enero-febrero. año I. No. 5. 1995 |
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EDITORIAL |
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NO CERREMOS LA PUERTA A LA ESPERANZA
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"Pluralidad de hechizos, diversidad inocente,
que aseguran el diseño de su morada futura, su imagen en los hijos de la resurrección" (J. Lezama Lima, "La imagen histórica").
Encarnada en el desierto de la supervivencia, atrapada en el pugilato entre las tímidas soluciones y todo lo senil aferrado al "saber" y al poder, empujando finalmente los muros interiores y foráneos que la asedian, Cuba se debate en los inicios del 95 entre quienes se lanzan a lo imposible para buscar un futuro resurrecto y los que manejan los cerrojos del temor, la obstinación y la parálisis con imágenes de gesto. Y como quien cierra un ciclo conmemoran hoy con las generaciones jóvenes por delante- la muerte de Martí aquellos mismos que con lo frustrado y caduco detrás- se esforzaron por dignificar el centenario del nacimiento del Apóstol. Buenas son las coincidencias históricas y las conmemoraciones cuando "esos hechos son orgánicos dentro del mundo que los motiva y engarza, lo revela su característica más valiosa, es decir, que vuelven, que se reiteran, que son necesidad afanosa de reintegrarse"... como decía Lezama en "A partir de la poesía" refiriéndose al acto histórico creador, a toda creación o "poesía". Pero el tiempo exige un costo y el mundo cambia y las consecuencias de ese "pago" de la historia las sentimos todos, porque todos somos responsables de la vida que nos exige siempre más. Así lo expresa la obra citada cuando dice: "Surgidos esos hechos, cuando alcanzan la plenitud en su presentación, adquieren una trágica eficacia, por el rendimiento fabuloso que se exige de las personas que coinciden en él, por el paréntesis que ofrecen entre una incitación potencial y una extinción, que es una suspensión". Y si no estamos atentos a las nuevas connotaciones que tiene toda celebración importante como lo es la del centenario de la muerte de Martí, podría pasar que la nueva celebración no se convierta en nueva "poesía", en nueva creación, y "volverá a reincidir ese hecho privilegiado, pero desecho el encantamiento que encuadraba esa coralidad en una misma unidad de tiempo, rompe el mecanismo interno de sus compuertas, que ruedan o se sobreviven con el tatuaje de aquella situación. Cautiverio que atrajo todas las luces en su redobles, quedando como un procesional de pesadillas" (ob, ct.). Hacemos hoy nuestra, la pregunta de Lezama: ¿Por qué escogemos como entidad coral imaginaria los que esperan a los pies de las murallas, y no la ciudad sitiada? Porque los sitiados se acogen a la permanencia y a la muerte... pero el que espera a los pies de las murallas, corre el riesgo de que su espera se trueque en otra entidad imaginaria: la retirada...". Nosotros los cubanos sufrimos "murallas" puestas desde afuera y "murallas" puestas desde adentro por todos los que, haciendo de cerrajeros de la creatividad y la iniciativa, intentando quizás cuidarla, cierran la puerta a la esperanza. Pero si somos honestos comprenderemos que todos, alguna vez, hemos sido sitiadores de la ciudadela personal de los que conviven con nosotros y también todos hemos sentido en nuestra propia carne-sitiada el asedio y el miedo que nos provoca el innato sonido de los cierres que intentan amurallar la libertad irreprimible del espíritu humano. Es hora ya de superar sobre este caimán verde y caribeño el maniqueísmo de sitiados y sitiadores, de los buenos y los malos, la trasnochada y medieval confrontación entre "montescos y capuletos", el subdesarrollo cultural de quienes ven ataques cuando se ejerce el criterio diverso y no ven en el ejercicio del disentimiento franco u abierto, signos de unidad, gestos de auténtica cordialidad sin máscaras, que es la amistad que brota del corazón de la nación que queremos levantar y salvaguardar y no sólo brota del cerebro que cada cual usa en su original y propia cabeza. Al comienzo del año del centenario del testimonio supremo del Apóstol de esta República "una cordial y sagaz" que se dispone a "salvarse de los peligros internos y externos que la amenazan, y subsistir el desorden económico en que agoniza un sistema de hacienda pública que abra al país, inmediatamente, a la actividad diversa de sus habitantes". (J. Martí, E. Trópico. Tomo 2, pág. 120). En lugar de acumular frases entresacadas de su contexto y celebraciones nostálgicas, deberíamos asumir la imagen de Martí, es decir, lo que su vida significa: "La majestad de su ley y la majestad de sus acentos, nos recuerdan que para los griegos, mártir significa testigo. Testigo de su pueblo y de sus palabras, será siempre un cerrado impedimento a la intrascendencia y la banalidad". (Lezama, Orígenes Nº. 33, 1953). Los cubanos podríamos descubrir en este año del sacrificio de Martí cuál es el sentido de "su permanencia indescifrada", cómo alimentar nuestra indiferencia con "la viviente fertilidad de su fuerza como impulsíon histórica, capaz de saltar las insuficiencias toscas de lo inmediato, para avisorarnos las cúpulas de los nuevos actos nacientes". (Ibidem). Para mirar al horizonte es necesario el espacio y la apertura, es necesario hacer realidad aquella canción del otro poeta, Nicolás Guillén, que en sencilla dialéctica invita a cerrar la "muralla" a todo lo malo que oprime y mata para que se pueda abrir la puerta a todo lo bueno, lo bello y lo verdadero que hay en nosotros y en los otros. Para "abrir la muralla" convocamos con Guillén a "todas las manos", pero a todas de verdad y no sólo en voz emblema que no llega a ser nunca palabra- actuante. Se trata de convocar a todos para abrir la muralla que noquea los caminos de la esperanza de nuestra nación en sí misma sitiada:
Si en lugar de buscar los acentos y las entrelíneas nos pusiéramos a reflexionar serenamente en qué medida mi propia vida y la vida de los grupos e instituciones en que participo están hoy abriendo o cerrando la puerta de la esperanza para los cubanos... somos de la opinión que nuestras quejas por la pobreza dejarían de ser invalidez temerosa y la frase "sí se puede", dejaría de sonarnos a voluntarismo empecinado o respuesta socorrida a cuantos, con mucho realismo, se enfrentan cotidianamente con lo imposible. Con decir que "se puede" no se logra construir nada, como nada se logra paralizados frente a lo imposible... por eso pensamos que hay que buscar las causas profundas y verdaderas que cierran la puerta a los proyectos que son "como un ceremonial de la luz en la espera..." y luego actuar con audacia que (como ha dicho Alfredo Guerra en reciente entrevista) "no es sólo un acto de valor, sino un acto de vida". Que nos inspire esta certeza resucitada que Lezama nos entregara entre el 19 de mayo del 57 y el mes de enero del 60 sobre Martí: "Lo imposible al actuar sobre lo posible engendra un potens´, que es lo posible en la infinidad... Todos los posibles atraviesan la puerta de los hechizos. Todos los hechizos ovillan en posibilidad, como una energía que en un instante es un germen. La tierra transfigurada recibe ese germen y lo hincha al extremo de sus posibilidades".
Que lo que ahora nos parece imposible se convierta en germen de lo posible para Cuba... y que nuestro pobre barro personal se transfigure en tierra fértil que fecunde esas semillas fundantes de nuevos proyectos hasta el extremo de sus posibilidades en este año 1995. Y para eso, que nadie cierre la puerta de la esperanza.
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