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enero-febrero.año2.No11.1996 |
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OPINION |
NOSTALGIA Y COMPROMISO por María Cristina Herrera.. |
Rompo el hielo del silencio y la distancia para volcar en las cálidas páginas de VITRAL aristas sensibles de mi transitar como cubana y cristiana por las veredas agridulces de nuestra diáspora, destierro, exilio ya tan largo... Quiero sobre todo que mis lectores en suelo patrio sientan y entiendan, aunque sea un poco, la experiencia punzante en Cuba. Quiero además compartir el papell de la fe y de la actividad intelectual en este proceso difícil, rico y hermoso de los pasados 34 años fuera de mi país. Puedo decir sin titubeos que el amor a la Patria y la fe en Jesucristo me han servido de sostén a lo largo de todos estos años: son dos motores poderosos que siempre funcionan para vencer la distancia y otros elementos enajenantes y para mantener fresca y viva la llamita del regreso. Ubicarse y triunfar en el medio norteamericano no ha sido difícil para quien llega a este país a los 27 años, con un bagaje profesional, con dominio del idioma y con oportunidades exquisitas de trabajo. La vida me ha regalado tantos... que no puedo sino reciprocar de alguna manera. El trabajo docente universitario, la labor intelectual-cultural en el Instituto de Estudios Cubanos y el poder nutrir los contactos con una pléyade de cubanos de todas partes que pasan por mi casa miamense, me permiten una calidad profunda y múltiple de experiencias humanas y cubanas. Todo esto, por supuesto, tiene sus raíces hondas y fuertes en mi niñez y juventud santiagueras. Desde mis años juveniles en el colegio del Sagrado Corazón en Santiago de Cuba, en las filas de la juventud de Acción Católica y en la Universidad de Oriente, siempre fui fiel militante del apostolado seglar con mi querido monseñor Pérez Serante como pastor y amigo entrañable. Mi cristianismo ha sido integral: he tenido una información, formación y experiencia de increíble riqueza y fuerza en mi vivencia religiosa personal y social. La calidad intelectual y humana de quienes son mi comunidad de fe desborda los parámetros cotidianos. Son personas inteligentes, curiosas y fieles en su compromiso existencial con el mundo y con Jesucristo. Juntos hemos aprendido a laborar por un mundo mejor construyendo el Reino más allá de los escollos naturales del vaivén de la vida de cada uno. La vivencia sostenida de esta fe adulta es el marco de referencia central en un medio cultural y religiosamente contestatario: lo habitual en ambientes académicos en el mundo contemporáneo es, al menos, coquetear con el agnosticismo. Agradezco al Espíritu el haber logrado rebasar esos peligros. Es bueno y necesario, por otra parte, que nuestros hermanos y compatriotas en la isla sepan que vivir el Evangelio es un desafío en cualquier sociedad: allá no es fácil y acá tampoco. Si pudiéramos reflexionar en conjunto sobre la experiencia cristiana como laicos en nuestros ambientes respectivos, unos y otros, nos fortaleceríamos en nuestro compromiso de trabajo y vida. Harto sabemos las dificultades que erizan tales empeños, pero tenemos que seguir buscando el lograr encuentros entre nosotros, en Cuba y en otros puntos de la diáspora, como y cuando se pueda. Hace ya un tiempo que estoy esperando poder viajar a Cuba. Cuando vaya, compartiría con amigos en Pinar, La Habana, Cienfuegos y Santiago de Cuba: el llegar a hacer este recorrido sería bonito y sumamente estimulante, pues tendría yo "Gasolina culturoespiritual" para regresar a la brega cotidiana con nuevos bríos. A lo largo de todos estos años de visitas intermitentes al terruño, siempre es el caso de aguardar a que abran las puertas... Aunque la paciencia no es una de mis virtudes naturales, la vida me ha obligado a fabricarla y sigo sentada en su banco. La oración abierta y confiada tiene siempre respuesta de alguna manera y hemos de aprender a encontrarla con humildad y finura de mente y de espíritu. Las cosas no pasan cuando queremos sino cuando han de pasar dentro del plan de Dios para nosotros. Lo que ayuda en esto es la certeza de que somos parte de ese plan impulsado por el amor del Padre. Mi postrer punto en esta conversación a distancia y en un texto escrito es sobre algo que sé aguijonea la cabeza y el corazón de muchos de nosotros: ¿que sentido teológico (dentro del plan de Dios) tiene la experiencia nacional cubana desde 1959? Llevo