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enero-febrero.año2.No11.1996 |
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REFLEXIÓN |
LA ÉTICA HUMANISTA EN JOSÉ MARTÍ por Ernesto Ortiz Hernández |
Dedicatoria: Sin la energía que humilde y apasionadamente cedió Ibrahim F. La Rosa, acumulada en más de dos años estudiando y compilando lo esencial del pensamiento martiano, este trabajo de tan arduo resultaría demasiado lejos. Entonces: a Ibro que también de entraña suya es.
l. A manera de introducción. Sed como una lámpara para vosotros mismos. Sed vuestro propio sostén. Asíos a la verdad que existe en vosotros como si fuera la única lámpara. BUDA.
La tradición humanista que parte de Sócrates -según Diógenes Laercio: el primero que trató la moral, y el primero de los filósofos que murió condenado-, brilla con el redescubrimiento y la revalorización renacentistas de las antiguas culturas grecolatinas y hebreas -emergiendo al hombre de la escolástica oscuridad medieval-, y continúa en el espíritu revolucionario y racionalista que dio la burguesía al siglo de les lumiéres, parece prevalecer en nuestros días debido quizás a que la ineficacia del orden capitalista y la degeneración del intento comunista detallan la silueta del individuo en el marasmo de decadentes acontecimientos sociales en que se ve inmerso. Frente a "el hombre no se conoce a sí mismo cabal y perfectamente" con que san Agustín nombra al capítulo V, libro X, de sus Confesiones X, vuelve a situarse el "conócete a ti mismo" del oráculo de Delfos, como voluntad de encontrar en la naturaleza humana las normas para una conducta ética válida. La confianza en la propia razón como guía para establecer dichas normas independiza al hombre del criterio de una autoridad o de un poder que lo trasciende, y lo prepara para la afirmación de su verdadero yo humano, de sus potencialidades. Afirmación que no conduce al egoísmo o al individuo aislado, pues una de las características más notables de la naturaleza humana es que el hombre alcanza su felicidad y la realización plena de sus facultades únicamente en relación y solidaridad con sus semejantes. De esta manera, "lo bueno" para la Ética Humanista es la afirmación de la vida, el despliegue de los poderes del hombre, su uso activo. La capacidad del hombre para emplear sus fuerzas y realizar sus potencialidades congénitas recibe el nombre de productividad. Con este concepto no nos referimos particularmente a la actividad que produce resultados materiales o prácticos, sino a una actitud, a un modo de reacción y de orientación hacia el mundo y hacia sí mismo en el proceso de asimilación y de socialización.1 La responsabilidad hacia la propia existencia, el vivir productivamente nos hace virtuosos; y sólo una constante vigilancia, actividad y esfuerzo pueden evitar que fracasemos en la única tarea importante: el pleno desarrollo de nuestros poderes dentro de las limitaciones impuestas por las leyes de nuestra existencia. La libertad es una condición necesaria tanto para la felicidad como para la virtud; libertad que hay que usar responsablemente -pues de otra manera sería estéril o dañina-, como medio para desarrollar muestras capacidades y permitir que los demás desplieguen las suyas, en un equilibrio que conlleve al bienestar común; libertad no en el sentido de la aptitud para hacer elecciones arbitrarias ni tampoco el estar libre de necesidades, sino para darse cuenta de lo que uno es potencialmente, y vivir en condiciones que posibiliten el desarrollo de nuestra verdadera naturaleza.
2. Martí: del individuo libre a la República moral. El respeto de si mismo; el amor por uno mismo; la absoluta libertad hacia uno mismo. NIETZSCHE -prólogo a El Anticristo-.
