marzo-abril. año I. No. 6. 1995


¡A DEBATE!

 

NI DERECHOS HUMANOS,

NI ESTADO DE DERECHO

por René Acosta Cubillas

 

"Él juzgará entre pueblos numerosos, y corregirá a naciones poderosas; forjarán ellas sus espadas en azadones, y sus lanzas en podaderas... " Miqueas 4.3.

Después de leer el artículo "Derechos Humanos y Estado de Derecho", he quedado admirado de la forma tan valiente y argumentada en la que el autor expuso sus opiniones sobre tan acuciantes temas; pero aprecio en dicho trabajo ideas que me parecieron interesantes, por cuanto desde mucho tiempo acá, vienen manifestándose en diferentes ambientes, y no he podido negarme a escribir las reflexiones a la que tan absorta lectura me indujeron; que deseo hacer la salvedad por la brevedad del espacio y mis limitados conocimientos sobre estos temas, no resulten un producto acabado, ni con la calidad que el lector de tan especializada revista merece.

Sobre la Revolución Francesa mucho se ha escrito, fue un suceso trascendente en la historia política del hombre. Un país insigne en esa época como Francia, se vio sacudido, desde sus entrañas, para sepultar al caduco feudalismo y traer al escenario político moderno a la naciente burguesía que clamaba desde años un espacio para su desarrollo económico.

Antes de la Revolución en Francia y por iguales motivos, ocurrió en la civilizada Europa, la Revolución Inglesa de 1640, con la cuota de vidas y terror que estas conmociones políticas suelen traer. Esta Revolución Inglesa fue premisa histórica y camino de lucha para la Revolución Francesa, como ambas lo fueron para las revoluciones rusas de Marzo y Noviembre de 1917.

En la última oración del párrafo final aprecié una añoranza apologética de la Ilustración y de la Revolución Francesa, como héroes para los sueños de paz de los hombres.

El saldo de la Revolución Francesa es para mi discutible, por lo oscuro y entrelazados que estuvieron esos hechos. El trabajador francés se vió entre dos fuegos, pagando un alto precio en vidas, destierros y traumas sociales, como no había conocido esa sociedad.

Se cuentan en miles las personas pasadas por cuchillo, guillotinadas, encarceladas, deportadas. Sumió al país en una cruenta guerra civil que trajo una hambruna generalizada. La inestabilidad política era tal que los que se acostaban con el poder, amanecían guillotinados.

La flaccidez de los dirigentes y líderes estigmatizaron las diferentes causas y capas sociales en pugna, que por breves plazos se alternaban en el poder. La Revolución no duró un día, ni siquiera un año, duró mucho más, extendiéndose incluso, en forma de guerra de rapiña a territorios vecinos. Oficialmente comenzó el 14 de julio de 1789, en 1799 Napoleón da un golpe de estado, en 1804 se proclama emperador, concentrando en sus manos todo el poder. Después siguieron más años de guerra, en los cuales se anunciaba la República como el bálsamo que sanaría los males existentes.

El terror (¿terrorismo de estado?) devenido y mantenido tanto por las diferentes fuerzas revolucionarias del tercer estado, como por sus enemigos políticos, fue tierra fértil para el florecimiento de todo tipo de vicios, muchos de ellos heredados de las cortes francesas.

El jacobino Robespierre, líder popular, expresó: "... El gobierno revolucionario está obligado a proteger a los buenos ciudadanos, pero para los enemigos del pueblo, sólo debe disponer una sola cosa: la muerte " 1.

La Ilustración del siglo XVIII, integrada por pensadores audaces, tuvo una nueva concepción humanística, aunque no que no fue homogénea ni igual en todos estos pensadores, sí en su aspecto revolucionario alcanzó una gran radicalidad incitando al gobierno francés a la lucha contra el feudalismo y el absolutismo, para de ese modo hacer más digna la vida del hombre. Si las causas para la lucha eran reales, los métodos y medios utilizados no fueron los más acordes a esa visión humanística, ya que dieron el clásico 'bandazo" y se irguieron también contra el Oscurantismo religioso", apagando así, la única luz que quedaba en el sufrido corazón francés, y con el pueblo enardecido a la violencia, la Iluminación fue el arma de lucha que anegó en sangre todo el final del "Siglo de las Luces".

El astigmatismo político del hombre es grande; todos los que se asomaron y aún se asoman a analizar este panorama (a la luz de sus convicciones), han sacado conclusiones muy cuestionables. Las fuerzas revolucionarias vieron en la Comuna el ejemplo de radicalización en la lucha por el poder; vieron los métodos de llegar al poder y de mantenerse en el poder; también conocieron a sus enemigos de clase, que eran sobre los que había que dejar caer la violencia revolucionaria y con ella destruir la vieja maquinaria estatal y edificar después su maquinaria nueva.

La naciente burguesía encontró en ella entre otras cosas, el Código napoleónico, que constituyó un traje nuevo para el obsoleto derecho romano, sintió el desastre económico que originaban las revoluciones populares y tomaron medidas para que no volviesen a producirse en otro país; vieron en la deslumbrante República el cumplimiento de la profecía añorada, y todos, jacobinos y girondinos vieron en la consigna jamás cumplida) de libertad, igualdad y fraternidad la música nueva que los haría danzar, hermanados por el "sueño de otra noche de verano".

Cuando la relativa paz parecía dosificarse en el Viejo Continente, regresa la guerra del ostracismo, en este caso por las tardías revoluciones rusas de 1917, que pusieron fin a más de 300 arios de la dinastía de los Romanos.

Los bolcheviques se lanzaron a la guerra con la consigna "paz, pan y tierra ". En 1915 Lenin decía: "Muchas cosas hay en el mundo que tendrán que ser destruirlas a sangre y fuego " 2.

