enero-febrero.año2.No11.1996


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II SALÓN DE ARTE RELIGIOSO

CONTEMPORÁNEO

por Ángeles Álvarez y Pedro Pablo Porbén Álvarez .

 

Hace 40 años surgía, en la ciudad de Pinar del Río, el grupo "PUNTA" que, "sin jactancias, ni humos, sencillamente con el deber de sus vocaciones y sensibilidades", agrupaba a escultores, pintores, grabadores y dibujantes en el empeño por desarrollar el espectro artístico-cultural de Vueltabajo. Tiburcio Lorenzo, Atilano Armenteros, Miguel A. Chaumont, Julio Fuentes Pino, Juan Ramón González, Universo Picazo, Fausto Ramos, Ricardo Tejedor... los talentos que fundaron "PUNTA"' e hicieron su debut en el escenario social con la presentación de/ "/ Salón de Arte Religioso', en el Palacio Municipal de Pinar del Río.

Aquella muestra "fue cielo abierto y esperanza en tierra de promesas". En mayo de 1955 todas las autoridades locales asistieron a la muestra, desde el señor alcalde doctor Juan Francisco Sánchez; el historiador de la ciudad, señor Manuel Herrera; hasta monseñor Evelio Díaz, obispo de la diócesis; el doctor Juan Arbite presentó la exposición que sería, con el decursar de los años, la primera y única hasta 1995.

Diciembre 2 de 1995, abre sus puertas el segundo Salón de Arte Religioso Contemporáneo, esta vez en la casa de las hijas de la Caridad, después de un letargo en la presentación plástica pinareña -referido al tema religioso- de 40 años.

"Segundo, porque el primero se efectuó un dos de mayo de 1955; salón por aquello de anticipo, vale decir exposición; de arte, porque es el acto mediante el cual el hombre expresa, a través de lo material o visible, aquello que es inmaterial o invisible, lo expresa o lo fantasea; religioso -dice san Agustín- que es la ligadura del hombre con Dios, del hombre que enfrenta, de alguna manera, su relación con el Creador, con la Divinidad; y contemporáneo por la relación etimológica con el tiempo presente, actual".

Estas palabras de quien es, con razón y méritos sobrados, el mayor y mejor gestor de utopías religiosas y cívicas en Pinar del Río, monseñor José Siro; definían e inauguraban la muestra expositiva; la Comisión Católica para la Cultura convocó a este evento que intentó crear un espacio, un soporte artístico ante el vacío espiritual de los convulsos tiempos cubanos.

Los protagonistas, como hace tantos años, fueron jóvenes estudiantes, en su mayoría, de la Escuela Provincial de Artes, la misma fundada por los gestores dé "PUNTA" en la década del 40; no obstante, la diversidad generacional es un elemento feliz que, imbricado con la novedad de la propuesta expositiva, creó un ambiente de policromía espiritual tan notorio como lo fue en los años 50.

"En las distintas etapas de la humanidad continuaba monseñor Siro- el hombre ha procurado expresar con su genio y la creatividad de sus manos, algunas formas de expresión para alabar, para bendecir y para de alguna manera manifestar su amor y su devoción a la divinidad. También en estos tiempos, los hombres queremos hacerlo o necesitamos hacerlo (...)".

La ausencia de "autoridades oficiales" en la inauguración, no restó brillo a este salón que contó con más de 300 personas en sus salas durante los cortos días de exposición.

"Que el esfuerzo de estos artistas y calificado por un competente jurado, sea un generoso aporte a eso que tanto necesitarnos, de eso que tanto añora nuestra cultura, la espiritualidad como expresión de lo religioso tan rico en todas las edades de la humanidad" (ldém).

"El primer sorprendido he sido yo"- confesó Arturo Regueiro- cuando escuché que el Primer Premio me lo habían otorgado a mí.

Nunca pensé que mi obra 'Rumbo al Gólgota' sería la premiada entre tan buenas propuestas". Y es que Regueiro logra transmitir, de forma original, una serie de valores universales desde su óptica naif matizada con un refrescante humorismo criollo, en un intento de "imbricar tradiciones de medios culturales diversos", opinó el jurado. "Yo soy el que lleva la cruz, el que carga a Cristo en la obra. Ese hombrecito vestido de camisa blanca y pantalón azul, ese soy yo, porque siempre trabajé toda mi vida en eso de los ómnibus".

Un Segundo Premio para Tamara Campos, demostró la fuerza con que esta joven pinareña estudiante del Instituto Superior de Arte (ISA) se proyecta e impone ya en la plástica cubana contemporánea. sus reflexiones enfocadas a los dilemas y a las problemáticas sociales en Cuba, agudas y sarcásticas, generan un grupo de piezas, con un acabado magistral, dialogantes entre si y con altos presupuestos estéticos discursivos. "Con el peso a cuestas", es un magnífico empleo de su obra actual premiada en varios espacios durante el año 95.

El tercer premio, categorizado igual al anterior, se otorgó a un tríptico "de alto nivel conceptual, con una recontextualización del tema religioso enfocado a un pensamiento más ontológico", opinión del jurado, que sustituye los patrones tradicionales con una explotación novedosa en "Temas de muerte y resurrección", del joven pinareño Juan Carlos Rodríguez.

