que con sus ganancias haya podido compensar las grandes perdidas de la ganadería vacuna. Otro ejemplo: la rentabilidad de la industria eléctrica o la del INSAC no pudieron nunca compensar las perdidas de solo dos complejos azucareros cualesquiera. El comercio, ¡quien lo diría!, ha sido millonario en perdidas durante casi 3 décadas. El sector agropecuario es el que más perdidas a aportado a la quiebra provincial. Los grados de ineficiencia alcanzados en el mismo rayan a veces en el absurdo, como el de cierta empresa que por cada peso que produjo, solamente en salario gastó mas de 7. Sin embargo, este sector ha reunido un conjunto de condiciones que no soñó tener antes del 1959. En el Pinar del Río prerevolucionario, la agricultura disponía de 600 tractores y combinadas agrícolas. No existían grandes presas ni sistemas de riego abarcadores de varios municipios. El ganado vacuno predominante era de las rasas cebú y criolla, explotadas extensivamente. La avicultura y la porcinocultura no tenían desarrollo científico técnico y el minifundio y las relaciones producción semifeudales, impedían el desarrollo de la técnica en extensas áreas. El poder revolucionario incrementó a 8 000 él numera de tractores y maquinarias agrícolas diversa. En 1987 existían en Pinar del Río más tractores que los existentes en toda Cuba en 1958. Un tractor en 1987 se podía emplear, como promedio, en una superficie nueve veces menor a la de 1958. El valor genético de las razas de las distintas ganaderías desarrolladas, a partir de 1959 es incuestionable. Las mejores razas de puercos y aves acomodados en magnificas instalaciones y bajo estricto control zootécnico y veterinario existieron en condiciones de producción hasta 1990. Por otra parte, la agricultura no depende de la lluvia para la irrigación de las plantaciones. Mas de 800 000 000 de metros cúbicos de agua pueden ser embalsados en decenas de presas y cruzar los campos de cientos de Kms. de canales principales y secundarios. De 1962 hasta 1985, el uso de fertilizantes, pesticidas y otros productos químicos benefició sistemáticamente la agricultura pinareña. Son escasos además, los lugares en donde no existe la energía eléctrica disponible. En 1987 la tasa de electrificación de Pinar del Río superaba la de muchos países del Tercer Mundo, casi 90% de electrificación. Pero lo más notable de las condiciones creadas por la Revolución para propiciar el desarrollo de las fuerzas productivas fue, o ha sido, el desarrollo científico técnico del hombre. En la década del 50 habían 5 000 técnicos en la provincia. En la década de los 80 existían 50 000, de las cuales 8 000 estaban empleados en actividades agropecuarias. En esos 30 años, en tanto que la población se multiplicaba por diez. En los años ochenta el nivel promedio de escolaridad fue de 9no grado, en tanto que en la década del 50 el 30,8% de la población era analfabeta y el grado promedio de escolaridad era el 2do. Si, además de todas estas ventajas materiales, técnicas y culturales, el pueblo, como se ha dicho, ha sido el dueño de su propio destino; si la propiedad sobre casi todos los medios de producción es social, si no hay relaciones capitalistas, ni minifundios, que obstaculicen el técnico, ¿por qué se produce tan poco y tan caro; porque el saldo final de la gestión esta siempre en números rojos?. Se sabía lo que había que hacer para vencer el ineficiente cuadro de subdesarrollo, y se hizo mucho. ¿Qué no se hizo, o que se hizo más de lo necesario? Una valoración sobria, desapasionada, echa incluso por alguien que no apoye la obra revolucionaria, lleva a la conclusión de que la Revolución puso al servicio del desarrollo de la provincia mayores recursos que los utilizados por muchos países del Tercer Mundo en el mismo periodo: casi 4000 000 000 de pesos en inversiones en 30 años. Obviamente, de los resultados productivos alcanzados se infiere que no se ha trabajado bien. ¿Qué ha faltado? ¿En que se ha fallado? Se ha sabido que hacer y se ha querido hacerlo. ¿Por qué no se ha podido? Porque se ha imaginado el hombre como un ser que se olvida de sí mismo por largo tiempo, o que pospone automática e indefinidamente sus intereses a los de la sociedad. Porque se confió a esa pretendida conciencia lo que se le quitó al celo y al interés del dueño; porque se tomaron los sueños por realidades y se creyó que los estímulos y motivaciones materiales eran herejías. Hoy está claro que la amplitud y profundidad alcanzadas por las relaciones socialistas de producción son la causa de causas. ¿Qué ha faltado? Paciencia. Para empezar la evolución de la Revolución, para no usar el carburo en la maduración de la fruta de la historia. En otro ámbito y nivel de análisis, el social (y pensando en el mundo), quizás la eficiencia no se mida en términos de costos y rentabilidad, o se adviertan contradicciones entre altas tasas de rentabilidad y portentosas calamidades humanas. La economía y la eficiencia no se pueden tener por objetos de sí mismas, son como tantos hombres de diverso pensamiento han dicho, para servir al hombre. Si la eficiencia en el uso de los medios de producción no se revierte en el mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores, sobre todo, y del hombre en general; si incluso estanca o empeora sus condiciones de vida, la tal eficiencia es dañina al ser humano: "los medios de producción no pueden ser poseídos contra el trabajo (...), porque el único título legitimo para su posesión.... es que sirvan al trabajo". "Laboren Excercens" 1Hc. Sin embargo, en el mudo real que habita el hombre, es cierto que sucede lo contrario, y que, como dijo Juan Pablo II en su discurso inaugural en Puebla, "la riqueza creciente de unos pocos sigue paralela a la creciente miseria de las masas". para avalar este acerto del esclarecido Papa con algunas cifras de instituciones de la ONU, me permito mostrar la siguiente tabla: Llagas del mundo Hambrientos ..............................................+500 000 000 Esperanza de vida <60 ..............................=1700 000 000 No acceso a atención medica ...................=1500 000 000 Viven en extrema pobreza ........................+1000 000 000 Desempleados en el Tercer Mundo ..........+500 000 000 Ingresos <150 dólares anuales ..................=800 000 000 Adultos analfabetos ..................................+800 000 000 Niños sin escuelas ....................................+200 000 000 Carentes de fuentes adecuadas de agua ...=2000 000 000 Cocinan con leña .....................................+500 000 000 En este ulcerado por la miseria y la explotación de los seres humanos, no existe la propiedad socialista ni se confía en la conciencia como factor de la productividad. Tampoco se eluden los estímulos y las motivaciones materiales al trabajo y se espera con paciencia infinita la evolución de la historia. ¿Qué falta? ¿Por qué las empresas son rentables y millones de seres humanos sufren enfermedades curables, hambre e incultura? Falta la justicia social. Falta saber y aplicar lo que todos los hombres de buena voluntad han dicho tantas veces, y que Juan Pablo II precisó magistralmente en puebla: "Los bienes y las riquezas del mundo, por su origen y naturaleza, según voluntad del Creador, son para servir efectivamente a la utilidad y provecho de todos y cada uno de los hombres y pueblos... a todos y cada uno les compete un derecho primario y fundamental, absolutamente inviolable, de usar solidariamente esos bienes... Todos los demás derechos, también el de propiedad y libre comercio, le están subordinados". |