Abriendo camino a tientas

Jueves de Yoandy

En los momentos críticos e inéditos que vivimos en Cuba hoy se abren muchas interrogantes, dudas, exigencias, razones e incoherencias. La incertidumbre es el pan nuestro de cada día.

La incierta cotidianidad y la zozobra del qué pasará son asumidas de diferentes maneras por los cubanos: a unos la angustia los paraliza, otros se desesperan y huyen, algunos se impacientan y protestan, y otros que aprendieron con el Padre Varela a pensar primero buscan razones, causas y consecuencias, identifican los síntomas, interpretan “los signos de los tiempos”, proponen soluciones y se involucran en las salidas pacíficas.

Los que hemos decidido seguir en nuestras vidas, cada cual desde su personal vocación, aquel medular consejo del recordado pontífice san Juan Pablo II: “Ustedes son y deben ser los protagonistas de su propia historia personal y nacional”, también sentimos la sensación de la noche. En Cuba hoy se camina en medio de las tinieblas de la fuerza y la ofuscación por un lado, y en medio de la noche hay valientes y generosos cubanos que han hecho suyas estas palabras testimoniales:

“Aprendí a irme abriendo camino a tientas, a esperar sin esperanza, a no exigir a nadie una respuesta, a alimentarme únicamente de mi hambre de vivir, aunque la sintiera aletargada. Este ha sido mi norte toda la vida (…) Y desde luego, no hay mejor tabla de salvación que la pluma. Como en casi todo lo más díficil siempre es comenzar” (Martín Gaite, Nubosidad variable, 210).

En efecto, en tiempos de borrascas hay que aprender a caminar a tientas, a avanzar bajo las inclemencias de la demencia institucional. Los cubanos debemos aprender a esperar contra toda esperanza.

Estoy convencido que el intento abre caminos, y perseverar a pesar del desespero fomenta la esperanza en otros. Cuando veo a jóvenes como yo que se deciden a ser luz en la oscuridad aunque corran el riesgo de quemarse, eso me da esperanza, me dan ganas de hacer mejor lo que pueda aportar según mis posibilidades, pero sobre todo me invita a tomar las riendas de mi existencia, la única que tengo en esta tierra y a dar sentido a mi vida.

Entre mis opciones no está la violencia, por ello soy un empecinado trabajador pacífico. Entre mis opciones no está la lucha entre cubanos, por eso persevero en creer que el diálogo y la negociación es el camino de la libertad sin ira.

No quiero que Cuba sufra más. Ni que unos cubanos repudien, insulten, amenacen ni agredan a ningún otro cubano. Las autoridades deben cuidar la estabilidad y la convivencia pacífica. Es su deber. No echar más leña al fuego en los medios de comunicación que manipulan, mienten y enfrentan a cubanos por pensar diferente. Por ese camino Cuba va mal. Es hora de la cordura, de parar la escalada de la violencia. Es hora de conversar civilizadamente. Por los caminos de la represión solo se avanza hacia el abismo y se perderá todo lo de todos. Cuba perderá.

Confío en que el ejemplo de los activistas pacíficos que no se dejan provocar por los hacedores del miedo y la violencia, animará a muchos cubanos a ponerse y pronunciarse del lado de las ideas, de la razón, de la fraternidad y de la paz. Aún estamos a tiempo, aunque parece que la paciencia se acaba. Démosle una oportunidad a la vida, al amor y la comprensión entre todos los cubanos.

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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