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mayo-junio.año 3.No 13.1996 |
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NUESTRA HISTORIA |
86 ANIVERSARIO: DOS HECHOS QUE NO TUVIERON NADA EN COMÚN. LA APARICIÓN DEL COMETA HALLEY Y LA HECATOMBE DEL CUARTEL por Wilfredo Denie Valdés. |
Refiriéndose al cometa Halley los científicos afirman que es un
singular témpano de hielo con una larga cola en la que tienen lugar los procesos del
plasma, este tiene una longitud de varios millones de kilómetros cubiertos de una
sustancia sólida. Se plantea que su forma se asemeja a un pepino, a un plátano o un
tubérculo de patatas.
Hasta la invención del telescopio se conocían unos 400 cometas. Posteriormente se han descubierto unos 600. El más brillante de los cometas de este siglo ha sido el observado en 1682 por el astrónomo inglés Edmund Halley, quien predijo que reaparecería en 1758 y en períodos sucesivos de 76,03 años. Aunque este cometa era conocido dos siglos antes de J.C., fue Halley quien calculó su órbita y periodicidad. El cometa Halley hizo su aparición en 1910, causando gran admiración a las gentes de aquel tiempo por su extraordinaria belleza. Los astrónomos calculan que la Tierra pasó por entre la cola del cometa el 10 de mayo de ese año. Para conocer sobre este significativo hecho, hace un promedio de 10 años, conversamos con María Rita Rubio, ya desaparecida, sobrina de la capitana del Ejército Libertador Isabel Rubio, quien nos dijo que el pueblo pinareño en aquella época pudo contemplar el cometa Halley durante casi todo el mes de mayo. Muchos jóvenes acudían al edificio de la antigua Flor Asturiana, en cuya planta alta radicaba la Sociedad Española, mientras que los bajos se dedicaban a hotel y restaurante. Desde la azotea del edificio en la calle Vélez Caviedes, se contemplaba el maravilloso espectáculo del cometa Halley. Nadie se podía imaginar que coincidente con la visión del insólito fenómeno, Pinar del Río viviría uno de los momentos más terribles de su historia: la hecatombe del cuartel de la Guardia Rural. En la parte norte de lo que sería ciudad de Pinar del Río, se edificó en 1852 el cuartel de infantería, llamado de "La Reina", en la cima de un promontorio desde la que se podía dominar el caserío pinareño en aquel entonces. Se trataba de un edificio de dos plantas construido con roca caliza y que cubría toda la manzana de las actuales calles Retiro, Cuartel y Pepe Portilla. En la primera década de este siglo el viejo edificio quedó dividido en tres partes: una para la Guardia Rural otra para Obras Públicas y la tercera para las oficinas y plantas de la telegrafía inalámbrica, además de una escuela pública para varones. En 1909 dicha escuela fue trasladada para la calle Vélez Caviedes en una vieja casona que estaba situada donde actualmente se encuentra el teatro "Praga" antes "Aida", conocida después como escuela "de los Marañones". Los antecedentes de la explosión del cuartel de la Guardia Rural habría que buscarlos en una posible sublevación de "elementos de la raza negra", miembros del denominado "Partido Independentista de Color", alzamiento que se produciría dos años después y que fue reprimido violentamente con marcado ensañamiento. La aparición del cometa Halley no tuvo nada en común con la hecatombe del cuartel. Es de destacar que el ingeniero de Obras Públicas, Isidro Soler, para restar posibilidades de éxito a la supuesta revuelta, en un acto irresponsable, ordenó se trasladara al cuartel la dinamita existente en los depósitos del cerro de Luis Lazo y la de otros cerca de San Diego de los Baños, que estaba destinada a las excavaciones de las carreteras que unirían aquellos sitios con Pinar del Río. El trasiego de la dinamita se efectuó en el mayor secreto, pero la noticia llegó a oídos del coronel. Leopoldo del Calvo, jefe de la Guardia Rural. El día 16 de mayo se ordenó por el coronel Calvo y el capitán Alfredo Ravena el envío de los explosivos hacia La Habana. La operación del traslado la dirigió el teniente Emilio Dihigo, auxiliado por Joaquín Trinchería, guarda-almacén de Obras Públicas y otros subalternos. En carros de mula fue trasladado parte del explosivo hasta el ferrocarril. En la mañana del 18 la empleomanía de Obras Públicas acudía a atender sus obligaciones y los guardias hacían su vida habitual. Parte de la dinamita quedaría en el patio central y la otra en