En esta nueva etapa de Cuba me atrevo a soñar. Si por fin aceptamos que hay una probabilidad de que este puede ser un tiempo de cambios, y que el futuro es el único lugar al que podemos ir, detengámonos entonces a pensar que estamos protagonizando un momento especial en la historia de Cuba y soñemos la patria que deseamos, para trabajar por ello, aunque no sea exactamente, como lo imaginamos o como lo deseamos en su totalidad. La actitud de nosotros como ciudadanos y del nuevo gobierno es lo que definirá nuestro mañana.
Si hasta ahora hemos sido pesimistas, cambiemos nuestra postura. Hay muchas cosas que arreglar, pero para tener éxito hay que empezar por algo, aunque, repito, ese algo nos parezca poco o insuficiente. Si tenemos en cuenta que el éxito no es una meta final, sino un proceso, entonces veremos en las adversidades o los obstáculos, no un fracaso, sino la oportunidad de madurar como ciudadanos, de recuperar el espacio que hemos perdido como protagonistas, de exigir derechos y cumplir nuestros deberes cívicos, de crecernos, de lograr que en este largo camino, las equivocaciones no sean solamente una larga lista de cosas que tenemos que rectificar, sino la ocasión de crear, de innovar, de sacar afuera nuestras potencialidades. Es nuestra actitud y nuestra aptitud para enfrentar los cambios, lo que nos salvará.
Por su parte, la actitud gubernamental debe ser de apertura y servicio. Los tiempos nuevos así lo ameritan. Su aptitud para liderar es fácilmente medible. El verdadero liderazgo es aquel que llega a su más alto nivel cuando sus sacrificios lleguen a hacerlo también. Un buen gobernante debe renunciar a muchas cosas. No puede cansarse ni en el momento de los fracasos, no es libre de tomar decisiones personales, sino que tiene que pensar en el bien de su pueblo, que es su responsabilidad. Estar atento y respetar las diversas voces de los ciudadanos a los que representa, debe ser una prioridad, y sentirse un servidor de estos será su mayor riqueza. Aptitud y actitud son lo que definirán el éxito del nuevo gobierno.
Nuestro país está sumergido en una crisis profunda, pero pensar como algunos, que “esto no hay quien lo arregle”, solo retardará la reconstrucción de un país que es responsabilidad de todos los cubanos.
Livia Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1971).
Licenciada en Contabilidad y Finanzas.
Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.