mayo-junio.año 3.No 13.1996


HECHOS Y OPINIONES

HISTORIA DE CUBA: ESPERANZA VS ESCEPTICISMO

por Roberto Mendiluza Pérez.

Leyendo un artículo publicado en el semanario Juventud Rebelde el 26 de noviembre de 1995 relacionado con la Historia de Cuba, los errores que se cometieron en nuestro sistema educacional en esta disciplina y el perfeccionamiento -otro más- que se está llevando a cabo en la actualidad, me sentí esperanzado.

Hoy se reconoce que nuestra Historia como asignatura, tal como se concibió en 1975 en los programas que se establecieron, ignoró muchos de los hechos y personalidades que nutrieron la nacionalidad cubana.

Muchas personas están de acuerdo también en que en esos años, en busca de la aplicación del principio de la cientificidad de la enseñanza, la Historia se diluyó en el análisis filosófico de relaciones de producción, fuerzas motrices, etc. que la convirtieron en una abstracción en la que el hombre y, en muchos casos el hecho en sí, pasaban a un segundo plano.

Esos errores y otros como la copia de modelos educacionales ajenos a nuestra realidad, el promocionismo y la limitación de la creatividad de maestros y profesores son reconocidos valientemente en el artículo.

Por eso me siento esperanzado pero también, paradójicamente, escéptico. Esperanzado porque se ha dado el primer paso al reconocer donde están los problemas y asumir los cambios como una necesidad. Escéptico porque, a mi modo de ver, hay obstáculos que fueron también causa del camino tomado por la Historia que se mantienen -esencialmente- en la sociedad actual. ¿Es que el modo de asumir nuestra realidad histórica se ha diferenciado del modo de asumir la actualidad en todos ¿Cuál ha sido la razón de la discriminación a hechos y personajes del "hoy" en cada momento? ¿Acaso ha desaparecido la intolerancia ante personas, y sectores de la población que no comparten la línea oficial y que ha sido aplicada también a similares personas, instituciones y sectores de la población que formaron parte de nuestra historia pasada y reciente? ¿Habrá en la nueva concepción de la enseñanza de la Historia la voluntad real de situar los hechos en su justo lugar independientemente de la procedencia social, filiación ideológica o "concepción del mundo" de sus principales protagonistas? ¿Se abandonará la tendencia a sobredimensionar e idealizar algunos hechos, personalidades y etapas mientras otros son ignorados, poco estudiados o "contaminados" con "impurezas" que los alejan de la verdad histórica?

Hace falta algo más que buenas intenciones para que Francisco de Arango y Parreño deje de ser sólo un exponente de la alta burguesía criolla su gran pecado, y figura principal de la primera etapa reformista, criticado por sus limitaciones, y se conozca en toda su magnitud su pensamiento progresista que se proyectó, incluso, a la separación de lo español y lo cubano. ¿Qué más puede pedirse a este hombre, lógicamente limitado por su procedencia social y el contexto histórico en que le tocó vivir?

¿Y qué decir de José Antonio Saco, relegado a unas pocas páginas en los libros de Historia y a algunos minutos en la dosificación de cualquiera de los programas de estudio? ¿Cuál fue su falta para que sea tan poco conocido? Quizás su planteamiento, en 1837, relacionado con la posible anexión de Cuba a los Estados Unidos y que el mismo se encargó de aclarar años después, o el hecho de que considerara la independencia como una segunda opción, anteponiendo a esta el mantenimiento de la unión con España. Lo cierto es que este hombre llena toda su época con un protagonismo que lo lleva a definir un concepto, aunque limitado, de nacionalidad cubana. Es, posiblemente, el primer autor que lo intenta.

