Aunque debo afirmar que pocas cosas ya de las que veo y escucho cada día en Cuba me asombran, reconozco que cuando un agente del orden me dijo que la justicia es relativa se me heló la sangre. Hablaba del fundamento formal de esta, es decir, de las leyes del Derecho. A medida que sus palabras fluían yo iba imaginando un derrumbe a nivel de país como si fuera una película de desastres naturales. Una película basada en hechos reales. ¿Relativa la justicia? Puedo imaginar a Sócrates llevándose las manos a la cabeza.
Filosofar no es mi intención, solo doy mi opinión como ciudadana. ¿Acaso la justicia no pasa por el respeto a la libertad plena, por el equilibrio en la combinación de intereses individuales y colectivos, por la no discriminación, por la igualdad de derechos?
El ordenamiento jurídico de una sociedad no puede basarse en el relativismo para impartir justicia. Debe basarse en la verdad y en principios éticos, en el respeto de todos los derechos y debe buscar la armonía social. Es equidad y honestidad. La justicia no es un concepto abstracto, es práctica concreta de lo justo. Nos obliga a la rectitud de la conducta y a respetar a los demás. La aplicación de la justicia trae beneficios sociales e individuales, hace feliz a la sociedad, a las personas, porque también se basa en lo bueno.
Lo demás, señores, no tiene nada de justo. Reconozcamos esto y encaminemos nuestros sueños y nuestro trabajo en lograr cada vez más altos grados de justicia en cualquier proyecto social.
Livia Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1971).
Licenciada en Contabilidad y Finanzas.
Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.