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enero-febrero. año I. No. 5. 1995 |
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ENCUENTRO |
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HERMINIO MARÍN "SOY EL PERSONAJE QUE INTERPRETO" |
Herminio Marín: he oído decir que el arte, tan antiguo como el hombre, de las máscaras de alegría y dolor, llega a desdibujar la frontera entre la ficción y la realidad en aquellos que lo hacen vida. ¿Cuál es su experiencia personal? -Tengo una experiencia interesante con el personaje del recién casado de la obra "Tren hacia la dicha" de Amado del Pino, que dirigió Manuel Miranda y digo que es interesante, pues cuando interpretaba este personaje llegó el momento en que no sabía cuál era la ficción y cuál la realidad, me compenetré tanto con este personaje que él era yo y yo era él, claro los dos teníamos una meta en común, la felicidad del prójimo. Eso es lo que yo les recomiendo a los actores jóvenes, buscar lo que es afín entre él y yo, qué puntos de contactos hay entre el actor y el personaje. Tomar sus problemas y hacerlos tuyos. Como decía Bola de Nieve "yo soy la canción que canto" el actor tiene que decirse "yo soy el personaje que interpreto". ¿Quisiera comparar cualitativamente las diversas etapas de su vida en el teatro pinareño de las actuaciones del dramático en las montañas hasta "La Barraca"? ¿Cuáles son los momentos que más marcaron su vida? -Mira cuando comenzamos en el ya lejano 1961 fue una época muy rica, que nos envolvió en una vorágine de trabajo. Después en el 64 con la creación del Conjunto Dramático dio comienzo a otra etapa muy importante ya que apenas dos años, pasamos un curso de actuación con René Marín y llevamos a escena cinco obras muy importantes. Recuerdos de Tulipa, Pasado a la Criolla, Contigo Pan y Cebolla, Los Ángeles no son Dogmáticos y Programa 5; fue como te dije, una etapa decisiva de mucho amor al teatro, se vivía para el teatro. También a finales del 60 y principios del 70, en que el grupo se quedaba sin director constantemente, nos hizo ver claro cuál era nuestro papel en aquellos momentos y nos demostró que la unión es importantísima y vimos que podíamos crear y mantenemos trabajando sin directores. De esa época es que data mi primer trabajo de dirección artística, "La Tutankamen", esta puesta en la que estuvo brillante Isorah Yanes, se llevó a La Habana y tuvo muy buena aceptación de público y de crítica, la puesta fue en la sala Tespis y se mantuvo llena toda una semana. También por esa época se inició nuestro trabajo en las montañas, que fue superimportante, pues había que subir con la idea del espectáculo y una vez allí terminarlo y además variarlo con las características del lugar. Del 72 acá el grupo logra ya con directores de la provincia, una estabilidad, que en este momento podemos poner en escena obras como "El velorio de Pachencho", que lleva 20 años dando guerra en nuestra cartelera, esto no es más que producto de la permanencia de actores y actrices junto al grupo, esto da idea de la continuidad del trabajo y de la unión que hemos logrado. En resumen, como vez toda etapa es importante y cada una de ellas nos va marcando en su momento, y si hoy estamos en La Barraca es por la experiencia acumulada en estas etapas. No sabría decirte cuál es más importante; es más, me parece que del 60 acá ha sido una sola etapa. ¿Cómo describiría sus experiencias junto a Filomena, Aurorita y otros fundadores de aquella época? ¿Conoció a Pepito Montoro? ¿Cómo evalúa su aporte al teatro pinareño? ¿Recuerda algo relevante de antes de la Revolución en este campo? -Yo tuve una experiencia muy rica junto a Aurora, Filomena, Isorah Yanes y Mateo A. Tabares, que fue "Recuerdos de Tulipa", por la calidad y el nivel que adquirió ese trabajo. Excelente al más alto nivel, la Tulipa de Aurora fue buena en grado superlativo, de la Beba de Filomena ni se diga y la Tomasa de Isorah es antológica. En esa época compartí las tablas con ese amigo de siempre que es Manuel Miranda; déjame decirte que Miranda fue un excelente actor, un poco nervioso, pero un actor admirable, después se hizo asesor teatral y juntos hemos compartido todos estos años. Recuerdo también de los iniciadores a Tabares un locutor y actor de los buenos, también