Una vez más los briosos jinetes apocalípticos retozaban sobre la faz de la tierra. La sangre culpable e inocente volvería a gritar al cielo y allanaría el camino al poder.

La cacareada paz tardaría aún por llegar.

No se hallaba organizada aún la naciente Revolución de Octubre, y los europeos y otros pueblos del mundo, tuvieron que enfrentar los horrores de la Segunda Guerra Mundial, con un saldo de decenas de millones de muertos y un trauma social sin paralelo en la historia, aún se nos estruja el corazón cuando oímos algún suceso de esa época.

Prominentes pensadores que estudiaron a fondo la historia de todas estas revoluciones sociales, encontraron elementos afines como los que se resumen en esta Ley fundamental para las revoluciones que expuso Lenin: "No basta para la Revolución que las masas explotadas y oprimidas comprendan la imposibilidad de vivir a la manera de siempre y exijan cambios; para la Revolución es necesario que los explotadores sean incapaces de vivir... también al modo tradicional. De donde se deduce que para la Revolución es esencial, primero, que una mayoría de los trabajadores (o al menos, una mayoría de los que tienen conciencia de clase, de los obreros activos mental y políticamente) hayan comprendido plenamente que la Revolución es necesaria y estén dispuestos a sacrificar sus vidas por ella; segundo, que las clases dirigentes estén en un estado de crisis gubernamental tal, que ello empuje, incluso a las masas más atrasadas a la política (un síntoma de toda auténtica Revolución es el rápido incremento multiplicando por diez y hasta por cien, el número de representantes salidos de las masas oprimidas y derrengadas por el trabajo - apáticas hasta ese momento- y capaces de lanzarse con rigor a la lucha política), una crisis que debilita al gobierno y permite los revolucionarios derribarlos rápidamente" 3.

Esta ley al igual que otras muchas concepciones sacadas de las revoluciones sociales en la historia universal ha tenido un elemento constante; el de resolver los problemas del hombre con la guerra, la muerte y el terror.

Una segunda reflexión me surge de la exposición eminentemente jurídica del autor, que me da la impresión de que los derechos del hombre son 'asunto de la competencia interior de los estados" y de especialistas en esa rama; y no asuntos de los hombres en sus espinosas relaciones con el Estado. Martí nos enseñó a sentir en nuestra mejilla la bofetada dada en cualquier mejilla de hombre.

Quisiera recordar que no siempre existió el Estado, ni siquiera ese bucólico germen de estado comunitario de la gens, que la ambición y el egoísmo desaparecieron en lejanas épocas. El surgimiento del Estado y del derecho lo encontramos en la historia condicionado por el crecimiento de la propiedad privada por determinado grupo social, el cual los crea para su defensa y representación. Precisamente de ese origen, además de la división social del trabajo y la formación y confrontación de clases, dan al Estado y al derecho un carácter fuertemente político y parcializado en la lucha por el poder y en su mantención por ese grupo o partido.

Marx, analizando los sucesos de 1848, ya soñaba con la extinción del Estado. Realmente es incompatible su extinción con la concepción democrática y humanística de cualquier persona.

"El Estado no es de ningún modo un poder impuesto desde fuera a la sociedad,- tampoco es "la realidad de la idea moral ", ni "la imagen y la realidad de la razón "... Y ese poder nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado ", dijo Engels. 4

Lenin partiendo de Marx planteó " ... sólo el comunismo suprime en absoluto la necesidad del Estado, pues no hay nadie a quien reprimir... ", 5, condicionando su extinción al tránsito inevitable por la dictadura del proletariado, en la que los restos de los enemigos de clases serían eliminados.

El derecho corre similar suerte que el Estado. El derecho va a ser el azote en la paz para los que no comparten el poder, que luchen contra el poder o por el poder. Va a ser más cambiante que el Estado, porque será los miles de tentáculos por los que esto ejercerá su función y hará más fuerte y absoluto, mientras más amplio sea. Será el verbo y la representatividad de la clase que ostente el poder .

¿Será en esas dos manos (el estado y el derecho), flagelos del hombre, en los que éste ha de poner sus pírricas victorias, sus sueños más caros de una convivencia feliz?; traicionado será nuevamente, sino despierta y ve la raíz ensangrentada de ese árbol y el fruto estéril de violencia y terror que produce.

Sin darnos cuenta estarnos inmersos en uno de los momentos revolucionarios más importantes de nuestra Patria. Meditemos sobre las diferentes causas, observemos su desarrollo y seamos originales en las soluciones. Ya basta de utilizar la gastada maquinaria de la guerra y de la muerte, que desde que Caín la utilizó por primera vez, no ha cesado de mediar entre los hombres.

Un hombre que vió en la lucha armada la vía para la solución de los problemas dijo: "La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los. vivos " 6.

Gritemos por la democracia para el Estado y para el derecho, no por la democracia romana ni ateniense, que sólo eran para las personas libres; no por la democracia del que tiene, del que sabe, del fuerte; no por la democracia de derecho, sino por la democracia real y plena de hecho; no por la democracia de un Estado parcializado (que todo Estado moderno lo es en mayor o menor medida); por la democracia de la paz, del amor, del hombre, que no será la expresión de los intereses de unos, sobre los intereses de otros, sino la suma de ambos para el bien de todos, como quería el Maestro.

Recordemos que el árbol se conoce por sus frutos.

 

CITAS:

  1. "Historia de los tiempos modernos" Efinov V.

  2. "La Revolución Rusa". Hill C.

  3. "La Revolución Rusa". Hill C.

  4. "El origen de la familia, la propiedad privada y el estado". 6ta Edición alemana. Engels F.

  5. "El Estado y la Revolución". Lenin.

  6. "El dieciocho brumario de Luis Bonaparte". Marx C.