Martí, que sufrió del zarpazo de los seres de pantanos y lodazales; que supo del abuso, la soberbia, la ambición de los seres humanos que comúnmente necesitan ser prósperos para ser buenos; que gritó conozco al hombre y lo he encontrado malo ; concluye que la maldad es un accidente y la bondad humana es esencial, que se nace siempre bueno y el mal se hace después.2 Tengo fe en el mejoramiento humano (... ), en la utilidad de la virtud- dice al hijo en la dedicatoria de "lsmaelillo", es decir: a las Generaciones que vendrán. Muy tempranamente se plantea Martí el ejercicio de sí propio, que embellece y hace crecer al hombre, y lo separa de quienes pasan dormidos sobre la tierra y comieron y bebieron pero no supieron de si.3 Ruin será el hombre y pobre en actos, mientras no se sienta creador de sí y responsable de sí, y providencia de sí mismo.4 Y convoca al culto de la razón, convencido de que la inteligencia humana es el poder definitivo: los hombres que desean saber son santos; los hombres deben aprenderlo todo por sí mismos, y no creer sin preguntar, ni hablar sin entender, ni pensar como esclavos lo que les mandan pensar otros.5 El primer deber de un hombre es pensar por si mismo.6 Y convoca al culto de la dignidad y los deberes. Martí tiene una voluntad casi evangélica de hacer el bien- recordemos su desgarrador el bien es Dios, a los 18 años y en la crueldad del presidio político-. Señala la responsabilidad de inculcarlo e inducirlo en los demás, y constantemente alude al papel del educador y del líder: Asesino alevoso, ingrato a Dios y enemigo de los hombres, es el que so pretexto de dirigir a las generaciones nuevas, les enseña un cúmulo aislado de doctrinas, y les predica al oído, antes que la dulce plática del amor, el evangelio bárbaro del odio .7 Es demagogo el que levanta una porción del pueblo contra otra.8 En política, es un crimen derribar lo que no se puede reconstruir (...); en pueblos, solo edifican los que perdonan y aman.9 El ser tiene fuerzas y con ellas el deber de usarlas. No a de volver a Dios los ojos: tiene a Dios en sí.10 Esto es asumir las potencialidades humanas. No quiere a su pueblo el que le ahoga la capacidad.11 " Reo es de traición a la naturaleza el que impide, en una vía u otra, y en cualquier vía, el libre uso, la aplicación directa y el espontáneo empleo de las facultades magnificas del hombre.12 También se han de crear las condiciones que permitan desplegar estas facultades: aire de ejemplo, riego de educación necesitan las plantas oprimidas; la libertad y la inteligencia son la natural atmósfera del hombre.13 Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y hablar sin hipocresía.14 La honestidad para consigo mismo y los demás, es la base de todo juicio que pretenda ser válido éticamente y enriquecedor en lo personal. Para exigir honestidad se requiere dar libertad. Sé es libre cuando se realiza la propia individualidad: tu virtud, por libre, será cierta.15 Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado. Un hombre que obedece a un mal gobierno, sin trabajar para que el gobierno sea bueno, no es un hombre bueno. 16 No es un hombre honrado el que desee para su pueblo una generación de hipócritas y de egoístas. ¡Seamos honrados, cueste lo que cueste!17 La República de Martí es la nación de individuos libres en equilibrio abierto y sincero de todas las fuerzas; libertad verdadera, no la que sirve de pretexto para mantener a unos hombres en el goce excesivo y a otros en el dolor innecesario18, sino aquella libertad en las costumbres y en las leyes, que de la competencia y equilibrio de derechos vive, que trae de suyo al respeto general como garantía mutua. 19 Respeto a la libertad ajena como expansión de la libertad propia. En varias oportunidades aconseja Martí la variedad de ideas como mejor método para librarse de la tiranía de alguna idea específica. 20 Los debates continuos, brutales apuro franco, de la contienda política, robustecen en el hombre el hábito de expresar su opinión y atender a la ajena. Enorme es el beneficio de vivir en un país donde la coexistencia activa de diversos cultos impide aquel estado medroso e indeciso a que desciende la razón allí donde impera un dogma único e indiscutible. El espectáculo constante de la pujanza, antes incita a desearla que a temerla.21 A quienes pretenden el monopolio de la verdad les recuerda Martí que es una desgracia para la libertad que la libertad sea un partido;22 y a su pueblo se a de ajustar todo partido político, y no es la política más, o no ha de ser, que el arte de guiar, con sacrificio propio, los factores diversos u opuestos de un país (...); un pueblo no es la voluntad de un hombre sólo, por pura que ella sea, ni el empeño pueril de realizar en una agrupación humana, el ideal candoroso de un espíritu celeste.23 Quien quiera un país de hombres dignos practique y permita el uso del buen juicio, de las lecciones de la experiencia, y del ejercicio del criterio,24 no de la malévola censura y la expresión deforme. traidora e incompleta,25 pues rompe las leyes naturales el que quita libertad al pensamiento y lo obliga antes tan infatigable y expansivo a recogerse afligido.26.
