mayo-junio. año I. No. 1. 1994


 

RELIGIÓN

 

RELIGIÓN Y EJERCICIO DE LA CARIDAD

por P. Manuel de Céspedes García Menocal

"Quien desprecie a su vecino comete pecado.

Quien se burla de un pobre ultraja a su Hacedor" (Pr. 14, 21; 17,5).

El Dios de la Bilbia es un Dios cercano al hombre, un Dios en estrecha relación con el hombre. Amarlo a Él es establecer relaciones de fraternidad entre los hombres. Cuando esta fraternidad no existe, Dios es ignorado. A Dios se le encuentra en gestos concretos de amor hacia los demás. Padecer con el otro, compartir su destino, es amar a Dios. A Él se le ama en el amor al prójimo.

"El amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor" (1 Jn. 4, 7-8=. Esto es lo que Cristo nos ha revelado. La religión que no anima amar como Dios ama no es religión cristiana. La religión cristiana compromete a la persona a acercarse a los demás y a burcarlos para edificar la fraternidad. Y esto hay que hacerlo comprometida y arriesgadamente en esta sociedad en la que a veces pareciera ser cierto aquello de que el hombre es el lobo del hombre. ¿Acaso no se siente esto al intentar subir a algunas de las escasas guaguas de nuestra ciudad?.

EL 7 de diciembre de 1965 en la última sesión pública del Concilio Ecuménico Vaticano II , el Papa Pablo VI dijo que el concilio había sido una enérgica y amistosa invitación a la humanidad de hoy a encontrar de nuevo a Dios por la vía del amor fraterno. Esta invitación la sigue haciendo la Iglesia.