Por otra parte, no es difícil comprender que las tensas relaciones entre el Estado y la Iglesia Católica y el clima de intolerancia religiosa en todos estos años, a pesar de recientes afeites, han sido la causa de que un hombre de la talla del obispo Díaz de Espada no sea más que un nombre que se menciona ocasionalmente. Sus treinta años al frente del Obispado de La Habana, vinculado más a Cuba que a España, le permitieron formar a su alrededor un grupo de jóvenes empeñados en cambiar el universo científico, ideológico, artístico, etc. Entre ellos José Agustín Caballero, Juan Bernardo O´ Gavan, Tomás Romay, José de la Luz y Caballero y Félix Varela.

Sí, no cabe duda, la intolerancia, entre otras causas, llevó a la historiografía cubana por cauces que ignoraron la fuerza de estas personas. A pesar del manido "análisis histórico concreto" de los hechos y sus protagonistas propugnado por el marxismo, fueron valorados con "parámetros" actuales.

Reconozco lo que ya se está haciendo por el rescate de muchas de estas personalidades pero ¿cómo llenar el vacío que existe en las actuales generaciones de cubanos?

Asimismo, son muchos los ejemplos, en nuestra historia más reciente, de personas que han sido excluidas de los libros, artículos, etc. por haberse alejado del proceso revolucionario, luego del triunfo de enero de 1959, y nada se sabe de lo hecho por ellos, mientras el papel jugado por otros es sobredimensionado.

Responsable-culpable-autor de todo lo bueno -¡claro que hay cosas buenas!- y de todo lo malo, Martí ha sido manipulado hasta límites insospechados. La universalidad de su pensamiento ha sido convenientemente utilizada para justificar la "obra" desde los primeros momentos de la década del 50 hasta la actualidad. Antes fue manipulado también, muchas veces por hombres deshonestos, pero nunca, como ahora, convertido en un personaje "oficial". ¿Qué relación tienen el pensamiento y la obra del Apóstol con el partido único, el sistema eleccionario actual, las escuelas "al campo" y "en el campo", la prensa, etc. del actual contexto cubano?

Pero no solamente la Historia, sus hechos y personalidades, han sufrido las consecuencias de la intolerancia. Intelectuales y artistas de renombre y prestigio también han sido excluidos, borrados, como si su obra no hubiera existido nunca. ¿Cómo puede explicarse que los actuales profesores de Español y Literatura no conozcan el quehacer literario de Lino Novás Calvo, del que alguien muy autorizado dijo "es, entre nuestros narradores, el de mayor sabiduría formal..."1 y que hayamos tenido que esperar su muerte para ver publicada su obra? ¿Conocen a Eugenio Florit, para quien esa misma voz autorizada tuvo esta frase de elogio "el más alto y completo de nuestros poetas puros"2 o a Gastón Baquero, Severo Sarduy, entre otros cuyo pecado capital fue partir hacia el exilio? Severo Sarduy, comienza a ser divulgado ahora, después de su muerte ocurrida recientemente en Francia. ¿Por que hubo que esperar a que murieran Virgilio Piñera y José Lezama Lima para situarlos en el lugar que les corresponde?

La muerte de Leví Marrero, el 10 de marzo del pasado año, tal vez nos permita conocer, ahora, su monumental obra Cuba Economía y Sociedad. Ironías de la vida.

Es increíble que en los años 90 nos hayamos enterado, a través de la televisión, de que antes del 59 existía un cine cubano.

Todo esto, que es también historia, forma parte de nuestro acervo. y este ha sido dolorosamente mutilado en aras de mantener, a ultranza, una supuesta uniformidad ideológica.

¿Cuánto tiempo tendremos que esperar para conocer en toda su plenitud nuestra verdadera historia? ¿Encontrarán los historiadores cubanos el "hábitat" indispensable para llevar a cabo esta necesaria tarea?

Por mi parte yo, que no soy un especialista, sino un ciudadano común que cree en la necesidad del conocimiento objetivo de nuestras raíces, de todas nuestras raíces, y que se debate entre la esperanza y el escepticismo, espero.

¡Esperemos todos!

CITAS:

1- José A. Portuondo. Bosquejo Histórico de las Letras Cubanas.

La Habana, 1960. Pág. 61.

2- Ibídem. Pág.67.