Para los católicos, la celebración de la Misa de Resurrección es especial: Jesucristo resucitó y es nuestra esperanza, es la base de nuestra fe.
Ese día me encontré por “pura casualidad” con un profesor de Marxismo-Leninismo, quien había estudiado su carrera en la Unión Soviética. Después del saludo cordial propio de los cubanos me pregunta en qué consiste la Semana Santa porque nunca se había preocupado mucho por saber detalles.
Le explico todo lo que aprendí sobre esta celebración cristiana y cómo me enseñaron a vivirla cada año, no como algo que se repite, sino como algo que cada vez es nuevo para cada cual. Pero que esto no se reduce a una semana, como simbólicamente se celebra en la iglesia, sino que la vida nuestra está llena de cruces, así como de signos de resurrección.
Al parecer, quedó satisfecho con la humilde explicación que supe darle en ese momento, pero después me comenta: “voy a tener que pasar el catecismo porque quiero llegar a la mayor profundidad que pueda en este asunto”.
Muy bien -pensé- gracias, Señor, por darme esta oportunidad.
Pero la conversación no terminó ahí. De pronto, “cambiando de palo pa rumba”, como decimos aquí, me pregunta:
- ¿Qué te pareció el vietnamita? (los cubanos usamos mucho el tono familiar, de confianza)
- ¿Te refieres a la visita del Secretario General del Partido Comunista de Viet Nam? -le contesté- dijo cosas muy interesantes, ¿no te parece? (Dicen mis amigos que sé usar muy bien el matiz sarcástico)
- ¿Interesantes?! Fue una bomba, sobre todo lo que dijo de la economía de mercado.
- ¿Y tú qué crees de eso?- lancé la pregunta con un poco de reticencia.
- Yo, de acuerdo con él. Dialéctica, amiga, confía en ella. Cruz y Resurrección. Ahora bien, eso le tocará al nuevo presidente. Eso y otras tantas cosas más que hay que arreglar y que ya no dan más. Hay que aceptar los buenos consejos, que esta vez no vienen “del enemigo”.
- ¿Y quién crees que sea el nuevo presidente, que esté dispuesto a aceptar esos consejos que dices? -pregunté.
- Adivina: discreto, buena presencia, al parecer inteligente, sin alardes. Tiene que ser Díaz Canel - respondió sin dudar.
Tan seguro de eso está mi amigo, que se alejó sonriendo como a quien solo le queda esperar lo bueno.
Yo me quedé unos minutos parada en el lugar agradeciendo a Dios el regalo que me hizo el Domingo de Resurrección.
Livia Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1971).
Licenciada en Contabilidad y Finanzas.
Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.