muchos años pensando sobre esto y buscando respuestas a esta pregunta... Y digo así porque lo que ha pasado en Cuba no se puede responder simple ni singularmente. Mucho hemos oído sobre las complejidades y especificidades del proceso nacional en Cuba. Sin dejar de reconocer la singularidad y complejidad del acontecer cubano (el único país de raíces afrohispana y caribeñas que vivió una revolución de corte marxista-leninista; el único país del bloque socialista que no ha marchado al ritmo de sus homólogos en Europa del Este y la antigua URSS; creo que Cuba y su porvenir piden a gritos un proceso de normalización nacional: los cubanos resolveríamos muchos de nuestros problemas actuales si nos decidiéramos a ser como los demás pueblos y naciones de este mundo. Tenemos que bajar un poco la mirilla nacional. Somos al decir de monseñor Carlos Manuel de Céspedes... cocuyo... zunzún... y... lagarto..." Por más de tres décadas, el pueblo cubano ha vivido desbordado de su cauce histórico-cultural. Tenemos que regresar a casa: somos insulares, tropicales, americanos. No somos un continente euroeslavo de frias estepas. No somos una potencia industrial-tecnológica, somos fuertes por nuestra poesía, nuestra música, nuestra pintura y nuestro espíritu emprendedor. Los cubanos en diáspora han demostrado calidad y fuerza también, en estas dimensiones culturales. La cultura cubana es una y somos un solo pueblo. Esta enorme riqueza cubana en la isla y en todo el mundo es nuestra mayor reserva nacional ahora y de cara al futuro. Estos recursos humanos del pueblo cubano atraviesan todas las fronteras naturales artificiales: ni ideologías, ni sistemas, ni gobiernos pueden impedir, a la larga, que el pueblo y la nación se nutran y disfruten mutuamente de este legado colectivo. Los cubanos comprometidos con la obra de levantar ese futuro de "todos y para el bien de todos"... compartimos esta óptica sobre la realidad nacional y sus posibilidades en un marco de paz, de respeto mutuo y de cubanía auténtica. Termino agradeciendo a los editores de VITRAL la oportunidad de comunicarme con sus lectores y de asomarme a esa ventanita pinareña y eclesial: esto alimenta el surco de la comunicación y de la comunión religiosa, literaria y patriótica. Un pasito en un camino abierto.
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CHIBITA, UNA VEZ MÁS,
VERGÜENZA CONTRA DINERO
Por Manuel David Orrío. |
En una hermosa semblanza de Eduardo Chibás, líder, casi una saga, del Partido del Pueblo Cubano(Ortodoxo),debida a la pluma de la escritora Loló de la Torriente, y publicada en la revista Bohemia del diez de agosto de 1965, dijo la dama: "El escritor recoge los recuerdos de una presencia escondida y los pone a la disposición del investigador que muchos años tendrán que pasar antes que pueda escribirse, sobre materiales comprobados y en el escenario de la realidad histórica, la biografía de Eduardo Chibás, analizando los hechos en que tomó parte, recogiendo lo positivo para sumarlo al caudal de nuestra cultura política y dejando como huella expresiva de una época aquel estilo intermitente y fulgurante que él creó como una voluntad de temperamento y carácter". Casi treinta años después de publicadas estas palabras, y a casi cuarenta y cuatro del fatal disparo, está el líder carismático, oculto en una semisombra, esperando por la biografía que recoja "lo positivo para sumarlo al caudal de nuestra cultura política". Hoy, casi treinta años después de la cita, casi medio siglo de la tragedia incalculable, me acerco a ti, lector, para rendir un homenaje al hombre de la Vergüenza contra el Dinero, iniciado en el camino largo de un juramento frente a dos tumbas. Largo camino, duro camino no exento de espinas, pletórico, apenas comenzado de arcanos ofrecidos al insomnio de pupila. Chibás "Chibita", como fuiste conocido en los pitenes del patio del Castillo del Príncipe, aquí estoy, buscándote en el recuerdo de mi padre, quien contaba tu leyenda en las frescas noches de mi barrio, yo mirando a su altura entonces de gigante, presa mi mano de la diestra amada, puro polvo y yacente que me llama a la tarea. ¿Qué le diste a la cultura política de este tiempo que proclaman enterrador de ideologías? Ante todo, la cólera tumultuosa del profeta erigido en tribuno de la plebe; y el sistema: En el más débil eslabón de la cadena del oprobio, martillar sin descanso, cual Vulcano enardecido por la Obra. En los sitios de la voz multiplicada, hablaste