El humanismo, según la filosofía, es una actitud que insiste, que busca, que se basa, en la dignidad y en el valor de la persona humana.
Por eso no se puede hablar de humanismo pensando solo en lo que como seres humanos logramos dar de nosotros mismos, sino que tienen que existir un medio propicio para desarrollar nuestra vocación humanista.
Basta un día en un hospital en Cuba para darse cuenta de la profunda crisis en la que estamos en este sector. La salud es lo más preciado que tenemos y por eso los niveles de desesperación en algunas circunstancias suelen ser inenarrables. Por muy talentosos, diligentes y piadosos que sean el doctor y el personal médico en general, sin los recursos necesarios, y condiciones apropiadas, no se puede hablar de una buena práctica. Se empaña el sentido humanista y el daño es para todos.
Lo mismo ocurre en un centro educativo, o en una empresa, por ejemplo. Cuando hay escasez de recursos y las condiciones de trabajo o estudio no son adecuadas, las personas que dirigen, así como las que están encargadas de las actividades que se realicen, por muy capaces, ingeniosas o bienintencionadas que sean, no podrán realizar su trabajo con humanismo pleno. Todos resultamos dañados.
No es imprescindible poner tantos ejemplos para darnos cuenta de que lo que se necesita es una transformación social humanista que desde sus leyes busque el desarrollo de la persona, que promueva y respete la libertad. Una sociedad que ofrezca la posibilidad de crear los recursos necesarios para ser personas y hacer sentir a los demás como tales. No basta con las buenas intenciones o buenos comportamientos de personas humanas para alcanzar altos niveles de humanismo. A veces, cuando se quiere, no se puede.
Esperamos que la cubana sea una sociedad que eduque en valores, que incluye la educación en los valores que inclinan a ejercitar la iniciativa, la creatividad para prosperar, de manera que el humanismo encuentre los recursos necesarios, el espacio y la oportunidad de ejercitarlo.
Livia Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1971).
Licenciada en Contabilidad y Finanzas.
Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.