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mayo-junio.año 3.No 13.1996 |
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ECOLOGÍA |
¿DISPONE EL MUNDO DE TIEMPO PARA SALVARSE DEL DETERIORO ECOLÓGICO? por José R. Fragela. |
El impacto de la actividad económica sobre el medio ambiente
en que vivimos, ha ido creciendo a la par de la civilización, siendo así que, en la
actualidad, resulta difícil abordar el tema sin emplear términos: cambios globales,
ecosistema explotado, insostenibilidad, u otros, que demuestran cómo
el planeta es presa de una enfermedad progresiva y, si no actuamos a tiempo, crónica y
letal: El SÍNDROME DEL DESEQUILIBRIO, con la amplísima gama de secuelas que le
acompañan.
¿Cómo hemos llegado a este punto?, ¿es incompatible el desarrollo con la limpieza ecológica de nuestro entorno?, ¿pueden restablecerse el equilibrio ambiental y la biodiversidad en el planeta sin frenar dicho desarrollo?. No pretendo, por supuesto, dar una respuesta acabada a tales interrogantes -espinoso affair- en las pocas cuartillas de que dispongo, pero sí aportar elementos que puedan favorecer en el lector lego un análisis con dosis adecuada de objetividad, estimulando la reflexión sobre qué puede hacer cada uno de nosotros en su radio de actuación. Todo ser necesita estar abierto al medio exterior, para extraer energía, nutrirse y, a la vez, verter en él una serie de sustancias excretoras. La consecuencia es inmediata: el medio influye sobre el ser vivo, este influye y modifica el medio que lo rodea, y los seres vivos que comparten un territorio se influyen entre sí. Cualquier forma de vida es, por tanto, parte de un sistema ecológico o ecosistema, visto como unidad que incluye el total de organismos vivientes de un territorio, actuando interrelacionadamente y en reciprocidad con el medio físico, tal como reza la propuesta de Costa Rica a las Naciones Unidas en Octubre de 1989: Todo lo que existe es parte de un Universo Interdependiente. Todas las criaturas vivas dependen unas de otras para su existencia, bienestar y desarrollo. Todos los seres humanos son parte inseparable de la naturaleza, sobre la cual han sido construidas la cultura y la civilización humanas. La acción del medio sobre los seres vivos se produce a través de los llamados factores ecológicos (temperatura, radiación solar, humedad, relaciones entre los organismos, etc.), cuyos valores de tolerancia máximos y mínimos aparecen marcados en la naturaleza para muchas especies; otras, con amplios rangos de tolerancia para todos los factores, son las más posibilitadas para estar ampliamente distribuidas, las llamadas especies cosmopolitas. Importante grupo de factores ecológicos, son los bióticos, que definen las diversas interrelaciones (beneficio mutuo, explotación, competencia, entre otros) establecidas entre los seres vivos de una comunidad, ya sean de la misma especie (población) o de especies diferentes. Según Jansma, muchos ecologistas ven sólo la parte material de la naturaleza. Piensan en la atmósfera en términos químicos, desconociendo que hay además una atmósfera mental, y que la polución mental causa las acciones que conducen a la contaminación y destrucción del medio ambiente, así como a otros problemas de la humanidad. ¿Cuál es, entonces, el verdadero lugar del hombre en este conjunto?. De todos los seres vivos, los humanos tienen la capacidad, única, de decidir conscientemente si protegen o dañan la calidad y condiciones de vida sobre la Tierra. Reflexionando sobre el hecho de que pertenecemos al mundo natural y ocupamos una posición especial como participantes en la evolución de los procesos naturales, las personas pueden desarrollar, sobre la base de su altruismo, desarrollar compasión, amor, un sentido de responsabilidad universal hacía el mundo como un todo, hacia la protección de la naturaleza y la promoción del mayor potencial para el cambio, con vistas a ir creando aquellas condiciones que le permitan alcanzar los mayores niveles de bienestar