a Elio Villate, Félix Contreras, Omar Femández y otros que por espacio no menciono. También hay alguien que recuerdo, un actor que devino en luminotécnico, se llama Gerardo y le dicen Chin; con el formé un dúo cómico Chin y Chan que realmente me soltó, pues me exigía mucha imaginación; te digo, nos divertíamos de lo lindo. Chin se aparecía todos los días un chiste distinto, con algún disparate nuevo. A Montoro Aguero lo conocí en los tiempos de Yerma y la Academia de Artes Dramáticos, de él hice "Afuera hay luz de sol" y a él le gustó mucho lo que hice; su aporte al teatro pinareño es importantísimo ya que sentó las bases, fíjate, de allí surgieron Aurora, Isorah, Hilario Piñero, Nelson Oñate y otros. Sin lugar a dudas cuando se escriba la historia del teatro en Pinar del Río, Montoro ocupará un lugar cimero, prominente. De antes del triunfo de la Revolución sólo me recuerdo de una representación en el entonces Riesgo de "La ramera respetuosa" que hizo Chela Castro y me gustó mucho, tanto que marcó en mi vida un camino a seguir. iAh!, también me recuerdo de una representación que hicieron las monjitas del convento que estaba frente al parque de La Independencia, eran unas estampas religiosas y lo recuerdo con mucha nostalgia. ¿Por dónde considera que andan los esfuerzos y los logros de gente joven como los Cala (Ulises y Ramón), Lugo, Yosvani... y cuáles han sido los aportes de Mayra Marrero, Orestes Amador, Miriam Bermudez...? -Creo que andan por el camino correcto y como jóvenes tienen mucho que decir; de Yosvany te diré, que como director va a decir cosas interesantes, pues talento tiene y ganas de trabajar le sobran; de Lugo, hay que decir que ya es un actor importante al que hay que oír pues en el poco tiempo que lleva en el escenario ya se hace sentir; de los Cala, bueno, uno es ya un dramaturgo casi hecho y el otro, Ramón, debe llegar a ser un buen director con un magnífico trabajo cultural. En cuanto a Orestes, Miriam y Mayra, puedo decir que el primero es uno de los más genuinos actores jóvenes de aquí con un brillante porvenir; Miriam es ya la señora actriz que soñó y comenzó su ascenso vertical y Mayra, bueno, Mayra ya sentó cátedra con "Los tres bravos" y los otros trabajos que dejó. ¿Qué le recomendaría a los creadores de Pinar del Río teniendo en cuenta las posibilidades, las dimensiones y estado constructivo de los espacios teatrales de la Ciudad... pienso en la familiar "Barraca" el inmenso "Zaidén", y el bello y tanto tiempo cerrado "Milanés" con toda su historia? -Que trabajen, que trabajen mucho, que aprovechen al máximo los ímpetus y el aliento que le da su juventud, hoy para La Barraca que está abierta a todos los creadores, mañana para el inmenso Zaidén y pasado mañana para el olvidado Milanés que un día reabrirá sus puertas; que no dejen morir sus neuronas, ya que sólo trabajando y creando las mantendrán en activo, que no piensan en lo pequeño de La Barraca o en lo grande del Zaidén o en lo demorado del Milanés. Trabajar con amor es lo más importante para todo creador. Si tuviera que soñar con un proyecto para el desarrollo del teatro pinareño sin miedo a despertar...¿Cuáles serían sus aspiraciones? -Ese proyecto lo sueño últimamente, sobre todo después de la increíble experiencia que fue el taller brindado por el maestro José Antonio Rodríguez, en el que nos fundimos todos, los jóvenes y los no menos jóvenes. Ese es mi sueño para el desarrollo del teatro pinareño, todos juntos, todas las tendencias, todos los estilos, todas las técnicas, bajo la orientación de un gran maestro como José Antonio o cualquiera otro creando un gran espectáculo con un solo objetivo: que salga ganando el teatro pinareño con el desarrollo de todos. Mis aspiraciones no serían otras que estar allí en la primera fila con todos mis bríos, mi imaginación y mis fuerzas. Por último una muy personal ¿Cree usted en la posibilidad de las utopías? ¿Qué haría para alcanzarlas? -Te voy a decir como buen pinareño que soy, ¡Alabao! Creo, creo en las utopías y siempre estoy en pos de una; porque a veces montar una obra en nuestra provincia es una señora utopía. Pero hay una, y esa me la reservo, que voy a trabajar, y seguir trabajando hasta realizarla, aunque en ello me vayan los años que me restan de vida y de trabajo. |