el sótano del edificio. Hipotéticamente se dice que el carpintero Carlos Naya González al tratar de cerrar una de las cajas produjo la chispa y esta provocó la primera explosión de la dinamita. Simultáneamente se produjo la segunda explosión que partió la edificación en dos partes. El reloj marcaba las tres y cuarenta y cinco en la tarde del día 18 de mayo. La muerte imperó sobre la loma sacudida, con el macabro balance de 145 heridos y 77 muertos, de los que 68 pudieron ser enterrados, ignorándose el paradero de los nueve restantes. Sólo en Pinar del Río había dos cirujanos: León Cuervo y Carlos Montagú. Se pidió auxilio a La Habana y sobre las 12 de la noche llegó un tren con un equipo de médicos y enfermeras, así como medicinas. El hospital estaba lleno de heridos. En el Ayuntamiento, ubicado en la calle Martí frente al cine Saidén, fueron velados decenas de víctimas. En la casa de la familia Leandro González Alcorta (hoy casa, Cabarrouy), en la esquina de las calles Vélez Caviedes y Adela Azcuy fueron velados el capitán Alfredo Revena Alum, su esposa y sus tres hijas. Fue tan grande la honda expansiva de la explosión que al salir al portal de su casa en la calle Cuarteles una señora con sus dos hijas, una barreta de hierro le cercenó el brazo a Eloisa Sánchez y una piedra hirió en el vientre a su hermana Aurora. Según cuentan, aquella noche nadie durmió en Pinar del Río esperando una nueva explosión en la estación del ferrocarril, lugar donde quedaba parte de los explosivos trasladados en ese mismo día desde el cuartel. Pero la adversidad no tocaría dos veces al pueblo sacudido por las consecuencias de la terrible tragedia. Luego la superstición, la falta de información y el desconocimiento que primaban entonces en la mayoría de la población, se encargarían de presentar a aquel trágico suceso como consecuencia del paso del cometa Halley. Este complejo monumentario, erigido en 1911, corresponde al lugar donde se encontraba la Comandancia del Distrito Militar y el Departamento de Obras Públicas al producirse la explosión. Actualmente en otra edificación que ocupa este espacio funciona una escuela especializada y otra de primaria. El referido monumento se encuentra hace muchos años entre los muros de ambos centros docentes, sin visibilidad para el público sumido en el más absoluto abandono. Este monumento que forma parte de nuestro patrimonio está considerado como uno de los lugares históricos más importantes a nivel provincial y nacional por la violenta hecatombe ocurrida allí y que arrojó 77 muertos y 148 heridos. Consideramos que este sitio puede convertirse, caso de restaurarse y atenderlo en uno de los complejos monumentarios más visitados en el país por propios y extraños de las nuevas y futuras generaciones. Monumento erigido a las víctimas de la explosión. Inscripción: Dedicado a las víctimas de la catástrofe, ocurrida en este lugar el día 18 de mayo de 1910 por explosión de dinamita. Sus compañeros del Departamento de Obras Públicas y Cuerpo de la Guardia Rural. Los organismos competentes tienen la palabra.
MUERTOS POR LA EXPLOSlÓN. Capitán Alfredo Ravena Alum. Francisca Salas, esposa de Ravena. Niña María Luisa Ravena Salas. Niña Etelvina Ravena Salas. Niña Graciela Ravena Salas. Niña Luisa Díaz. Niña Paula Rumayor. Niño Gregorio Rodríguez. Andrés Otaño, vigilante de la Policía municipal. Julio García. Una señora de la raza blanca no identificada. Una señora de la raza de color no identificada.
De la Guardia Rural Capitán Aifredo Ravena Alum. Teniente Ernesto R. Dihigo. Sargento Francisco Oliva Delgado. Sargento Antonio Trascastro. Cabo Gerardo Otaño. Cabo Santiago Rodríguez. Soldado Ángel Calero. Soldado Asunción Contreras. Soldado Serapio Pérez. Soldado Miguel, Rodríguez. Soldado Juan Moreno. Soldado Bienvenido Pérez. Soldado Julián González. Soldado Teófilo Piloto. Soldado Carlos Morejón. Soldado Luis Iglesias.
De Obras Públicas Ingeniero Isidro Soler, Jefe Provincial de Obras Públicas. Señorita Blanca López Castillo. Emilio Sánchez. Adrián G. Sanguily. Eleuterio Saínz, Jefe del Acueducto. Carlos Naya. Ingeniero Julio Liagrez. Antonio Gamberro. Ingeniero Charles V. Welis (ciudadano americano). Octavio Díaz. Ingeniero Fernando Menocal. Andrés García. Miguel García Ramis. Joaquín Guergo. Eliset Ibarra. Alberto Lostal. Ángel Alberro. Joaquín Trinchería. Señorita Andrea Gomis. Señorita Joaquina Larro. |