espiritual y material. La influencia creciente del hombre sobre el entorno, lo llevó a considerarse predestinado a variar la naturaleza a su antojo. Acaso muchos interpretan como luz verde para ello las palabras del Génesis: Ahora hagamos al hombre. Se parecerá a nosotros, y tendrá poder sobre los peces, las aves, los animales domésticos y los salvajes, y sobre todo lo que se arrastra por el suelo. (Gen. 1.26), cuando será más acertado y lógico pensar que se nos da con ello la responsabilidad de salvaguardar cuanto de vida nos rodea. Poco consecuente con esto, la humanidad ensucia no sólo su ambiente inmediato, sino cada vez más allá de éste. Las alternativas que enfrenta hoy son cruciales. Dirigiendo sus acciones hacia el logro del progreso social, los seres humanos han olvidado frecuentemente su inherente papel en el mundo natural y la indivisible familia humana, y sus necesidades básicas para una vida sana. El consumo excesivo, el abuso del medio y la agresión entre los pueblos, han llevado los procesos naturales de la Tierra hacia un estado crítico, que amenaza su supervivencia. Como consecuencia de la tendencia incesante del hombre a agruparse las poblaciones humanas en grandes grupos, surgen las ciudades, ecosistemas forzados, de diversidad tan exigua, que su gran fragilidad origina la necesidad de otros ecosistemas, tabién artificiales, que los nutran de energía, alimentos, etc., tales como agroecosistemas, piscifactorías, plantaciones forestales, por sólo citar algunos. El cálculo de los efectos que produce sobre la naturaleza la acción humana, y el de los métodos de transformación coherente de las condiciones naturales, son problemas harto difíciles, algunos especialistas dudan, de que sea posible resolverlos. Con tal motivo, muchos exigen renunciar, en general, a las transformaciones antropógenas. Para Frolov, de observarse estrictamente el equilibrio natural, sólo podrían subsistir tribus primitivas que limitasen su sustento a la recolección y la caza. Es indiscutible que el progreso técnico, independientemente de quienes y cómo lo empleen, ha conducido, hasta hoy, en la inmensa mayoría de los casos a la degradación de la naturaleza. La lluvia ácida puede dejar lagos sin rastro de vida y enfermar bosques enteros, como está sucediendo en Europa. La cifra anual de pérdida de bosques tropicales asciende a 17 millones de hectáreas, con la desaparición de miles de especies vegetales y animales. Toda la humanidad se alarma con el probado y progresivo deterioro de la capa de ozono. Y los millones de toneladas de suelos que se pierden al año, importan unos 42 mil millones de dólares, por concepto de mermas en la productividad agrícola y ganadera. Pero, ¿resulta realmente insuficiente el desarrollo científico alcanzado por la humanidad para, puesto en función de frenar el deterioro global de nuestro entorno, conseguirlo, e incluso rescatar la antigua faz del planeta en muchas de las regiones seriamente afectadas?. Dice Jansma, que si aprendemos a mantener de manera constante en nuestras mentes el sentimiento de responsabilidad hacia todas las criaturas, haremos lo mejor por la naturaleza. Reflexionando sobre estos aspectos, los individuos serán capaces de discernir su responsabilidad y reorientar su conducta hacia la paz y el desarrollo sostenible. Dado que todas las formas de vida son únicas y esenciales, que todos los seres humanos tienen derecho al desarrollo y que tanto la paz como la violencia son productos de la mente humana, se debe desarrollar un sentido de la responsabilidad para actuar y pensar de manera pacífica. Mediante una conciencia orientada a la paz, los individuos entenderán la naturaleza de aquellas condiciones necesarias para su bienestar y desarrollo. La recuperación ambiental es muy costosa, pero si tenemos en cuenta que la degradación es un hecho en muchísimas zonas de la Tierra, donde resulta ya imposible prevenir el fenómeno (lo cual sería ideal) y que está además en juego la propia supervivencia