Dice Martí que una constitución es una ley viva y práctica que no puede construirse con elementos ideológicos,"31 asumiendo una pluralidad que no discrimina diferencias filosóficas, políticas y aún éticas, siempre que se muestren los resultados reales de un visible afán por el bienestar y el engrandecimiento material y espiritual de la República,32 pues de los derechos y opiniones de sus hijos todos, está hecho un pueblo, y no de los derechos y opiniones de una clase sola de sus hijos .33. Y nuevamente se hace necesaria una política -práctica y de principios- adecuada, a la cual se refiere Martí varias veces y que siguió con toda fidelidad durante su vida, particularmente en su función de delegado.34 El insiste en combinar, para el bienestar creciente interior, los diversos factores de un país, de tal manera que no haya un solo derecho mermado y la voluntad de cada cual sea pacíficamente expresada y respetada 35 . Y como el mejor modo de defender nuestros derechos es conocerlos bien,36 y la educación de los hombres es la forma futura de los pueblos, 37 una educación y cultura apropiadas son de estricta importancia para el mantenimiento y consolidación de la República. Educación que parte del hombre, que lo pone a solas consigo mismo, que lo define, lo salva, que lo prepara para asumir su propia individualidad, su distintivo, y lo separa del rebaño.38 No la educación que deforma al hombre, que lo entrena en la simulación, en el parecer, en la imitación servil - que extravía-,39 sino aquella que le induce a ser, a lograr la independencia personal que fortalece la bondad y fomenta, el decoro y el orgullo de ser criatura amable y cosa viviente en el magno universo.40 La medida de la responsabilidad esta en lo extenso de la educación.41 Y tiene Martí tanta confianza en la fuerza del conocimiento, en la propagación de la cultura, en la creadora libertad del arte42 para la formación de un hombre mejor, que advierte: los pueblos inmorales tienen todavía una salvación: - el arte, 43 modo más breve de llegar al triunfo de la verdad.44 Martí nunca pierde de vista que la moralidad del individuo se proyecta en la nación, y -para el hacedor de la República nueva- su relación es importantísima.45 Hombres haga quien quiera hacer pueblos.46 La felicidad general de un pueblo descansa en la independencia individual de sus habitantes. Una nación libre es el resultado de sus pobladores libres.47 Edúquese entonces y cultívese el sentimiento de independencia y dignidad, no el temor y la obediencia. 48 En lo que respecta al juicio moral, frecuentemente la libertad se decide en el enfrentamiento entre el criterio del individuo y el de cierta autoridad moral, conflicto en que éste debe hacer valer su condición frente a quienes so pretexto de completarlo, lo interrumpen, pues no bien se nace y ya están en pie, junto a su cama con grandes y fuertes vendas preparadas en las manos, las filosofías, las religiones, las pasiones de los padres, los sistemas políticos; y lo atan; y lo enfajan, y el hombre es ya, por toda su vida en la tierra, un caballo embridado.49
3. Acerca de los tipos de autoridad. De todo árbol del huerto podrás comer. Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás. -Génesis 2:16 y 1 7-.
Comúnmente la ética autoritaria suele contraponerse a la ética humanista en aquella no es el hombre mismo quien establece lo que es bueno y quien prescribe las leyes y normas de conducta, sino una autoridad para quien la desobediencia es el pecado capital y ante la cual el sujeto se siente débil y dependiente. Pero hay que distinguir entre dos tipos de autoridad: la racional y la irracional, toda vez que la alternativa de que: o no tenemos autoridad alguna o tenemos una autoridad dictatorial, es falsa. La ética humanista no es incompatible con la autoridad racional. Subraya Erich Fromm que la autoridad racional tiene su fuente en la competencia. La persona cuya autoridad es respetada ejerce competentemente su función en la tarea que le confían aquellos que se la confieren. No necesita intimidarlos ni espolear su admiración por medio de cualidades mágicas. En tanto que ayuda competentemente en lugar de explotarlos, su autoridad se basa en fundamentos racionales y no requiere terrores irracionales. La autoridad racional no solamente permite sino que requiere constantes escrutinios y críticas por parte de los individuos a ella sujetos, es siempre de carácter temporal y la aceptación depende de su funcionamiento. La fuente de la autoridad irracional, por otra parte, es siempre el poder sobre la gente. Este poder puede ser físico o mental, puede ser real o solamente relativo respecto de la ansiedad y la impotencia de la persona sometida a esa autoridad. El poder, por una parte, y el temor, por la otra, son siempre los cimientos sobre los cuales se erige la autoridad irracional. La crítica a la autoridad no es sólo algo no solicitado sino prohibido, puesto que -si estimulase el juicio y la crítica racionales- correría el riesgo de ser hallada incompetente. Mientras que la autoridad racional se basa en la igualdad de dos: del que la ejerce y del sujeto a ella -los cuales difieren únicamente con respecto al grado de saber o de destreza en un terreno particular-, la autoridad irracional se basa -por su misma naturaleza- en la desigualdad, implicando diferencia de valores, haciendo que el individuo se sienta incapaz de equilibrarse a la autoridad.50 Suele ocurrir que se habla de un imperio de igualdades cuando en realidad se recurre a una uniformidad que niega la diversidad de individualidades, dejando en manos de la autoridad todopoderosa la decisión de actos e ideas diferentes. Si una autoridad establece una asociación permanente entre cierta necesidad y la "inmoralidad" de poseerla, desarrolla un sentimiento de culpa (a veces devenido un "agradecimiento" que el individuo debe, ya sea "histórico" o personal), que es: el método más efectivo para debilitar la voluntad. Y ha de fortalecerse la voluntad del hombre para que anteponga su integridad e interés propio a la obediencia, al autosacrificio y al deber de "ajustarse socialmente", por los que clama la autoridad irracional, para quien ser virtuoso significa autonegación y obediencia, supresión de la individualidad en lugar de su realización plena, abolición de la libertad.
