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mayo-junio.año 3.No 13.1996 |
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EDUCACIÓN CÍVICA
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RIFANDO LA VIDA por Dagoberto Valdés Hernández |
Hace mucho tiempo que cuando la voluntad no logra decidir, cuando no
existen criterios para escoger, cuando no tiene importancia la elección que se va a
hacer... el hombre acude a la suerte.
Se echó suerte sobre la túnica de Jesucristo al pie de la cruz como último escarnio sobre su vida. Se han echado a suerte la muerte en los campos de concentración del nazismo. Se han echado a suerte los lugares a ocupar en los pocos botes salvavidas en un naufragio... Se echan a suerte los regalos cuando no alcanzan para todos. Se prueba la suerte cuando se acude a la lotería para buscar la fortuna que no hemos podido construir con nuestro propio trabajo... En todos estos casos se acepta el azar como el último recurso para decidir lo que no hemos sido capaces de discernir por voluntad propia o fruto de un análisis compartido. Pero lo que es para mí inaceptable es que la suerte de, por lo menos, una parte de la nación y, en cierto sentido, la falsa solución de su problema fundamental se ponga a dar vueltas en un ultramoderno "bombo cibernético" en el que unas computadoras, al azar, decidan la vida de mis conciudadanos. No he conocido desprecio tal por la suerte de una nación que esta de rifar el cambio de vida radical de sus hijos, porque esto es lo que significa en Cuba, como en cualquier país, emigrar definitivamente a otras tierras. Por otro lado toda la culpa no la tienen, ni mucho menos, los que han inventado el bombo de las visas americanas. Esto pudiera ser considerado, sin profundizar mucho, como un mísero recurso ante la avalancha de solicitudes. La mayor responsabilidad está en quienes entran en el juego de la rifa sin pensar que dejan a la suerte lo que debe ser una decisión personal, madura, ponderada. Conozco personas que han escrito a varios sorteos y a los intermediarios de los sorteos y les pregunto que si han decidido marcharse del país por qué no usan otras vías más serias y me han contestado que todavía no se han decidido que "si les llega el bombo" a lo mejor se irán. Otro agravante en esta especie de "ruleta rusa migratorio" es que ningún criterio de inmigración decide, sino la suerte; ninguna prioridad humanitaria sino la fría computadora; ningún acuerdo compartido sino la rifa. Claro, al final sabemos que el "Bombo" sólo da derecho a comenzar la gestión y que todos estos criterios se pueden ir exigiendo, si se quisiera, durante esos trámites. ¿Pero no llegarán primero por la rifa aquellos que menos lo necesitan o que menos responsablemente han decidido su salida definitiva del País? La rifa lleva a un buzón y en este "impersonal" depósito no se confía. Entonces comienza el inútil peregrinaje para echar la carta en un lugar seguro. Entonces no se piensa en la emigración sino en el correo y en lugar de preocupamos por su buen funcionamiento aquí, querríamos que fuera un País extraño quien colocara buzones a lo largo y ancho de la Isla para creer así en la superioridad de los "buzones de afuera" como la última expresión infantil de la xenofilia que nos invade. ¿Qué puede pensar de sí mismo un pueblo que ve a parte de sus hijos vociferando frente a una embajada extranjera por llegar a un buzón, o arrebatando al correo nacional una carta para una rifa que sólo decidirá si puede entrar a esa embajada para ser sometido al mismo proceso de selección que se le antoje a ese país para otorgarle o no -como es su derecho indiscutible- un visado? No cuestiono el derecho de emigrar, y más en una situación crítica como la nuestra, ni cuestiono que una nación extranjera seleccione y dosifique los permisos de entrada a su País como lo considere más conveniente. Lo que me apena es el modo en que lo hacen ellos y, sobre todo, el modo en que los cubanos aceptamos hacerlo. Un poco de más dignidad, de más civismo, de más madurez nos haría ver lo desesperado, lo impropio, lo burlesco que parece decidir otorgar la cita para solicitar un visado-que a mi pobre entender eso es el sorteo-valiéndose de la suerte de una rifa que de manera indirecta está poniendo en un "bombo" la suerte de muchos cubanos, y si creemos que la imparable emigración es una pérdida que empobrece la nación y la priva de parte de sus hijos, entonces no sería exagerado decir que ponemos la suerte de una parte de la Nación en el bombo de una embajada extranjera. Lo último es que la radio, la televisión y la prensa nacional se hayan hecho eco de este juego macabro que en mi opinión pasará a nuestra historia nacional como una de esas mascaradas que han ensuciado el bello rostro escarnecido de la sufrida nación cubana. Escarnecido no sólo por tener que soportar que siga dependiendo de una Nación extranjera "la suerte" de muchos de sus hijos en un bombo infame de emigración manipulada y desesperada. Sino también escarnecido por la falta de seriedad y civismo con que muchos de los cubanos han aceptado caer en ese juego que distrae la atención y alarga el plazo de la solución serena y profunda que los cubanos debemos dar aquí dentro, con nuestro propio esfuerzo y decisión, a los graves problemas de nuestra Patria. Una perseverante educación cívica evitará que sigamos sorteando la vida de los hijos de la nación en los bombos de una embajada extranjera. Reflexionemos... |