de la especie humana, ¿no valdrá la pena emprender, con la mayor brevedad posible donde aún no se ha hecho dicha tarea?. En los últimos años han aparecido algunas tendencias prometedoras. El aumento de la generación de electricidad eólica y solar (en California cubre las necesidades de casi dos millones de habitantes). El ritmo de crecimiento de las instalaciones nucleares ha decrecido al mínimo, luego de la explosión de Chernobyl. Acuerdos internacionales estipulan la dramática reducción de la fabricación de familia de productos químicos que amenazan la capa de ozono. Con el propósito de evitar la catástrofe económica ligada al aumento de las temperaturas globales, más de una docena de países, encabezados por Alemania, se han fijado como objetivo reducir las emisiones de carbono durante la próxima década. Las pérdidas globales de suelo siguen siendo muy importantes, pero Estados Unidos, mediante la siembra de 14 millones de hectáreas de árboles o hierba sobre tierra agrícola, ha logrado reducir al menos un tercio de dichas pérdidas, algo sin dudas remarcable, por su contribución a la seguridad alimentaria del mundo. No obstante, todas las principales tendencias de degradación ecológica que existían hace una década siguen su curso; no hay suficiente gente trabajando para dar vuelta al declive. Aunque la preocupación por el futuro de la Tierra sigue extendiéndose. Cuando las Naciones Unidas expidieron su informe Our Common Future (Nuestro Futuro Común) en 1987, hicieron que la atención de los hacedores de políticas de todo el mundo se enfocara hacia el desarrollo sustentable, al demostrar fehacientemente que la degradación ambiental puede poner en peligro las posibilidades de desenvolvimiento de los países en vías de desarrollo. Sin embargo, tiempo y liderazgo se cuentan entre los recursos más escasos, y si bien en muchos gobiernos se aprecia una toma de conciencia al respecto, habrá que ver si el mundo, y en especial nuestros países, tan carentes de recursos, lograrán asumir los cambios necesarios. Unámonos, en tantos, a Edna Reítz, en su. PROMESA GLOBAL DE FIDELIDAD. Prometo fidelidad a la Tierra y al Espíritu Universal que nos dio la vida; un planeta, indivisible, con paz y justicia para todos. Prometo hacer el máximo para sostener la verdad otorgada como don de mi vida; velar por nuestro planeta, nuestra atmósfera el respeto y honor de todos cuantos lo habitan personas, animales, plantas y recursos, crear un legado para nuestros hijos en un mundo de armonía y amor. Prometo fidelidad al Espíritu Universal como quiera que fuera nombrado. Alineo mi vida junto al indetenible proceso de la Creación; para acrecerme con cuidado,
actuar desde mi propia integridad,
ser para otros como quisiera fueran para mí. Unidos, podemos llevar esta visión en nuestros corazones en nuestras opciones diarias, y a través de nuestra conciencia que se expande dentro y más allá de nuestro planeta. REFERENCIAS. 1.- BROWN, LESTER R. El inicio de una nueva Era. en: La situación del Mundo. El informe Woridwatch. Editorial Sudamericana. 1993. 2.- FROLOV, l. Interpretación Marxista-Leninista del problema ecológico wn la sociedad y el medio ambiente. Editorial Progreso. Moscú 1980. 3.- GANDULLO GUTIÉRREZ, JOSÉ M. Ecosistemas, conceptos básicos. en: Tratado del Medio Natural. T l. Universidad Politécnica de Madrid, 1981. 4.- HOLISTIC SCIENCE AND HUMAN VALUES. On Peace and Sustainable Development. A remarkable proposal to the United Nations by the Goverment of Costa Rica. Theosophic Digest. 1st Quarter. 1992. 5.- MEYER, CARRIE. Equilibrio entre el medio ambiente y el crecimiento económico. Documento Verde. 2. Octubre 1994. 6.- REITZ, EDNA. The Globát Pledge of Allegiance. The Quest. A quarterly Journal of philosophy, science, religión and the arts. Winter 1989. 7.- RUDI, JANSMA. The Conscious Ecosystem: Ecology from a Theosophic Perspective Condensed from SUNRISE. en: Theosophical Digest, 1st quarter 1992.
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