Mención Especial mereció "La última crucifixión" de Banasco, no sólo por su alternativa ante el tema, sino por la comunicación visual que logra establecer con un depurado estilo discursivo, mostrando una simbiosis mística entre la antigua academia italiana y la novedad del arte cubano. "Me siento muy satisfecho -expresó Julio César Banasco- porque es mi primera incursión en este medio a pesar de llevar más de 10 años pintando. Y sobre todo, porque este reconocimiento tiene lugar en el "primer salón de arte religioso" -después de la Revolución- que resulta trascendentalmente importante, en la labor de promoción cultural en Pinar del Río y ampliado, a todo universo nacional, dada la diversidad de criterios y opiniones que en él se reúnen".

Algunas horas después de la inauguración, monseñor Siro expresaba: "Me siento realmente emocionado, pues no esperaba que esto, que bien pudiera catalogarse de éxito, llamase la atención, convocase a la delicadeza de este público tan selecto y tan interesado en algo que parecía como que moría: pero no, es parte de nuestra cultura, es el sustrato religioso que llevamos los cubanos muy adentro y este Salón es una prueba de ello; me siento muy contento como obispo, como cubano y como pinareño".

Se impone agradecer y mencionar al valioso jurado que acompañó esta cruzada artística. Dos conocidos artistas plásticos, de los más representativos artistas en activo en las últimas dos décadas, estuvieron con nosotros: los pinareños Pedro Pablo Oliva y Juan Suárez Blanco; junto a la carismática y sólida presencia de Lissette Matalón -recién llegada de Alemania, tras recibir el premio MISSIO 94, internacionalmente auspiciado por la fundación Ludwing, que otorga además una beca al ganador para perfeccionar y promocionar la obra de artistas jóvenes latinos. "Es importante que un Salón de este tipo se celebre en Cuba -afirmó Lissette-, la recuperación de los valores cristianos y de la perspectiva plástica enfocada hacia ellos, es un presupuesto universalmente acogido por todos los artistas". La indagación cosmogónica y antropológica son rasgos distintivos de la obra de Lissette que cuestiona de forma mordaz e incisiva todos los órdenes judeocristianos, estremeciendo los basamentos litúrgicos e iconográficos desde su posición femenina y antimachista. Razones por las que su presencia constituyó un importante debate en las artes religiosas y nos acercó al derrotero de las artes visuales contemporáneas, sentido global.

Solidificaron el jurado dos personalidades de la crítica artística en Cuba: Lupe Álvarez y David Mateo, los cuales -junto a Lissette- brindaron un conversatorio-debate como actividad colateral al Salón justamente la noche anterior a la inauguración. Lupe, toda una "institución" dentro de la investigación científica del arte y la estética del ISA expresó sobre este Salón: "es un logro, un acontecimiento que atrajo expectativas y éstas a su vez, sirven para que el fenómeno religioso ingrese como preocupación artística; este Salón se proyectará hacia el entorno definiendo los caminos a través de los cuales esta expresión puede transitar. Aunque el tema es muy virgen, aquí se tantea la iconografía religiosa con los temas, con la filosofía que aportan los artistas en archivo, más una información, una educación que intenta llenar el vacío que teníamos en cuanto a la relación del fenómeno religioso con la cultura humanista en general. Como fenómeno social es impresionante. Se ve que el público pinareño es agradecido y la gusta aprehender lo que se le ofrece; a pesar de ser un acontecimiento alternativo", pues no se promovió por los medios de comunicación masivos, y aún así, es impactante la respuesta de la gente... ".

Por su parte David Mateo Núñez, crítico escritor y director del taller de serigrafía "René Portocarrero" (Fondo Cubano de Bienes Culturales) y editor del magnifico cuaderno "Lo Que Venga", de proyección artística especializada, comentó: "se han expuesto puntos de vista muy contundentes que sentarán la duda, no para esclarecer y se esclarece algo, serán precisamente los límites de la duda y generar polémicas (...).

El salón puede ganar y lograr mucho más en calidad, en valor; pero lo importante es que de alguna manera, detrás de ese Salón haya un interés, detrás no delante, haya un interés por conjeturar ese pedazo, esa nueva forma de asociación de la tradición sacra-cristiana, y que por otro lado se susciten toda una serie de debates que puedan esclarecer tanto a los proyectistas de las ideas como a los artistas".

Muchos artistas pinareños han lamentado no asistir con sus obras al II Salón de Arte Religioso. Algunos, como Miló, Ulises Bretaña, Contino, etc., por encontrarse imbuidos en proyectos alternativos individuales con galerías y proyectistas de Europa y Norteamérica. Otros, porque el tema les resulta tan novedoso como el cosmos para el hombre del siglo pasado, y no tienen aún una obra sólida (o endeble) entorno a la perspectiva religiosa en la artes visuales.

Aunque prematura, la valoración de la exacta trascendencia de este Salón, confluye hacia la recuperación de la fe en función de la restauración del dogma en el sentido más amplio de este y una nueva proyección de la iconografía cristiana, a la par de un rescate humanístico de la religiosidad inherente, medularmente, al hombre contemporáneo.

"Bien Venido" este nuevo espacio, esta visión pluralista, utópica, para y del arte pinareño. Pensar en un II Salón de Arte Religioso es por lo pronto, tangible pero futuro. "La ventana" continúa abierta. El horizonte religioso es aún un baúl de tesoros escondidos; redescubrirlo es la tarea inmediata que emana de este II Salón de Arte Religioso: latente y abierto a TODOS.

 

Pinar del Río, diciembre 28, de 1995.