4. Martí: de la forma en que un gobierno conserva su moralidad y del trabajo productivo como virtud. La responsabilidad es impensable sin libertad. MILÁN KUNDERA -La Broma-.
Martí diferencia muy bien las dos clases de autoridad; por un lado la oprobioso autoridad de los déspotas a la que hubo de enfrentarse, y por otro, aquella cuya única ley es el amor"51 y que ejerció con su influjo moral y político. Teniendo siempre presente el objetivo final -no concluyente- de su lucha, nos da varias claves de la relación gobierno-individuo que permiten equilibrar la independencia personal con la racionalidad del gobierno, pues éste quiere pies, no alas,52 y puede descender a tiranía. Quien intente triunfar, no inspire miedo; nada triunfa contra el instinto de conservación amenazado, y quien intente gobernar, hágase digno del gobierno, 53 pues el gobierno es un encargo popular: dálo el pueblo; a su satisfacción debe ejercerse; debe consultarle su voluntad, según sus aspiraciones, oír su voz necesitada, no volver nunca el poder recibido contra las confiadas manos que nos lo dieron y que son únicas dueñas suyas.54 Y quien gobierne no rebaje el carácter de su pueblo amparado en el crédito adquirido con las armas de la guerra o las de la palabra, no convierta a la patria en capellanía o feudo suyo. 56 Ya vimos que la autoridad (padres, iglesia, estado...) debe permitir la expresión del pensamiento, respetar la libertad individual. Dice Martí: amigos fraternales han de ser los padres, no implacables Censores; fusta recogerá quien siembre fusta, besos recogerá quien siembre besos,57 pues el odio no construye 58 y nunca se acepta lo que viene en forma de imposición injuriosa sino de razonado consejo. 59 Richelieu decía de Corneille que no tenía esprit de suite, espíritu de obediencia; Martí acota: ningún gran hombre lo tiene.60 Si se tiene un poco de luz en la frente no se puede vivir donde mandan tiranos.61 De hombres que no pueden vivir por sí, sino apegados a un caudillo que los favorece, usa y mal usa, no se hacen pueblos respetables y duraderos, 62 pues de acudir al gobierno para todo viene luego que el gobierno crea con cierto asomo de justicia que no se puede pensar, ni creer, ni obrar sin él. 63 En el artículo que escribió Martí 64 acerca del trabajo de Herbert Spencer La Futura Esclavitud, alerta sobre los males que podría acarrear una demasiada activa y dominante acción del Estado, pues la noble tendencia socialista -nacida de pensadores generosos que ven cómo el justo descontento de las clases llanas les lleva a desear mejoras radicales y violentas- no debe trocar el alivio de los pobres en fomento de los holgazanes. Continúa Martí: Teme Spencer, no sin fundamento, que al llegar a ser tan varia, activa y dominante la acción del Estado, habría éste de imponer considerables cargas a la parte de la nación trabajadora en provecho de la parte páupera. Y es verdad que si llegase la benevolencia a tal punto que los páuperos necesitasen trabajar para vivir -a lo cual jamás podrán llegar-, se iría debilitando la acción individual, y gravando la condición de los tenedores de alguna riqueza, sin bastar por eso a acallar las necesidades y los apetitos de los que no la tienen. Y más adelante plantea Martí: Gravando con más cargas, para atender las nuevas demandas, las tierras de poco rendimiento, vendrá a ser nulo el de éstas, y a tener menos frutos la nación, a quien en definitiva todo viene de la tierra, y a necesitarse que el Estado organice el cultivo forzoso. Semejantes empresas aumentarían de terrible manera la cantidad de empleados públicos, ya excesiva. Con cada nueva función, vendría una casta nueva de funcionarios. Y profetiza Martí la pérdida del nervio nacional donde los puestos públicos se tienen por más distinguidos y se logre en ellos una remuneración amplia y cierta por un trabajo relativamente escaso. ¡Mal va un pueblo de gente oficinista! Todo el poder que iría adquiriendo la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de mantenerse en una posición privilegiada y pingüe, lo iría perdiendo el pueblo, que no tiene las mismas razones de complicidad en esperanzas y provechos, para hacer frente a los funcionarios enlazados