de la llama más quemante y más visible: El robo descarado del dinero de la Patria. A sabiendas que lo hiciste, en la tierra ciega de tu pueblo analfabeto. Si no ibas al origen de las ágoras, jamás multitud para seguirte. Después de la muchedumbre enardecida a tus pies, alzaría a la estatura de los hombres, limpiarla de arrebatos demagógicos, llevarla de torrente hasta las urnas, para impedir, con esa fuerza más... la antesala del déspota. Así te lo enseñó el Maestro de Dos Ríos. Solo no, en la menos conocida tarea de hurgar en los males más profundos y buscarle remedio atemperado, liberador de tiranías: la del patrón, la del obrero, la del imperio. Discípulo, no perdiste en los papeles la nota de las limitaciones, y la luz de tu aura repartiste; una constelación te rodeó para auxiliaste en el estudio de la enfermedad, y tú, humilde, todas las opiniones de los menos ungidos del carisma atendiste con respeto. Siguiendo las leyes de la tríada sagrada, presentaron a los más capaces, entendidos, del mar de Patria esperando la señal de la emancipación, el programa exacto para el día y el lugar, ese que es por razones entornadas del olvido, y hasta de la cárcel, el mayor de los arcanos. Así, en coro, fue tu estado mayor, por tantos vituperados, quien fundió neurona a la voz fuerte. Sólo entonces, la consigna de la moral limpieza halló su eco más abarcador: Independencia Económica, Libertad Política, Justicia Social. Cinco principios bastaron para dar las claves de la, liberación: Nacionalismo, socialismo, antiimperialismo, constitucionalismo y antipactismo. Nacionalismo; "para emancipar a Cuba del imperialismo extranjero reconquistando la tierra y la riqueza para todos los cubanos". Socialismo; para en la armonía del capital y del trabajo, fundar una sociedad con todos y para el bien de todos, en plena realización de la igualdad y la justicia social, en el papel de un estado fuerte de bienestar, en el valladar a los desafueros de los propietarios y en la protección a los atentados demagógicos a la propiedad; en la educación, la salud y la cultura para todos. Hijos del verbo fustigante, cultivado en la lectura, tú y tus colaboradores, guerra santa declararon al analfabetismo, negador de democracia que no tolera grupos excluidos. Socialdemócratas, hoy, algunos les llamarían. Antimperialismo; no sólo para tener a Cuba libre de cualquier potencia extranjera, sino para el bien luchar por un orden nuevo sobre la tierra, con trato justo e igualitario para todos, con la democracia de los pobres gobernando en las Naciones Unidas, aquella que desconoce la coyunda de los vetos y se asienta sobre el poder de las mayorías, con derecho a criticar de minorías descontentas; y el deber de todos de luchar contra cualesquiera de las tiranías, decididos de consuno en caso necesario a librar de dicho mal a pueblo que enfermare. Así lo desearon, y así lo declararon. Constitucionalismo; para hacer pronta realidad la que fue ley de leyes más avanzada del continente, ésa que asignaba los dineros de la escuela en igual proporción que los de armas; ésa que quería al latifundio a sus pies, con la cabeza gradualmente desangrado; la misma que fundaba al estado sobre el poder equilibrado entre los tres, y el desahogo y la espontaneidad de la opinión libre; con la honradez prístina y la justicia vigilando un probable surgimiento de las hidras, y el sable al servicio de los buenos. Antipactismo; para oponer a los pactos sin ideología, revoltura sin excepción de los partidos de la época, la ideología sin mixtificaciones de la Revolución Ortodoxa. Mejor solos que mal acompañados, se decían, y fue la soledad con un pueblo en compañía, votando por ley buena, mas no propia, caso que apareciera. Fue un buen sueño, Chibás y duró poco; pero de lo más profundo del olvido, viene el renacer de la esperanza. Te buscan; tu nombre suena con veneración en ciertos labios, hombres de cuarenta ya te estudian, y jóvenes imberbes desvelan su mirada más secreta. Allí en el viejo cementerio de Colón, en la más humilde tumba entre las tumbas de los grandes, ondea, desteñida y orgullosa, a tu cabecera, la bandera de la estrella solitaria; más el ramo de flores falta. Lo tendrás Chibita, lo tendrás. Habana, 29 de noviembre, de 1994. PS. Para escribir este exordio se emplearon: Martí, en general; Doctrina del Partido Ortodoxo, P. Fernández y cía, 1951; entrevista a E. Chibás, Carteles, 8-IV-51; Política Exterior del Partido Ortodoxo, Bohemia, 21-1-51. |