por intereses comunes. Como todas las necesidades públicas vendrían a ser satisfechas por el Estado, adquirían los funcionarios entonces la influencia enorme que naturalmente viene a los que distribuyen algún derecho o beneficio. El hombre que quiere ahora que el Estado cuide de él para no tener que cuidar él de sí, tendría que trabajar entonces en la medida, por el tiempo y en la labor que plugiese el Estado asignarle, puesto que a éste, sobre quien caerían todos los deberes, se darían naturalmente todas las facultades necesarias para recabar los medios de cumplir aquéllos. De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel que trabaja para otro que tiene dominio sobre él; y en ese sistema socialista dominaría la comunidad al hombre, que a la comunidad entregaría todo su trabajo. Y como los funcionarios son seres humanos, y por tanto abusadores, soberbios y ambiciosos, y en esa organización tendrían gran poder, apoyados por todos los que aprovechasen o esperasen aprovechar de los abusos, y por aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los oprimidos el terror, prestigio o habilidad de los que mandan, este sistema de distribución oficial del trabajo común, llegaría a sufrir poco a poco de los quebrantos, violencias, hurtos, y tergiversaciones que el espíritu de la individualidad, la autoridad y osadía del genio, y las astucias del vicio originan pronta y fatalmente en toda organización humana. Responsabilidad de un gobierno es, pues, la de evitar castas, pues sobre castas no se han levantado nunca más que naciones destinadas a la esclavitud. 65 Martí señala que todo poder amplia y prolongadamente ejercido degenera en casta. Con la casta viene los intereses, las altas posiciones, los miedos de perderlas, las intrigas para sostenerlas; las castas se entrebuscan, y se hombrean unas a otras. 65 Tanto en el prólogo como en la critica de los "Cuentos de hoy y de mañana" de Castro Palomino (a quien encontramos el 5 de mayo de 1895, citado por el mismo Martí en su "Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos", como ayudante de Antonio Maceo) resultan mucho más comprensibles los juicios martianos que se dan como defensa a lo que parece indicar la recreación de una sociedad imposible en la obra de Castro Palomino. Martí nos dice que de todos los problemas que pasan hoy por capitales sólo lo es uno: la ignorancia de las clases que tienen de su lado la justicia. La mente humana artística y aristocrática de suyo, rechaza a la larga y sin gran demora, a poco que se les cultive, cuanta reforma contiene elementos brutales e injustos. La educación suaviza más que la prosperidad. Y se han escrito estos cuentos para educar en las verdades que surgen de la marcha simultánea de los elementos diversos de los pueblos, y la necesidad de ajustar a ellas -para que no mueran como feto sacado del seno materno- las urgentes reformas que necesitan ciertos sistemas o soluciones sociales. Reformas que no nieguen la naturaleza humana, donde no renuncie el espíritu humano a sus placeres de creación, abarcamiento de los espíritus ajenos, pesquisa de lo desconocido y ejercicio permanente y altivo de sí propio.67 En la crítica a los "Cuentos..." se hayan las siguientes afirmaciones: el hombre no es culpable de nacer con las condiciones de inteligencia que lo elevan en lucha leal, heroica y respetable, sobre los demás hombres. (...) No puede responder como un delito el que ha utilizado las fuerzas que le puso en la mente y en la voluntad la naturaleza. (...) Jamás acabará por resignarse al hombre a nulificar la mente que le puebla de altísimos huéspedes al cráneo, ni ahogar las pasiones autocráticas e individuales que le hierven en el pecho, ni a confundir con la obra confusa ajena, aquella que ve como trozo de su entraña y ala arrancada de sus espaldas y victoria suya, su idea propia. Pero los pobres sin éxito en la vida, que enseñan el puño a los pobres que tuvieron éxito; los trabajadores sin fortuna que se encienden en ira contra los trabajadores con fortuna, son locos que quieren negar la naturaleza humana, el legítimo uso de las facultades que vienen con ella. Pues, ¿querrán que nazca el hombre con inteligencia, con don de observación, con don de invención, con anhelo de sacar a fuera lo que trae en sí, y no los use? ¡Fuera como pedir que, siendo el Sol hecho de luz, no alumbrase el Sol!68 Estas afirmaciones exigen que el hombre sea la personificación de sus poderes intelectuales y emocionales, que exprese su carácter con acciones libres y racionales; alaban la iniciativa personal, la competencia leal, el honrado trabajo que provee de frutos y provoca que unos hombres sobresalgan del resto y se sitúen adelante. Pero no olvida Martí la necesidad de la piedad y el interés sociales, que vendrían a reformar la naturaleza misma -tanto puede el hombre-, a poner brazos largos a los que lo traen cortos, a igualar las probabilidades de esfuerzo de los hombres escasamente dotados, a suplir el genio con la educación. En un artículo posterior69 Martí alerta que: la piedad hacia los infortunados, hacia los ignorantes y desposeídos, no puede ir tan lejos que encabece o ,fomente sus errores. El trabajo improductivo, la burocracia, la simulación de trabajo,70 es la ruina de un país. Quien quiera pueblos a de habituar a los hombres a crear, 71 a de ayudar a establecer las cosas de la patria de manera que cada hombre pueda labrarse en un trabajo activo, aplicable a una situación personal independiente, 72 pues la independencia de los pueblos y su buen gobierno vienen sólo cuando sus habitantes deben su subsistencia a un trabajo que no está a la merced de un regalador de puestos públicos; 73 un déspota no puede imponerse a un pueblo de trabajadores.74 Cuando los hombres viven sin gran esfuerzo y sin estímulo, la embriaguez y la pereza merman sus fuerzas, y donde se trabaja, la moralidad pública aumenta.75 Nótese cómo advierte Martí la nefasta significación del individuo dependiente, sujeto y por tanto irresponsable, que impediría la formación de un pueblo de hombres virtuosos. De la independencia del hombre depende la grandeza de los pueblos.76
5. A manera de conclusiones. Como lo muestra la obra toda de Martí -cima de la tradición humanista en nuestra patria- la libertad, la seguridad económica y una organización de la sociedad en la cual el trabajo pueda ser la expresión más significativa de las facultades del hombre, son condiciones para la actividad productiva. En la posición ética martiana, donde el hombre es ciertamente la medida de todas las cosas, confluyen los conceptos de raciocinio, libertad y virtud en la interpretación de la ética humanista plantea, y la finalidad de desarrollar plenamente las potencialidades humanas. La proyección extemporal de Martí se da, precisamente, en que es el amor (es decir: la valoración y respeto hacía uno mismo y hacia los demás) el pilar fundamental de su obra; que la diferencia de otras "filosofías" cuyo presupuesto para comprender el desarrollo social radica en el odio, ya sea racial, de clases, de idiosincrasias, o simplemente de intolerancias. Si a la sociedad concierne el hacer virtuosos a los individuos deberá interesarse también por hacerlos productivos y, por consiguiente, por crear las condiciones para ello. El hombre debe dar a su vida el sentido que le permita relacionarse productivamente consigo mismo y con los demás, mental y emocionalmente, y desarrollar las facultades que le son inherentes: la razón, el amor y el trabajo productivo. El hombre debe forjarse a sí mismo, forjar su propia libertad. ¡Sí! Por entero me entrego a ese designio, que esa es la última palabra de la sabiduría: sólo merece libertad y vida quien diariamente sabe conquistarlas. Goethe -Fausto, parte II, acto V-
BIBLIOGRAFÍA. l. Fromm, Erich. Ética y Psicoanálisis. Fondo de Cultura Económica, México 1 992. IIa. Martí, José. Obras Completas. Volumen 1 (en dos tomos). Editorial Lex. La Habana, 1953. lIb. Martí, José. Obras Completas. Volumen 11 (en dos tomos). Editorial Lex. La Habana, 1 953. III. Martí, José. Obras Completas (en varios tomos). Editora Nacional de Cuba. La Habana, 1 963. IV. Martí, José. Poesía Completa, edición crítica (en dos tomos). Editorial Letras Cubanas. La Habana, 1 993. V. La Rosa Baños, lbrahim F. Compilación ideotemática del Ideario Martiano (inédito).
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